La Coma de s'Aigo

Durante la semana voy fraguando la ruta como quién hace una sopa; poner agua a hervir y cuando la cosa va adquiriendo temperatura se van añadiendo ingredientes, que si la sal, que si la verdura y finalmente la pasta, aunque advierto que ésto es solamente un símil literario, no tengo ni idea de cocina, y cuando ha hervido bien es cuando tenemos la receta ya en su punto. Así es cómo se coció más o menos la ruta del sábado. Subo por aquí, bajo por allá, hago una variante si tengo tiempo y, finalmente, hacemos un poco de exploración, mejor dicho, seguimos con la exploración del itinerario en particular porque ya me dediqué a ello en una ocasión anterior sin éxito. Al menos ya sabía dónde no ir.

Ya se intentó hace dos sábados aunque por una ruta distinta pero problemas mecánicos frustraron el intento. En esa ocasión hicimos el inicio clásico y para esta opté por hacer una variante nunca intentada por mí, el ascenso por la Coma Gran, Cocons hacia arriba. En esta ocasión invité yo a Xisco para que se acercara por Bunyola y la ruta le convenció, aún a sabiendas de que podría frustrarse si no acertábamos con el camino correcto o si éste fuera impracticable. Cuatro amigos de Sa Pobla decidieron acompañarle dispuestos a todo. Lo que no sabía es si alguno de Palma iba a acompañarme a mi. Mis dos antiguos compañeros de ruta ya se habían desmarcado por motivos varios y nadie de la lista se pronunció, aunque eso no es obligatorio por así decirlo; yo mismo me he presentado muchas veces sin haberlo anunciado. Lo que sí hice fue publicitar el evento en el foro ya que últimamente viene gente que solamente puede enterarse por ese medio. El resto de peña se iban a ir casi todos a la ruta playera por Campos.

Como he dicho cambiamos el inicio clásico de la pista por la subida por la Coma Gran. Gran acierto. Exigente pero factible. La mayor dificultad está en el tramo entre Sa Cova y la barrera de entrada a la Comuna, donde la pendiente y la piedra suelta del piso va a exigir el máximo y un poco más de ti, pero los que estén más en forma lo superarán sin contratiempos. Los demás lo harán como puedan. Pero es que vale la pena solamente para poder disfrutar del tramo de bosque de ese lugar una vez superadas las dos primeras curvas con el piso un poco más pedregoso. Creo no exagerar si digo que esa es la mejor subida de la Comuna.

No estuvimos mucho en Cas Garriguer, el necesario para rellenar agua en la mochila y partir hacia la trialera de subida a la pista superior. También es fácil y te ahorra kilómetros de pista. Decidimos en ese momento si ir a buscar la bajada directamente o tirar hacia la trialera Picó (la Cabra). Optamos por seguir la pista hacia el Penyal y bajar por la trialera ya que íbamos bien de tiempo y los ánimos, altos, aunque Xisco tenía algún que otro problemilla orgánico. También he de reconocer que se quejó poco y eso que le dije que era peu pla y no más de trescientos metros. A veces tengo el medidor atascado. De llano nada y como mínimo un kilómetro y medio.

Menos mal que al fin iríamos para abajo, pero al mismo tiempo no las tenía todas conmigo. Resulta que el domingo pasado no había podido resistirme a salir un rato animado por Yarik (al que finalmente no vi), pero sí a Buzz, de casualidad eso sí, porque me pasó cuando estaba en la gasolinera comprobando la presión de las ruedas y lo vi de refilón. Bien, que fue una salida cortita, para quitarse el mono, y lo que pasó es que saltó una de las pastillas del freno delantero y le puse una en casa de las que tenía por ahí pero no me frenaba muy bien. “Ya se arreglará solo”, pensé. El sábado me di cuenta de que no iba a pasar eso y me encontré que en cuanto la pendiente picaba hacia abajo la bici no se paraba, y eso me contrariaba porque me he acostumbrado a la reacción de la bici en cuanto freno y que no sucediera eso me hacía quedar a merced de la improvisación. De todas maneras no lo necesité especialmente en la bajada ya que pasé los tramos casi sin darme cuenta y solamente tuve dudas, sí, otra vez, lo reconozco, y además no puedo negarlo, está en el video, en el trozo de losa del pino pero las superé y me tiré. No es que suponga un gran éxito del mtb mallorquín pero a nivel particular convence.

Merendamos un poco y reímos bastante en el depósito contraincendios y así, con el ánimo a gusto, nos dispusimos “a empezar la excursión”, propiamente dicha. De inicio el senderillo que baja hacia la Coma de s'Aigo (alguno leyó en alguna crónica aquello del “bosque encantado” y con ese apodo se ha quedado); rápido, vertiginoso, muy divertido, pueden ser algunos de los calificativos que podrían aplicársele, cada uno que le ponga el que prefiera.

Hemos llegado abajo y allí está lo que andamos buscando, al menos al principio tiene buena pinta aunque solamente sea un senderillo entre el carrizo aunque bien marcado. Raro es no haberlo visto antes. Vamos encontrando árboles caídos que ya han sido cortados y de repente todo se encajona, se produce el efecto túnel debido a una gran cantidad de vegetación; el piso en muchos tramos está limpio y la velocidad aumenta espectacularmente. Le suceden tramos más estrechos y pedregosos aunque no en exceso que permiten llevar una buena velocidad de crucero. Desde luego lo que no hay es un camino, eso es una torrentera, aunque a veces llegamos a dudarlo.

No hay que confiarse, algunos volaron por los aires y rodaron por el suelo pero en general permite una bajada bastante regular. Además es muy larga, tiempo tendremos de acostumbrarnos a sus peculiaridades. Lo que no hay son grandes pendientes, el desnivel se acumula por la larga distancia que vamos a recorrer, es una bajada “de pedales”.

Al salir de la coma nos vamos encontrando ya algunos elementos típicos de la explotación del bosque, como forns de calç y cocons y pistas ya muy definidas las cuales nos van a plantear algunas dudas en los cruces. Creo que tomamos a la izquierda y después a la derecha, aunque es indiferente ya que todas convergen cerca de la casa a través de los sembrados. Desde luego fueron un buen final de la bajada en sí ya que cogimos buena velocidad con algún que otro salto en uno de los cruces. No quisimos pasar por delante de las casas así que fuimos bordeando la rejilla para ver si encontrábamos un paso hacia la pista principal que va por delante pero no fue posible más que por un cercado lleno de ovejas y sus consecuencias. Menos mal que la barrera era fácilmente salvable. Ya en terreno cristiano comentamos la jugada y fue positiva, muy divertida (al menos hasta que besaron el suelo) y que hay que repetir muchas más veces. Yo creo que me salí una vez de la bici pero no estoy muy seguro, pero lo que podría asegurar es que sería por ir más lento de lo que debería.

Nos acercamos ya al punto fatídico de este tramo, las cuestas de hormigón de Can Picarola. Xisco decide afrontarlas ante la perspectiva de tener que volver por carretera, al final tampoco le va tan mal pero arriba se despiden cuatro de ellos. Quedamos pues Monic, Buzz y yo para completar el resto de ruta. Solamente son las doce y no queremos dejarlo aún por lo que atacamos las rampas de la pista que sube hacia la Coma d'en Buscante con decisión aunque ésta se nos acaba un poco más arriba, a los pies de unas rampas impresentables.

Entramos en los terrenos de la finca desconocida para llegar a la barrera de la Comuna en pocos minutos donde ya sí intentamos dar algunas pedaladas. Se puede hacer en los tramos menos inclinados. Nos sentimos bien y con ganas de continuar el tiempo que haga falta aunque volvemos hacia C'as Garriguer tranquilamente por la pista, ayudados eso sí por los restos de poda esparcidos por doquier en el camino. Nos volvemos a parar en los bancos para comer algo pero no estamos mucho tiempo a la vista del supermercado que tenían montado los de delante. La mesa llena de bolsas y yo con una pera miserable. ¿Pero es que solamente se sale de casa para comer? Vámonos, que hay que pillar ya la bajada.

Por la pista viene uno escopeteado con el coche levantando una nube de polvo que nos envuelve por completo. Le dimos las gracias y algo más al pavo. Después volvió a pasar en sentido contrario ya un poco más calmado, mientras se nos iba alegrando la cara al acercarse el cruce del comellar, donde por cierto había un/a bikero/a del que no supimos clasificar según el sexo. A mí me pareció chica pero no podría asegurarlo; desde luego era muy joven.

Alguien tenía que salir el primero y ése fui yo. Seguramente fue la sensación de no llevar nadie delante o de que tampoco llevaba freno delantero pero me dio la sensación de ir “bastante pasado”. Sitio ancho, con algunas zonas bacheadas en las que dejé ir la bici a su aire, realmente me limité a sujetar fuerte el manillar y esperar que pasara por encima, y así lo hizo sin inmutarse. Hasta salí volando, la bici y yo juntos, en un punto donde se terminó el suelo de repente. Adictiva esa sensación mezcla de control y “pánico controlado” que te inunda el cerebro en esos momentos, es lo que te hace querer inclinar la balanza a tu favor venciendo tus propios miedos.

No esperamos mucho para seguir confirmando esas mismas sensaciones en lo que nos quedaba por afrontar, el Camí des Grau. Aquí no iba yo delante, iba Monic, Buzz con la configuración de rally de su bici no tenía posibilidades, pero aún así nos metimos en el ramal equivocado, el que va al mirador, mal dirigidos por mi, todo hay que decirlo, que era en realidad la plataforma donde tenían instalada una polea para bajar los troncos hasta la carretera.

Volvimos atrás y estaba ya ansioso de volver a catar ese camino ya que la primera vez con el grupo no lo saboreé debidamente. Hacerse se hace, las curvas se siguen resistiendo y menos sin el tacto del freno delantero, pero los pedrolos se afrontan cada vez más, pero justamente en el paso más complicado era donde estaba la gente que subía y me desconcentró un poco y ya no pude pasar. De todas maneras habrá que ver otro día si no es una vulgar excusa baratera. También me dí algún revolcón y ese sí puedo asegurar que fue por ir lento, bueno, más que lento, descalado. El final es impresionante, sorteando piedras. ¡Qué buen sabor de boca nos dejó! La guinda, las escaleritas del pueblo.

Esta ruta me la apunto, se merece tener nombre propio.


SieR slaC ed aialaT al a atloV

Semana tranquila en esto de las rutas. Parecía que no había ideas y yo tampoco propuse nada. Me mantuve al margen esperando acontecimientos y éste apareció el viernes por la mañana en la página de Xisco, todo un subebaja por Alaró. Pero lo que me animó definitivamente a participar en su ruta y no irme por mi cuenta fue que tenía pensado subir por el Cocó Peguer, hecho que, por otro lado, parece que se le ha ocurrido a todos de repente. Ya desde nuestra salida por la Talaia de Cals Reis se ha venido especulando que deberíamos hacer la ruta al revés, que era más o menos lo que quería hacer Xisco. Se lo comenté a Juan y a Carlos y decidieron venir conmigo; yo por mi parte avisé a Xisco y a Tomeu de mis intenciones y solamente cabía esperar a la hora programada para vernos en Alaró.

Ocho treinta en la entrada del pueblo, en una de las calles laterales cerca de la gasolinera. Llegué el primero, después Juan con Carlos y a continuación la procesión de los pobleros, muchos más de los esperados. Presentaciones, montaje de las bicis, últimos retoques y al ataque, que son pocos y cobardes. Pero lo que nos espera como primer plato no es lo que uno calificaría como “calentamiento suave”. Es un entrante de primera clase y gracias que esté cementado. Un reto para finalizarlo sin poner pies. Yo tuve que poner uno, lo reconozco.

En cuanto estamos todos arriba nos vamos a buscar el sendero primero, pista después, que nos llevará hasta Son Roig. Para ello debemos bajar por la pista y encontrar el desvío, cosa que hacemos sin problema. La primera parte, el sendero a través del bosque, muy divertido y sin obstáculos apreciables pero en cuanto pasamos por una zona de piedra empieza a descender con largos tramos rectos y con giros muy cerrados. Solamente un par de pasos comprometidos aunque salvables.

Cuando llegué al segundo de ellos me encontré una pila de gente, muchos más eran los que subían que los que bajaban, y como lo vi factible me tiré. Ahí fue donde me dí la paparra, solamente faltaron los aplausos. Creo que no hubo constancia gráfica del suceso pero debió ser desmotivador. No reconocí a ninguno de los que había por allí, cierto es que tampoco los miré a todos, o sea que me monté y me dispuse a acabar la bajada de la mejor manera, pero no me fue posible. Había pinchado o pellizcado la cámara mejor dicho y me tuve que parar en la siguiente curva a cambiarla. No sé si va a ser cuestión de darle el retiro a la Larsen ya, que llevo unas cuantas salidas petando de atrás.

Pasamos por Son Roig, que por cierto está en venta, y Son Pou para llegar al vado del torrente, que ya está seco en ese punto. Y digo en ese punto porque más abajo si tiene caudal. Y así pasa en otros tramos de su curso. Caso curioso el de este torrente. Vamos a comprobar ahora como será la subida por este camino de carro. Y recalco lo de camino de carro porque algunos le llaman “single track Coanegra”, y no tiene nada de eso. De arriba abajo (excepto en un pequeño tramo) tiene la anchura de un camino de carro, lo que pasa es que casi nunca lo parece invadido como está por el exceso de vegetación.

Parece factible en un principio pero pronto nos damos cuenta de que, o bien por la pendiente o bien por los obstáculos, va a ser difícil superar al menos la mitad montado, como así fue. Mas o menos a mitad de camino vemos un desvío a mano derecha aunque no sabemos si en realidad se trata del camino principal y por donde seguimos nosotros se trata del desvío. Ese ramal nos llevaría hasta un rancho de carbonero con un gran safareig, el cual es posible que se trate del susodicho Cocó Peguer pero no lo sé con seguridad.

Como hemos dicho giramos a mano izquierda y pronto vamos a tener que traspasar una zona rocosa y muy empinada donde no es posible encastrar un camino de carro ahí dentro. Después de superar ese tramo vuelve a ensancharse buscando el enlace con la pista superior de la Comuna aunque para ello haya que superar algunas zonas complicadas. Todo ello me hace dudar de que realmente este camino uniera la parte alta de la Comuna con la zona de Coanegra, es muy posible que se trate de diversos trazados ahora unidos entre sí.

Había puesto en marcha el cronómetro abajo y cuando lo miré marcaba 57 minutos. Me pareció mucho, hubiera dicho que fueron menos aunque en las piernas los sentía y bien cada uno de ellos. Nos paramos a comer algo y como no podía ser de otra manera empezó la congregación de bikeros por esos lares. Un grupito de tres que se preparó para irse para abajo. Otro grupo mayor y uno de ellos con una bici un tanto especial, una Yeti sin tija, es decir, que el tubo del sillín forma parte del cuadro y no se puede modificar su altura. Con tal invento no me fue difícil acordarme de él, y más cuando abrió la boca; se trataba de un grupo de menorquines de Ciutadella, muchos de los cuales vinieron con Tiago hace unos meses. Nos presentamos y estuvimos de cháchara unos minutos, esos mismos en que los pobleros aprovecharon para merendar. No sé que track seguirían pero allí estaban, en el camino correcto. No me pude resistir a darles unos consejos, que por supuesto, desatendieron. “Bajad el sillín” (bueno al de la Yeti se la sopla); “donde veas un sitio que digas ahí me paro, no te pares, sigue”. Puede que algún día sepa qué pasó ayer realmente.

Solamente gracias a la bonhomía de Monic pude tomarme un bocado (pero qué bocado, cinco o seis lonchas de jamón serrano con algo de pan alrededor) y partir. Llegando al cruce de la cabra nos topamos con José Luis y un colega y ya me tienes otra vez parado. Lo mío empieza a ser preocupante. Salgo detrás de ellos y me encuentro a unos cuantos enfrascados en una reparación en la subida. Holmer peleándose con la cadena, y cuando finalmente consigue unirla me doy cuenta de que he perdido las gafas y vuelta atrás a buscarlas. Estaban exactamente donde me había imaginado y porqué me habían caido.

Claro, arriba no me esperó nadie. Desventajas de saberse el camino, y tuve que bajar solo. Ya lo hice la semana pasada pero esta vez fue muy diferente. Sin casi ningún control, sin precisión, iba bajando como un novato. Pero no pasó mucho tiempo hasta encontrarlos. Monic, que venía con una semirrígida, había roto la patilla al rozar con una roca y tuvo que abandonar al grupo ya que la cadena estaba retorcida y no auguraba nada bueno. Unos cuantos le acompañaron por carretera.

A ver si en el siguiente tramo iba a mejorar. Estuvo bien, el paso por el bosque fue bastante bueno, sin tropiezos ni embotellamientos, aunque sigo sin pillar la trazada buena al final, quedé en el lado equivocado del tronco pero me tiré por el marge en diagonal y me quité la espinita de la semana pasada (ya veis que me conformo con poco). En este punto debía decidir Juan si volvía por carretera o hacía la ruta al completo y es muy posible que tomara la opción equivocada, la de continuar. Tampoco han parado en el torrente, y mi bocata intacto en la mochila. Afronto la subida pedregosa con decisión y la paso, no de una tirada pero la paso. Me permití ese esfuerzo porque el tramo siguiente es casi de paseo, sin pendiente prácticamente. Está claro, viene toda de golpe después, a partir del desvío del paso. Xisco dijo que no conocía ese tramo y subimos por él y es todo un reto. Aunque tenga una trazada muy limpia no da un solo metro de respiro y es bastante larga; llegas fácilmente a tu límite. Pura fuerza se necesita para superarla.

Una vez arriba queda muy poco de subida y luego ya todo llaneo hasta el Rafal. La ruta original marcaba la bajada por la pista principal pero ya antes de salir comenté cambiarla por la de la embotelladora. Y fue un acierto. Solamente la había hecho una vez de descubierta en solitario cansado de esperar que alguien programara una ruta por esos lares. Me pareció normalita. Un primer tramo revirado por el bosque bastante liso; después, ya al descubierto, el carrizo se adueña del piso y te hace ir con un poco más de tiento. Pero claro, quién iba a permitir que aquello fuera un paseo. Hubo desbandada general en cuanto la pendiente picó para abajo. El contagio fue generalizado y la adrenalina rezumaba por los poros. Menudo colocón.

Ya más calmados tuvimos que saltar la barrera y acabar la ruta callejeando por el pueblo hacia los coches. La cervezeta todavía no está institucionalizada en ese grupo por lo que se fue cada mochuelo a su olivo sin tardanza.

Pero habrá una próxima. En esas estamos.


Coanegra

No sé si sería por el día, claro y radiante y con el viento en calma sobretodo, pero el sábado parecía que había una conjunción de astros que hacían presagiar una buena ruta. Al menos así lo sentíamos y había que aprovechar. Fuimos llegando al punto de reunión de hora, y no solo nosotros, sino unos cuantos más. Salió un poco antes que nosotros un nutrido grupo y justo al partir reconocí a algunos bikeros y hubo intercambio de saludos y despedidas al mismo tiempo porque era difícil que volviéramos a vernos por allá arriba.

La pista era un procesión de bikeros y de algunos fuimos dando cuenta; aunque de ascenso fácil la pista no permite excesos si no estás en forma. Lo que es seguro es que en compañía se hace muy corta. Nuestra primera meta era la barrera del comellar mientras la mayoría tiraba por la pista. Seguimos por los atajos en el que hay que caminar un poco en el primero y fuimos a ver una posible opción de bajada, el Pas de Son Creus. Más bien va a ser que no, visto desde arriba impresiona y no es seguro que haya un itinerario claro en el interior del bosque. Queda descartado.

Siguiente tramo: Penyal d'Honor. Arriba del todo nos encontramos a José Luis. Va solo y comenta que aún no está recuperado del último revolcón pero viene con nosotros a la trialera Picó. Llegan tres más pero se irán por la pista. Estoy impaciente por probar el DHX5 de muelle que me han prestado mientras tengo el mío a reparar. Me perdía aire y acababa las rutas por los suelos. Lo noté bien en la última del Teix, donde entre los saltos de cadena y el amortiguador me lo pasé de fábula. Por eso tenía que meterle más presión de la adecuada para poder acabar en condiciones aunque eso me obligaba a ir la mitad de la ruta muy duro.

Lo que noté fue suavidad en el desplazamiento del amortiguador, Jromán lo había calibrado abajo, unas vueltas de dial a la derecha, unas cuantas a la izquierda y ya está. Buena bajada, sin grandes pegas, pero aún se me sigue atragantando la entrada de la última rampa, y mira que la he pasado otras veces, parando eso sí, aparte de eso, el resto se pasa bien. Nos juntamos abajo para irnos hacia el camino que sube al Coll des Picó. Ese tramo no tiene ninguna dificultad excepto, entre comillas, la pendiente final con un escalón intermedio. La última vez, y primera, que lo pasé acabé restregado contra la roca, pero esta vez iba convencido de que lo pasaría bien y así fue. Seguro que tiene mucho que ver el disco de 180 que me pasó Xavi, me da mucha más seguridad.

El que tuvo sus más y sus menos por allí fue Crop al que se le enganchó la maneta y se dio un revolcón. A él no le pasó nada pero la bici se golpeó y no le hizo mucha gracia, bastante al contrario, y pilló un buen rebote, tan grande como para marcharse con Tomeu poco después. José Luis les acompañó en la vuelta por carretera. Espoleado por la bajada que acababa de hacer me dispuse a intentar por todos los medios la subida que tenía ante mí pero mis compañeros no pensaban lo mismo y la hicieron andando y tuve que pasarlos como pude. Al final llegué arriba con Juantrans y le dije que nos fuéramos para abajo sin esperar. No me pasó al principio por lo que supuse que no venía y me dediqué a disfrutar de la bajada tanto como pude. Tanto que me pasé el desvío y llegué hasta la carretera por lo que tuve que remontar otra vez.

Ya estaban todos allí y pudimos irnos a toda mecha hacia el Freu. Cuando llegamos a la barrera algo iba mal. Tomeu se quejaba de la cadena continuamente ya desde la semana pasada. Creo que no cambió la patilla y la vi muy torcida, faltaba poco para que la roldana rozara los radios y producirse la debacle, que al fin y a la postre se produjo y una vez reparada se da cuenta de que la rueda no gira al pedalear, el buje solo engrana a ratos. Se acabó la salida para él pero tenía que volver. Menos mal que la carretera está cerca y hasta Bunyola es cuesta abajo, algo es algo. Y siempre tenía a los dos remolcadores que se fueron con él.

Pero nosotros debíamos continuar. Y la bajada por el bosque, flipante. Solamente en el final perdí un poco la trazada y me encaré con la última bajada pero ya estaba parado y eso me hizo dudar. A Carlos le pasaba lo mismo y así estábamos mientras Fibras nos urgía a bajar cámara en mano. Hubo un par de bromillas y al final me tiré, sumamente fácil, ¡qué distintas se ven las cosas después de haberlas hecho!.

Merienda, media merienda más bien (esto se está convirtiendo en una costumbre) y para arriba. Me acordaba de que era bastante factible esa subida y así es, con muchas piedras pero posible. No sé si todos pensarán lo mismo pero es que ayer iba a por todas. Más bien creo que estaban ya pensando en la bajada que en afrontar la subida. La bajada, la bajada, la gran bajada. Ahí, frente a nosotros, estaba el leitmotiv de esta salida. Imperturbable, rocosa, sin grandes dificultades al principio, nos invita a lanzarnos a su conquista y aceptamos su invitación sin dudar un segundo, aunque sabiendo que solamente representaremos un paso fugaz en su quieta existencia y nosotros solo aspiramos a compartir unos breves momentos, momentos que nos hagan sentir la felicidad.

Nos cruzamos con algunos senderistas. Algunas veces, la mayoría, nos podemos apartar o frenar un poco la marcha y no suele pasar nada. Hay que ir un poco al tanto porque suelen llevar niños pequeños o animales sueltos. Creo que con los que peor quedamos fue un grupo de tres mujeres mayores a las que me encontré en un paso digamos comprometido. A dos las vi, de refilón eso sí, encaramadas en la roca pero la tercera estaba sentada en el suelo y dudé de que pudiera pasar sin pisarle un pie, pero no estaba dispuesto a parar por nada. Las tres mujeres nos habían visto pasar pero después, al encontramos, no nos dijeron nada. Simpáticas las señoras.

En un recodo me encuentro a los primeros arremolinados sobre la bici del Fibras a la que le había desaparecido la patilla y el cambio y al dueño con un cabreo de tres pares. Arregló la cadena en single para poder continuar y alguien se da cuenta de que voy pinchado. No vacío del todo pero sí más bajo de presión por lo que decido hinchar y acabar sin cambiar pero al inicio del último tramo debo volver a parar para hinchar. Fue en este tramo donde encontramos más público, algunos con mejor cara que otros.

Junto al torrente Fibras se da cuenta de que le falta la mentonera del casco y eso le pone aún de peor humor pero logramos convencerle de que suba a buscarlo mientras algunos se marchan sin completar la ruta hacia el punto de partida. Xavi es el encargado de volver con la furgoneta de Fibras porque éste se ha cargado hasta los platos y no puede pedalear. Mientras cambio la cámara tranquilamente para poder llegar en condiciones a Bunyola. Ni siquiera iremos campo a través por Es Cabàs, dejamos el resto de ruta, el reto del día, para mejor ocasión. Entre bromas, empujando y estirando la Santa Cruz, nos vamos pista abajo y pillamos ya el asfalto y por el Camí de na Cili y la furgoneta sin llegar. Por fin viene Xavi y se va Román con ellos. Los demás, Juan, Carlos y yo seguimos por carretera, no es que esté lejos pero no contábamos con el viento, aún así cuando llegamos aún nos dio tiempo a despedirnos.

Lo dicho, esta ruta queda pendiente para una mejor ocasión.


L'Alzina Fumadora 2

En realidad la ruta original tiraba hacia Fornalutx por Binibassí y por la Costa d'en Nicó directamente pero se optó por volver a subir por donde lo habíamos hecho la primera vez, por su comodidad, y para evitar esfuerzos mayores. La pega es que es mucho más larga. Ya en la primera curva se queda Tomeu, va realmente mal pero no quiere abandonar, aunque la idea le ronda la cabeza. Me quedo con él y le voy dando la tabarra para despejarlo un poco e ir pasando los metros de la mejor manera posible. Así vamos pasando los kilómetros hasta que se para y se tira al suelo. “Necesito comer” y yo también aprovecho para terminarme el bocata. No habíamos hecho una parada de bocadillo en condiciones, eso quizás fue un fallo no programarlo, comimos a ratos en los descansos y con prisas. Ese tema hay que ajustarlo en las próximas salidas. Tras ello continuamos porque estamos viendo que no vamos a ver a los compañeros hasta el cruce del mirador y vale más seguir y de esta guisa llegamos arriba.

Alguno de ellos, aunque tardando mucho menos, tampoco ha llegado muy cristiano que digamos. Comentar, que no comparar, que me noté bien en la subida, cosa que me extrañó bastante porque tenía la sensación de que iba a costarme más hacer la ruta por como me había encontrado durante la semana, por eso me sentía contento en esos momentos. Y aún quedaba algo de subida por carretera hasta pasar el túnel pequeño, pero era algo que no me preocupaba especialmente.

Así fue, tras pasarlo, encontramos enseguida la señal indicadora y tras descansar unos momentos nos dispusimos a afrontar la gran bajada del día. Fue una sorpresa para mí, por las referencias que tenía creía que era más pista que otra cosa pero no me cuadraba que la hubieran tenido que subir andando. Es al contrario, un sendero revirado, muy revirado en su primera parte para salvar mucho desnivel, y estrecho. Además empedrado y escalonado, o sea que necesitas poner mucho de tu parte para lograr superarlo. Nivel de trialera casi máximo, sin grandes baches porque se conserva bastante bien, pero a nivel técnico, muy exigente.

En su parte intermedia donde la pendiente es un poco menor alterna largos tramos donde se notan la eficacia de las suspensiones y donde más te castiga físicamente. Superarlo entero tiene que ser una gozada. Y aún queda el último tramo hasta el pueblo después de atravesar la carretera. Y no se queda atrás, no te dan un momento de respiro todos esos escalones. Llegué abajo pensando que me iban a saltar las manos del manillar. Espectacular.

La carretera hasta Sóller fue casi una bendición. De todas maneras no nos quedó más remedio que cogerla porque Tomeu había doblado la patilla en una caída y al querer enderezarla se partió, obligándole a bajar sin tracción un buen tramo. Si no hubiera sido así habría propuesto tirar por Binibassí. Como es cuesta abajo hasta Sóller no hubo problema pero al llegar al llano hubo que remolcarlo y/o empujarlo aunque si sales por el Jardí Botànic hay menos cuesta. Y como siempre dejamos los coches arriba...

En resumen, fue un buen día, se cumplieron varios objetivos primordiales de toda salida, que es pasárselo bien en buena compañía y conocer lugares nuevos. Todo eso se cumplió a rajatabla el sábado pasado y desde luego es lo que espero que se repita el próximo.


L'Alzina Fumadora 1

La cosa se gestó rápido la semana pasada, tan rápido que antes de que decidiéramos Tomeu y yo la ruta ésta ya estaba puesta en la página de Xisco. El tema era que él quería hacer una salida por Sóller y conocer ese rincón un poco apartado de las rutas al uso, ése que yo mismo había visto por primera vez hacía solamente un mes, y como yo me había ofrecido a acompañarle pues me cogió la palabra sin casi enterarme. Pues ya está, dit i fet. Lo único que faltaba era rematar los flecos, pero más que un fleco le metimos un mantón de Manila, la bajada por l'Alzina Fumadora. Por el horario anterior sabía que no se nos haría muy tarde y además venía que ni clavado para los que se querían ir un poco antes.

Se ha congregado un buen grupo de palmesanos, diez en total, con algunas ausencias no esperadas, y otros tantos pobleros, también con algunas bajas. Entre los que han venido, Pedro y Holmer. Al primero lo veo con cierta frecuencia en las salidas pero hacía tiempo que no coincidíamos y a Holmer desde la salida de Na Burguesa con el Xaragall, aunque yo no me acordaba. Con los demás coincido más frecuentemente y también vi alguna cara desconocida. Cuando me dejan guiar les meto por algún rincón del pueblo y por eso quise pasar por la calle Sant Jaume a coger agua de alguna fuente y después tomar el desvío de C'as Panerés por al lado de la acequia, para salir por Can Rave directamente, enfilando ya la subida hacia Sa Capelleta, donde empezamos a encontrar excursionistas que bajaban, ya en la primera curva. Pero hete aquí que en la mitad del grupo reconozco a Joan Mayol y a Joana. Resulta que es una excursión del Xaragall por esos lares, ¡qué casualidad!. Cierra el grupo Jaume Soler a quién saludo antes de seguir cada uno con su ruta.

Esa subida es idónea para la cháchara; con una pendiente muy soportable y sin ninguna dificultad técnica permite la relajación, a la par que te proporciona un buen calentamiento, cosa que necesitaba porque había salido ligerito de ropa haciendo caso al hombre (virtual) del tiempo y ví poco sol, aunque con una temperatura idónea todo el día. Así, casi (solo casi) sin darnos cuenta llegamos a los alrededores de Bálitx d'Amunt donde nos encontramos con otro grupo de bikeros que al final no llegué a saber si alguien conocía a alguien, ni siquiera hacia dónde se dirigían.

Tenemos que ir al otro lado de las casas pero para ello deberemos rodearlas bajando primero por la pista y desviándonos por una pista lateral que vuelve a subir. Me quedé esperando en ese desvío para que no se pasara ninguno de frenada y al hacer recuento faltan dos. Al comentarlo se decide que lo más lógico es que estén atrás pero no veo el motivo, Fibras y Juantrans no son de los que salen los últimos. Al final resultó que estaban delante porque habían bajado por el Camí vell hacia Bàlitx d'Enmig con lo que tuvieron que hacer unas curvas en subida de más, aunque pensándolo bien, pudiera ser que fuera mejor opción.

Una vez agrupados en el Camí de sa Tanca des Bous los grupos se separan; aquellos que habíamos encontrado se van hacia allí y veta a saber por dónde más aunque apostaría que volviendo atrás. Por nuestra parte tiro directamente pista abajo hasta la fuente. Allí podemos perder un poco el tiempo para hacernos la foto de grupo, comentar algunos datos y anécdotas y bajar a ver el salto, con poca agua ya.

La primera bajada, que algunos esperaban ya desde hacía tiempo, decepcionó un poco, no diré a todos pero sí a algunos, (o un poco bastante a los más atrevidos), porque es por pista cementada desde arriba pero por ahora no existe otra opción, aunque alguno aún tuvo tiempo de pinchar por allí, momento que se aprovechó para remineralizarse. Claro, en esas condiciones llegamos a la carretera de Sa Figuera en un trís y sin parar un momento, subiendo otra vez para coger el Camí de sa Figuera, con un primer tramo de pateo debido a las condiciones en que se encuentra desde hace tiempo. Después de este tramo ya es un ancho camino de carro sin complicaciones.

Llegamos al cruce de la carretera vella de Bálitx y nuestra meta es Fornalutx con lo que hay que seguir recto pero en este punto marco una nueva posibilidad, un tramo directo hacia las inmediaciones del mirador por ahora no recorrido. Como dije tiramos recto y pasó lo que me imaginaba, Tapóooonn. Sendero muy cerrado por la vegetación y muy divertido si vas solo y puedes encadenarlo de una tacada. Además ese sábado estaba también muy concurrido por senderistas. Ya nos tienes en el cruce de Fornalutx dispuestos a volver a subir a Bálitx, esta vez por la Costa d'en Nicó en su tramo final. Hasta tiene sus tramitos de pateo. Para variar un poco intercalamos la trialera cercana al mirador aunque eso suponga unos minutos más de pista a la hora de subir. Con lo cortita que se hace...

La bajamos y la cara se les alegra a todos, ya no importa ese último kilómetro hasta la barrerita de Moncaire. Una vez agrupados y pertrechados no se acaba de decidir el orden de bajada con lo que Xisco baja el primero para tomar posiciones de disparo, yo el segundo y claro, sin referencias, me quedo en la zigazaga (paradito que es uno), mientras me avisan de que por detrás me pisan los talones, pero tengo tiempo de llegar a la primera barrera y abrirla antes de que lleguen. Aprovecho y me voy detrás de ellos y hago el siguiente tramo hasta la siguiente barrera bastante embalado, hasta Xavi se da cuenta. Después me quedo para el recuento y se me escapan. Un poco de indecisión en la tercera barrera, una zona donde la pista ha borrado el rastro del camino antiguo, y reagrupamiento y, una vez cerciorados de que estamos todos (o así lo parece) seguimos el descenso sin tener amigos. Otra paradita en el cruce del Camí de sa Figuera y ya directos hasta abajo donde llegamos todos muy contentos. No ha habido ningún contratiempo ni caida y solamente alguno lo ha sufrido más que otros, pero en líneas generales muy bien ya que es un recorrido que se presta a ello.

No es tarde pero toca despedirse de los que se van, todos los pobleros y algunos palmesanos, y el resto nos disponemos a afrontar el tercer bucle.