Mejor ponte las gafas

Otro fin de semana que habría que calificar de atípico sino fuera porque va siendo ya de lo más normal, pero no es queja, es lo que hay, se trata por ahora básicamente de repartir el kilometraje de un día en dos, y recalcar que solamente me refiero a la distancia, no al desnivel, eso lo voy añadiendo poco a poco por eso tampoco necesito alejarme demasiado de la capital y puedo ir rodando a todos lados.

Este plan no es muy del agrado (por no decir ni pizca) de la(s) peña(s), que programan sus salidas en base a otros parámetros, por eso el acoplamiento a esos planes es complicado y muchas veces por la simple lejanía, no vale la pena ni molestarse. Así que salí solo el sábado dirigiéndome hacia na Burguesa sin un plan definido inicialmente pero al pasar por el centro comercial vi la congregación de bikeros que por allí rondaba y me acoplé. Se trataba de una buena representación de los MIR y algunos más bien avenidos.

La ruta no la tenían decidida y medio en broma me pidieron consejo y, como no puede ser de otra manera, se lo dí. Propuse Son Muntaner para empezar en lugar de comernos todo el asfalto desde el principio, y les gustó porque casi nadie había ido por allí, después subidita por carretera donde quedé el último de los últimos pero al menos llegué. Yo no iba a pasar de allí y Miquelet tampoco y aprovechamos para volver juntos mientras los demás atacarían la trialera del mirador d'en Alzamora y después decidirían el resto de ruta.

Nosotros quisimos bajar sin tocar asfalto, por ello tiramos directos por la dressera del coll de sa creu para desviarnos por el camino que baja por la torrentera hasta el desvío del PT3 donde encontramos la nueva pista de bajada, y digo nueva por el aspecto, no es que sea otra diferente, pero está completamente remozada, más ancha y plana, sin pedruscos, quizás ese cambio tenga algo que ver con los que se advierten en la carretera donde se han limpiado los márgenes de hierbas y carrizos dejando solo los árboles más viejos hasta presentar un aspecto muy limpio y diáfano.

Esa pista no la acabamos, nos desviamos hacia la rejilla de Son Vida rodeando el campo de golf y salir de la urbanización para ir a buscar un carril bici que nos llevara a casa lo más cómodos y seguros posible.

Evidentemente no lo vi pero después he sabido que el grupo fue a buscar una zona de saltos no sé exactamente dónde pero en uno de esos un compañero tuvo un accidente que parece le tendrá apartado de toda acción durante una temporada, luxación de hombro creo que fue el diagnóstico, pronta recuperación!!


Con un cesto apañado con estos mimbres no es de extrañar que el domingo tuviera el culo inquieto y me decidí a salir a rodar un poco de buena mañana. Esta vez empezaría a tocar tierra desde más cerca, por la Vileta, pero la verdad es que cuando llegué al desvío del cementerio ya había dado unas cuantas vueltas por el polígono de can Valero (algún día explicaré porqué), callejuelas de la Vileta, entresijos de Son Roqueta y vial nuevo de Son Puig hasta la rotonda.

Como el itinerario no estaba decidido mientras iba rodando por los caminos de tierra de la zona sentí curiosidad al observar un desvío muy poco claro, quizás no sea ni camino, más bien parecía una bajada natural del agua de lluvia que por allí se pudiera acumular, no observé ningún elemento artificial durante la subida ni tampoco ninguna huella de ningún tipo en todo el recorrido.

Comentar que el pedaleo duró poco, solo fue un espejismo, duró unas escasas decenas de metros así que solo restaba empujar, y digo empujar porque el sitio es especialmente pequeño y estrecho, la vegetación se ocupa de tenerlo bien encogido y camuflado, pero se sube y si se sube se puede bajar, es esa fe lo que me mantenía firme en el propósito de subir lo máximo posible. No lo cronometré pero se debió acercar a la media hora de pateo, siempre por el interior de un incipiente y joven bosque resurgido tras algún importante incendio de los años noventa en esa zona.

El tema principal para mí en esos momentos no era tanto el cuánto iba a durar la subida sino adivinar lo que me iba a encontrar arriba, mi esperanza es que apareciera un camino ciclable pero al mismo tiempo me preguntaba de dónde vendría, como no fuera de la cantera...

Lo bueno fue encontrar hitos a la salida del bosque ya que bajando no vi ninguno y éstos me dirigían hacia la izquierda, con el final más cerca de donde estaba que lo que me restaba de pendiente al frente, y les hice caso, y me arrepentí al poco ya que no existe una bajada transitable en la otra vertiente por lo que tuve que bajar a las bravas, apartando ramas y matas de cualquier manera hasta encontrar una especie de camino muy estropeado y nada transitado.

No tardé nada en enlazar con otro itinerario de bajada prácticamente idéntico al que había subido que continuaba hacia arriba seguramente para enlazar con el que había venido. Poder hacerlo de bajada me convenció de la posibilidad real de bajar por el otro en otra ocasión.

Este sendero desemboca en otro el cual a primera vista me resulta muy familiar, por ubicación sabía cuál era pero hasta que no llegué a la siguiente curva y vi los restos al fondo no me convencí del todo, había completado por tanto el círculo y no tendría ningún problema en poder hacer la ruta en sentido contrario otro día. No me quiero ir de la zona sin hacer una visita a las cuevas del Pilar y busco la entrada para darme un garbeo por el interior de la hondonada pero sin llegar a ver la estrecha entrada a las cuevas más importantes.

Llegué un poco más tarde de la hora convenida a casa por las demoras en la exploración pero más contento que unas castañuelas y eso que lo que más me llevé fueron los múltiples arañazos en las piernas y un golpe de una rama de pino en un ojo que me ha tenido tres días con molestias pero eso no me impedirá repetir la experiencia un día de estos, habrá que ir pensando en un nombre adecuado si la nota final pasa del aprobado.


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