Una de cuatro

A principio de año me había propuesto (entre comillas) hacer unas rutas nuevas con algunos itinerarios no muy comunes pero que a la vez fueran consistentes. El término “consistencia” es muy relativo, en líneas generales deben transcurrir en poca proporción por asfalto y al contrario, ser muy rodables, aunque en este último apartado interviene, y mucho, el factor humano, y lo que me salía en muchas ocasiones excedía de mis propias capacidades actuales, y claro, tampoco es cuestión de programar unas rutas que solamente disfruten unos cuantos mientras el resto vaya a remolque y de mala gana.

Otra condición en una reunión de estas características es que no se pierda tiempo en investigaciones que envíen al traste el horario debido a los parones y renuncios o tener que atravesar parajes desconocidos y seguramente de difícil tránsito aún a pie. Esto mismo me da la oportunidad de querer verlo por mí mismo anteriormente sin ninguna pereza el ir solo o acompañado por algún incondicional, de esos que no se quejan, aunque en muchas ocasiones lo único que aprendes es por donde no hay que ir pero que al final casi siempre se obtiene la respuesta, deseada o no, porque unas veces será una recompensa y otras, una decepción.

Esta última ruta fue una decisión tomada a raíz de una conversación con Sito VG el jueves noche, le pareció bien y no interfería en sus planes, así que lanzó la propuesta al grupo y quedamos en vernos el sábado por la mañana. Yo pasé por el TallerBiciarreglopalma porque seguramente algunos partirían desde allí y efectivamente así fue pero la cara de resignación de Emilio me hizo sospechar de algún inconveniente serio, y era cierto, ya que aunque preparado para salir decidió esperar a un cliente insatisfecho y solucionarle el problema ese mismo día, evidentemente no volvimos a verlo, la ruta no se prestaba a un encuentro posterior.

En el punto de salida había poca gente a la hora prevista y los siguientes se fueron incorporando tarde. Más aún, alguno vino ya con la avería desde casa e hizo los primeros amagos de reparación allí mismo, y mientras el reloj corría. Treinta y siete minutos después de la hora programada el grupo se ponía en marcha, tiempo perdido ya desde el principio. Sin ánimo de ofender ni señalar a nadie en concreto éste es un punto muy importante a mejorar, la hora de partida debe ser sagrada, y más si ya es tardía de por sí.

Vamos a por la aproximación a Esporles por la vía de campo, es decir, Son Malferit, y debo decir que alguno de los que venían no la conocía, su radio de acción está más en el interior de la isla. Vamos a variar la bajada al pueblo, lo haremos rápida y directamente por el camí vell de Son Ferrá en el cual me llevo la gran sorpresa de su transformación en el segundo tramo, no me lo esperaba, se ve que la brigada municipal no tiene descansos en su labor de adecuar toda la red de caminos públicos del municipio, solo me queda ver qué va a pasar con aquellos que presentaban serios problemas de paso por parte de los propietarios.

El trayecto a Esporles no ha estado exenta de parones, la avería inicial que comentaba no se soluciona, aire que pones, aire que sale y parece ser que la solución cámara no es una opción, la válvula está pegada a la llanta. Parada obligada en la plaza mientras se intenta solucionar con el compresor de la gasolinera sin éxito y allí le dejamos, mientras hemos recogido al otro compañero que había vuelto a casa en busca del eje perdido y había ido a Esporles directamente.

El retraso era ya importante y decidimos acortar un tramo de ruta que (casi) todos conocemos, entre Mirant de Mar y Nova Valldemossa y llegar allí directamente por carretera, no más de tres kilómetros. Una vez arriba empieza lo nuevo hasta para mí en ese sentido y tras algún despiste rápidamente corregido enfilamos la bajada correcta. No es una bajada complicada permitiendo ganar bastante velocidad si nuestros reflejos y nuestra máquina lo permite. Tan solo el cruce con un torrente nos hará dudar de nuestro sentido del equilibrio y ayer, además con agua, muchos no quisieron arriesgar.

Ya parados en el cruce de la urbanización pregunté la hora, poco más poco menos era mediodía y supuse que teníamos tiempo suficiente para acabar la ruta aunque con otro recorte incluido pero aún así valía la pena, los demás se dejaron convencer y partimos sin mucha dilación.

La entrada al bosque no tuvo problemas pero aventuro que un día entre semana sí puede haberlos, en la zona hay bastante actividad estas semanas, se está haciendo una buena limpieza arbórea pero nosotros no vimos a nadie, ni tan siquiera cazadores (creo que tampoco era el día adecuado) y pudimos cruzar la finca sin contratiempos de una tirada una vez ya recorrido el sendero de antemano. Pronto enfilamos la pista de bajada a la principal y las únicas dificultades serán el tramo de subida, corto pero exigente, y la barrera de salida por el coll de Sant Jordi.

Empieza a llover ligeramente en ese punto y nosotros seguimos con nuestro particular parchís enlazando hornos de cal hasta llegar al punto crítico, ¿subimos o bajamos? pero la realidad es tozuda y se empeña en provocar otra avería de cubierta tubeless justo allí, lo que no sé es porque se empeñaron en efectuar la reparación en pleno descampado con la que estaba cayendo, los demás animábamos a los mecánicos un poco más resguardados, eso sí.

De lo que me dí cuenta es de que no hacía casi nada de frío ya que aparte de los pies empapados se podía aguantar bastante bien, de todas maneras la bajada siguiente no auguraba mucho calor precisamente. Me dejaron pasar delante con la excusa de no pasarse el desvío pero bien que me iban metiendo rueda, ellos dirían que les hacía tapón, por supuesto, y razón no les faltaba ya se sabe que el delante siempre hace tapón, subas o bajes.

Desvío por el bosc des frares donde el camino si no fuera por un pequeño tramo de derrumbe que nadie se preocupa de retirar sería casi perfecto, un llaneo que hay que saber disfrutar ya que en ese itinerario la bajada viene de golpe y toda seguida.

Pero no todo estaba dicho aún y no se esperaban el último tramo, el que nos acerca a Son Sauvat, que no tiene desperdicio, y si no fuera por el árbol junto a los escalones se puede hacer de corrido, y además sigue limpio.

Llovía con fuerza al salir por Son Brondo y extrañaba de verdad unos parafangos aún sin conocer su verdadera utilidad, menos mal que en la carretera se levantaba un poco menos de agua y podía ver algo. Como era de esperar hubo quién puso la directa y se distanció rápidamente, de hecho ya no los vimos más, yo, a partir de la UIB, volví más relajado por el paseo junto con otros compañeros, al menos había dejado de llover.

No fue el itinerario perfecto, se puede mejorar evidentemente, lo único que falló fue el horario aunque a pesar de esa demora si no hubiéramos tenido contratiempos mecánicos se hubiera podido realizar como estaba previsto, otra cosa es que hubiera aguantado decentemente porque ya solo con esos números debo confesar que me vino justa, muy justa, pero ¿la hubiera cambiado por cualquier otra cosa el sábado por la mañana? pues la verdad es que no, que queréis que os diga, acabé satisfecho, empapado pero muy satisfecho.


1 comentario :

SitoMIR dijo...

Y yo frito

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