La media ruta

Un sabadete cualquiera y me levanto tarde y sin un plan de salida específico, parece mentira, a estas alturas debería tener una ruta perfectamente pergeñada y contar con el apoyo de un buen pelotón de incondicionales dispuestos a seguir al líder sin rechistar. Bien, ése podría ser el tema teórico de unas supuestas memorias de un personaje popular y muy querido, un ejemplo a seguir, entonces está claro que no doy la talla, ni siquiera con una forma física que dé que pensar, así que la conclusión más plausible a mi actual situación es que me lo monte por mi cuenta y riesgo porque para ir viendo continuamente el culo a los demás para eso me quedo en casa que se está más cómodo. La realidad es más cruda de lo que parece.

Tras conseguir dejarlo todo en su sitio y que todo gire con un mínimo de pulcritud logro salir a la calle. No se advierten signos de cambio, por aquí y por allá aparecen aparcadas las furgonetas y camiones de los payeses de “la plaza” mientras los vecinos van y vienen fieles a su habituales costumbres. La vida sigue.

Toca ruta cercana debido a la hora de vuelta fijada de antemano, por eso me dirijo hacia la otra punta de la ciudad utilizando el invento del carril bici y al llegar al sitio donde otrora cruzabas las vías me paro en un semáforo en rojo aunque solamente sea para chinchar a los que creen que todos los ciclistas hacemos siempre lo que nos sale de las bolas. De refilón percibo la presencia no muy lejos de dos bikeros, no los oigo, solamente los intuyo y la curiosidad me puede y me giro. En un principio no consigo ponerles nombre, uno parece el hombre invisible, tapado hasta las cejas, el otro hace un gesto de camuflaje pero no logran evitar que los reconozca a los pocos instantes, son Javi y Pina preparados para salir y tras los saludos me detallan sus intenciones. La primera parte será recoger a Sito en el Decathlon para irse a Puigpunyent vía Son Roca y acometer el asalto a la moleta de Son Cotoner a través del pas de na Ventalla.

Me parece buena idea acompañarles parte de la ruta hasta donde me sea posible y así lo hacemos y nos dirigimos a las afueras y ya todos juntos enfilamos por el asfalto la primera parte del recorrido que nos tiene que llevar a los inicios de las rampas de Sobremunt por esa vertiente. Javi no quiere subir por el camino de tierra y lo hace por el asfalto, para mí le quita mucha miga a la ruta y la banaliza un poco pero como no es mi recorrido, callo.

La subida no es gran cosa, la recordaba más tremenda, debió ser en verano cuando la última vez, y no tardamos en llegar arriba donde nos desviamos por el estupendo camino de carro que nos devolverá otra vez a la carretera. No va a ser mi mejor bajada ya que a mitad más o menos, y creo yo que cuando iba sentado, pego un llantazo atrás y me cargo la cámara. No sirve de nada que insista a Pina para que se marche y no se enreden por mí y espera conmigo a que acabe la reparación, después continúo bajando pero ya en plan mucho más tranquilo.

Cuando llego abajo me despido, son las once y cuarto, y podré volver de hora sin tener que acelerar el ritmo a fondo. Me quedo un rato por allí cavilando mentalmente alguna posibilidad para cruzar la sierra hasta que se me ocurre volver por donde había venido, dicho y hecho, vuelvo a pasar la bici al otro lado y emprendo la subida, no tardo en llegar a la barrera y un poco más tarde emprendo el descenso. La otra vez me metí en un berenjenal y me perdí, hoy prefiero no hacerlo y desciendo un poco más y esta vez sí cojo el camino correcto que me deja ya en el asfalto del inicio del camino.

Como he comentado, vuelta tranquila, hasta me metí por can Gazà para pillar el menos tráfico posible y después crucé por la residencia y una vez pillado el carril bici éste me lleva a pocos metros de mi casa.

Y otra media ruta conseguida con los MIR, a este paso el día que haga una entera van a sonar cohetes.

Ya que es la última crónica, aunque no fue la última salida, el domingo rodé un par de horas llegando al Arenal (no sé si cuenta como ruta), lo cierto es que la vuelta con el viento en contra estuvo de miedo, el carril bici vacío, eso sí, nada de esos pelotones que se forman cuando el tiempo es mucho más benigno, hasta llovió un poco y todo.

Eso, como iba diciendo, al ser la última del año no puedo desperdiciar la oportunidad de desear al menos un buen inicio de año y de que no mengüen las ganas de pedalear y divertirnos con lo que nos gusta.

Y también quiero hacer una mención muy especial para aquellos que con sus pequeños grandes favores permiten que pueda seguir rodando y disfrutando. Para todos, buen año.


Paseando el mono

Pues sí, ayer no me desperté nada fino, la cabeza me daba vueltas, supongo que podría achacarse al cansancio, al estrés o a cualquier otra causa nunca buena, pero como tampoco había quedado con nadie pues nadie tuvo que preocuparse por mí ni yo por él y pude dedicarme a algunos menesteres de bricolaje que no requerían especial atención por mi parte pero por la tarde salí a hacer un recado y cogí la bici y lo alargué un rato más de la cuenta y aunque solamente fuera un paseo en chándal por la ciudad y su línea marítima parecía que había recorrido diez veces más, por eso no daba un duro por una salida dominguera.

De todas maneras puse el despertador aunque no tan temprano como para llegar a tiempo a la salida de las ocho que supongo que aún se programa desde el Decathlon. Así las cosas eran las ocho y media pasadas cuando he salido de casa, al despertarme me encontraba mejor pero con los ánimos bastante bajos por lo que la prisa no ha sido mi prioridad a la hora de preparar los bártulos y prepararme a mí.

Me encamino hacia la calle Aragón y me parece ver a lo lejos movimiento delante del taller de Emilio por lo que he supuesto que no habría asistido a la carrera de Peguera, evidentemente yo tampoco, no son santo de mi devoción estos eventos, otros bikeros habrá más interesados. Al llegar a la tienda hay un tipo en las inmediaciones y le preguntó porqué razón se encuentra allí. Ha quedado con Emilio a y media y han pasado ya hace rato, además no le contesta al teléfono y tampoco aparece, tras varios intentos de contactar partimos juntos pero al llegar a las vías prefiere volver a su casa y retomar el deporte en una mejor ocasión. Yo continúo solo.

Había pensado en llegar hasta la base militar y decidir allí si subía por carretera hacia el coll de sa Creu o bien continuaba hasta Génova. Antes de llegar me he entretenido un poco por el bosquecillo más que nada para oler la tierra húmeda y ensuciarme un poco más que otra cosa.

En la rotonda decido subir por carretera pero solo porque tenía a dos bikeros delante que así lo han hecho y pretendía ponerme en plan persecución pero no he vuelto a verlos. No ha contribuido a ello el que me parara a quitarme ropa, no quería pegarme la gran sudada subiendo. En el primer kilómetro me han pasado multitud de coches, raro porque esa carretera está siempre muy poco concurrida, al parecer eran militares que había preparado una carrera en sus terrenos o algo así, es lo que he creído adivinar.

He subido normal, desde luego mejor de lo esperado y solamente me he cruzado con una bikera en el coll des Vent por eso aunque mi intención primera era bajar y volver por asfalto un griterío de lo que parecía ser un numeroso grupo ha despertado mi curiosidad y me ha conducido hacia la pista. Eran senderistas, niños y mayores, lo que después se ha convertido en una constante a lo largo del recorrido de vuelta. Yo me he ido hacia la rampa de cemento, ellos seguramente hacia el mirador, no creo que hayan tenido ningún problema con los cazadores, los ánimos parecían estar en calma hoy, y me he cruzado con unos cuantos, más nerviosos parecían los perros que los dueños.

Corta parada en el coll des Pastors, parece obligada pero hoy realmente no tenía porqué, tal vez solamente para apreciar con más calma el buen día reinante. Decido salir en dirección al monumento, la más fácil y la más corta de todas las posibilidades que me ofrece el lugar. Creo que nunca había visto el aparcamiento de arriba tan lleno como hoy aunque a la vista de todos los que me he cruzado debería habérmelo imaginado. La vuelta ha sido sin rodeos, directa por el carril bici desde Génova, actualmente mermado debido a las obras y llegada a casa cumpliendo el horario.
Después me he sentido muy bien, mucho más, que digo, todo lo contrario de lo que hubiera apostado antes de comenzar tal era mi estado de ánimo inicial pero es lo que tiene el deporte en este caso, te puede hacer cambiar tu sentir de forma radical aunque afortunadamente hoy ha sido en un sentido positivo, muy positivo.

Y eso que creía que hoy solamente sacaría a pasear el mono y al final ni me acordaba de él.


Pinar de perrito

Hace ya un tiempo cayó en mis manos un catálogo de caminos al que le hice bastante caso y dediqué varias semanas en recorrer todos los itinerarios que no conocía o que nunca quise cruzar por no conocer su situación legal. No voy a poner ahora todos los enlaces a esas salidas, hubo muchas, tanto solo como acompañado, y se puede decir que los visité casi todos.

Hubo sorpresas de todo tipo evidentemente, pero la primera de ellas fue comprobar que se había empezado a pasar de las palabras a los hechos y en algunos de ellos la labor de limpieza había sido excelente, aunque no existía señalización.

Algunos de esos caminos no presentaron problemas de paso, bien porque no me crucé con nadie o porque atravesaban territorio expedito, pero en cambio en otros sí, bien porque permanecían inalterados y no eran ciclables o porque los respectivos propietarios de los terrenos por donde discurrían hacían caso omiso a los requerimientos de la autoridad municipal, como varios de ellos me hicieron saber personalmente. Por eso algunos de ellos aún no forman parte oficialmente de ninguna ruta aunque sí se han hecho unas cuantas por la zona, digamos que son rutas a la carta, bajo pedido y con el personal convenientemente avisado.

De uno de ellos, no especialmente interesante, he vuelto a tener noticias estos días por boca de Pepefz que lo había visto señalizado y quiso satisfacer su curiosidad. Yo tengo una traza editada en Camins pero conservaba aún mis reservas respecto a uno de sus extremos y este nuevo aporte de información suscitó mi curiosidad y así me vi impelido a satisfacerla lo antes posible.

Quedé en pasarme a las nueve por la tienda para saludar y acompañar a varios amigos de los MIR que me dijeron que por allí estarían pero ni aún con el despertador a las siete y media he sido capaz de estar listo a tiempo, tampoco ha ayudado que tuviera que desmontar las bielas que parecía que les habían puesto pegamento, negándose a rodar. A todo esto eran casi las diez cuando he podido montar.

¿Tengo que explicar cómo he ido hasta Esporles o lo dejamos a la imaginación de cada cuál? Pues que se lo imagine cada uno. Lo cierto es que al salir más tarde de lo esperado he decidido acortar un poco la subida empezando desde el mismo pueblo donde me encuentro con Xiscox, más bien me encuentra él que venía detrás de mí, y charlamos un poco de algunos asuntos importantes. No puede venir conmigo porque va con la flaca y eso hace que cada uno sigamos nuestro camino.

La subida por el Imedea y s'Ecleroboya (así está escrito en la entrada, ahorraros la puntualización) no es baladí, pronto no se ven más que tejados en un valle pero precisamente cuando termina el asfalto es cuando mejor se circula. Paso por la casa abandonada de la que no tengo ningún dato, derruida sí pero no así el lugar, los candados de la barrera parecen bastante nuevos y la actividad forestal no ha cesado, aparte de eso, nada más parece perturbar la tranquilidad del sitio.

El camino continúa subiendo y debo cruzar una llamémosle barrera y ha sido cuando me he topado con un paseante y su perro y pese a que le he requerido sobre ciertas cuestiones sobre el lugar no he sacado nada en claro. Tampoco he tenido problemas a continuación al cruzar ses Ermites, no debería haberlos pero no somos bien recibidos. Al llegar arriba giro a la izquierda afrontando la última parte de la subida y allí es donde hay que tomar un desvío nada claro, si no sigues la traza hay que tirar de orientación, de hecho he girado casi inconscientemente al llegar al punto concreto. El resto sigue exactamente igual, sin indicios de actividad alguna.

Llego al porxo y tomo el camino de bajada que ahora encuentro más limpio. Paso la primera barrera pero la segunda está cerrada y la rejilla no tiene ningún paso practicable hacia el camino que tengo enfrente ahora claro como un día despejado. No quiero saltar la barrera y voy a explorar un camino lateral que sube ladera arriba pero no llego a ningún sitio en concreto y aunque parece que continúa tras saltar las paredes no me acaba de inspirar confianza por lo que vuelvo a la barrera y me siento a comer algo.

Mirando como estoy el camino que tengo al otro lado empiezo a dudar de si estoy en el lado correcto, realmente estoy en una finca particular y el camino discurre entre medias, todo ello me lo confirma el señor que está podando sus árboles en la parcela de enfrente y con el que entablo conversación. Me anima a saltar pero no quiero hacerlo, no seré el primero, la rejilla presenta en muchos puntos las señales de tales hechos y vuelvo arriba para bajar por una pista cementada que me llevará hasta el torrente.

Así lo hago, y cuando llego a la última casa de la zona me encuentro con la obra nueva que se ha realizado, al parecer fue en esa parcela donde desapareció el trazado antiguo que ahora se ha pretendido recuperar, algo parecido a lo que ha pasado en Cas Bergantet aunque en Esporles parece que ha habido acuerdo previo y no habrá problemas.

Ahora sí estoy ya sobre el trazado original del que me habló la madona de Can Granereta en su día y he podido apreciar los cambios acaecidos. Impresionantes! No en distancia pero sí en cantidad porque la limpieza y desbroce del cauce del torrente ha sido espectacular y sospecho que también el empedrado es obra nueva, eso conlleva unas dificultades grandes para pasarlo montado en bicicleta aunque creo que superables para los más expertos. Me recordó a algunos comellars recónditos de la serra de na Burguesa que recorrí hace algunos meses. La última parte discurre liso y fácil por el margen derecho creo que variando el trazado original que iba por la izquierda para desembocar en la pista asfaltada que nos llevará hasta la carretera.

Y con esto ya tenía el día completo, podría actualizar mi dossier sobre el camino aunque técnicamente no lo haya recorrido entero pero es que me gusta más la subida por sa Claraboia que la de Son Simonet, de todas maneras este trazado solamente sería la primera parte de una hipotética ruta que tendría que completarse con otros itinerarios aún más duros y con pocas bajadas, no sería una ruta de las “divertidas”.


Uña rota

Me habían quedado unas cuestiones pendientes por la Comuna de Bunyola que no me las había quitado de la cabeza estos días pasados aunque tampoco eran prioritarias por eso mi intención no era volver esta semana.

Me había dado un golpe en la uña gorda del pie izquierdo no sé bien dónde o cuándo, lo cierto es que estaba mellada y bajar por la 3k hace dos semanas acabó por romperla de ahí que no saliera el fin de semana anterior pero éste no me lo quería perder. Primeramente había pensado en salir a rodar sin tener que forzar el pie en bajadas complicadas, un paseo de Calvià no estaría mal, no sube ni baja pero se alarga y se alarga cuanto quieras, no me parecía mala opción.

Pura teoría, Pepefz me tentó para acompañarle por las tierras altas de Míner, de ahí solo sales pateando o por Fartàritx, una bajada de las buenas, de las que no satisfacen a todo el mundo, después de mis disculpas él tampoco fue, no había quorum. Pero no acabó ahí la historia, un mensaje en un foro (pronto será noticia ese hecho) despertó mi curiosidad, se gestaba una salida por la Comuna por parte de un grupo amigo, los MIR, todo encajaba, la gente, la ruta, el horario, así que no tenía excusa para no asistir, por eso unos minutos después de las nueve ya estaba de cuerpo presente en la tienda y ya había unos cuantos rondando por ahí.

La hora de salida no es el punto fuerte de este grupo, quedan tarde y salen aún más tarde, siempre hay pegas de última hora de alguno de los presentes. Tampoco somos tantos, faltan muchos de los veteranos y aparecen otros más novatos, pero todos llevamos dos ruedas en las bicis así que la disparidad se verá más adelante.

Salimos y recogemos a Luque más adelante y hacemos el nuevo carril bici que va a la Indioteria que solamente había visto al pasar por la autopista. Nos dirigimos a Son Macià y se nos une Mar que había perdido ya la esperanza de encontrarnos y ya todos juntos nos encaminamos hacia Bunyola por la vía rápida dejando para otro día el recorrido del sendero de la falda de la montaña que no parece interesar, urge llegar cuanto antes ya que hay otros esperando en el aparcamiento. También en teoría porque cuando llegamos no hay nadie, el grupo ya ha partido y el nuestro emprende la subida bastante disgregado desde el inicio.

Por mi parte, tras el cambio del cambio me he dado cuenta de que la cadena roza con la patilla al engranar el último piñón con el plato mediano por lo que debo bajar alguno, eso supone un plus de esfuerzo que no estoy dispuesto a sufrir subiendo en grupo por lo que meto el pequeño pero no consigo mantener rueda y después de un kilómetro he perdido a todo el mundo de vista por lo que decido cambiar de plato y subir a mi ritmo, y por lo que se vió también un poco más rápido.

En la barrera del comellar estamos todos ya agrupados al completo, tanto los de un grupo como los del otro, y me convencen para que suba con ellos por el bosque y al final se lo agradecí. Quedé en acompañarles hasta el penyal y después volvería por pista y aprovecharía para volver a buscar el itinerario perdido. En un principio Mar vendría conmigo pero parece que lo de buscar caminos no le apetecía mucho y se marchó antes, tampoco el biruji que soplaba por ahí arriba invitaba a la exploración. Yo tampoco me entretuve mucho ya que no vi nada diferente de los días anteriores y me dirigí hacia el refugio bajando por la trialera con la esperanza de encontrar al garriguer y con un poco de suerte, despejar mis dudas.

Estaba allí y aunque ocupado en montar una exposición de setas con las que traían los senderistas ya avisados de antemano, tuvo la amabilidad de escucharme y responder a todas mis cuestiones. Pudimos ver el mapa de abajo que me había fijado que no estaba, lo llevaba en la furgona porque se había caído y lo tenía él. Por eso pudo quedar claro que el camino que yo buscaba no existe y que el que nosotros conocemos como la cabra o humor amarillo no es el pas d´Honor, ese da a la otra vertiente, hacia la carretera.

Satisfechas mis dudas y también mis apetitos no me quedaba más que emprender la vuelta que sería por la Coma gran en la que no pensaba tener ningún problema físico pero antes quise ajustar el rebote de la suspensión a la baja y por dios que fue mano de santo, mejoró la estabilidad una barbaridad. No me fue tan bien después de salir de la finca pública, ya es otro terreno y ahí si que necesitaba algo más de nervio en la parte delantera pero hasta ca na Moragues no lo regulé.

Ahí me alcanzaron dos integrantes del grupo que no fueron con el resto hacia es Freu y alargaron por su cuenta un poco más por el bosque encantado, ellos se quedaban en Bunyola y yo emprendía la vuelta por carretera. No sabía qué hora era pero no me apetecía esa opción así que me metí por el primer camino que encontré justo aparecer en el asfalto y tras dar algunas vueltas y revueltas perdido por esos campos comparecí detrás del hospital al que llegué por el sendero que sale del aparcamiento.

Ahora tenía dos opciones, o bien iba a buscar el camí de Passatemps o volver por el Rafalot, elegí esta última comprobando que aún es una opción factible. Después de atravesar el polígono de ses Veles y la zona de Son Reus volví a Palma por el camí de sa Fita, asfaltado pero tranquilo. Como no podía atravesar el torrente ya que íba muy cargado de agua recorrí el carril bici completo en sentido contrario hasta prácticamente la puerta de mi casa tras pasar una muy buena mañana de mtb, no lo voy a negar.