Lunes de barreras

Lunes de puente y ya tenía apalabrado al compañero y la ruta pensada cuando se descuelga con un “hoy no vengo”. Batualmón quina feta, ya se me han quitado las ganas de repente de hacer lo que quería hacer, no ya de repetir esa buena bajada con mejores sensaciones si cabe si no tan siquiera de llegar allí, por contra me voy a librar de la desazón pedaleando hasta donde pueda, me voy a Bunyola, mejor dicho, en aquella dirección porque no tengo nada claro a la hora de salir ni a donde voy ni por donde.

Elijo como primera opción el camí de Passatemps, digamos que es el trayecto que empieza en la rotonda del polígono, cruza Son Sardina y llega hasta Son Termens, el primer tramo corresponde a la parte civilizada y por tanto, asfaltado, y el segundo tramo es el rural, de tierra pura y no podemos realizar el segundo sin tocar, al menos en parte, el primero. Hacemos uno y después el otro sin intentar ninguna hazaña y una vez en la carretera de s’Esgleieta toca pedalear por asfalto hasta Palmanyola y no es plato de buen gusto, se te eriza el vello pensando en los últimos acontecimientos acaecidos en esa carretera, en alguno de ellos podrías encontrarte involucrado y no mola nada por eso en cuanto llegué a la urbanización me salí del asfalto enseguida, también porque empezó a llover y justo hacía 3 minutos que me había quitado la chaqueta acalorado, vuelta a poner.

Eso me dio pie a acordarme del circuito pipican de la barriada, ese que la voltea hasta enlazar con la carretera, recomendable y además me metí por otro ramal de un terreno colindante que te lleva aún un poco más allá, hasta una entrada de unas casas asfaltada pero que parece que no tiene continuidad hasta la ciudad deportiva, eso hubiera sido un puntazo. Vuelvo atrás para ir hasta el cruce de la parcelación de Son Amar y desde allí hasta las vías pasando por la sala de fiestas y no se me ocurre más que circular por las traviesas del tren hasta el apeadero, ya dije una vez que no vale la pena y me reafirmo en esa idea, no compensa, por eso me metí en cuanto pude en el bosque y al llegar a la carretera del hospital me fui para arriba y sin parar desciendo hasta el camino de atrás, ahí ya decidí no llegar al pueblo si no volver a la carretera de Sóller por los caminos vecinales para ir a tomar el camí vell de Valldemossa, el que te lleva a Raixa en un primer término.

Ese tramo nunca defrauda y más ahora que parece que está un poco más despejado aunque no sé porqué pero tengo la manía de golpear con el pedal en alguna piedra cada vez que paso por allí, afortunadamente sin caerme pero no hay que fiarse nunca, siempre atento. Desde Raixa a la carretera y camino del hospital otra vez, giro por las vías, circuito por el bosque hasta el área recreativa donde voy a comprobar la situación de la entrada del Rafalot al final de uno de los viales de la urbanización, sigue precintada y parece que ya definitivamente lo que me obliga a volver atrás para tomar las pistas paralelas a las vías después del recinto de maquinaria del tren donde por ahora sí se puede circular pero al regresar a la parcelación de Son Amar me fijo que la barrera que pusieron para cerrar la finca no tiene candado, ostras, no lo voy a desaprovechar, lo único y más malo que me pueda pasar es que haya alguien trabajando algo más lejos y que no vea desde mi posición y me eche fuera, vamos a intentarlo, pues.

El recorrido por la finca se realizó sin incidencia ninguna si encontrarte la barrera de paso al torrente cerrada no cuenta como tal, menos mal que pude pasar bien por otra de rejilla algo más alejada aunque también han puesto una dentro del torrente, ahí sí que creo que han exagerado, no es de su competencia. Cruzo el cauce y entro en la finca de enfrente y se puede circular sin problemas por ahí, al menos yo no los he tenido nunca pero ahora, al estar todo vallado, ¿de dónde se supone que vienes si te encuentran por allí? Supongo que el grupo de caballistas con el que me crucé no tiene este tipo de problemas, iban muy tranquilos, ni se lo quise preguntar.

Lo que me pasó es que cuando llegué al acueducto, donde debe realizarse otro pase por el torrente para sortearlo, me confundí y salí por la otra orilla realizando un bucle por el terreno colindante con el tendido del ferrocarril y volví al mismo sitio de antes aunque me sirvió para comprobar que del campo de paintball ya solo quedan restos. Después de sortear la gran pared que sostiene la acequia como toca solo me queda rodar por el perímetro para ir a buscar la barrera de los caballos ya muy cerca de la carretera y que desafortunadamente también está cerrada y tuve que salir a las bravas.

Algo han montado por allí con las rejillas pero me dio la sensación de que están en la zona pública de la carretera las cuales llegan hasta la rotonda donde tuve que atravesar dos barreras más, éstas abiertas, para poder acceder al asfalto. El resto de ruta por el camí de sa Fita hasta casa no tiene relevancia pero hay que hacerlo igual, lo importante es que el objetivo de quitarme el mosqueo matutino se cumplió con creces y si añadimos la, digamos suerte, de poder pasar otra vez por esas fincas cerradas a cal y canto pues como que casi podemos decir que mejor no podía haber ocurrido.


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