Aunque llueva

El pronóstico estaba claro este fin de semana. Lluvia ininterrumpida todo el sábado y una mejoría notable para el domingo. Entonces estaba claro, tendría que salir el sábado, pero como tampoco había nadie que saliera pues iría solo aunque como iba a llover (de hecho comenzó el viernes noche como estaba anunciado) no me quise ir lejos, y cuando digo lejos es cuando has de coger coche. De hecho al salir de casa solamente pretendía salir a rodar en llano pero fue llegar a la calle y me lo pensé mejor, tenía tiempo para ir y volver del Bunyolí y estar preparado para salir a comer fuera. Y eso hice.

Había visto el mensaje de Wiro muy temprano pero a la hora que salí ya estaría él de vuelta aunque confiaba en encontrarme con alguien por allí, aunque solamente fuera para picarme. Pero que va! Empezó a llover en Establiments, bueno, en honor a la verdad no creo que pasara de una ligera llovizna, ligera pero insistente, de esas que te van calando poco a poco aunque con más calor que frío. No vi a nadie montado, solamente una pareja con un crío pequeño a becoll al cual le extrañó mucho que alguien fuera en bicicleta por allí. El camino, precioso, sobretodo la parte de arriba, la más agreste, con esa humedad flotando en el ambiente. Lo único que no me gustó es que tuve que volver a subir a plato pequeño (y ya van dos seguidas) y eso no es buena señal. El constipado me ha quitado un punto de fuerza que me cuesta recuperar.

Al llegar arriba no esperé nada para empezar a bajar por la trialera aunque sin exponerme en demasía porque los frenos mojados pierden eficacia y no ofrecen garantías. Me volví a encontrar con la pareja que subía por allí y esta vez el crío alucinó de veras. Si no se lo creía subiendo mucho menos bajando pero pasé despacio porque la mujer estaba embarazada y puso cara rara, no era cuestión de ir provocando sobresaltos innecesarios a esas alturas. Me pareció que a la trialera le habían quitado unas cuantas piedras de enmedio, la encontré más llana que nunca. El resto de bajada es de velocidad pero como no llevaba gafas tenía que ir cerrando los ojos por el agua que me mandaba la rueda y había que estar al tanto.

Cuando pasé por delante de las casas estuve tentado de pararme a dar las gracias a quién fuera por dejarme pasar por el camino (a mí y a todos los bikeros) y permitir que pueda disfrutar como un animal por esos parajes, aunque sean solamente cuarenta minutos, porque los de subida también se cuentan. Pero solo fue una idea, no iría expresamente pero si algún día encuentro a alguien por ahí si que se lo diré.

Está bien saber por dónde nos movemos, saber cuando hay que agachar las orejas y cuando se puede levantar la voz, saber cuando te están contando una trola o cuando te hablan con toda la razón del mundo y porqué no, también es un buen pasatiempo.


Serra de Na Burguesa

Me decidí a buscar la ubicación exacta del polvorín de Baiana para tener el tema un poco más claro. Pues resulta que no es más que una pequeña parcela que ocupa unos 36.000 m2. originalmente propiedad de Bendinat y fuera del terreno militar colindante de Son Suredeta, donde está ubicada la base General Asensio.

Si vemos el mapa-croquis que he dibujado vemos que más de la mitad de la sierra pertenece a Bendinat aunque esta propiedad está dividida en dos parcelas y que el nombre, Serra de Na Burguesa, le viene de una propiedad que está precisamente en el extremo más alejado de Palma, donde se encuentran ubicadas las antenas sobre Palmanova.

Entre medias de ambas existe una gran propiedad, Forestal. Por el nombre creía en un principio que pudiera ser una finca pública pero no es así. No hay un metro cuadrado público en todo este paraje.

Aunque nos enseña algunas cosas seguimos sin aclarar el tema del polvorín.


Cantera de Gènova

Cuando llegamos a la carretera de Génova en lugar de ir por el carril-paseo que han montado el veterano nos propuso meternos por arriba. Ya había pasado unas cuantas veces y no me parecía que fuera nada del otro mundo pero tampoco puse objeciones. Entonces empezó a contar algo de un ferrocarril y me picó la curiosidad. Si lo sabes lo ves claro, el puente, ¿qué hace ahí ese puente si la salida a la carretera es por otro lado?, las construcciones en ruinas, esas explanadas y sobretodo, esas trincheras. En un primer momento, sin fijarte mucho y sin saberlo, no relacionas todos esos elementos en uno solo pero cuando lo sabes todo empieza a tener sentido y queda perfectamente ensamblado.

He encontrado un interesante artículo que me hubiera gustado reproducir en su totalidad pero al tener que pedir permiso para ello al autor prefiero que vayáis a leerlo a su página, además allí podréis ver las fotos y los comentarios.

De todas maneras la historia de la cantera no acaba cuando se hubo finalizado el Dique del Oeste, tuvo otro momento de gloria en los años setenta a raíz de la construcción del muelle de golondrinas enfrente del Auditórium. La hemeroteca de El Mundo nos expone con más gracia la historia sobre todo porque está contada en primera persona por uno de los protagonistas.

El artículo en cuestión arranca con esta historia pero nos informa de que la cantera fue enajenada en esas fechas y de que se iba a iniciar en breve un proyecto urbanístico. Había oído que eso había sucedido con el Polvorín de na Baiana pero no estaba enterado de que había pasado lo mismo con la cantera. Ni siquiera sé si tienen algo que ver las dos operaciones financieras. Lo cierto es que aún no se ha empezado nada después de casi siete años.

He estado buscado alguna información sobre la venta del polvorín y he encontrado una referencia indirecta sobre ello. Se trata de una de las actas del Parlament de una sesión de preguntas de este mismo año. A raíz de una de ellas sobre la situación actual de las bases militares de Pollença y Alcúdia el diputado del PP contesta, entre otras cosas, lo siguiente:


Pero hay otros lugares en Mallorca, en Menorca, en Ibiza y me imagino que también en Formentera, que tienen esta misma situación. Usted ha hablado de estas dos, pero yo diré el polvorín del Puig de Santa Magdalena (Inca), o Na Baiana, que está aquí al lado en Na Burguesa, zonas que son inmensas y que son importantes.

Ello me lleva a pensar que en realidad se trataba de la venta de la cantera no de la zona militar, aunque no lo tengo confirmado cien por cien.


Nieve

Con los telediarios anunciando las nevadas por toda España durante toda la semana como si fuera una novedad digamos que se creó una expectación desbordante en el ambiente bikero (y no bikero) para ir a catar la nieve con la suerte añadida de que cayó una buena nevada el día anterior y el mismo sábado y hacia Lluc se dirigieron gran parte de los grupos. Unos por un lado y otros por otro pero confluyendo en Lluc, más concretamente en Can Gallet diría yo. Dado que mi estado de salud no había sido el más idóneo durante la semana (algo pillé) ni me planteé la idea siquiera, aunque la ruta rodadora de Xisco no estaba mal, y así se lo hice saber a quién me pidió consejo, a pesar de los cambios de planes a última hora donde modificó la primera parte. Luego resulta que es la que han hecho los Maifren aunque eso hay que intuirlo ya que por la descripción de la página no se puede deducir tan fácilmente, con error de localización incluido. Así pues me dediqué a las labores caseras, como buscar unos ICP, tarea imposible por cierto, casi tan imposible como encontrar un radio para la llanta en Decathlon o montar unas luces en la terraza y dejé la posible salida para el domingo ya que al menos saldría el sol.

Aunque salieron muy pocos del grupo el sábado para el domingo nadie anunció la intención de salir aunque siempre quedan los Bous Bufats. Aunque esta semana habían anunciado su intención de ir a mojarse los pies otros iban a salir por la zona. Suelen quedar siempre a la misma hora y en el mismo sitio con lo que las rutas no pueden ser muy variadas pero si es lo que uno busca pues adelante. Lo que no quería hacer era poner el despertador, llegar ahí a la hora me suponía ponerlo una hora y cuarto antes y no me apetecía por lo que me levanté casi a las nueve. Desayuno, preparación de los bártulos y partir. Cojo el carril bici y compruebo que está completo hasta Son Dureta y más allá. Lo que puedo comprobar también es que voy fatal, con una pesadez de piernas enorme, y descarto subir a Na Burguesa por el monumento, prefiero el coll de sa Creu, más largo pero sin tanta pendiente.

Solo me faltaba que me pasara un corredor de fondo y casi lo hace uno delante del cuartel pero un pequeño tramo de bajada me permite cogerle unos metros de ventaja. En una de las curvas cerca del golf me encuentro a cuatro bikeros al parecer con algún problema y uno de ellos me hace una pregunta a la que respondo sin llegar a pararme. El ritmo que llevaba me dura prácticamente tres kilómetros y a partir de ahí sucumbo, solamente la moral me empujaba, hasta calor tenía con la chaqueta puesta. Primero me pasa el corredor y después un ciclista que a su vez había pasado al grupo que casi me alcanzaba ya. Que aunque lo hiciera hizo un poco la goma y volvieron a quedarse atrás.

Nos reunimos todos en el coll del Vent. Son tres chavales más otro bastante mayor que se paseaba con una rígida total y al que habían ayudado a reparar un pinchazo. Reconozco al que me había hecho la pregunta aunque no se de dónde a la primera. Me dice que del Bunyolí (debió ser este día) y decidimos que les acompañe ya que me había animado un poco con las dos clementinas que me ofrecieron más una barrita de mi despensa. Iríamos al coll des Pastors y se decidiría después el final. El veterano parece que conoce bien la zona y nos va dando todo tipo de indicaciones, hasta nos lleva a ver el avenc que hay muy cerca del coll des Pastors, donde se decide por mayoría volver directamente al monumento, les quitó las ganas de bajar por la trialera de la enduro con sus comentarios. Podría haber sido un poco más discreto, debería darse cuenta de que con esa bici todo parece muy complicado, tendría que haber hecho lo contrario, animarlos y él irse por otro lado. Hubiera estado bien poder ver a las tres Decathlon en acción trialera abajo. No me quise meter en discusiones y nos fuimos todos hacia el monumento.

El día era perfecto para practicar ciclismo, un poco fresco solamente al principio, y aunque no tenía previsto una gran ruta (lo cierto es que no hubiera podido con ella) no por ello me siento menos agradecido de lo que pueden deparar unas horas de pedaleo de aquellas que podrían considerarse en una primera impresión, de pasatiempo, cierto que sin dificultades técnicas apreciables pero con la satisfacción de que en todas aquellas salidas que he empezado en solitario por hache o por be siempre he encontrado (o me han encontrado a mí) a gente con la que compartir ruta, conversación y hasta el yantar. Hoy va por ellos.


Pas de Son Vich

Ayer era uno de estos días en los que la ruta propuesta por otros no me acaba de convencer lo suficiente como para hacerme levantar de la cama y tengo que buscar la alternativa. No había quedado con nadie en los días previos por lo que no me quedaba más remedio que montarme una por mi cuenta. Cosas por hacer aún quedan pero tampoco me quería ir muy lejos o sea que busqué algo por aquí cerca. Había comprobado durante la semana el patinazo que tuve con el nuevo camino de Planícia, aquel que no gusta a nadie y está hasta denunciado ante el Seprona. Ya comenté en su día no entender esta actitud, al menos hasta que alguien me demuestre dónde está lo nuevo construido o qué es exactamente lo que se denuncia. En el tramo que recorrimos no vimos nada de eso y alguien que lo ha recorrido entero tampoco ha visto nada nuevo, por tanto sigo a la espera en ese tema.

Otro de los argumentos de los convocantes de la última excursión reivindicativa del libre paso por ese camino es que si ahora la finca de Planícia es pública el camino por el que se accede también lo es. Desearía que alguien con conocimientos jurídicos me pudiera confirmar ese extremo porque si no es así me parecería una falta de responsabilidad muy grave por parte de quien esgrime ese argumento. De todas maneras las últimas noticias es de que el asunto se va a solucionar, por la buena disposición de los propietarios, todo hay que decirlo.

En fin, pasemos a lo serio. Decía que quería ir a comprobarlo por mi mismo y pensé en bajar por el Pas de Son Vich y empalmar con el Camí des Correu y más allá. Lo suyo hubiera sido empezar desde Esporles y no desde Palma y tener que hacer toda la Fita del Ram para ganar un poco de tiempo pero no lo hice. Así que me fui hacia Bunyolí para hacer la subida clásica. En eso estaba cuando en un alto que hice para quitarme ropa me alcanzó un bikero ermasset en solitario e hicimos la subida no juntos pero si cerca uno del otro. En la barrera pudimos charlar un poco y enterarme de ciertos chismes. Parece que muchos de los ermassets se han hecho mayores y no pueden salir tanto como les apetecería con el grupo y cada uno se lo monta como puede. Una subida hasta Sobremunt y bajar por carretera, no es mucho pero puede ser suficiente, de hecho no siguió hasta las antenas con los demás.

Y digo demás porque en un momento dado empezaron a aparecer bikeros por el camino donant pedals. Ruteros camuflados, de eso no había duda. Bicis rígidas y mucho XC había. Y nos acoplamos al grupo en la subida aunque el ermasset no quiso catar el tramo de tierra, siguió por el asfalto y ya no lo vi más. Yo los seguí como pude aunque se iban parando porque había uno que iba peor que yo y lo esperaban. Hubo parada al final de la pista y merendamos. Hasta había café, y muy bueno.

A partir de allí ya no hubo diferencias y podíamos rodar en grupo. Al saltar la pared se fueron todos a la derecha. Yo sabía que hay un atajo pero me dijeron que no era ciclable por lo que les insté a que fuéramos por el camino de siempre que al menos lo era. Bueno, lo fue para unos cuantos porque la mayoría patearon por allí. Lo mejor fue que antes de enlazar con el camino ancho nos encontramos a la pandilla de pobleros del Xaragall y arrejuntados varios que hacían la ruta al revés. No pude más que saludarlos y partir pitando porque ya me habían dejado. Los encontré arriba esperándome.

Dado que estos ruteros son duros de pelar y no necesitan protecciones me volví a quedar atrás al parar para ponérmelas aunque pronto ya no era el último. Uno se la había pegado al soltarse la mano del manillar. Cayó de cara y no se hizo nada. Después me fui encontrando a otros por el camino hasta llegar a la ermita. Querían bajar por el cemento y yo me quedé para volver atrás hasta la Bassa de Son Vich y desde allí bajar, y así lo hice. Está relativamente cerca y el camino, aunque sea cuesta arriba, se deja querer. Allí me paré a comer algo y busqué el camino. Al principio no lo veía pero en cuanto me moví un poco ya fue evidente. Además subió un senderista por ahí y comentamos algunas cosas.

Solamente me quedaba bajar por él, o al menos intentarlo, porque fue más bien eso, intentos. No diré que no hice nada, todo el tiempo fui montado, pero se puede mejorar y mucho desde luego. Eso sí, el sitio precioso, vale la pena. Al pillar el camino ancho ya es otro cantar, lástima de algunas ramas cruzadas. Lo que se hace largo es la pista, ya fuera del bosque, y es que el desnivel a descender es considerable y lo que te separas de la montaña es muy poco.

Hice un poco de carretera hasta La Granja (cuatro coches mal contados aparcados había) y pillé el Camí des Correu para llegar hasta Esporles (esta vez no tuve problemas en los escalones aunque la horquilla iba haciendo tope, justo en el límite). Ni paré en el pueblo, volví a pillar carretera para hacer la vuelta por Son Malferit, siempre es preferible a volver por el asfalto.

Salida en solitario, aunque pronto he tenido compañía y he podido rodar a gusto, hasta con sorpresa incluida. Además he podido volver a bajar por un camino exquisito que se hace muy pocas veces. Muy bien.


Sin prisas por la Comuna

Tenía una invitación de Jauja para compartir ruta el lunes con un variopinto pelotón por la Comuna de Bunyola. La ruta era conocida y relativamente corta por lo que se ajustaba a mi horario. La de los menorquines no la tenía clara y por lo que se vio después los que lo tenían claro estaban equivocados, pero eso da igual si no tienes horario limitado. Dado que no salgo cada día a rodar en las ocasiones de que dispongo no puedo compartirlo con todos los que quisiera y a veces debo elegir entre diversas opciones que se me presentan y como ya teníamos una pendiente desde la quedada de Calonge a la que no fuimos ninguno de los dos no me lo pensé dos veces y acepté su invitación con mucho gusto. Si la ruta se quedaba corta ya buscaríamos algún alargo pero como comprobareis si seguís leyendo (o escuchando) lo tuvimos sin buscarlo. Pero vayamos por partes.

El aparcamiento de la Comuna estaba vacío y no creo que fuera solamente por las continuas recomendaciones que se han vertido por la red sobre la conveniencia de anunciar con anterioridad las salidas y el lugar donde se dejarán los vehículos, creo más bien porque muchos estarían sobando tranquilos en sus casas. Como la mayoría de los que tenían que venir que se rajaron, ni Rafa ni su pupilo, ni Fidel, el ibicenco, que se paseó por Planícia con los menorquines sin yo enterarme, ni Ángel, el eterno ausente. Solamente estábamos Jose y yo (y es literal, porque no vimos ni a cristo por allí) y rápidamente cambiamos la parte final de la ruta por la bajada de la Coma de s'Aigo (Es Cabàs) que él no conocía y yo quería volver a saborear.

Jauja tenía problemas de roce con el disco trasero, bastante torcido. Se lo apañé con dos meneos. Es muy flexible, creo que era el modelo que había estado mirando para cambiar el de delante mío pero lo encontré demasiado ligero, demasiado endeble comparado con los que llevo, mucho más resistentes y supongo que también más pesados.

No subía fino el Jose pero como íbamos subiendo sin parar más o menos se iba cumpliendo el horario establecido. Una hora para subir al Penyal, después todo sería bajada, o eso creíamos. Después de una paradita en el top nos protegimos y vamos a hacer la cabra. En este caso mucho más conservadora que de costumbre ante la ausencia de presionadores por delante o por detrás pero así y todo divertida y también quizás menos nerviosa después de haberle quitado rebote de atrás.

Pasamos de largo el desvío del Cocó Peguer, nuestra ruta inicial, para ir a meternos al bosque encantado, éste ya con más nervio, y desde allí hacia Es Cabàs. La bajada corroboró todos mis sensaciones anteriores, rápida y divertida al no tener tramos de gran dificultad aunque en su inicio han aparecido algunos árboles cruzados que te obligan a parar. A Jose le encantó, la verdad es que en algunos tramos vale la pena pararse y disfrutar del lugar. Pero todo tiene su pero y éste se presentó al llegar a la paret de partió. Está vallada de lado a lado con una rejilla de más de dos metros de altura y rematada con un alambre de pinchos que te quitan las ganas de intentar sortearla. En honor a la verdad diré que pasé al otro lado pero ante las dificultades para levantar las bicicletas para pasarlas y porque en el fondo queríamos respetar el derecho de la propiedad de no permitir el paso si no es de su agrado decidimos volver por donde habíamos venido. No quedaba otra, no hay escapatoria posible. Y me sorprendió lo ciclable que es la subida, mucho más de lo que parece bajando. Aún así estuvimos treinta y cinco minutos subiendo pero creo que vale la pena, solo si te gusta subir, claro.

El horario ya iba con retraso debido a ese contratiempo imprevisto aún así decidimos bajar por la Coma d'en Buscante y vaya si la disfruté. Jose no tanto ya que se queja de su tren delantero, dice que va inseguro. Por eso quise probar su bici en la bajada de C'as Bergantet a ver si podía notar algo extraño en ella. Pasaron varias cosas allí, primero es que la bici es de talla S y como tal la encontré muy pequeña; segundo es que los frenos están descompensados, por lo que al llegar a las curvas había que estar atento a la mano con que frenabas y tercero es que noté mucha diferencia con la suspensión, mucha menos fina en su funcionamiento, más basta, por decirlo de algún modo, aunque es solamente una primera impresión sin mucho fundamento.

Alguna temporada me ha ocurrido algo parecido a Jose e hice dos cosas. Una fue intercambiar las cubiertas, la Geax atrás, la HR delante, y la otra fue calibrar bien las presiones de la suspensión y dejarla con un rebote más bien lento; si necesito algo de rigidez extra la bloqueo. Con eso solamente he ganado bastante en seguridad y control.

Quería ver si él notaba algo parecido al prestarle mi bici pero tuvo algunos problemas de adaptación que lo dejaron más intranquilo si cabe. Uno es simplemente la talla, la debía encontrar demasiado grande y otro, más peliagudo, es que tiene las manetas de freno demasiado separadas del manillar para el tamaño de sus manos. Ése si era un gran problema, demasiado importante como para fijarse en el trabajo de la horquilla que era la razón primordial de la prueba. A ver si con unos simples ajustes puede lograr cambiar esas sensaciones.

Desde ahí hasta Bunyola por asfalto y despedida rápida que los teléfonos ya estaban sonando. La próxima un Barranc?, pero cada uno con la suya.


Es darrer que tanqui

Un numeroso grupo de bikeros menorquines ha desembarcado en la isla para catar los caminos de la sierra y lo que no es sierra como vienen haciendo desde hace años y para ello prefieren dejarse aconsejar por los nativos en cuanto a la confección de las rutas que van a realizar. Diversos amigos de aquí cumplen con ese cometido y ellos a cambio ofrecen su hospitalidad y saber estar. Por esto procuro acercarme a compartir esos momentos al menos en una de esas salidas.

Tomeu, de los toys (o Woody, como queráis llamarle) fue el encargado de preparar una de ellas y no se quiso quedar corto, les endosó una Mola de Planícia sin pestañear. Debo reconocer que lo encontré un poco exagerado por lo que había podido ver en salidas anteriores y así se lo hice saber, pero me aseguró que estaba todo bajo control. No quise insistir más y solamente le recomendé que tuviera en la reserva un plan B y a alguien dispuesto a ir en la cola para que la gente no se perdiera. Respecto a lo primero no se si me hizo caso pero lo que se es que solo al llegar me encasquetaron una cinta roja en la mochila, quedaba nombrado oficialmente como el farolillo rojo del pelotón. Creo que también me tendrían que haber dado un silbato como mínimo pero quizás no se les ocurrió.

El pelotón era de los de órdago, treinta y un bikeros menorquines más cerca de la mitad de la isla es un número considerable para que pueda suceder cualquier tipo de imprevisto, tanto mecánico como personal pero, aunque hubo algún susto, el día se saldó sin incidentes demasiado graves que lamentar. La ruta consistía básicamente en subir a la Mola de Planícia y desde allá arriba efectuar un descenso ininterrumpido hasta el Port des Canonge, casi ná!. El acercamiento sería por el Camí des Correu como no podía ser de otra manera. Como es en subida hasta el Coll des Pi la gente iba bastante agrupada; las diferencias empiezan a medida que aumenta la pendiente y como ya estábamos cerca del final me dejé llevar y bajé hasta la pista a mi ritmo.

Agrupamiento en la pista principal y partimos hacia el camino de subida esperando no encontrarnos a nadie que nos fastidiara ese acercamiento. No sucedió y cada uno empezó a colocarse en su sitio, yo el primero, es decir, el último. Decir que la subida la encontré tan asequible como en mis mejores días, sin agobios. No pasaron más de diez minutos antes de que me llamaran por teléfono dos veces y perdí comba con los demás aunque los volví a coger antes de llegar al Top I pero no paré hasta los Aljubets donde me imaginaba que se haría el reagrupamiento, como así fue. Volvimos a partir pero indefectiblemente me iba quedando atrás con algún rezagado por avería o cansancio.

Cuando llegamos al desvío de la bajada faltaban casi todos; se habían ido hasta la cima a ver las vistas y no valía la pena ir para volver enseguida así que los estuve esperando con el resto que tampoco había querido ir. Al regresar vi que pululaban por ahí Vicenç y Mara, ermassets de pro, a los que recogimos en algún punto del camino sin yo enterarme. Con todo el mundo en posición empezaron a salir primero los mallorquines por delante bien agrupaditos y después el gran grupo. Como era lógico se formó tapón en los primeros metros, con alguna dificultad y muy empinados. Continuó esta tónica hasta después de pasar la segunda pared, los de delante se fueron mientras yo intentaba convencer a los que tenía cerca de que bajaran el sillín y pedalearan más en las zonas técnicas, hasta de que se montaran en las bicis, pero no me hacían mucho caso que digamos. Se que ese terreno te puede parecer muy complicado la primera vez que lo catas, y más si no estás acostumbrado.

Cuando llegamos al roquedal éramos bastantes por allí y me dejé llevar en la bajada hasta la caseta de ses Rotasses. Me pareció una bajada muy clara y fácil de seguir, y me sorprendió, ya que la recordaba con una trazada más difusa. A partir de aquí la bajada sería mucho más rápida ya que existe un camino de carro hasta la zona, ses Rotasses, por lo que algunos autores nombran este camino como Camí de ses Rotasses. Yo por mi parte me limitaba a esperarlos en unos puntos específicos, achuchándoles incluso si no venían montados en la bici (espero que no se lo tomaran muy a mal).

Un poco más de lo mismo hasta la carretera donde hubo varias deserciones, por horario, por molestias físicas, de algunos integrantes, y ya directos por carretera a cubrir los metros que nos faltaban hasta la próxima bajada, la llamada Branson. Aquí, los que habían disfrutado arriba siguieron haciéndolo, entre los que me incluyo, y tengo que reconocer que me olvidé de la cinta y bajé lo más rápido que pude, aunque no llegué a ver el piñazo de Bonus que fue gordo pero podría haber sido peor; y todo por engancharse en un rama.

Faltaba poco ya para tomarnos los bocatas en la playa; muy bueno pero no me lo pude acabar, otro se lo terminó por mi. Una cocacola para mantener el nivel de glucosa en sangre y nos fuimos a por las rampas de Son Bunyola, todos menos Pepe que había partido el basculante de la bici y subió con la furgo. Me sentía bien en ese tramo, mejor que en el paso anterior, pero los iba controlando por las pistas de Son Bunyola. Hasta la carretera fuimos a buen ritmo pero después el grupo se estiró en el tramo de ascenso por el cemento y aunque cuando llegué al inicio de la trialera vi a algunos pasar por la parte de arriba después me dijeron que nos habían esperado al menos veinte minutos. Tantos que algunos de los mallorquines ya no estaban, me despedí pues de todos los que pude (de todos era prácticamente imposible) mientras Juan me esperaba impaciente en la furgoneta. Y es que eran ya las cinco de la tarde, ¡quién lo hubiera dicho!.


Es Canyaret

Llevaba demasiados días posponiendo la finalización de la ruta costera y quería acabarla, o al menos ver si sería posible hacerlo, pero tampoco es que me sintiera con muchas ganas de hacerlo. De lo que estaba seguro es de que no me apetecía ir a la ruta del chuletón que había preparado Tomeu, me picaba más la curiosidad. Así, entre dudas, llegué al viernes noche y aún no tenía decidido nada en claro. Con Carlos ausente y Juan también también por decidirse lo dejamos pasar.

Me levanté tarde el sábado y me animé lo suficiente como para vestirme y salir. Me llevé dos bocatas por si era capaz de completar la ruta como la tenía pensada. Así pues sobre las diez me puse en marcha desde Valldemossa en dirección a la Ermita de la Trinitat poniendo rumbo a las ermites velles y más allá, hacia Son Gallard. Esta vez no subí hasta el mirador, tiré por el atajo y en un momento estuve en la pista principal. Mucha pendinte y hasta tramos asfaltados tiene. Al llegar a un cruce tiramos a la derecha para seguir bordeando la montaña y acabar en una pared que nos barra el paso. Había coches pero ni vi ni oí a nadie. Atravesé la pared y bajé a la pista cementada por un sitio mejor sin tener que saltar. Proseguí hacia arriba y dejé el desvío que sigue subiendo y entré en el bosque. Ahí me paré, llegó el momento de la investigación. Busqué y encontré algunos hitos aunque solamente era una piedra pequeña colocada encima de una roca y creí ver un sendero aunque a veces solamente existe en tu imaginación.

Era todo cuesta arriba y tocaba empujar y en unos minutos me pareció ver un muro. Efectivamente era una pista que supuse que era la que había abandonado unos minutos antes, ¡pues vaya avance!. Me dispuse a subir y en la primera curva veo otro desvío y me salgo de ella. Muy parecido al anterior, conato de sendero y algunas marcas. Llego a algunas caceres y pasos rocosos más verticales pero ni rastro de lo que busco. Delante de mí tengo una pequeña hondonada y prefiero seguir recto hacia arriba. Pensando en que aún tengo una buena caminata por delante llego de pronto a un sendero marcado y por él desemboco en el que tendría que ser el que estoy buscando, la bajada de los cingles de Son Rullán.

Continuo hacia arriba sin poderme montar en la bici trazando las curvas a derecha e izquierda sucesivamente, hasta que llego a una y la reconozco enseguida, es la curva del pino y el escalón. No, y si sigo un poco más llegaré arriba, no te joroba. Me calzo las protecciones y el casco y me lanzo para abajo pero al llegar a la sitja me meto por el sendero para volver abajo y ver de donde parte realmente. Me sorprendo de lo ancho y despejado que está y llego abajo en un minuto solamente. Ya sé donde estoy, justamente donde la pista sale del bosque pero no hay marcas que te lleven arriba.

Vuelvo a subir para seguir el descenso desde ese punto hasta Deià de una tirada. Enlace con la pista principal, la que se dirige hacia el Pas vell de Son Ripoll, desvío hacia la Caseta de sa Rota, camino empedrado, donde me volví a enganchar con la mata de espino que me tiró la vez anterior que pasé por allí, Castell des Moro, Hotel es Molí y carretera. Primera parte de la misión cumplida.

Como quería bajar a la cala por el Camí de sa Vinyeta y eso está al otro lado del pueblo decido llegar por el Camí reial. Para ello debo subir hasta casi Sa Pedrissa para coger el tramo que baja hasta la cala y tomar el desvío señalizado. Eso hago, sigo con las protecciones puestas y enfilo asfalto en dirección Valldemossa, me meto por el camino y me desvío hacia el pueblo. De lo primero que me doy cuenta es que de camino queda poco y de que no está ni siquiera despejado de vegetación, por eso cuesta pasar algunos tramos. Después corre mansamente bajo los muros de los olivares y desemboca en el acceso asfaltado de Can Bauzá. No creo que haya hecho ni un kilómetro, no vale la pena.

Rodeo el pueblo y meriendo en el banco del ayuntamiento; no sé que hora es pero no voy a esperar a estar muerto de hambre para hacerlo. Tras estirarme un poco me voy a buscar la bajada inédita para mi y la encontré unos metros más adelante, casi en la salida del pueblo. Está señalizada debidamente. Me llevé una sorpresa, ésa es la verdad, porque me encuentro con un camino ancho, muy roto a tramos, con bastante inclinación aunque en esos tramos es donde precisamente se ha restaurado. Esos tramos son los que vi desde el otro lado y me imaginé que sería todo igual pero no es así, algunas partes son bastante rocosas. A pesar de todo llego abajo sin contratiempos y me voy a la cala. Allí decido ir a investigar el camino que lleva a la torre. Subo por la calle de la izquierda (no hay más) pero arriba me encuentro con una barrera cerrada que no me deja avanzar y no veo sendero que continúe por lo que me veo obligado a volver atrás.

Aunque no esté señalizado empiezo a subir por el camino escalonado que supongo que es el que baja desde Son Bujosa y me desvío a la izquierda pasando por el primer terraplén sobre las rocas. Esto va a ser una constante a lo largo del recorrido, por donde se concentra el agua para bajar lo hace con una fuerza inusitada y arrastra todo lo que encuentra a su paso sea tierra, rocas o árboles, todo se va abajo. Y si además le añadimos que en alguna tormenta ventosa numerosos árboles se vinieron abajo en algunos puntos ha quedado de pena. Dado que tampoco estamos circulando por un camino construido propiamente dicho sino por un itinerario marcado pues ello se traduce en un mal rodar, interrumpido cada pocos metros por la pendiente, los árboles tumbados, las paredes medianeras o las rejillas. No digo que andando no sea bonito pero tener que empujar la bici sin poder montarte llega a hacerse pesado. No me divertí en ese tramo y más porque lo que quería era comprobar su facilidad para pasar rodando para integrarla en una ruta que tenía pensada pero lo descarté por los motivos descritos. Una pena.

No quise pasar más allá de Es Canyaret, no creo ni que estés a mitad de camino de Alconàsser, y si lo que seguía era igual o parecido no valía la pena. La próxima vez que lo intente lo haré en sentido contrario, quizás mejore. Sentí pena de como ha quedado el lugar, lo recordaba mucho más limpio y cuidado, ahora lo he visto todo muy descuidado y abandonado, la naturaleza ha hecho su trabajo allí, ocupando cada palmo de terreno con todo tipo de plantas salvajes reclamando su lugar.

Me marché para arriba y hasta esas escaleras me eran desconocidas. El tramo de camino que siempre me había preguntado adonde iría literalmente ha desaparecido y la vuelta se me hizo muy corta hasta Llucalcari donde no parece que haya pasado el tiempo, al menos de puertas para afuera, por eso al subir me metí por el Camí vell, un pequeño tramo de camino antiguo que nos acerca a la carretera y posiblemente comunicaba con el Camí de Castelló. Hubiera sido lo suyo, la ruta que quería diseñar tenía la vuelta por ese camino. Eso estaría bien si lo hubiera tomado desde Can Bleda pero para hacer un tramo tan corto no valía la pena la subida por lo que me preparé para afrontar la vuelta por carretera. Un plato, un piñón y a rodar.

Tras los días de exploración por la zona ha quedado claro el itinerario hasta Deià y aunque pasamos por fincas privadas no se han constatado problemas más allá de los que llevamos nosotros mismos. Pero desde el pueblo hacia adelante, en lo que debería ser la parte más interesante de la ruta, vamos a ciclar poco y nos va a hacer perder mucho tiempo. Una lástima. Habrá que hacer otro intento más adelante.