Qué bueno!

Me había pasado la semana planeando una salida inédita por el Salt de Bàlitx. Ir a ver lugares nuevos es un gran aliciente para mí. Pero no iba a ser el día adecuado porque se habían trazado anteriormente planes en la última salida y yo no estuve. O sea, que entre ir por mi cuenta o salir con el grupo a hacer una buena ruta, o al menos intentarlo, no había color, aunque tuve algún momento de duda, todo hay que decirlo. Mis últimas salidas no habían sido como para tirar cohetes y entre una cosa y otra estaba un poco indeciso.

Tras quedar claro de dónde se partía en el foro ya que algún forero quería venir todo quedó dispuesto. Bueno, todo no... me hubiera gustado cambiar la cubierta que había prestado a Juan, una Larsen TT, por la HR gastada que llevo puesta pero no tenía ninguna bomba y me dió pereza ir a buscarla, con lo que no me quedaba más remedio que confiar en que aguantara el envite. El viernes recogí la bici del taller donde le dieron un repaso y le cambiaron algunas piezas y ajustaron otras con lo que, a excepción de la cubierta trasera, estaba todo listo.

Éramos bastantes en Santa María, como unos once, aunque de algunos se sabía que acortarían en el primer paso por Coanegra. Yo aún no lo tenía decidido. Lo que no tenía pensado era en quedarme a comer a mitad de ruta, quizás continuar para hacerla de un tirón. O quizás ni eso. Tras un primer tramo de carretera hasta Bunyola comenzamos la ascensión archiconocida de la Comuna por la pista y empezaron los problemas. Joselinx había comentado sus contratiempos con el cambio pero a la vista de la situación la cosa era bastante peor. La rueda parecía un buñuelo y la patilla estaba doblada por lo que le dí poco margen de vida después de la primera trialera. Al parecer su condición física tampoco era óptima y pronto quedó rezagado. Yarik se quedó con él y juntos hicieron el primer tramo hasta la barrera del comellar. También Tomeu sufrió lo suyo para llegar, estaba muy tocado.

Después, ya en grupo, ascendimos hacia el Penyal d'Honor. Quién más quién menos subió a su ritmo y condición. Yo, por mi parte, no me encontré mal. Comimos algo arriba y bajando la cabra me encontré el tapón en el escalón y ya no lo hice. Quería hacerlo pero me topé con un manillar y no pasé. Para algunos era la primera vez. Juan quería corroborar las propiedades de las cubiertas de la nueva bici en esos terrenos. Y es que no hay que dejarse llevar por las primeras impresiones. Parece que no van del todo mal.

Yo me dí cuenta allí de que no llevaba frenos de atrás porque me habían cambiado las pastillas y, entre que la cubierta está casi lisa, pues que no iba del todo fino pero, si hay que ser sinceros, tampoco es lo más imprescindible para ese tramo. Cuando pillamos la pista que se dirige al depósito llegaron unos bikeros que se dirigían a Coanegra pero sin tenerlo muy claro porque volvieron atrás pensando que se habían equivocado de dirección. Los encaminamos correctamente, y supongo que llegaron a su destino, mientras Yarik pone una cámara a una cubierta que perdía aire. Aparte de ese pinchazo no ví ninguno más pero me han dicho que hubo siete.

Siguiente destino: bajada por el Comellar del Cocó Peguer (hasta que se demuestre lo contrario) hacia Coanegra. En basto, single-track Coanegra o Coanegra corta. Allí acompaño al forero Joselinx en el primer tramo y lo veo muy espeso. Le espero en el desvío para que no se pierda pero al momento vuelve a quedar rezagado con lo que hago toda la bajada solo y a mi bola. Tal vez encontré la bajada un poco peor que la última vez pero no fue una opinión unánime. Otros la encontraron mejor, o al menos igual.

Me reúno con los compañeros en el inicio del tramo de la otra vertiente y una vez que vemos que el chaval baja me lanzo el primero para que no esperen siempre los últimos abajo. Aún con la sensación de que estaba más deteriorada me gustó la bajada y la disfruté aunque no tuviera referencia a la que seguir ni perseguidor que me atosigara.

El torrente sigue con un caudal impresionante y como no me apetecía nadar a esas horas me entretuve en colocar algunas piedras para facilitar el paso de los demás. Algunos se atrevieron y lo lograron, otros no; se atrevieron y no lo lograron, quiero decir. Allí encontramos la primera bikera del día, una especie no en extinción, es que ni siquiera ha sido creada.

Bajadita rápida por la pista. En Son Roig vemos el destrozo del agua al pasar sobre el camino y dejamos de lado el Camí des Clot des Guix que, para mi gusto, debería ser parte de esta ruta, aunque eso la dotaría de una dureza aún mayor.

Tocaba decidir ya la vuelta entre nosotros, el trío. Carlos se va. Juan y yo nos sentimos animados y, aunque no tenemos decidida completamente la vuelta, seguimos hacia Alaró con el resto. Llegamos al pueblo y me siento como si me faltara azúcar en sangre y me acuerdo en esos momentos de la mejor subida que he hecho nunca al Castell. Fue un día que íba solo y no se me ocurrió nada más que ir a comprar unos donuts y una cola para merendar. Subí como un tiro. Por eso me paré a comprar una caña en una pastelería pero me parece que tuvo poco efecto. Al principio puede que sí, hasta más o menos la mitad del recorrido a plato mediano donde casi alcancé a los tres que iban delante, pero al comenzar a dar chepazos tuve que poner el plato pequeño y aunque no bajé la cadencia me distancié irremisiblemente de la cabeza, que continuaban a su ritmo.

La subida me hizo mella en la espalda y las posaderas; el puñetero sillín se iba endureciendo por momentos y los pinchazos atrás iban en aumento. Solamente un falso pundonor impidió que me bajara de la bici. Me consta que a los demás les sucedió lo mismo pero también aguantaron sin dejar de pedalear.

Al final nos quedamos a comer todos; insistieron, y desde aquí se lo agradezco. Aunque justo después de un gran esfuerzo pierdo el apetito y no me pude acabar el plato pero al menos permitió recuperarnos para continuar con el resto de ruta y más cuando aún quedaba parte de ascensión. A ritmito pudimos afrontarla sin que se resintieran nuestros estómagos. Y todos estábamos ya deseosos de catar la bajada. Lo que pasara después sería otra cosa. Hacía tanto que no la había hecho que era como si no hubiera estado nunca allí.

Trialera técnica donde las haya con algunos pasos complicados que pueden generar sentimientos encontrados, con verdaderos admiradores y detractores. Me siento encuadrado más en el segundo grupo que en el primero pero desde luego es por mis propias limitaciones, lo tengo claro. La cosa iba acabando pero no sin antes saborear el postre, una pequeña subida hasta el Pas de s'Estaló, de aquellas que se dicen “del honor”, de las que parece que no son nada y después te bajan la moral cuando sucumbes, pero ayer utilicé el 32, ese piñón que ya tenía olvidado, y todo fué sobre ruedas (nunca mejor dicho).

Ahora si que solamente quedaba ponerle la guinda al pastel, pero menuda guinda, cubría el pastel entero. La bajada por el Comellar de sa Comuneta, por pista pero excitante. Bajé el primero, los tontos delante, igual que en Coanegra, pero mi máxima preocupación era que la rueda de atrás aguantara el envite, sentía cada golpetazo que pensaba que iba a reventar, pero no, llegó al final sin perecer en el intento.
Guiaba a Juan que se estrenaba en esos caminos pero era incapaz de seguirme, cada uno tiene que pillarle el tranquillo a su propio ritmo. Por eso hice solo la segunda parte mientras por arriba reparaban pinchazos. Así que tuve tiempo de descansar junto al vado donde ya había habido novedades; alguno(s) habían montado un paso con un tronco y media barrera (y no era éste), la cual restituimos a su ubicación original antes de que se la cargaran. Hay mucha actividad en la zona, toda la parte final del camino está limpiándose de vegetación seguramente para minimizar los efectos de las tormentas. También en Son Roig han debido ponerse manos a la obra.

La vuelta es larga pero es pista y asfalto, o sea que no se nota mucho en las piernas. Lo que es seguro es que aunque dura, muy dura, en algunos momentos el sabor de boca que dejó esta ruta fue muy, pero que muy bueno.


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