La última del verano

Segundo sábado que puedo salir ya en firme, eso quiere decir que puedo empezar a planificar las rutas con algo más de enjundia y tengo varias cosas en mente pero me gustaría compartirlas, hacerlas en solitario no es una opción. Desde la semana pasada rondaba por el correo una propuesta de un compañero para ir a recorrer la Costera empezando desde el cruce de la Calobra, es la ruta clásica pero empezando desde un punto diferente ya que también había comentado el acabar la jornada en un restaurante cercano. No hubo consenso y yo le había comentado que asistiría si alguien me acompañaba hasta allí porque quería hacer parte de la ruta y volver a Palma directamente; tampoco hubo respuesta a esa petición, pero hete aquí que recibí por otro conducto otra invitación para ir a hacer una ruta que no suelo hacer planteada así en su totalidad, Mancor-Pollença y vuelta y ¿qué queréis que os diga? me picó la curiosidad y me apunté.

Esta ruta estaba promovida por Jauja como una despedida (temporal) de su querida Serra de Tramuntana ya que diversos asuntos personales así le obligan, y quería celebrarlo con una ruta por todo lo alto y está claro que no podía negarme. Me había pedido que no me presentara con una tropa de bikeros que pudieran poner en peligro la consecución de tal fin y solamente me he presentado con dos, Guiem bou y Carlos, que querían retornar antes y solamente harían parte de la ruta.

Son viejos conocidos y no hay problema en su participación, así que tras los saludos y presentaciones pertinentes nos ponemos en marcha por asfalto hasta Caimari y desde allí hacia arriba por el camí vell. Subimos tranquilos pero sin pausa, el tráfico es escaso y el único compañero de fatigas que nos encontramos es un bikero de tramuntanaenduro con el que conversamos un rato en el mirador del Salt de la Bella Dona. En Lluc Guiem y Carlos calculan horarios y deciden regresar por el coll de sa Línia, su ruta no es muy larga pero sí muy completa y les viene perfecta. Allí nos despedimos de ellos y ponemos en nuestro punto de mira el coll Pelat, buscamos el portón de entrada y hacemos el recorrido siguiendo el GR lo máximo posible hasta el coll de sa Font, pasamos por el coll Pelat y en el coll des Bosc Gran nos tiramos pista abajo obviando el desvío del sendero para recorrer toda la pista tanto de bajada como de subida, eso nos ha permitido hacer todo el recorrido montados.

Justo delante de las casas de Binifaldó vemos pasar a un trío de bikeros y ha sido como ver una película antigua, bikeros ya maduros ataviados con pantalones y camisetas de algodón, bicicletas normalitas y claro iban más en plan paseo que otra cosa, pues más o menos como yo en mis primeras salidas por la zona, ni más ni menos. Pero claro, ahora no vamos a conformarnos con ir a contar piedras y enseguida les dejamos atrás para dejar la pista lo más rápidamente posible y tomar los senderos, verdaderos alicientes de esta ruta.

Una vez puestos en marcha no pienso parar y tenía algunas cuentas pendientes con algunas curvitas del recorrido que para mi sorpresa he podido negociar con más soltura que otras veces y superar casi todas. Éso en la parte lenta porque en la rápida también he disfrutado, había quitado un poco de presión a la rueda de delante tras notar algún pequeño desliz y todo mejoró bastante. Quiero recalcar y lo haré que en las dos últimas salidas me he sentido muy cómodo bajando, más seguro, y eso es algo que me deja muy satisfecho. No ha sido diferente en la última trialera que he hecho limpia de principio a fin pero Jauja ha llegado diciendo que no ha disfrutado en absoluto y achacaba el problema a la suspensión, hasta yo he probado su bici bajando un trozo y tampoco la he notado segura pero no podía dar en tan poco tiempo una opinión muy fiable pero que corroboraba sus presagios.

Como solamente quedaba subida hemos dejado así el tema y hemos partido sin más, cada uno buscando su ritmo y pronto Jauja ha desaparecido fruto de su ímpetu y no le hemos vuelto a ver hasta la barrera, pero sí a quién hemos visto y conversado un rato con él ha sido a Tolito y los tira-tira que se paseaban por allí, por eso me ha extrañado ver a uno de ellos sentado cómodamente en la barrera cuando todo el grupo ya había pasado y han tenido que pasar varios minutos hasta que el hombre se ha dado cuenta de ello y ha partido en su busca, no lo han comentado en su crónica pero yo sí, ¡Empanaaao!.

Tras dejar que Jauja se explayara en sus quehaceres personales detrás de un pino nos hemos vuelto a poner en marcha, la ruta se ha decidido directa a Lluc viendo ya la hora que era y al pasar por el coll de sa Batalla vuelvo a oír mi nombre desde la gasolinera, es Rolh que me saluda y nos paramos a tertuliar un poco hasta que nos urgen a continuar que hoy la jornada va a ser muy larga. No le veo muy convencido de escalar hasta el coll de sa Línia y efectivamente cuando nos dan alcance en la segunda barrera de Comafreda algunos no están. Yo voy con la reserva y debo bajar el ritmo si quiero llegar arriba con dignidad (también ayuda no acordarse del recorrido), Jaime va con la reserva de la reserva, como los vespinos, pero Jauja no se deja impresionar por las diferencias de máquinas y motores de los rivales y consigue acabar la subida a tiro de piedra del pelotón sectario mientras yo llego más tarde agradeciendo a quién corresponda ese medio kilómetro final casi plano.

Medio recuperados nos lanzamos para abajo después de toquetear un poco las presiones de la horquilla de la Cube y compruebo que en algunos tramos la cosa está jodida tirándome al traste mi teoría de que esa subida es ciclable, puede que lo fuera hace muchos años y lo era porque la hice unas cuantas veces pero ahora es prácticamente imposible de lo rota que está, y al contrario, bajando, hay que ir con cuidado en esos sitios.

Reagrupados en la casa des Bosc hacemos la vuelta hasta Mancor (la losa... ¿qué losa?) y nos despedimos no sin antes comprometerme a realizarle una visita en su feudo al que voluntariamente se recluye esperando importantes acontecimientos. Nosotros por nuestra parte intentaremos darle un poco de sana envidia con nuestras futuras crónicas montañeras, y cuando digo nuestras me refiero a las de la gran familia bikera mallorquina, las de esos que perdemos un poco de tiempo en (intentar) reflejar nuestras alegrias y nuestras penurias cuando montamos en bicicleta por esos caminos perdidos.