POSAM

Hace justo un mes, al finalizar la salida que hicimos juntos Jauja y yo, además de un buen grupo de amigos, me dejaron el encargo de organizar otra ruta a mi libre albedrío. Bueno, esto que parece tan rimbombante también puede expresarse como que le llevé al huerto, tanto le mareé la perdiz que al final me dejó hacer lo que quisiera confiando en el fondo, eso sí, de que no iba a quedar defraudado.

Sopesé pros y contras, tanteé asistentes, busqué caminos olvidados y con todos estos ingredientes en la olla la puse a calentar a fuego lento. No me fiaba empero de algunos detalles, tanto es así que hace dos semanas convencí a Juan para que me acompañara a hacer una visita por la zona ya que no la tenía muy fresca y pasó lo que pasó, que la lié y acabamos como el rosario de la aurora, perdidos y cansados, regresando a las tantas pero con los deberes hechos.

Se acerca el día de autos y se produce un hecho cuando menos preocupante, pillo un resfriado de garganta, de esos que se dicen típicos de primavera, no parece mucho durante el jueves pero el viernes la cosa va a más hasta el punto de que dudo seriamente si voy a poder salir al día siguiente. Ante la duda llamo a Pepefz para ver si puede hacerse cargo de la ruta ya que en un principio él quería venir y me dice que sí por lo que le informo al detalle de mis planes, solo queda un último fleco, saber qué piensa hacer el resto de grupo y si querrán secundar los planes iniciales o tirar para otro lado.

Informo de todo ello a Jauja para animarle a venir y no tener que posponer todos los planes a última hora, le parece bien y se va a presentar. Yo no descarto mi presencia aunque sea testimonial. Me dan un consejo, “tómate algo” y es lo que hago, recurro a la farmacología y noto los resultados ya antes de meterme en el sobre, creo que pasaré mejor noche que la anterior. A la mañana siguiente me encuentro bien, por lo menos como para intentar el asalto y aviso a Juan de que venga a mi casa, va a repetir pese a que no fue del todo agradable en la ocasión anterior.

Mucha peña en el punto de reunión, estamos casi todos, pocos llucmajoreros y sí muchos bous que no han querido perderse el acontecimiento, jaleados también por su jefe de filas que ya había expresado su intención de aparecer por allí, todo hay que decirlo. De todas maneras parece que el grupo toy tiene otras intenciones y sigue con su idea de subir por Bunyolí con lo que desde el principio cada uno sigue su camino. Quedamos en contactar vía teléfono para notificar nuestra respectiva posición y poder juntarnos.

Estas rutas en las que hay un promotor claro son prácticamente las únicas en las que dejo de ver rueda, me dejan ir delante y no osan acercarse a perturbar mi liderato pero en cuanto pillan un tramo de camino en el que no hay pérdida posible me vuelven a ningunear dejándome la cola del pelotón para mí solo. Ten amigos para ésto y más, habrá revancha segura. Alguno se estrenaba en el Gravet, y si eso fuera una competición habría sido clave para su desarrollo, hubo debacle en esas rampas, mi prueba de fuego, mi test particular para calibrar el resto de ruta, y debo decir que lo pasé, no sin cierta debilidad, pero lo pasé. Había unos que se estrenaban en ese terreno y lo superaron sin grandes dificultades pero otros se quedaron enrocados en el lugar, nada que unos minutos de espera no resuelvan.

Hacemos la primera subida, me pongo las protecciones y encaramos la primera bajada, la que hay antes de llegar a la ermita, alguna piedra, alguna curva, en general muy rápida y sin grandes obstáculos, pero al llegar a la pista nos damos cuenta de que los demás no vienen y es que casi todos bajaron por un ramal equivocado, más corto que el nuestro. Estamos otra vez arriba y vamos a buscar la tercera bajada, la más trialera, la más exigente sin llegar a ser siquiera difícil, tan solo algunas curvas cerradas y en pendiente nos harán dudar. Ahora no se equivoca nadie y nos reagrupamos en la pista donde se hace recuento de bikeros y algunos se plantean la vuelta desde ese punto, algunos bastantes porque se fueron, sino la mitad, casi, el resto continúa otra vez hacia arriba, hacia la ermita, donde paramos a tomar un piscolabis y llenar bidones y mochilas.

Allí tenemos tiempo de observar con un poco más de detenimiento la bici de Benjo, una SC Bronson de 27,5”, muy fina ella, y es que el triángulo trasero asimétrico, parte del cableado interno, el plato único, es decir, sin desviadores ni cables en esa zona, contribuyen a adornarla con un halo de ligereza al menos visual aunque sin llegar a comprobar realmente si se corresponde esa sensación con la realidad. Lo que no me quedó claro son las supuestas ventajas que se le atribuyen a ese tamaño determinado, para mí la prueba definitoria sería comparar la misma bici en los dos tamaños, no dos bicis completamente diferentes sin poder llegar a discernir la relación real causa-efecto respecto al tamaño.

Juan no está, ni oye nuestros gritos, el teléfono parece no querer funcionar en esas alturas y debemos irnos y aunque estoy casi convencido de que va por delante me adentro un poco en el bosque para descartar su presencia por allí. Emprendemos la marcha hacia la Ermita vella y me cuesta poder subir acompasadamente y la misma sensación se repite después en algunos de los repechos posteriores pero no es hasta el portell que da acceso a la moleta de Son Poquet que no me doy cuenta de que voy a plato mediano, y los demás que no me avisan, cagondell.

Ni rastro de los Toys ni los TramuntanaEnduro que debían venir en sentido contrario desde las antenas, tampoco de Juan al que alguno parece haber visto dirigiéndose hacia Sobremunt. Yo no me lo acabo de creer, como así es, ya que al poco rato aparece bajando desde el geodésico. Estamos todos, Jauja y Luismi, Benjo y Benja, Juan y yo. Comemos algo, charlamos, fotos en el vértice junto a otros excursionistas y ya no quedan excusas para demorar el inicio de la larga bajada que nos conducirá otra vez a Son Ferrá.

Primera parte hasta la pared y luego hasta el pou de neu, adivinar la grafía exacta de la pintada no parece fácil ni tampoco su significado pero no nos hace perder más tiempo del necesario y seguimos el descenso. La bajada es larga y abundan los cambios de terreno aunque en general se baja bastante bien. Enlazamos con otro camino que vemos que también se dirige a las alturas y finalmente con otro de carro que nos dejará en el aujub. Ahora sí que pica hacia arriba accediendo al cruce donde podemos tomar el desvío de Son Poquet. Es una bajada donde prima la técnica sobre la mecánica, sin pasos complicados pero con un trazado y una pendiente muy exigentes y ahí es donde Benja más sufrió con una 29” rígida, no fue de su agrado, en cambio otros sí pudimos disfrutar un poco más. Y tenía que ser al final, en la zona cultivada donde salí por encima del manillar después de rebotar en dos piedras sueltas de en medio del camino, sin más consecuencias que la pérdida de un tapón del puño.

Sorpresa al acceder a la barrera, es lo que tiene que te lleven, que te despreocupas hasta de saber dónde estás y no tener que estar pendiente de una pantalla que te guíe. Ya está, solo queda la vuelta por el camino por el que hemos ido con tiempo suficiente para ir reposando las sensaciones y acabar de juntar todas las piezas del rompecabezas.

Ahora ya a empezar a urdir la próxima y tentar a los colegas. O que te tienten a ti, eso también gusta.