Me voy de excursión

Hace ya más de tres años que hicimos unas rutas por la zona que estoy investigando estos últimos meses, Puigpunyent. Todo el mundo ha ido a Puigpunyent, ¿qué nos vas a contar ahora? pero es como todo, si rascas algo sale, y si rascas algo más, más que sale, y eso es lo que hicimos en dos rutas en las que fuimos tentados por Pepefz a conocer ciertos itinerarios por los alrededores del coll des Carniceret. No tuvieron una asistencia multitudinaria ni falta que hizo aunque sí variada y hasta con algunos que no he vuelto a ver, habrá quién ya saque conclusiones sobre ese hecho pero seguramente no sea ese el motivo. Lo cierto es que desde esas salidas no había vuelto por la zona, cosa que sí he hecho ahora tras el barrido y aún me he dejado algún tramo por repetir, y valía la pena, el volver, me refiero.

Como acostumbro hacer si la exploración se prevé cuando menos incierta es una primera parte más directa aunque eso implique quitarle algo de emoción a la ruta, tal fue el caso con la subida a la font des Pi completamente por asfalto (no toda pero como si lo fuera) y así me aseguro al menos no perder tiempo donde no es necesario, ya habrá ocasión para ello más adelante. Subo por el primer ramal asfaltado que encuentro desde la carretera de la Reserca y que enlaza con el segundo muy cerca de la curva de la cantera, hoy solitaria, no así la explanada de la fuente donde se ha concentrado un grupo de escoltes parlanchines para empezar la ascensión al pico. Yo paso delante y así llegamos al coll donde hago una parada antes de acometer el descenso, tema que me voy a plantear porque se me olvidó coger el casco y el pañuelo mucho no me va a proteger en caso de aterrizar con la cabeza por delante.

No es una bajada muy técnica, ni siquiera que por el tramo intermedio bajara agua por el interior me hizo dudar. En el cruce me encontré varios senderistas y ahí decidí girar a mano izquierda para ir a buscar el itinerario de la Font de Dalt para alargar un poco más el recorrido cuando mi meta era hacia la derecha pero hice bien. Final de bajada divertida por el sendero y ataque al resto por el camino ancho con la bici más empeñada en surfear que en trazar por donde yo quería. Sea como fuere acabo por llegar al cruce de la font de Dalt hacia donde me dirijo y continúo rumbo al coll d'Estellencs para coger el desvío que me va a llevar hasta la paret de partió que domina la parte alta de la vaguada. Bueno, esto de que “me va a llevar” es un decir, más bien soy yo el que va a llevar algo encima porque desde luego montar, lo que se dice montar, nada de nada, y empujar tampoco ya que físicamente no hay espacio para los dos y por allí me vuelvo a encontrar a los senderistas de antes y que de hecho fueron las únicas personas con las que tuve contacto en toda la mañana.

Podría decir que fueron unos minutos de pateo pero el gps no engaña y me entretuve por allí casi media hora aunque a mí me parecieron menos, pero sé lo que me espera, una apetecible bajada aunque siempre bajo mi punto de vista, mis parámetros, que no tienen por qué coincidir con otros, cada uno opinará. La iba recordando a medida que bajaba, esa curva, esa piedra, ese árbol, pero sobre todo esa curva donde recordaba que habíamos dejado el camino principal y fuimos a dar al corral de ses Cabres pero en cambio esta vez seguí por la pista principal no tardando en desembocar en otra que no reconocí y por eso tuve que girar a mano izquierda para tratar de comprobar desde donde venía, y lo vi enseguida ya que no tardé en ver las casas de sa Muntanya, se trata de terreno conocido entonces pero llegando desde otro ramal, distinta perspectiva.

Es hora, aunque no sé ni quiero saber cuál, de parar y comer algo y el sitio es perfecto y tranquilo, solo algún batir de una puerta o ventana proveniente de la casa abandonada, por lo demás silencio. Me planteo ahí el seguir hacia el coll d'Estellencs o volver atrás y seguir la exploración, y eso hago y justo paso por el cruce por donde he venido giro a mano izquierda por otra pista que me sorprende por lo limpia y cómoda que es y que tras superar algún repecho llega a las proximidades de una larga y alta pared y aunque el camino parece continuar sin atravesarla no logro vislumbrar un itinerario claro por lo que me decido a saltarla por lo que parece un portillo tapiado en la misma pero que me obliga a trepar y después a tirar la bici para poder bajar yo (más tarde veré que el paso normal es un gran boquete un poco más abajo, pero bueno ya estoy en este lado).

El sitio me suena y cuanto más me desplazo, más aún, si no me equivoco estoy en las cercanías de la cruïlla de na Costitxa y por ahí ya hemos estado, de hecho fue en la segunda de mis rutas con Pepe por la zona que visitamos ese lugar, aunque esta vez se hace de rogar, no acabo de ver clara la dirección que debo tomar y llevar la bici no me aporta ninguna ventaja, al revés, es un mueble bastante inoportuno ya que el terreno es un auténtico pedregal y aunque no renuncio a las primeras de cambio no llego a encontrar lo que estoy buscando y vuelvo a la pared para ahora sí continuar de una vez por todas el descenso.

Viene ahora una parte muy técnica y no es de bajada, un sendero de piedras donde la dificultad mayor está en saber combinar velocidad y equilibrio, si no se dan adecuadamente esas circunstancias no vamos a avanzar nada teniendo en cuenta que la gravedad aquí no nos ayuda (algunos opinan que la fuerza de la gravedad no existe pero este es otro tema que no viene ahora al caso), solo saber que en cuanto el sendero se empina podemos encontrar algunos pasos técnicos aunque no insalvables, solo hay que tener lo que hay que tener y no me estoy refiriendo a eso, nos basta con una buena técnica y una buena bici. Esta bajada, que ya había hecho, me sorprendió en su parte final porque no la recordaba, es más, pensaba en ese momento que era nueva para mí y me lo reafirmó al salir al vial por donde lo hice, ahí mismo me convencí de que era nueva pero por más que quería recordar era incapaz de saber donde me había desviado y ni siquiera después de comparar las trazas de las dos salidas tranquilamente en casa soy capaz de saberlo, no es una cosa inusual, pasa muchas veces, de hecho en la primera salida pasamos cerca de un porxo y en esta segunda no lo he visto pero según la traza he ido por el mismo sitio, de hecho me acuerdo perfectamente que era al final del roquedal y que después ya había un camino de carro más elaborado, no me lo invento pero lo cierto es que no lo he visto pese a saber que estaba allí. ¿Una excusa para volver? Puede ser.

Aún no sabía qué hora era pero el cuerpo me pedía más al llegar a la carretera de la Reserva por eso he vuelto a tirar hacia arriba para hacer el último tramo de tierra hasta Puigpunyent y al llegar al primer tramo de curvas salgo del asfalto por un espléndido camino de carro que me sube hasta arriba pero cuando paso por la explanada de los espiritistas pierdo el rumbo y en lugar de tirar recto hacia la rotonda he tomado una bajada muy sucia que me ha devuelto a la carretera a pocos metros de donde la había dejado antes por lo que no me queda otra que subir las rampas hasta la rotonda si quiero volver por el sendero, y es lo que hago.

Este sendero solamente tiene una corta e inclinada parte inicial y después es prácticamente plano hasta el final aunque ahora está interrumpido por un pino recientemente caído, mientras que el resto de ruta es un kilómetro de asfalto sin más historia completando así una gran ruta de mtb aunque admito aquí la disparidad de criterios, de hecho no está publicada la traza de manera pública por ese mismo motivo, la mía, porque hay otras que sí lo están, solo hay que buscarlas si uno está interesado.


Son Net

Pasas por un lugar y de repente reparas en algo que te llama la atención, puede ser un hito, un cruce semi escondido, algunos restos de una construcción, cualquier cosa vale para apuntar mentalmente unos deberes a los que habrá que dar cuenta a su debido tiempo y forma ya que normalmente no ha lugar a más averiguaciones que las asignadas para ese día, sé que no son más que excusas para volver a salir a montar en bici y encontrar ese camino que no esperabas y que te haga subir la adrenalina hasta lo más alto. El sábado pasó eso, y me sucedió en una ruta inédita para mí, en una ruta que sobre el papel (o la pantalla) puede que sea difícil ver esos detalles pero que me recompensó con dos tramos nuevos de subida y uno de bajada, nada más y nada menos.

Empecé desde Puigpunyent dirigiéndome por carretera hacia la Reserva obviando los nuevos tramos por montaña que sustituyen a ese itinerario que podrían ser la opción natural en un puro recorrido mtb aunque en este caso preferí no hacerlos. Llegué al Cucui y continué el descenso para ir a buscar el desvío adecuado y no me fue difícil encontrarlo y tampoco sobrepasar la barrera que no nos invita precisamente a entrar en la propiedad pero como no tengo a nadie cerca que me haga la contraria, paso. Desde luego no me arrepiento de haberlo hecho, el camino está en muy buenas condiciones para circular y pronto pasamos por delante de la mina y piqueta de una fuente de la que ya no creo que se aproveche su caudal. El trazado no tiene descansos porque tiene que salvar el desnivel a base de algunas curvas muy bien acopladas al terreno y no tardamos en llegar al cruce donde ya había estado la semana pasada y ahora ya sí recordaba bien lo que me esperaba aunque no por sabido sea más fácil ni mucho menos y de hecho tengo que parar un poco antes del pino por llevar el asiento demasiado bajo.

Justo al llegar arriba me meto en el sendero que vi el otro día que efectivamente es el que empieza a descender solo unos metros más adelante, según de donde vengas lo recorrerás o no. La bajada es rápida y divertida, con algunos peraltes y rampas aunque lo más técnico sean unas zonas de piedras en las que lo suyo es pasar volando sobre ellas sin mucho miramiento, cosa que como comprenderéis yo no hice, de ahí el discreto crono registrado. Estoy en el cruce de la barrera y obvio la segunda parte de ese descenso aunque en realidad tiene 4 tramos, un tercero hacia la carretera y otro hacia Puigpunyent aunque no directo sin embargo no voy a hacer ninguno de esos, bajaré directo a la carretera hasta el cruce de can Tomillo y me iré al Ratxo por el coll des Pumarà que me va a dejar muy cerca de donde quiero ir a mirar. Y lo que quiero ver es la pista que sube por detrás del hotel, esa que había desdeñado desde siempre, primero porque la finca estaba cerrada y más tarde, cuando ya existía el hotel, no creí conveniente meterme en algún fregado, entonces, ¿qué ha cambiado para que ahora quiera ir por allí? Bueno, simplemente tenía ganas de hacerlo y además creo que el hotel está cerrado desde hace tiempo aunque no haya sido esa la razón principal, ha primado la primera.

El tema es que quería dar una vuelta por la parcelación y la opción de subir por asfalto no me parecía la más idónea, así que busqué esa alternativa. Y voto a bríos que no me ha decepcionado para nada, todo lo contrario, y eso que la rampa inicial es de las que hacen mella, muy rota y empinadísima como para satisfacer mis ansías de éxito, entonces pasemos página de ese capítulo y pasemos al segundo y ahí es donde se empieza a gestar la alegría del día, una ascensión que no tiene nada que envidiar a otras de más reputación de la isla. Pista amplia que va retorciéndose por el pinar dejando atrás numerosos cruces en los cuales hay que seguir por el más evidente aunque a veces la dirección que tomamos nos haga dudar en algún momento, que hubiera algunas cintas rojas colgadas en los árboles ayudó aunque no creo que estuvieran allí para que yo pudiera subir sin sobresaltos.

Ese camino llega lo más arriba posible, justo bajo la línea de riscos de la ladera, hermosa vista desde ahí abajo lo que hace que tenga que pararme de tanto en cuando para plasmarlo en alguna fotografía, eso y la pendiente en algunos tramos también porque la cosa se va alargando y parece que no tiene fin pero en realidad, mientras me quede una gota de fuerza, no quiero que se acabe, llegar al asfalto significará que se acaba la diversión y la aventura.

Traspaso un portillo y ya estoy en uno de los ramales de ese laberinto donde pierdo toda noción del espacio, en resumen, que no sé hacia donde voy aunque tirar hacia abajo supone cierta ventaja, tiro para arriba y aparezco en el inicio del sendero de subida de la cima, reconozco el sitio, ahora ya sé por donde ir y aunque me sienta tentado a llegar hasta la torre me calmo diciéndome que puedo ir otro día directamente y que me queden claros después los itinerarios por na Costitxa. Me extraña no encontrar coches aparcados en la explanada de la fuente, solamente unos cuantos en la curva de la cantera cuando ya estoy a pocos metros de mi desvío y al dejar el asfalto aprovecho para parar y comer algo, es mi primera y a la postre última parada que hago, lo que se entiende como una parada de descanso, no una parada técnica o directamente porque ya no daba más de sí.

No queda mucho para el final mientras atravieso ese bosque que me da la sensación de que es un poco raro, no sé, es una sensación extraña la que siento al circular por él, como si fuera diferente, ya digo, una rara sensación. Al llegar a la pista amplia dejo la que se dirige a las casas y opto por la alternativa, la que cruza un antiguo campo cultivado que te deja muy cerca de la pared medianera con la barrera. Como en las ocasiones anteriores hay un vehículo estacionado pero sin nadie en las cercanías así que paso sin armar mucho escándalo y salgo sorteando la barrera de la mejor manera posible, primero la bici a pulso al otro lado y después el ciclista sin dar pie a ninguna queja.

Solo queda bajar por asfalto hasta el pueblo, está todo el pescado vendido a estas tempranas horas, la ruta ha sido corta en tiempos y distancias pero las satisfacciones mayores que en otras ocasiones, no siempre se tiene la oportunidad de gozar de estos privilegios, aunque de todas maneras me doy un garbeo por el vial de acceso a Son Net, más que nada para comprobar si existe alguna conexión entre ese montículo y el vial paralelo al torrente y a bote pronto no lo vi, aunque no lo descarto.

Gran y productivo día de mtb, no puedo decir más.


Lo que tiene que ser, será

Parece que el tiempo del sábado pinta bien, entonces habrá que aprovecharlo a conciencia, y qué menos que una rutilla de exploración por la zona que llevamos investigando últimamente, a saber, Puigpunyent y alrededores, ahora ya metidos de lleno en la falda de la montaña circulando por cuanta carretera, ramal, camino y sendero nos vamos encontrando, y hasta por lo que no podría definirse por ninguno de los términos antes citados. En estas ocasiones lo que cuenta es la tasa de éxito, es decir, itinerarios circulables y que te dejen hacerlo, claro, y aún a pesar de partir desde una posición inicial exigua se podría decir que ha resultado muy provechosa.

Con lo visto la semana pasada se reducía bastante el círculo para conseguir el objetivo que no es otro que enlazar el pueblo con la Reserva de una forma un poco más divertida que recorrer la bacheada carretera, me faltaba el tramo inicial y el final, el de en medio lo tenía claro, y a eso me he dedicado nada más empezar. Sonaban las nueve en punto cuando he empezado a rodar y no hay momento de respiro antes de las primeras cuestas que afronto muy tranquilo hasta conseguir alcanzar temperatura. Tomando el primer desvío la cosa se empina y no digamos ya al tomar el segundo y girar por la casa de los perros, ese último ramal se las trae y en frío más. Le sigue un sendero que rodea unas casas y donde se advierte la acción de la mano del hombre en forma de algunas curvas peraltadas y unos tablones a modo de rampa, ese debía ser el circuito de dh del que nos habló el dueño de una de las casas la semana pasada, hoy todo está destruido y abandonado.

No tardo en aparecer en la rotonda y dado que el sendero ya lo recorrimos la semana pasada me decido a bajar a la carretera por el tramo asfaltado, no sin cierta congoja al perderme la diversión por el camino antiguo pero la obligación es la obligación. Vale, estoy en las curvas y me falta aún un trecho para coronar el puerto (que debe tener nombre pero ahora mismo no tengo ese dato), solo comentar que se encuentran ubicadas en ese cruce las propiedades ditas es Cucui y Can Tomillo por cuyo ramal empiezo la ascensión. Paso por diferentes casas sin ser reprendido y llego a la explanada de la barrera, el punto más lejano de la salida de la semana anterior pero que ahora voy a poder superar sin contratiempos.

Efectivamente no hay que esforzarse nada por superarla porque tiene paso libre por el costado y es un paseo la continuación. Este ramal de tierra empalma con otro también sin asfaltar que proviene de la carretera pero que no tengo tiempo de recorrerlo para guardar la traza, me voy directo hacia arriba, hacia Galilea. Fantástico camino de carro que hace las delicias de cualquier biker (que le guste subir, se entiende) y del que solo me veo obligado a parar al no poder rodear un pino atravesado, es una lástima porque estoy a unas decenas de metros del final, en la parte más alta de Galilea.

Me tienta encontrar el tramo de bajada que me falta y creo verlo, al menos su inicio, rodeando unos pinos tumbados muy cerca de allí, pero ese dato por ahora no tiene confirmación y como ese tramo seguramente no vaya incluido en la ruta que estoy preparando tampoco es que me importe demasiado por ahora, así que puedo tomar las de villadiego e iniciar el descenso por las empinadas calles hasta la carretera sin ir a buscar el último tramo del viejo camino de Puigpunyent que sale desde las cercanías de alguna de las casas más próximas al precipicio ya que mi objetivo no es más que conseguir la traza más parecida posible a lo que será la ruta definitiva para ir controlando horarios y distancias y para ello bajo sin tardanza por asfalto hasta la barrera de acceso al GR y me encamino directo hacia Calvià.

En ese tramo fue donde me crucé con los únicos bikeros que me encontré en toda la mañana, parecían un grupo de guiris guiados por algún local (o eso me pareció) y coincidió también con el paso de un numeroso grupo de caminantes foráneos, mira que es largo el camino y aparecimos todos en el mismo sitio. No tardo en llegar a la barrera de metal y tras una corta bajada tomo el desvío y después el desvío del desvío por el interior del bosque y fuera camino, debo recalcarlo pero también que la cosa no es muy complicada de por sí aunque tampoco mejora mucho cuando llegas abajo, ni cuando encuentras el camino ya que está para los restos, solamente al llegar al cocó es cuando ya puedes despeinarte de veras, la bajada lo permite.

Atentos al llegar al llano porque hay que cambiar de vertiente a pata a través de un sendero y enlazar con otra pista sin tanta inclinación hasta salir a los campos cultivados para buscar la salida idónea hasta el torrente. Este tramo de bajada y el siguiente no son caminos públicos ni se le parecen, que estemos circulando por fincas privadas no se puede obviar y aunque por ahora no ha habido ningún percance tampoco se descarta que lo pueda haber, son consideraciones a tener en cuenta.

La salida al torrente no presenta problemas y voy a buscar la más próxima al punto que me interesa aunque para ello deba recorrer unos metros de cauce en el sentido de la corriente. Lo que quiero es enlazar en el otro margen con alguno de los caminos marcados en la finca de Son Claret, en este caso recorrí el azul-rojo que es el más exterior y más cercano a la carretera pero que si se coge el azul tampoco pasa nada, de hecho iremos a dar al mismo lugar, la entrada de la finca de Galatzó, por cuya pista de entrada recorro los metros necesarios hasta el desvío del itinerario de sa Vinya. Antes de emprender la subida paro a comer algo abajo y hago bien porque la verdad es que la recordaba más corta, no menos jodida pero sí más corta, pero bien, tampoco es que pasara nada especial ya que llegué arriba sin novedad y afronté el descenso sin demoras.

Al acabar la bajada es cuando se debían adoptar las decisiones oportunas respecto a la ruta, tenía pensado varios bucles más pero era literalmente imposible el poder realizarlos todos, solamente variando el inicio de la ruta subiendo directamente a Galilea sería posible aunque visto lo visto ahora mismo quizás hasta podría conformarse otra ruta con todos los itinerarios que han quedado descartados para esta, y más teniendo en cuenta que aún no he decidido el trazado definitivo, quizás aún me dé otra pasada por la zona para pulir estas rebabas antes de darle el visto bueno final. Es por eso que me dirijo directamente hacia la zona del Ratxo tomando la variante del coll Pumarà hasta la entrada de la Reserva y precisamente es donde tengo el percance que fue nada más empezar en las primeras rampas, un patinazo de la rueda de atrás dio con mis huesos al suelo, es casi increíble lo rápido que te vas al piso cuando menos te lo esperas.

Ahora sí voy a volver a subir a la barrera desde es Cucui para tomar el camino que hicimos la semana pasada y una vez en la rotonda volver por el que había encontrado esta semana y no pasar así por la casa donde tuvimos el encontronazo con el dueño y por donde nos comprometimos a no volver a pasar ni a divulgar su situación. Y así es, solo es cuestión de minutos el aparecer en el pueblo y completar una ruta que me ha dejado un muy buen sabor de boca, más tarde se analizarán un poco más pausadamente los datos aunque si se tuviera que puntuar por sensaciones, mis sensaciones, pasaría de notable alto seguro.


Empate

Lo dije y tenía que hacerlo, hay que ir a cubrir una zona desierta de pasadas en Puigpunyent, no del todo pero sí muy poco frecuentada, tampoco es que me inspire mucho optimismo la actuación ya que preveo un resultado más bien pobre en cuanto a itinerarios válidos pero no por eso lo voy a dejar pasar. No sé si mis compañeros comparten esta opinión o vienen a ciegas pero en todo caso se presentan, que ya es mucho, y montadas las bicis en el portabicis nos largamos hacia el punto de partida.

Desde el mismo inicio no vamos a tardar ni unos minutos en tener que meter la reductora para empezar a subir las primeras rampas, llevaba yo un croquis de lo que tendría que ser nuestra ruta teórica y claro, faltaban muchos detalles que a la hora de la verdad han sido determinantes. No ha sido más que empezar y tener ya las primeras dudas de cuál era el desvío correcto y tomamos el de los buzones y no llegamos muy lejos porque directamente termina y punto, solamente una continuación más o menos clara por el interior del bosque nos da esperanzas de que estamos sobre la dirección correcta aunque ya para mis adentros lo veía totalmente desencaminado, y más lo corroboraba a medida que avanzábamos por lo que parecía ser un sendero pisado entre los matorrales de carrizo y toda clase de matas y plantas con púas, un completo abandono, y a pesar de ello no retrocedimos y fuimos a parar a otro vial semiabandonado y sin construcciones poco antes de llegar a su final donde parece que también continúa un sendero que seguimos hasta una paret de partió donde muere, otro descarte, y ya van dos a las primeras de cambio.

Esta parte de las exploraciones son las más desagradecidas por su pérdida de tiempo y nulos resultados y también las que muchos no están dispuestos a tragar aunque casi es tan importante saber por donde tienes que ir como donde no hay que ir. Damos media vuelta y recorremos el vial en bajada no sin antes meternos en un desvío de las mismas características, con el final en una rotonda y una continuación a través del bosque aunque esta vez en bajada, vayamos a ver hasta donde nos conduce y casi nos metemos en el porche de una casa sin aparentes señales de vida. El vial por donde habíamos subido estaba enfrente pero no quisimos atravesar la propiedad así que volvimos atrás y rodamos hasta el cruce de la carretera principal donde comprobamos que estamos a 50 metros de donde nos hemos desviado, vale, borrón y cuenta nueva, sigamos hasta el siguiente desvío que tiene que ser el buscado.

Lo primero que notamos es que está mucho más empinado y hay que meter todo lo que llevamos para superar el escollo. Nos pasa un vecino con un carricoche y se para cerca, momento que aprovecho para preguntar sobre el vial y me responde que no tiene salida, que para llegar a Galilea debemos continuar por la ramal principal, bueno, tampoco me esperaba otra respuesta y decidimos seguir para ratificar o no esas afirmaciones pero efectivamente tenía razón el hombre ya que tras la última casa acaba el asfalto aunque, típico, continúa un camino de carro cerrado con una barrera, eso sí, y decidimos no seguir e ir a ver otros que Jose sí conocía bajando otra vez a la carretera de la reserva y continuando hasta el inicio de ese desvío donde aprovechamos para recargar algo de energía antes de empezar el ascenso y diré que me sorprendió gratamente ese ascenso, nada más en su parte final me obligó a descabalgar antes de llegar a una especie de cantera con algunas construcciones en desuso, al menos empezamos bien.

No tardamos en enlazar el ramal asfaltado y acabar en una rotonda desde donde continúa en dirección a Galilea pero también vemos algo que nos llama la atención y nos lo apuntamos para la vuelta o para investigar más a fondo en otra ocasión. No hay problema en seguir el itinerario y es todo rodable, o sea que nos permite disfrutar a tope de nuestro deporte y más si el lugar se presta a ello, me gustó mucho. Llegamos a otro vial asfaltado en medio de algún lugar porque la verdad, había estado desorientado toda la mañana, a grandes rasgos sabíamos que Galilea estaba a nuestra izquierda y el Ratxo a la derecha y poco más, de hecho al fondo se vislumbraba la continuación hacia las alturas pero no teníamos tiempo para más, la mañana se había alargado más de la cuenta y había hora fija de vuelta así que giramos 180 grados y emprendimos el regreso.

Buen tramo de bajada nos esperaba hasta la rotonda donde nos metimos por donde habíamos avistado antes y llegamos a los pocos minutos donde ya habíamos estado pero esta vez nos salió a saludar un perro-toro y su amo detrás increpándonos nuestro atrevimiento por asaltar su propiedad. La cosa no llegó a mayores y tuvimos una extensa charla sobre temas varios relacionados con las propiedades, excursionismo y la práctica de deportes al aire libre, también nos pidió que no divulgáramos la traza ya que la zona es privada y no teníamos su permiso y no lo vamos a hacer, por supuesto, y aunque lo hiciera dudo mucho que alguien quisiera seguirla y si lo hiciera muy contento no quedaría, de todas maneras, repito que el motivo único y principal es que nos pidieron no hacerlo y lo cumpliremos.

Después de la conversación no nos queda más que volver rápidamente a nuestro punto de partida para empaquetar las bicis y regresar a la ciudad, con bastante mono de pedaleo, todo hay que decirlo, por eso el domingo tuve que salir a completar la ruta, al menos en lo que a kilómetros se refiere, no volví a Puigpunyent, me conformé en salir a rodar por Na Burguesa subiendo por el restaurante para llegar al coll des Pastors para ir a buscar los atajos de la carretera (todos, lo digo por el bikero que me encontré por allí y me vio dudar en uno de ellos) y de vuelta a casa en un par y pico de horas y calmar así las ansias de pedaleo que no quedaron colmadas del todo el sábado, ahí ya me di por satisfecho.


Vuelta al ruedo

El miércoles pasado fue festivo en esta (y alguna otra) comunidad autónoma y decidí tomarme unas horas matutinas para hacer un poco de deporte ya que el finde no había sido muy provechoso en ese aspecto con la resaca del, llamémosle constipado, por decirlo de alguna manera. Así pues me encaminé hacia Establiments para hacer una ruta de aquellas que tienen un poco de todo, la que se pasea por las faldas de la Fita del Ram, zona pródiga en itinerarios de mtb y por ende, muy frecuentada, pero no solo por manejadores de bici, también por los que van sin ella. Yo decidí hacer la ruta clásica, es decir, el trayecto directo desde Sobremunt a Maristela y no entretenerme mucho en la bajada para no superar el horario permitido.

Empezamos pues desde la barriada del extrarradio para acortar unos cuantos kilómetros y minutaje y nos dirigimos (aunque lo ponga en plural iba solo) hacia Bunyolí saludando ya a los primeros caminantes de edad que me voy encontrando. El día es espectacular y ya dejé la ropa de abrigo en casa para subir cómodamente y sin agobios, hice bien. La subida se hace bastante holgada y sin sobresaltos y al llegar a la cadena solo atisbo a ver bajar un bikero entre los árboles, después soledad absoluta hasta que aparecen tres corredores que siguen su ruta tras preguntarme sobre el camino que continúa después de la barrera cerrada, yo salgo tras ellos al cabo de varios minutos y no volví a verlos hasta el final del camino asfaltado en lo alto de la mola. Allí tenemos una pequeña charla sobre caminos, querían bajar hacia la carretera pero no se lo recomendé sin conocer el terreno y como no querían llegar hasta la ermita volvieron sobre sus pasos dejándome todo el monte para mí solo, solamente tuve que compartirlo momentáneamente con una pareja de senderistas y un bikero que vino en dirección contraria.

Escuché a algunos más cerca del camino y llegó otro senderista cuando estaba en la explanada de la ermita que se entretuvo en fisgar por ahí, por lo demás tranquilidad absoluta. Yo quería bajar rápido pero no por la pista, al menos toda la pista, así que hice el primer tramo por una de las varias bajadas que salen desde el descampado y que te deja a mitad de camino. Me paré un momento en el mirador donde había una pareja y ya oía a más gente que subía, de hecho parecía que todos los que venían se habían congregado a esa hora, padres con niños, grupos senior, y un último grupo con una numerosa chiquillada en la barrera, allí los dejé pero cuando creía que tendría una vuelta tranquila por Son Malferit creo que fue el día que más gente encontré por allí, mucha gente mayor que no sabría calificar de otra manera más que como ancianos que me dejaron asombrado como habían llegado hasta allí, me parece un camino totalmente inapropiado para personas de esa edad, y sin unos lugares adecuados para descansar o comer si hace el caso, no sé, lo encontré inapropiado para dar un paseo matinal, y no exagero con la cantidad, había al menos más de veinte vehículos aparcados en la entrada de Sarrià, lo nunca visto.

Lo mío se acaba, no me queda más que meterme por el camí de Can Carles y así evitar la confluencia con los conductores en la bajada, ese itinerario es mucho más tranquilo y seguro lo que a estas alturas es decir mucho y me quedo contento y satisfecho por haber podido meter algo de picante en la traza después de estos días de parón forzado por simple agotamiento aunque también es un alivio saber que se trata solo de unos síntomas pasajeros, nada que no cure el tiempo sin necesidad de recurrir a la química ni conjuros mágicos, nos vemos en la próxima!.