Sondeando el patio

Suele tocar cada año, y no me refiero a la lotería, que pille un memeu que me deje chafado unos cuantos días y ha coincidido que ha sido en fin de semana, de ahí el hueco en el histórico, ¿que podría haber salido entre semana si no hubiera caído la de dios? Tampoco, eso no ha influido en mi ausencia de la montaña. Pero mientras el tiempo empeoraba mi curva de salud mejoraba y parecía que además se juntarían los astros para tener un fin de semana estupendo con lo que se preveía que no tendría ninguna excusa para no salir. Salir sí, pero sin estirarse demasiado, amb bones, no sea cosa que las ganas no sean suficientes para mover los pedales.

Supongo que Joan estará más o menos igual por lo que me aventuro a quedar con él. Me va diciendo que quiere volver temprano aunque para eso ya quedamos tarde o sea que mal vamos ya de principio. Quedamos para ir a Galilea a terminar los deberes ya que he visto muchas cosas interesantes pero descambuixades, sin continuidad, y hay que encontrar ese hilo conductor para poder montar una ruta medianamente apetecible, amén de conciliar también otros aspectos no menos interesantes, divertida, exigente, sorpresiva y a poder ser que nos enseñe algo y nos dé la excusa de querer volver a repetirla. Quizás no se logre ese objetivo y no la llegue a estrenar, no sería la primera vez que deje itinerarios huérfanos que disfruto después en solitario o en petit comité.

Expuestas las premisas no nos queda más que poner en práctica la teoría, eso, teoría, porque era fácil cargar una traza y seguirla y no complicarse la vida pero lo que hice fue marcar un punto de inicio aproximado y sobre el terreno empezar a buscar lo que tendría que ser un camino ciclable para una bici de la dificultad que se quiera pero que se pueda pasar y en el caso de que no fuera así que al menos no sea muy largo ni excesivamente penoso su tránsito aunque estos puntos ya son mucho más subjetivos y de todos modos es una decisión que me toca tomar a mí el primero.

Para llegar a ese punto tomamos el GR que se dirige a Calvià después de subir por carretera desde Puigpunyent donde no nos ha dado mucho el sol que digamos y el frescor se nota. Esa parte de camino casi plano que sigue al primer tramo de pista es perfecto para rodar para una bici doble pero allí ya veo que mi compañero de viaje no opina lo mismo y prefiere que sean las piedras del camino las que condicionen su tránsito en lugar de disfrutar de ellas, lo que se traduce en paradas innecesarias, y más que nada porque cuando vas de búsqueda es seguro que vas a estar parado mucho tiempo en observación y perdiendo otro tanto en buscar y rebuscar.

Es lo que hacemos en la barrera divisoria de los municipios pero no vemos nada que se pueda parecer a un sendero o camino ni marca que indique que estamos en la dirección correcta y como no tenemos referencia visual de hacia dónde debemos dirigirnos decido ir a hacer la investigación al revés, de abajo arriba, y nos vamos hacia la urbanización de Son Font la cual debemos cruzar una buena parte por las calles asfaltadas hasta enganchar el último tramo de camino que se ha podido salvar y allí me doy mi primer revolcón en una curva con barro, sin consecuencias.

Cruzamos el pueblo para ir a buscar la entrada del torrente que no esperaba que llevara agua pero sí la llevaba y confié en demasía de que podríamos pasar sin mojarnos, o al menos sin tener que meter los pies de lleno. Iluso de mí, de buenas a primeras estoy solo y como era de esperar debo recorrer parte del trazado por el interior y algún momento meto las pezuñas del todo. Recorro un último tramo bastante largo por la corriente y espero a Joan que aparezca entre las matas, y efectivamente espero y espero, y espero y vuelvo a esperar y no asoma, ha vuelto atrás, no hay otra y yo debo salir de allí cruzando al otro lado y justo donde el agua es más profunda aunque he de decir que daban ganas de meterse, agua fresca y limpia, solecito, no parecía invierno. Zas, cruzo ràpido y me largo por el sendero, el tema es que no vamos a llegar al final del camino ya que quiero volver a cruzar para entrar en la finca contigua por lo que me veo obligado a llamarle por teléfono para saber dónde está y me suelta que no se ha movido del sitio, ¡la leche!, tira p'alante aunque sea nadando. No fue fácil convencerle pero al final lo logré y apareció no sin despotricar a base de bien, la verdad es que si hubiéramos ido por carretera habríamos tardado mucho menos pero nos habríamos perdido el espectáculo. Más o menos por esos senderos fue donde me di el segundo morrazo al pasar sobre un tronco mojado, cero secuelas.

Cruzamos fácilmente a la finca y circulamos por los campos arados con cierta dificultad, se puede cruzar más adelante en mejores condiciones, lo tendré en cuenta, y empalmamos con la pista principal que seguimos ahora en ascenso hasta donde nos fue posible ya que acaba en un cul de sac en medio de la nada. Retirada y para abajo, como no queremos volver al torrente hacemos el enlace de las ovejas con la finca vecina para empalmar con la otra pista que volvemos a tomar en ascenso, la cual podemos circular muchos más metros y dado que está en muy buenas condiciones y tiene una pinta genial salpicada de molsa hace que tengamos un ascenso fantástico sin olvidarnos de algún toque de dureza en algunos puntos. Vamos pasando por explanadas cada cierto tiempo y acaba junto a un cocó de grandes dimensiones, digamos que acaba ahí la pista porque continua un camino de carro más antiguo de imposible circulación y en principio en dirección contraria a la teórica y en cambio lo que creo que es su continuación natural está muy enmarañada como para poder pasar, toca retirada, parece ser que el enlace entre los dos caminos es más complicado de lo que pudiera parecer en un principio.

Bajamos sin contratiempos y quiero investigar la salida a la carretera desde Son Martí, es un paso que me salté en la ocasión anterior y ahora toca hacerlo. Veo que las pistas no se acercan demasiado a las casas aunque al final acaben las dos junto al torrente y ese puede ser un punto conflictivo aunque por ahora tenemos suerte y podemos continuar. Toca salir hacia la carretera y aunque parece la parte más fácil y corta de la ruta nos lleva un buen tiempo porque somos incapaces de verla ni tampoco pasa ningún vehículo que nos oriente un poco y al final subimos mucho más de la cuenta en dirección equivocada y aunque encontré por ahí en medio algún hito en realidad no te orienta hacia una dirección específica así que estuvimos divagando un buen rato pero al final salimos justo en el punto donde está marcado.

Nos queda subir por asfalto lo que resta de subida que es prácticamente todo y lo hacemos a ritmos muy dispares y aunque salgo el último llego el primero arriba sabiendo que ya es bastante tarde, nos han dado las uvas y a pesar de no comer mucho en las salidas sí empiezo a tener hambre, señal inequívoca de lo avanzado de la hora y efectivamente era así, es más, en el cómputo general del horario hemos estado más tiempo parados que en movimiento, el colmo de los petardos, pero al menos lo que vimos e hicimos valió la pena.


Solo faltaba el perrillo

Venga ya, dime ahora que vuelves a Galilea otra vez y nos volverás a dar la plasta con ese tema, ¡que ya está muy visto, hombre!. Estará muy visto pero yo, cada vez que voy, circulo por sitios nuevos, que otros conocerán seguramente pero para poder opinar necesito verlos sobre el terreno y nos tiene que acompañar la bici debajo a ser posible. Y doy fe de que todo lo que he visto es ciclable, y en algunos tramos en ambos sentidos, cosa que aún me sorprende más.

¿Empiezo por el principio? Será lo mejor para ir entrando en contexto. Villa de Puigpunyent, coqueto pueblo situado a los pies de una de las montañas míticas de Mallorca, el Galatzó, de toponímia incierta pero de todos conocido por destacar su mole sobre todas las demás sin ninguna otra cercana que le haga sombra. Pero no es allí a donde me dirijo, forma parte por ahora de futuros planes no muy lejanos, no, nuestro punto de mira se encuentra centrado en las laderas limítrofes de Galilea en busca de antiguos senderos o caminos que por una causa u otra han quedado desfigurados o irreconocibles por el paso del tiempo, ya vi algunos desde las alturas la semana pasada y quería probarlos.

De todas maneras no hubo nada seguro hasta el mismo momento de despertarme por la mañana, ya el jueves no salí por el trancazo y anulé la salida justo al amanecer; viernes fue un día de impasse, más o menos aguanté durante la jornada laboral pero una cosa no es comparable a la otra así que estaba todo en el aire hasta el último momento. Mi acompañante Joan está de reestreno así que la cosa iba a estar más bien flojilla, salgamos y ya veremos qué pasa.

Vamos a hacer el tramo de asfalto lo primero que siempre viene bien y sin pararnos arriba enfilamos la primera bajada, bastante húmeda por cierto, no hay florituras que valgan y por la mitad más o menos empezamos a buscar el desvío, y es claro pero no sabría decir por lo que veo si es camino o no (que lo es), lo que no convence es que hayan dejado los restos de poda tirados y ya se sabe que con las argelagas no se juega, muy bonitas floridas pero secas son una trampa mortal. Traspasamos la pared medianera y es cuando vemos en su extremo más bajo, sobre el coll des Pumarà, aparecer un grupo de bikeros que vienen a nuestro encuentro, se trata de los MIR que tienen programada una ruta circunvalando el puig de Galatzó por Muntanya, ses Serveres, Coma d'en Vidal y bajada por ses Sínies, por hoy les dejaré que se diviertan solos. Coincidimos en el cruce y tras saludar a toda la comitiva enfilamos camino hacia el Ratxo donde no tardamos en aparecer junto al torrente y tomar la pista paralela a la canaleta que nos llevará a Galatzó y Joan me vuelve a sorprender contándome que por allí tampoco ha estado, es de locos, esto.

Ahora, para rematar, vamos a hacer el primer camino de bajada que hemos tomado en sentido contrario para encontrar otro acceso al Pla des Pins pero antes vamos a echar un vistazo a la continuación de la pista para ver si hay enlace hacia la pista del Ratxo otra vez. No lo vemos, hay una cerca que rodea una parcela y un botador pero no se aprecian restos significativos de camino y al ser cuesta arriba en un terreno roto no parece lo más adecuado para circular en bici y volvemos al punto de inicio, el cruce de la bajada donde antes de ir a fisgar hemos parado también para comer algo y no agotar las reservas prematuramente. La verdad es que hasta este punto nos sentimos medianamente bien, se llevan con dignidad la falta de entreno y el constipado.

Emprendemos pues la subida y parece bastante factible, superamos la barrera de los diez nudos y seguimos el ascenso que por momentos me encanta y camino mucho menos de lo esperado. No es difícil de ver el desvío si sabes dónde buscar, (esto en realidad es lo que uno se dice después de habérselo pasado y tener que volver atrás) y en pocos minutos nos deja arriba de la peña justo donde esperaba, ya solo nos queda la bajada y se lo advertí al compañero, lanza la bici o te quedarás clavado a cada paso, no es terreno muy complicado pero sí propenso a quedarte varado a la mínima, que de hecho es lo que ocurrió, está claro que la falta de entreno también se nota bajando.

No sabemos la hora qué es cuando llegamos a la carretera y tampoco lo miramos, nos regimos por las sensaciones que por ahora no son malas y queremos que sigan así, no vamos pues a darlo todo en buscar otra variante que nos deje exhaustos y con la guinda para el final. Vamos buscando, eso sí, la entrada a Son Martí para posibles pases por la zona y tampoco conseguimos ver el que hace todo el mundo, sobre todo si piensas que está un par de kilómetros más arriba pero es que a media que avanzas el desnivel con los campos de la finca aumenta significativamente y eso me hace dudar aún más pero es posible que esos fallos haya que comprobarlos porque en teoría la cosa puede prometer.

Llegamos arriba bien y mejor bajamos aprovechando los tramos de camino antiguo que acortan bastante el recorrido. Luego al final no era tan tarde aunque el tiempo en movimiento fuera solo la mitad del empleado en total y es que cuando la pardalería se adueña de uno es como el pegamento, ahí se queda pegada empujándote a la contemplación, cierto que nuestro estado físico no permitía grandes excesos, más bien ninguno, a decir verdad, y fuimos casi al ralentí todo el rato, lo que se dice, lentos pero seguros.


Creo que no hará falta repetirlo pero en la página de Fotos- Fotos y Trazas 2016 están todos los enlaces a los álbumes, fotos, videos y trazas de estas salidas y anteriores.


Sobran las palabras, y faltan frenos

Lo tenía ya decidido desde la semana pasada, volvería a Galatzó, pero para variar un poco el recorrido y vislumbrar otras perspectivas decidí empezar desde Puigpunyent y eso me daría pie a investigar otro camino del que no tenía idea ni constancia porque ni siquiera figura en los mapas ni había visto traza que yo recuerde pero que alguien me comentó que se había bajado, yo desde luego no. Y hacia allá me fui.

Como dije, comencé en Puigpunyent y sin complicarme la vida emprendí la subida por carretera hacia Galilea procurando mantener un pedaleo constante hasta la cima a fin de entonar el cuerpo adecuadamente. No ha lugar a la parada al llegar arriba, estamos en el inicio de la ruta aunque por la hora alguno podría pensar que llevaba un par de horas rodando, no es así y busco enseguida el desvío hacia la bajada directa a Galatzó. No hace mucho la hice después de un largo paréntesis y ahora la volvía a repetir aunque esta vez mucho más pausado ya que debía estar atento a un desvío que de todas formas me pasé y que no fue por ir rápido, llevaba semanas, más bien meses, quejándome para mis adentros de lo inadecuado del ajuste de la horquilla en las bajadas, con un rebote muy vivo que me hacía perder confianza en cuanto aparecían las irregularidades en el suelo y que me hacían detenerme con cierta frecuencia.

Y estando parado escudriñé el entorno y desde abajo se veía mejor que desde arriba desde luego, el muro de sustentación estaba claramente a la vista, imposible de ver bajando, por lo que retrocedí hasta su intersección apareciendo un itinerario marcado pero sucio de vegetación y en ligera subida al que hay que atacar con decisión no obstante. El objetivo final está claro, no puede tratarse más que del bosquecillo de pinos que destaca en la cima de esa elevación y que en todo su alrededor han desaparecido. Al llegar perdí de vista el camino y seguí unos hitos desperdigados y de formas digamos, poco convencionales, todo ese trayecto lo hice andando dado el firme rocoso y roto que estaba pisando.

No me cuadraba nada de eso con lo que me había imaginado así que deambulaba de aquí para allá buscando algo con más consistencia, y de repente lo vi a mi derecha un poco más abajo y al llegar comprobé que continuaba subiendo por lo que subí para comprobar donde me había desviado y tenerlo bien claro la próxima vez que pase por allí. Una vez atados todos los hilos podía empezar el descenso propiamente dicho y este fue más largo y divertido de lo habría podido pensar al ajustar debidamente la suspensión, en un principio ni siquiera era un descenso, mayormente plano con alguna subida, casi todo ciclable en un terreno rocoso y técnico, más o menos como la parte de bajada que viene a continuación, el típico terreno donde si no lo enganchas bien desde el principio te va parando cada dos por tres pero que por poco que controles y domines un poco la situación te divierte como nunca.

Más abajo enlaza con una pista que te deja en la carretera, justo en el inicio de la subida a Galilea, muy cerca de la entrada de Galatzó a la que no me dirigí en un primer momento porque quería comprobar si era capaz de encontrar la entrada (más bien salida) de Son Martí y creí encontrarla en una curva, de hecho es una pista clara que cruza la carretera pero que ahora mismo dudo de que sea esa. Regreso hacia abajo para adentrarme en la finca cuando me cruzo con el único bikero que vi en toda la mañana. Mi próxima parada son las mesas junto a las casas, estas ya las visité hace poco y estarán exactamente igual así que omito la visita, debo reponer fuerzas para lo que me espera que en esos momentos no sé exactamente qué es, tengo que reconocerlo, solo sé que tengo que seguir una ancha pista bastante larga que solamente he recorrido de bajada y aunque la recuerdo rápida no me consta que tenga una inclinación exagerada como la de ses Planes, por ejemplo, que no conocía. Efectivamente todo transcurre según lo esperado, camino fácil y sin complicaciones mientras me voy cruzando con excursionistas, algunos quedan por las inmediaciones y otros se aprestan a empezar el ascenso. Yo también hago lo mismo y aunque el camino se deja ciclar algunos metros solo consigo llegar montado hasta la curva del pino, me acuerdo de esa curva y de que el camino es, o era, bastante jodido de bajar pero ya que estoy allí ¿porqué no subirlo?.

Y es lo que hago, empiezo a caminar y a empujar, nada de cargarse la bici a la espalda, el camino es largo y no hay porqué padecer en exceso, así que a empujar se ha dicho. Decir y hacer porque el trayecto dura lo suyo y tira para arriba sin remisión aunque a base de curvas se suaviza un poco la pendiente y eso ayuda. Compruebo también que está bastante limpio aunque no sabría decir si se ha retocado o no, lo que es seguro es que tras la declaración GR algo ha cambiado, las fotos aéreas lo demuestran. Llego al cruce y giro a la izquierda pero si en un primer momento llegué a pensar de continuar hacia s'Esclop no creo que este sea el día, seguramente es tarde aunque no quiero comprobar la hora, lo que sé es que tengo que volver de donde he venido y ahí me surge alguna duda, ¿por ses Serveres o por donde he subido? Es lo que me preguntan algunos excursionistas que se pasean por allí y no les doy una respuesta firme aunque la hondonada parece que me está llamando a gritos, “ven, ven, ya me has catado, puedes hacerlo”, ¿quién puede resistirse a esos cantos de sirena?, seguro que lo haré mejor después de haber retocado el ajuste de rebote de la horquilla anteriormente y haberme sentido mucho más estable y seguro, así que adelante.

Lo único que tengo que hacer es esperar un poco que se despeje el camino porque en unos minutos ha aumentado bastante el tráfico humano. Voy, los que me acompañaban me dejan pasar y me animan, dejo pasar a su vez a dos que suben y ya no me cruzo con nadie más, solo yo y el camino, porque no ves nada más que lo que tienes a tres metros adelante, tu única preocupación es sortear las piedras y mantenerte sobre la bici, no vas de turismo, para eso ya he tenido la subida, a lo único que aspiro es a no tener que bajarme de la burra y pasar todas las dificultades de la mejor manera posible y a fe que lo consigo aunque en un par de ocasiones debo rectificar, mi torpeza no desaparecerá de un día para otro y seguramente “de un día para otro” también sobre pero se siente ese chute en vena que te hace levitar, pero lo que no levita es la bici y así me lo recuerda el llantazo que le pego en una piedra cualquiera de la pista mientras voy bajando sin miramientos, y claro, al volver a ponerme en marcha parece que voy atrancado, mira prim, ves alerta.

Vuelvo directo hacia el Ratxo pero esta vez subiré por la carretera y puedo asegurar que es mejor el camino que esas rampas de m... y de infausto recuerdo, pero bueno, superadas quedan. Es todo asfalto lo que me queda y aunque sé que hay alguna alternativa no tengo tiempo de buscarla y tiro directo hasta el pueblo, otro día lo haré, de hecho Puigpunyent seguro que me va a deparar muchas sorpresas, y de las buenas, en los meses venideros, es una zona de la que no conozco ni la mitad al ser itinerarios por los que no se circula habitualmente, digamos que están fuera del circuito y a ellos dedicaré mis esfuerzos en un futuro próximo.