Palabro que se oye poco por aquí, básicamente diremos (copiado de la wikipedia) que “es una disciplina ciclista, nacida a principios del siglo XX, que consiste en realizar un determinado número de vueltas a un circuito con tramos de asfalto, caminos, prados y terrenos enfangados y con una serie de obstáculos (naturales o artificiales) que deban obligar al corredor a bajarse de la bicicleta para sortearlos” y que viene al pelo para definir lo que sucedió en la ruta del sábado, ruta que no tenía programada de antemano pero como estoy en pleno proceso de revisión de las mismas no me iban a faltar excusas para irme a un lado o a otro. No me hizo falta pensar mucho ya que me propusieron salir por la Vileta, como que me lo vas a pedir dos veces y aún así estuve tentado de decir que no y ahora explicaré porqué.
No es que me faltaran ganas ni que no me sintiera preparado para tal cometido, no, simplemente es que he cambiado la cadena y el plato la semana pasada y no había probado el montaje nuevo ¿qué podía pasar? pues que no estuviera todo perfectamente compenetrado y tuviera problemas dando por finalizada la ruta antes de tiempo dejando a los compañeros con las ganas (de pegarme dos collejas bien dadas). Así y todo quedamos a una hora cuca, sobre las nueve, y acertamos porque paró de llover solamente unos minutos antes, de todas maneras solamente éramos tres para ponernos de acuerdo así que la conversación hubiera sido corta en caso de tener que anularla pero no hizo falta.
Constatar que me puse dos camisetas y en la cuesta del cementerio ya sudaba y no era porque le hubiera apretado las bielas a la bici, el sopor era muy perceptible después de la tormenta y antes de empezar a rodar me despojé de una de ellas. Había otro bikero por allí que se ha unido al grupo, por Tito bou se le conoce, de trío hemos pasado a cuarteto, no se puede hablar de éxito masivo de convocatoria pero para lo que íbamos a hacer iba a ser perfecto.
La primera parte será acercarnos a la cantera de Establiments para atravesarla y subir directos a la montaña por el interior aprovechando sus limpias rampas y, sorpresa!, encontramos las barreras abiertas y con bastantes operarios trabajando en la maquinaria en el fondo del agujero, lejos de nuestro camino. Ya solo empezar ví que no iba a disfrutar de la salida, me fallaban los piñones grandes con el plato pequeño en cuanto la pendiente tiraba un poco hacia arriba y así no podía ir a ningún lado montado, y no me quedaba nada para llegar arriba pero a lo hecho pecho y subí empujando la cuesta que no es corta, y esa fue la tónica hasta alcanzar la cumbre, algún trozo rodando y en cuanto empezaba a saltar la cadena a empujar, tal cual estuviera en una carrera de ciclocross donde tampoco faltó la lluvia y el barro para acabar de adornarlo todo. Me lo tomé con filosofía y mi estado de ánimo no llegó al cabreo ni mucho menos, un poco decepcionado por los resultados pero dispuesto a acabar lo que me había propuesto y no defraudar a los compañeros, aunque en este deporte siempre está presente la posibilidad de un fallo humano o mecánico que te frustre una salida, es algo asumido.
Recorrimos un sendero por la loma hasta llegar a la divisoria que hay que cruzar para elegir entre derecha e izquierda y en este caso es derecha porque la izquierda la dejamos para el segundo pase por el mismo lugar. Me sucede lo mismo cada vez que voy, no veo el desvío a la primera y tengo que parar a Fibras y Tomeu que se han ido por el sitio equivocado mientras yo busco ese ramal por donde no es y lo único que hago es dar un rodeo completo para volver al mismo sitio y comprobar que me he desviado antes de tiempo pero una vez enfilados correctamente la propia orografía y algunos hitos te conducen al inicio del torrente sin remisión.
Ese torrente es salvaje y muy poco pisoteado y menos circulado, la lluvia anterior lo ha dejado muy resbaladizo pero en general es bastante seguro y divertido aunque más en seco que en mojado. Para acabar de rematar la faena se pone a llover y algunos sacan alguna prenda de protección pero estamos casi abajo y como tampoco dura mucho se la vuelven a quitar a los pocos minutos y más sabiendo que lo que viene ahora es una subida muy técnica y casi posible de realizar montado, la subida por el coche quemado que hago hasta donde me deja la bici que es más o menos la mitad, después ya cualquier excusa vale.
Una vez arriba en el pilón toca volver a bajar por otro itinerario desconocido, es un camino de carro semiescondido al que hay que acceder por un sendero sube-baja y que una vez situado en la bajada te das cuenta de que es muy corta ya que no baja hasta la carretera sino hasta una pista y además bastante arriba pero a nosotros no nos viene mal porque lo que quiero es volver a subir al cortafuegos y por un terreno que es prácticamente ciclable casi en su totalidad (para los que pueden, claro). Una vez arriba se despide Tito que prefiere bajar por la pista en lugar del sendero hacia el pilón que es hacia donde nos dirigimos otra vez, ahora desde la parte alta. Tenía curiosidad por meterme otra vez en la mina (pese a la peste que destila) pero cuando me informan de lo que me voy a encontrar prefiero dejarlo pasar y nos vamos directos abajo. Como no podía ser de otro modo nada más llegar volvemos a subir por el rampón y otro rampón más hasta volver al sendero de arriba para regresar a la pared divisoria y enfilar hacia la izquierda, primero cumbreando y después, cual tobogán acuático, hacia abajo directamente, muy directamente. Son dos tramos muy parecidos, técnicos y revirados, donde no ha lugar a la duda, o te tiras o te cag..., porque en medio y sin control tienes todas las de perder, huelga decir cómo lo bajé, en cambio Tomeu y Fibras me esperaban muy sonrientes abajo.
Tirada recta hasta el cementerio y la cosa no dio más de sí, quizás si hubiera ido solo me hubiera aventurado a hacer algún bucle más pero tal como estaba Tomeu, aún renqueante por un golpetazo en el costillar y viendo también el estado de su rueda trasera nos hizo tomar el camino de vuelta rápidamente para limpiar las bicis a manguerazo limpio y tomar un trago en un bar cercano algo más adecentados y con el objetivo cumplido, a trompicones eso sí, que no era otro que el de poder disfrutar de esos caminos aunque fuera bajo la lluvia y cubiertos de barro, todo lo contrario que si hubiésemos salido hoy, vaya cambios de tiempo, la leche.
No es que me faltaran ganas ni que no me sintiera preparado para tal cometido, no, simplemente es que he cambiado la cadena y el plato la semana pasada y no había probado el montaje nuevo ¿qué podía pasar? pues que no estuviera todo perfectamente compenetrado y tuviera problemas dando por finalizada la ruta antes de tiempo dejando a los compañeros con las ganas (de pegarme dos collejas bien dadas). Así y todo quedamos a una hora cuca, sobre las nueve, y acertamos porque paró de llover solamente unos minutos antes, de todas maneras solamente éramos tres para ponernos de acuerdo así que la conversación hubiera sido corta en caso de tener que anularla pero no hizo falta.
Constatar que me puse dos camisetas y en la cuesta del cementerio ya sudaba y no era porque le hubiera apretado las bielas a la bici, el sopor era muy perceptible después de la tormenta y antes de empezar a rodar me despojé de una de ellas. Había otro bikero por allí que se ha unido al grupo, por Tito bou se le conoce, de trío hemos pasado a cuarteto, no se puede hablar de éxito masivo de convocatoria pero para lo que íbamos a hacer iba a ser perfecto.
La primera parte será acercarnos a la cantera de Establiments para atravesarla y subir directos a la montaña por el interior aprovechando sus limpias rampas y, sorpresa!, encontramos las barreras abiertas y con bastantes operarios trabajando en la maquinaria en el fondo del agujero, lejos de nuestro camino. Ya solo empezar ví que no iba a disfrutar de la salida, me fallaban los piñones grandes con el plato pequeño en cuanto la pendiente tiraba un poco hacia arriba y así no podía ir a ningún lado montado, y no me quedaba nada para llegar arriba pero a lo hecho pecho y subí empujando la cuesta que no es corta, y esa fue la tónica hasta alcanzar la cumbre, algún trozo rodando y en cuanto empezaba a saltar la cadena a empujar, tal cual estuviera en una carrera de ciclocross donde tampoco faltó la lluvia y el barro para acabar de adornarlo todo. Me lo tomé con filosofía y mi estado de ánimo no llegó al cabreo ni mucho menos, un poco decepcionado por los resultados pero dispuesto a acabar lo que me había propuesto y no defraudar a los compañeros, aunque en este deporte siempre está presente la posibilidad de un fallo humano o mecánico que te frustre una salida, es algo asumido.
Recorrimos un sendero por la loma hasta llegar a la divisoria que hay que cruzar para elegir entre derecha e izquierda y en este caso es derecha porque la izquierda la dejamos para el segundo pase por el mismo lugar. Me sucede lo mismo cada vez que voy, no veo el desvío a la primera y tengo que parar a Fibras y Tomeu que se han ido por el sitio equivocado mientras yo busco ese ramal por donde no es y lo único que hago es dar un rodeo completo para volver al mismo sitio y comprobar que me he desviado antes de tiempo pero una vez enfilados correctamente la propia orografía y algunos hitos te conducen al inicio del torrente sin remisión.
Ese torrente es salvaje y muy poco pisoteado y menos circulado, la lluvia anterior lo ha dejado muy resbaladizo pero en general es bastante seguro y divertido aunque más en seco que en mojado. Para acabar de rematar la faena se pone a llover y algunos sacan alguna prenda de protección pero estamos casi abajo y como tampoco dura mucho se la vuelven a quitar a los pocos minutos y más sabiendo que lo que viene ahora es una subida muy técnica y casi posible de realizar montado, la subida por el coche quemado que hago hasta donde me deja la bici que es más o menos la mitad, después ya cualquier excusa vale.
Una vez arriba en el pilón toca volver a bajar por otro itinerario desconocido, es un camino de carro semiescondido al que hay que acceder por un sendero sube-baja y que una vez situado en la bajada te das cuenta de que es muy corta ya que no baja hasta la carretera sino hasta una pista y además bastante arriba pero a nosotros no nos viene mal porque lo que quiero es volver a subir al cortafuegos y por un terreno que es prácticamente ciclable casi en su totalidad (para los que pueden, claro). Una vez arriba se despide Tito que prefiere bajar por la pista en lugar del sendero hacia el pilón que es hacia donde nos dirigimos otra vez, ahora desde la parte alta. Tenía curiosidad por meterme otra vez en la mina (pese a la peste que destila) pero cuando me informan de lo que me voy a encontrar prefiero dejarlo pasar y nos vamos directos abajo. Como no podía ser de otro modo nada más llegar volvemos a subir por el rampón y otro rampón más hasta volver al sendero de arriba para regresar a la pared divisoria y enfilar hacia la izquierda, primero cumbreando y después, cual tobogán acuático, hacia abajo directamente, muy directamente. Son dos tramos muy parecidos, técnicos y revirados, donde no ha lugar a la duda, o te tiras o te cag..., porque en medio y sin control tienes todas las de perder, huelga decir cómo lo bajé, en cambio Tomeu y Fibras me esperaban muy sonrientes abajo.
Tirada recta hasta el cementerio y la cosa no dio más de sí, quizás si hubiera ido solo me hubiera aventurado a hacer algún bucle más pero tal como estaba Tomeu, aún renqueante por un golpetazo en el costillar y viendo también el estado de su rueda trasera nos hizo tomar el camino de vuelta rápidamente para limpiar las bicis a manguerazo limpio y tomar un trago en un bar cercano algo más adecentados y con el objetivo cumplido, a trompicones eso sí, que no era otro que el de poder disfrutar de esos caminos aunque fuera bajo la lluvia y cubiertos de barro, todo lo contrario que si hubiésemos salido hoy, vaya cambios de tiempo, la leche.