Seré breve, tranquilos

Me habían comentado algo entre semana de una nueva chinchetada cerca de Palma para este sábado pasado pero yo no vi nada por mis canales habituales de información, que son todos menos feisbuc y tuiter, hasta el uatsap tengo parado por avería del teléfono, así que todo lo que sabía es lo que me iban contando terceras personas. En un principio iba a ser una ruta muy parecida a la que hicimos la semana anterior por la Fita del Ram en busca del huerto perdido y pensé, y así lo comenté, que podríamos juntar las dos cosas y de paso, acabar los deberes pendientes, aunque intuía que con una buena dosis de fortuna, así que no me hice muchas ilusiones respecto a ese tema y me presenté en el punto de salida dispuesto a disfrutar de lo que me fueran ofreciendo, más o menos como Guiem supongo, no hi ha que fer-se mala sang tan aviat.

Supongo que llegué pasadas las ocho porque salí de casas a falta de diez minutos para la hora oficial de salida y no me esforcé mucho en rodar rápido con varios kilómetros de rodar por delante, en todo caso no se notó mucho ya que media hora después aún estábamos parados en el mismo sitio. Éramos bastantes y el saludo inicial se convierte en una tertulia inacabable, en todo caso es el promotor el que debe dar el sús ya que nadie parece querer iniciar el periplo por su cuenta.

La primera parte debía ser nueva, y lo fue para la mayoría, yo andaba un poco confundido de si subíamos por el mismo sitio que habíamos pasado un par de veces y hasta que no vi el marcado surco del agua no lo tuve claro, y así y todo me pareció mucho más fácil aún con el mayor tráfico que había. Se trata de un camino particular por Son Anglada que va a dar sobre la cantera con una entrada por una calle particular, de ahí que se requiera permiso para cruzar y ahí es donde se agradece la labor del sherpa, Mateo en este caso.

No sé si había más de uno que supiera el recorrido pero arriba hubo debacle, el grupo empieza a bajar hacia la cantera y cuando los últimos nos disponemos a hacerlo vemos que se paran y se dan la vuelta unos cuantos, nosotros hacemos lo mismo y nos vamos en sentido contrario, solamente somos cuatros, Berto, dos compañeros más y yo, y en el desvío de la trialera vemos que no viene nadie. Berto duda, yo le convenzo de que si queremos ir a Bunyolí es por ahí y así lo hacemos, en un principio él delante pero me va parando y decido pasarle y unos metros más adelante es cuando me doy el piño, patinazo de delante y al suelo de lado, doy con el muslo y el codo en las piedras y en un primer momento me duele bastante aunque me puedo recuperar lo suficiente para seguir pedaleando. Es raro, en el muslo no tengo herida ni marca alguna y es dónde más me duele aún, creo que debo tener rotas algunas fibras.

Al llegar a la carretera intentamos contactar con el grupo y no lo conseguimos por lo que nos dirigimos a esperarles en la entrada de Bunyolí, esperamos allí más de veinte minutos, tomamos un bocado y algunos hasta se fuman un pitillo pero aquellos no aparecen y frente a la eventualidad de que puedan haber pasado por detrás de las casas decidimos subir y esperarlos en la barrera de arriba. Berto, que ya me debe una por lo de la trialera de Bunyolí nou, me propone subir por las dresseres porque según él se acorta mucho, cosa que pongo en duda y les digo que suban por allí que yo lo haré por el camino y veremos quién tiene razón. Evidentemente llegué antes, mucho antes, es más, a él le cogieron los del grupo principal que venían por detrás.

Allí supe que se habían ido todos por la cantera dejándonos tirados a nuestra suerte, en estos eventos hace falta un sherpa de cola, en ésto los menorquines lo tienen mejor organizado, o en todo caso, hacer público el track. Sea como fuere ya estábamos todos, aunque me parece que ya algunos se habían pirado, y pudimos continuar cual manada colorista hacia las antenas, eso sí, de agrupamiento nada, una larga hilera iba recorriendo toda la subida así que cuando llegué arriba algunos ya se habían ido.
A partir de aquí fui acompañando a los inqueros hasta la ermita parándonos, eso sí, en un cruce para tener una sesión de saltos a los que se sumó también otro grupo que venía por detrás y todos los que le dieron al vuelo siguieron satisfechos, yo miré e hice alguna foto, no más.

En la ermita recogí agua y quería comer algo pero como decían que ya habían merendado (de hecho debía ser ya la hora del almuerzo) no se pararon mucho y partieron pista abajo. Según Mateo iban a la font des Rafal, ¡pero en dirección contraria!, yo suponía que se refería a la font de Dalt, cerca del área recreativa, pero como los T.E. tenían claro que querían bajar por los marges y el grupo no iba por allí salimos más tarde y ya que estábamos, por un camino nuevo, no tan técnico como la trialera del Cristo que sé que les gusta mucho pero sin querer perder la oportunidad de conocer otras posibilidades de ese fantástico bosque, y así lo hicimos. Creo que coincidimos al final de que, sin ser excesivamente complicado, tiene algunos pases divertidos. Lógicamente aprovecharon para inmortalizar algunos vuelos y derrapadas.

Tras enlazar con el camino principal nos vamos a lo que es la guinda del día, los marges, sin haber despreciado la pequeña losa que bajaron Kiko y Miki. En el primer tobogán hay algunas dudas pero tras superar algún momento de indecisión lo hacen todos a la primera, yo no dudo, directamente no lo hago y me dirijo a lo que son las paredes propiamente y siendo la primera la que más me impone me decido a superarla y lo consigo, las demás siguen de un tirón. Caso aparte es la olla que, aunque viendo como se la pasan ellos y otros compañeros no acabo de entender cómo no me da eso la confianza necesaria para intentarlo yo.

Con la euforia a tope intento conservarla hasta el último tramo de escaleras finales donde poner a prueba el recorrido total de la suspensión en esos altos escalones. Estamos abajo y aprovechamos para comernos los restos, comentar algunas incidencias y chafardear un poco. Hace frío, más que arriba, y nos abrigamos un poco más para afrontar la última subida del día, volveremos por Son Malferit como mandan los cánones del mtbikero y en Establiments nos desviamos por el camí de Can Carles para no circular por la carretera principal, aunque los kilómetros finales sí los hicimos por ahí, era tarde y había un poco de prisa si no los llevo por el polígono, un recorrido mucho más tranquilo.

De verdad que era tarde, muy tarde diría yo, las tres, hasta me sorprendió a mí mismo, demasiado para hacer un recorrido que yendo directamente y sin parar mucho puede hacerse en unas tres horas peladas. De todas maneras no fue un inconveniente para nosotros aunque debo recalcar, sin ánimo de clavar ninguna puya, que, en previsión de posibles cortes en el grupo haya más de un guía en el grupo o que se haga público (si es posible) el track de la ruta, y lo dice quién lo vivió en primera persona hace unos meses.

En todo caso doy la enhorabuena al promotor(es) por querer compartir con el resto de compañeros un buen día de mtb que hasta Mar se atrevió a acompañar a tal cantidad de fenómenos (es incombustible esta chica). Al resto de compañeros, mis saludos y hasta la próxima.