Otro más elaborado (2ª parte)

Fue en ese momento cuando de pronto, oímos una puerta cerrarse de golpe. Fue un golpe muy fuerte, y creí que eran los dueños del castillo que habían vuelto. Nos asustamos tanto que Lorenzo cogió una barra de hierro que había en el suelo y nos escondimos detrás de una pared. No vino nadie y el silencio volvió a gobernar, y después de insistir mucho, pedí que fuéramos allí de donde se había hecho el ruido. Todos querían irse, pero insistí más y finalmente cedieron. Buscamos por toda la casa, pero la verdad es que, de puertas, quedaban muy pocas aún en pie, casi todas las estancias y salas se separaban por el marco de la puerta, recuerdo que en una de ellas, aún se conservaba la puerta, pero era algo raro, estaba toda destrozada, como si alguien se hubiera dedicado a arañarla como un desesperado, tenía trozos de madera rotos como signo de que alguien hubiera intentado hacer un agujero.

Al principio, nuestra teoría era que por el viento, una de esas puertas se hubiera cerrado de golpe, pero era tan real todo que yo pensé en verdad que los dueños estaban allí, porque se escucharon el ruido de unas llaves y unos pasos. Fue entonces, cuando estábamos en esa sala, que la puerta se cerró de golpe, a ver, no se quedó cerrada porque no tenía donde quedarse sujeta, pero sí que dió un portazo muy violento y lo que me erizó más la piel, no fue aquello, sino lo que dijo Marina: "Pero si no ha habido ninguna ráfaga de viento, ¿cómo se ha cerrado la puerta?".

La lluvia se oía afuera con violencia, y los relámpagos iluminaban las estancias a golpes duros, los truenos hacían palpitar con más fuerza nuestros corazones. Y de pronto, todos empezamos a ponernos nerviosos. Cuando Toni, mi hermano, propuso de irnos ya, porque se nos había hecho tarde, la puerta, que estaba medio abierta, acabó de abrirse, y todos nos quedamos mirando la puerta con los ojos muy abiertos. Y cuando aún no habíamos asimilado lo que estaban viendo nuestros ojos e intentábamos darle una razón lógica a aquello, escuché como algo detrás de mí, respiraba profundamente, no quise alarmarme, así que me agarré a Marina, y ésta se agarró a mí mientras Lorenzo dijo:"Callad un momento".

Todos callamos y solo escuchábamos el ruido de la tormenta y los truenos, además de nuestras caras se veían blancas cada vez que los relámpagos iluminaban la escena. Realmente daba mucho miedo. En ese momento, oí otra vez aquella maldita respiración, pero entonces, Lorenzo dijo: "¿Lo habéis oído?" Marina, sin querer creérselo dijo: "Toni, ¡para de hacer tonterias! Mi hermano se enfadó y dijo: “¡Yo no soy!” Yo, con la linterna en la mano dije: “Vamos a iluminarnos todos las caras y así sabremos quien es".

Lo hicimos y nadie era, mientras esa repiración seguía consumiendo nuestra locura. Y antes de asimilar lo que pasaba oímos como si nos estuvieran llamando desde fuera del castillo, una voz femenina que nos dijo: "¡Chicos, venid!" parecía la voz de una joven. Claro está que nosotros no creímos que era un fantasma quien decía aquello, sino una de los dueños que nos habían pillado. Así que salimos de allí corriendo y nos dirigimos hacia la habitación donde había la ventana por donde habíamos entrado. Cuando miramos por la ventana, con horror descubrimos que las escaleras de hierro no estaban, y el taburete tampoco, empecé a tener mucho miedo, la altura de la ventana hasta el suelo era de más de diez metros perfectamente, y yo no podía bajar por allí, ni yo ni nadie, y menos lloviendo, a oscuras, de noche y con esa tormenta.

Marina, se enfureció e iluminando a Lorenzo dijo: "¡Ya está bien, dónde habéis metido la escalera!", dijo casi llorando. Lorenzo dijo:"¡Nosotros no hemos quitado la escalera! ¿cuando crees que la hemos quitado si hemos estado todo el tiempo juntos?”.

Mi hermano se puso a llorar, y Marina no podía estar más enfadada, negándose a creer que otra persona nos había cogido las escaleras. Yo empecé a preocuparme por que ya eran las ocho, y mis padres no tardarían en regresar.

Finalmente, aún con el miedo y temblando, dije: "Hagamos una cosa, vamos a separarnos en grupos de dos, y vamos a buscar la maldita escalera". Todos estuvieron de acuerdo y Marina cogió mi mano. Nosotras nos fuimos hacia la parte norte y los chicos la parte sur. Las dos llevábamos las linternas bien encendidas, y tenía miedo de que las pilas se acabaran, pero no le di más vueltas, estaba en tensión, todo mi cuerpo estaba engarrotado, mientras íbamos por el pasillo, miré en una habitación, era muy pequeña, y debía ser un baño, ya que solo había una bañera, y que bañera... ¿sabeis las típicas películas de miedo donde sale una casa abandonada y la bañera está muy sucia, como si hubieran regalimado por las paredes de la bañera algo muchas veces y quedara el rastro? Pues la réplica estaba en ése castillo, mejor dicho aquella era de verdad. Aquella bañera me recordó a la película de The ring, y me emparanoyé, no quise seguir mirando no fuera que me saliera pelos por esa bañera.

Seguimos hacia el pasillo y bajamos unas escaleras de caracol hasta llegar a una sala redonda, bastante grande, bajamos mucho tiempo, así que supuse que debía ser ser una especie de sótano. Las paredes eran de piedra negra, carcomida, fea y húmeda, pero nos impresionó ver que en medio de la sala había una mesa también de piedra, con botellas de todas las formas, redondas, pequeñas, grandes, rectangulares, cuadradas, tubos también de cristal, etc, pensé en un momento en el internado, parece mentira que mi imaginación fuese tan grande, pero pensé que quizás allí hacían experimentos. Y os juro que no me equivoqué de mucho. En las paredes, habían unas estanterias de madera y cristal, también cajones y de pronto, Marina, que estaba mirando las estanterías, gritó, se le cayó un bote de cristal y se rompió en mil pedazos. Fui hacia ella y le puse una mano en la espalda: "¿Que pasa?" Dije intentando calmarla, pero al ver lo que había allí yo también me puse nerviosa. Marina empezó a saltar del asco como si estuviera contaminada y dijo: "¡Por dioooooos, que es todo estoo! ¡No me lo creooo!".

En el suelo, cubierto por un líquido que hacía un fuerte olor, y cubierto de cristales por ese bote de cristal, había un pequeño embrión, aunque no era humano, era de un animal, no supe cual. Seguí mirando por la estanteria, estaba lleno de botes llenos de formol, (supongo) un líquido para consevar embriones, y embriones de todo tipo, había algunos más grandes que otros, encontramos órganos, y "espero y deseo" que no fueran humanos, algunos eran pequeños, otros no tanto, y aunque tenían algunos el mismo tamaño que el de un humano, no quisimos pensar que eran de humanos. También encontramos pieles disecadas, grasa animal, uñas negras de perros y de otros animales, dientes, etc, quizás en un tiempo cazaban (ya que esa zona estaba preparada para la caza de cerdos) y allí disecaban los animales. Que asco me dió, y ¡que susto se llevó mi amiga!.

En ese momento, escuchamos un fuerte ruido afuera, como si algo hubiera golpeado la pared del castillo, hizo un gran estruendo. Volvimos a la habitación de la ventana, y en medio de la noche, vimos la escalera de hierro tirada en el suelo, cerca de unas matas, ¿qué estaba pasando? Mi corazón me latía con fuerza, y aunque llevaba el móvil, no quería llamar a mis padres aún, porque tenía la esperanza de salir de allí sin ayuda, pero me desmoroné y empezé a llorar, Marina me abrazó y me dijo que me calmara, que todo saldría bien.

En ese momento, Marina se quedó callada y quieta, y fue entonces cuando supe que nada iba bien. La miré, le pregunté que pasaba y entonces dijo: "Hay luz en la sala de estar" Nos agarramos con fuerza, salimos de la habitación sin hacer ruido y nos pegamos a la pared, era verdad, era una luz ténue y parecía bailar. Nos acercamos y miramos con precaución en la sala, y allí con horror, vimos que la chimenea estaba encendida. En ese momento oímos unos pasos y salimos pitando de allí sin hacer ruido, corrimos hacia donde se habían ido los chicos y nos paramos para respirar cerca de unas escaleras. Yo, apenas sin respiración dije: "Sólo puede haber dos opciones: que sean los dueños o un ocupa". Marina asintió, prefiriendo una de estas dos opciones que la de un fantasma. De pronto, oímos las voces de los chicos desde arriba que decían: "¡Chicas, venid, hemos encontrado algo!" Subimos las escaleras y nos dimos cuenta que la habitación dónde estaban los chicos era un dormitorio precioso, aunque también lleno de polvo. Decían que los dueños de ese castillo no lo utilizaban porque para reformarlo valía mucho dinero, y tenían otras casas donde vivir, aunque venían alguna vez a darle de comer a los perros. En esa habitación habia una cama de matrimonio muy grande, era de madera, la cabecera y los pies de la cama tenían dos palos de madera que sobresalían, con unas cortinas de seda doradas, en conjunto con las sábanas, aunque eso sí, agujereadas y llenas de polvo por los bichos y el tiempo. Había un espejo entero, un tocador y un baúl. Y no se sabe porqué, en esa habitación había una escalera igual que la que encontraron ellos en el patio interior.

Lorenzo: ¡Hemos encontrado otra escalera! dijo emocionado, nos pusimos tan contentos que nos abrazamos y sonreímos de aquello. Toni, ya cansado y asustado, cogió la escalera con ayuda de Lorenzo y se fueron hacia la ventana, mientras que Marina y yo, tan curiosas como siempre, nos quedamos un rato más mientras ellos colocaban la escalera. Fue entonces cuando Marina me dijo: "Aina, mira esto". Me señaló el baúl, donde encima de él, había una muñeca de porcelana rota, tenía la mejilla rota y se veía por dentro, iba vestida de novia, era aterrador. La quité de encima del baúl y lo abrí, ¡y que sorpresa más bonita la que había dentro! Había un hermoso estido de novia blanco, muy grande, bultoso y lleno de polvo, amarillento, pero muy bonito. También encontramos un velo, unos guantes, unos zapatos que en verdad eran muy feos a conjunto con el vestido. También había una mesita de noche y al abrir el cajón, encontré una cajita de madera de música con una melodía muy bonita. Dentro había un diario personal. Al abrirlo, estaba todo en blanco, que decepción.

En ese momento, cuando Marina me dijo que ya nos teníamos que ir, quise mirar debajo de la cama, nunca olvidaré lo que vi, me asusté tanto que estuve una semana sin poder dormir y tensa todo el día, fue duro. Me agaché y levanté lentamente la sábana y la manta, cuando de pronto, un gato negro salió de allí maullando y corriendo, casi me arañó y me dió un ataque cardíaco, grité, pero eso no fue lo que más me asustó, fue el ver que allí, había un maniquí muy estropeado mirándome, me asusté, que? queríais un muerto? lo siento, eso son fantasías, la verdad es otra, pero me asusté igualmente. No tanto como cuando oímos esa voz de esa joven o esa respiración, pero la cosa no acabó aquí. Salimos de allí corriendo y sin querer, nos perdimos, (yo siempre fui muy mala en orientación) y acabamos en otro pasillo lleno de más habitaciones y al entrar en una habitación que nos pensamos que habrían los chicos, al mirar por la ventana vimos que no era la habitación correcta. Empezamos a correr por allí buscando la habitación y oíamos como los chicos nos llamaban, al final llegamos y salimos del castillo. ¡Por fin!.

Pero antes de volver, quisimos ver qué había detrás del castillo, quizás un patio interior, quien sabía. Lo que vimos, fue un enorme acantilado que daba a un bosque frondoso y espeso, con cuervos que sobrevolaban. Lo que me llamó la atención, (si es que algo ya me podía llamar la atención) fue que de entre los árboles, salían unos arcos de piedra. Decidimos ir allí antes de irnos, rodeamos el castillo y llegamos a los arcos por la otra parte. Entonces, entre unas matas, encontré una puerta de reja muy oxidada y torcida, que daba a... entramos y vimos un montón de pasadizos muy estrechos todo era de cemento y piedra. Al pasar por los pasillos, a nuestra derecha, habían una habitaciones con unas ventanas pequeñas, todo sin puertas ni ventanas, solo la estructura del cemento, hasta que en una, vimos que en una de esas "habitaciones" había colgado de la pared como una madera con cadenas, y fue cuando Toni dijo: "¡Son calabozos!”. Efectivamente, estábamos en unos calabozos que daban un yuyu.... Y cuando ya salíamos, (era un laberinto) escuchamos como si alguien tocara una puerta. Todos nos miramos y Marina dijo:"No puede ser, no hay ninguna puerta de madera en todos estos laberintos". Oímos como si alguien raspara una pared, empezamos a correr como locos hasta la salida, al salir, mientras esperaba que los demás se escurrieran por esa entrada tan escondida y pequeña, vi como alguien se escondía entre los árboles, me asusté tanto que grité, me puse encima de Lorenzo y señalé donde había visto esa persona, parecía un hombre, solo lo vi de espaldas, pero sus hombros eran muy anchos. Quise relacionar todos los ruidos extraños y la chimenea encendida con esa figura y al saber que podía ser un asesino o cualquier otra cosa, nos alejamos de allí corriendo hasta llegar a mi casa.

Mis padres por suerte aún no estaban y solo eran las nueve. Todo se convirtió en una historia para contar, y nos reímos ahora cuando nos vemos, pero en ese tiempo y cuando nos pasó, pasé mucho miedo y muchas de las cosas que nos pasaron allí, no les he encontrado respuesta.