Aburguesarse no es lo que parece

Ha sido prácticamente un inicio de temporada, y no es que fuera nada del otro mundo, una rutita normalita por Na Burguesa que me ha puesto las pilas. He de decir que fue en sábado y eso ya es novedad, desde hacía meses no lo hacía, y con mis compañeros más habituales, lo que hacía prever un mínimo alto de buena marcha. Lo que no me esperaba era precisamente que la salida fuera por aquí cerca y resulta que el boss está de baja y se ve que no había ganas ni siquiera de coger coche. Era, de todas formas, mi plan y cuando lo presentaron no lo dudé ni un minuto aunque de los pormenores iba a enterarme después porque la ruta se fue haciendo a medida que iban pasando los minutos.

Solamente Fibras, Jroman, Torito, Bonus y yo nos reunimos en el camí de Son Rapinya para meternos por los caminitos de Son (no me acuerdo) en donde probamos algunas rampas con mayor o menor suerte (unos menos que otros) para ir acercándonos a la zona de Son Dureta, cruzar el túnel semi inundado para acceder ya a los aledaños del cuartel y acabar saliendo a la carretera por el torrente. Ni el adelantamiento del jeep de la PM nos desanima de entrar en los dominios militares y podemos recorrer la pista interior sin contratiempos.

No sabía exactamente si es que subíamos muy despacio o era una manía mía, lo cierto es que me parecía que íbamos a cámara lenta, solamente a base de picar a algunos metimos un poco de ritmo pero fue solo un espejismo. Después de discutir algunas posibilidades, básicamente derecha o izquierda, elegimos izquierda que es en subida, buena subida, y después el sendero en el que aún está el pino cruzado cortando por la mitad el bonito recorrido.

Al salir a campo abierto vemos a gente limpiando los restos forestales y procuro pasar de puntillas este tramo de pista sin levantar muchas astillas no sea cosa que alguna me haga un estropicio. Salimos rápido de allí por el ramal del mirador al que no fuimos porque no íbamos de excursión ese día, así que nos vamos por el sendero a catar algunas rocas y en su parte final con una bonita losa. En el camino de subida se retrasa unos minutos Jroman que atiende una llamada telefónica lo que a su vez me permitió comer algo en el coll des Pastors, compartiendo lugar, que no más, con unos excursionistas.

Próxima cita: no me acabo de enterar bien pero hacemos la bajada por la pista hacia las antenas y vuelve a estar cubierta de restos con lo que solo espero que se acabe pronto y sin incidentes como así sucede para todos y la que continua ahora está lisa como una tabla, se ve que los brigadistas reclaman un poco más de comodidad a la hora de patrullar por ahí. Llegamos a un cruce y parece que vamos a bajar pero tengo algunas dudas y así y todo seguimos adelante pero cuanto más recorremos más seguro estoy de que estamos equivocados y en el fondo tiene bastante gracia que unos veteranos bikeros como nosotros cometan estos errores de principiante aunque valió la pena porque encontramos un gran avenc en aquellos parajes reforestados aunque no pudimos explorarlo.

Sin mucho convencimiento seguimos adelante y hasta que no estuvimos en el punto adecuado ninguno estaba seguro dónde estaba nuestro esperado camino, y éso que tampoco hacía tanto que la había bajado con los MIR. Me puse las protecciones, comí algo y nos lanzamos a lo que cada uno podía, Fibras con la bici prestada; Jromán con la LV; Juan con la SC, Toni, el único con 29er y yo con la RR perdiendo aceite (la horquilla), se hará lo que se pueda. Y bajé, a mi entender, bien, hasta me extrañó que no me quedara atrancado en la parte final de la parte inicial y es que hasta no puse ni pies, ni allí ni en todo el recorrido, cosa que me dejó totalmente satisfecho al final porque aunque no sea una bajada especialmente técnica sí que en algunos tramos necesitas estar un poco más atento de por donde metes la rueda pero, como digo, todo fue a pedir de boca, aunque hubo que darle unas friegas a Jromán porque un proyectil pedroso proyectado por él mismo se le había incrustado en una rodilla y sangraba por el boquete. Un apósito del botiquín de Fibras hizo el resto y continuó bien hasta el final.

Reagrupamiento en la calle mientras vemos como los motoristas de enduro se pasan la prohibición de circular por ahí por el forro y tiran para arriba en ruidosa comitiva. Nosotros nos vamos a buscar ese camino que vadeando la hondonada quemada recientemente nos acerca a la vertiente de enfrente donde se encuentra la pista que viene del golf, la Mamut le llaman, aunque creo que pronto pasará a la red provincial de carreteras tales son las modificaciones a la que se ve sometida, caben ya dos vehículos pesados circulando en sentido contrario pero antes de averiguar eso debimos empujar un rato y ahí pude comprobar de primera mano el penoso estado de forma en que me encuentro, que es inversamente proporcional al tiempo invertido en recorrer ese tramo.

Sentados en el suelo vemos pasar a dos chavales con bicis rígidas bajando y no pude más que recordar alguna lejana bajada mía en las mismas condiciones, para no repetir jamás!!!, de hecho pillamos a unos de ellos que bajaba casi trialeando. En la cuesta del golf acabo mis reservas y hasta tengo un amago de tirón que debo superar y aprovechando que se meten a fisgar en la mina de la fuente me voy para abajo por delante hasta el inicio de la rampa que quiero probar de superar y, ni corto ni perezoso, inicio el descenso por el margen izquierdo que aunque no es el más limpio si me parece a mí que es el más fiable, exactamente lo contrario que mis compañeros que bajan por el derecho. A medida que van pasando (yo estoy intentando levantarme de un resbalón) la estampa se desencaja, arrastrando la bici, un pie, dos pies, cada uno va como puede pero se consigue llegar abajo. Yo lo tengo más difícil arrancar cuesta abajo y aunque hago algunos metros por la derecha consigo cambiar de lado y acabar con un mínimo de dignidad.

La parada no prevista en la terraza de Génova y la ingesta de una cola me sentó bien pero la tertulia no fue muy larga y además todos los planes sopesados para quedarse a comer se trastocaron en el momento de salir tras comprobar Juan que iba pinchado. Ahí los dejé, aún me quedaba un buen trecho para llegar a casa y en vista de mi fortaleza física decido bajar por Andrea Doria hasta el mar y evitarme la subida de Madre Alberta, sabia decisión. El olor del mar pareció que me dio un poco de vidilla y pude marcar un ritmo constante hasta Manuel Azaña a muy pocos metros ya de casa, sería que iba oliendo ya el plato encima de la mesa esperándome.