La ruta del ocho

Así como la semana pasada no las tenía todas conmigo respecto a mi forma física en esta, aunque recuperado, había ido sintiéndome más y más fatigado por lo que no tenía nada preparado. Hay que agradecer a Xisco su ya conocida previsión en el tema de salidas, por eso no me preocupo si alguna semana estoy un poco perro, me acoplo y listo, y conmigo vinieron mis colegas.

No íbamos a hacer la ruta poblera entera porque ellos salían rodando desde su casa, nos íbamos a encontrar en algún punto intermedio, y elegimos Mancor, y para no empezar en frío salimos de Lloseta atravesando por la cantera. En total éramos diez (si he contado bien) y la presencia de algunos correcaminos auguraban un ritmo más que fuerte y yo ya había notado en los pocos kilómetros que llevaba que me iban a pesar rápidamente en las piernas los desniveles.

No sabía exactamente el itinerario, quizás hiciéramos la subida por Biniatzent que no conozco pero enseguida enfilamos hacia la Font Garrover, por lo que propuse una variante, el enlace Biniarroi-Font Garrover que fue aceptado y hacia allá que nos fuimos. En estos días parece que hay mucho trajín por la barrera y también nos encontramos justo allí un vehículo que subía y me ofrecí a abrir la verja con la llave con lo que el hombre no se tuvo que desmontar. Pasamos, cerré y le devolví la llave y no hizo ningún comentario sobre nuestra presencia por lo que subimos tranquilamente hasta el llogaret. El tramo de sendero gustó bastante, es el sentido ideal para recorrerlo de todas maneras, casi siempre bajando y con algún que otro obstáculo a superar.

Queda subida aún, superamos el primer escalón para tener un rato de respiro hasta culminar y ya coger el desvío por el interior del bosque que no tuve narices de encontrar las veces que fui solo o acompañado a buscarlo, siempre acababa en el Clot d'Almadrà bajando a las bravas. Ahora es diferente, ya se conoce y es difícil perderse. La bajada en sí es fácil con algún paso que no podría clasificarse de complicado y bastante corta ya que enseguida se empalma con la larga pista que te lleva hasta s'Estorell vell.

Ya habíamos comido algo y la euforia de la bajada no me había quitado la idea de la cabeza de acabar la ruta en la placeta d'en Sión. El solo pensamiento de la siguiente subida me hacía tiritar las piernas. A Juan le debía pasar algo parecido pero multiplicado por algunos enteros porque en el camino del clot se descolgó y dijo que volvería por su cuenta y allí le dejamos. Nosotros fuimos a encarar los rampones de cemento que los pasé porque los tenía que pasar no por otra cosa y enfilamos hacia Solleric. Decir que en este tramo de subida nos cruzamos con una gran cantidad de bikeros, creo que ha sido la vez que más he visto por allí y Juan me comentó después que en el refugio de Tossals, porque al final sí que subió al refugio, había otros tantos. Y eso que aún no habíamos encontrado al grupo de Kinpedal en el bar Faisán, creo que debía estar allí el club al completo. Lástima que eso hiciera que tocara muy poca coca de patata a cada uno de los presentes porque estaba buenísima.

Saludamos, charlamos, descansamos y como ya había expuesto mi idea de quedarme allí se fueron sin esperarme pero la envidia me pudo más y salí tras ellos rezando para que no me arrepintiera durante el resto del día y parte de algún otro. Los pillé en la segunda barrera de Solleric e hicimos juntos la subida del coll de… (no me sé el nombre, si es que tiene, está entre el Puig de Sant Miquel y el de s'Alcadena) y que sorprendentemente pude hacer de una tirada aunque hay un par de rampones de ésos de tirar la toalla (entiéndase en estos casos, la bici). Muy bonito también el tramo de pista por el interior del bosque y al cruzar la pared enfilamos el sendero para llegar por pista hasta las casas, cosa que me sorprende mucho y más que ellos no conocieran el sendero que viene por la parte de arriba, sendero que recorrió uno de ellos porque no quiso seguir la estela del que tenía delante. Los demás a chupar rueda.

Bajamos hacia el portillo que separa las dos propiedades y avanzamos hacia el llano. Supongo que tener que volver a Sa Pobla no permitió ir a buscar la variante para salir de allí y tiramos recto hacia abajo, hacia las casas. La primera rejilla la abrimos, la segunda no. El cabeza de pelotón se la tragó entera y voló unos cuantos metros, afortunadamente en esta ocasión no hubo lesión.

Como era de esperar, en el asfalto arrancaron de veras y yo que ya venía renqueando me quedé atrás y Carlos se frenó para hacerme compañía. Tampoco estaba Juan en los coches, según él había llegado hacía poco ya que a poco de dejarle se recuperó y emprendió marcha hacia el refugio ante la imposibilidad de darnos alcance.

Espero para la semana que viene andar un poco más fino porque sino triunfamos.