A mitad de mes me proponen unos compañeros una salida sin grandes pretensiones, técnicas me refiero, porque solo me la planteo como una válvula de escape a días y semanas de trabajo intenso y eso en el mejor de los casos, cada cual lleva su propia procesión por dentro, así que no hay prisas por llegar al destino, ni tan siquiera para volver.
Me llevan a Son Macià por la zona más cercana a la autopista sin poder dejar de pensar si en algún momento vamos a encontrarnos la barrera de entrada a la finca cerrada ahora que al parecer se ha abandonado, lo cual es un completo desperdicio visto como es el antiguo caserón aunque si nos atenemos a los muchos ejemplos que pueblan nuestros campos y montañas se puede esperar cualquier resultado.
Sin más novedad llegamos al pueblo donde, tras unos minutos de parada en el aparcamiento, emprendemos la subida hasta el merendero, subida calmada y sin agobios, propia de elementos desentrenados y poco proclives a las bravatas, lugar donde discutimos los pasos a seguir y donde me toca convencer a alguno de seguir rodando un poco más y no tirarnos de buenas a primeras al monte, con ello consigo alargar el horario un poco más.
No hacía ni cinco minutos que habíamos salido cuando me dí cuenta de que la bajada que había propuesto no era por donde pensaba, está mucho más lejos y no es por no ir, es por el horario, así que dimos media vuelta para volver a las mesas por el camino antiguo, interesante pero corto. No hace falta parar, tiremos recto, aunque es mucho mejor llevar la horquilla abierta del todo para afrontar más cómodo y seguro el siguiente reto que será la Coma Gran y dado que tuve que parar a bajar la tija empecé como segundo y en ese orden llegamos a la barrera y aunque oía respirar al compañero por delante ni me distraje un solo segundo en localizarle con la mirada para así estar lo más atento posible a lo que me iba encontrando por delante y es que aún siendo un trayecto recorrido en muchas ocasiones, mejor no fiarse.
¿Y qué pasó? Pues que entre subir y bajar tija me volví a cargar el tornillo de apriete y eso sí que no me lo esperaba, achaqué la rotura anterior a una mala calidad del mismo pero el que le metí de la ferretería me parecía mucho más fiable desde luego aunque está claro que no es así, y después en casa mirándolo bien pude observar que se rompe más por torsión que por estiramiento, la rosca donde se aprieta debe tener un mínimo movimiento de rotación que se debe perder por la misma suciedad que pueda recoger y ahí es donde se produce la quiebra, tendré que sustituirlo pero de momento he puesto otro cierre que, aunque más tocho, no se mueve y además me permite manejarlo sin tener que bajarme de la bici, lo cual es toda una ventaja, dicho sea de paso.
Aunque es una faena quedarse sin cierre en mitad del monte el propio sistema de la tija, con sus tornillos de tope, me permitieron mantenerla en una altura determinada aunque no en la adecuada, me faltaban varios centímetros de altura y lo noté en demasía en la vuelta, por carretera primero hasta Son Termens y por el camí de Passatemps después donde tenía ya los muslos en fuego, tenía que rodar estilo chino y es bastante jodido, tenía que levantarme cada poco y además iba muy lento con lo que la vuelta se me hizo bastante larga pero a pesar de ese contratiempo a medio solucionar (peor hubiera sido llevarla abajo del todo sin ese sistema) podemos calificar la salida como buena, de transición pero buena, y ese día sí cayó una cervecita al sol, ¿o fue shandy?.
Me llevan a Son Macià por la zona más cercana a la autopista sin poder dejar de pensar si en algún momento vamos a encontrarnos la barrera de entrada a la finca cerrada ahora que al parecer se ha abandonado, lo cual es un completo desperdicio visto como es el antiguo caserón aunque si nos atenemos a los muchos ejemplos que pueblan nuestros campos y montañas se puede esperar cualquier resultado.
Sin más novedad llegamos al pueblo donde, tras unos minutos de parada en el aparcamiento, emprendemos la subida hasta el merendero, subida calmada y sin agobios, propia de elementos desentrenados y poco proclives a las bravatas, lugar donde discutimos los pasos a seguir y donde me toca convencer a alguno de seguir rodando un poco más y no tirarnos de buenas a primeras al monte, con ello consigo alargar el horario un poco más.
No hacía ni cinco minutos que habíamos salido cuando me dí cuenta de que la bajada que había propuesto no era por donde pensaba, está mucho más lejos y no es por no ir, es por el horario, así que dimos media vuelta para volver a las mesas por el camino antiguo, interesante pero corto. No hace falta parar, tiremos recto, aunque es mucho mejor llevar la horquilla abierta del todo para afrontar más cómodo y seguro el siguiente reto que será la Coma Gran y dado que tuve que parar a bajar la tija empecé como segundo y en ese orden llegamos a la barrera y aunque oía respirar al compañero por delante ni me distraje un solo segundo en localizarle con la mirada para así estar lo más atento posible a lo que me iba encontrando por delante y es que aún siendo un trayecto recorrido en muchas ocasiones, mejor no fiarse.
¿Y qué pasó? Pues que entre subir y bajar tija me volví a cargar el tornillo de apriete y eso sí que no me lo esperaba, achaqué la rotura anterior a una mala calidad del mismo pero el que le metí de la ferretería me parecía mucho más fiable desde luego aunque está claro que no es así, y después en casa mirándolo bien pude observar que se rompe más por torsión que por estiramiento, la rosca donde se aprieta debe tener un mínimo movimiento de rotación que se debe perder por la misma suciedad que pueda recoger y ahí es donde se produce la quiebra, tendré que sustituirlo pero de momento he puesto otro cierre que, aunque más tocho, no se mueve y además me permite manejarlo sin tener que bajarme de la bici, lo cual es toda una ventaja, dicho sea de paso.
Aunque es una faena quedarse sin cierre en mitad del monte el propio sistema de la tija, con sus tornillos de tope, me permitieron mantenerla en una altura determinada aunque no en la adecuada, me faltaban varios centímetros de altura y lo noté en demasía en la vuelta, por carretera primero hasta Son Termens y por el camí de Passatemps después donde tenía ya los muslos en fuego, tenía que rodar estilo chino y es bastante jodido, tenía que levantarme cada poco y además iba muy lento con lo que la vuelta se me hizo bastante larga pero a pesar de ese contratiempo a medio solucionar (peor hubiera sido llevarla abajo del todo sin ese sistema) podemos calificar la salida como buena, de transición pero buena, y ese día sí cayó una cervecita al sol, ¿o fue shandy?.