Sin punto medio

En un principio no tenía previsto salir acompañado, había pensado subir por Bunyolí hacia las antenas y la mola de Sobremunt para ir improvisando un poco por allí, quizás alguna bajada poco frecuentada o quizás otras más olvidadas que bien se merecen una visita de cortesía por mi parte, es lo que tiene la improvisación, pero al poco de empezar y más concretamente al llegar a la altura del taller de bicis me encontré con dos bikeros empezando el día a base de cafeína, Joan y Sergi, que estaban esperando a más gente, al parecer había quedada organizada y casualmente también coincidíamos en el recorrido inicial, y digo inicial porque no querían ir más allá de Sobremunt para retomar desde allí la vuelta a casa, bueno, ya habría tiempo de convencer al menos a alguno para que me acompañara y me quedé con ellos.

Hay que armarse de paciencia, quién no los conozca no entenderá porqué hay que salir media hora más tarde que la propuesta, y no solamente sucede en el primer punto de reunión, también en el segundo con lo que el retraso acumulado ya es doble, no pasa nada, hay tiempo de sobra pero todo lo que no se pedalea ya no se recupera. Ni se me ocurre mirar el reloj cuando nos ponemos en marcha mientras el sherpa nos conduce a través del desierto polígono hacia Establiments y desde allí ya directos hacia Bunyolí que es donde empezamos a tocar tierra de verdad. En la barrera el grupo inicial ya no está completo, hay quién ya ha preferido no sudar en esa ascensión y ha dado media vuelta, el resto continúa y afronta el reto como mejor le conviene, yo lo voy a intentar con un piñón no muy alto teniendo en cuenta lo que llevo ahora, claro, y ya desde el principio sé que si bien mi velocidad normal de subida es ridícula de este modo lo será aún más aunque no es ese el factor determinante sino el comprobar precisamente que sí puedo subir.

Hasta mitad de subida vi a alguien cerca, más allá los controlaba solo de oídas pero pude subir sin sufrir excesivamente, objetivo cumplido, y como estuvimos parados bastante tiempo esperando al resto de participantes y después de cháchara hasta tuve la osadía de pensar que podría subir sin cambiar de marcha al menos hasta el cruce de Sobremunt, y lo conseguí pero para ello tuve que aplicar la táctica de aligerar la pendiente a base de ir culebreando de un lado al otro de la carretera. Aquí se despidieron los compañeros, todos sin excepción se marcharon cuesta abajo y yo me quedé solo para afrontar ya el último tramo hasta lo más alto pero esta vez sin tener que sacarme los ojos, subí marchas y para arriba.

No me entretuve mucho en la explanada y me marché justo cuando salía alguien del último chalé, no me vio porque me fui a dar la vuelta por atrás, lo que no me esperaba encontrar era un coche aparcado tras la barrera, no sé, teniéndola cerrada creo que ya es suficiente impedimento para cortar el paso, desde luego a una bici no y lo rodeo fácilmente por un costado. Nada que reseñar durante el trayecto, quizás que no estuve tan suelto como otras veces pero esto es debido única y exclusivamente al hecho de ir solo, y tan solo, ni me pasa nadie ni me cruzo con nadie, está todo de lo más tranquilo.

Esta vez paré poco en la explanada, como mucho para tomar un sorbo antes de continuar rumbo abajo en dirección a la Granja. Hay que saber donde desviarse para ir a empalmar con otro camino que sí se dirige directamente hacia el pueblo, no es difícil de ver pero ha cambiado mucho y no es a bueno y no es una situación que me satisfaga especialmente porque va directa a la columna del debe y quizás merezca una reflexión más en profundidad una vez se analice caso por caso.

La bajada, como por casi por cualquier camino de carro, no presenta mayores dificultades si acaso exceptuando algún tramo donde el camino puede notar la falta de piso de tierra y las piedras sobresalen más de la cuenta y así te presentas en el último tramo donde pierde definición y empieza la zona conocida como los marges. El primero es el que más ha sufrido el paso de las dos ruedas ya que ha perdido primero la vegetación y después lo ha machacado la erosión deveniendo en una pendiente descarnada y difícil de superar. Yo fui hasta allí para comprobar si aún estaba el cartel, no, no está, pero eso no quiere decir que no estuvo sino que alguien se ha encargado de quitarlo. Yo diría más, tócate otra cosa, chaval, si hay carteles déjalos donde están porque después de ti puede venir alguien y hacerles caso, no le expongas, si tú no quieres hacer caso no hagas caso, pero deja los carteles en paz.


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