Hacía ya tiempo que andaba detrás de unos caminos por la zona de Sóller. Lo primero fue localizar el segundo camí de metre comenzando desde el camino principal. La verdad es que lo encontré un poco de casualidad porque iba solo, por tanto sin maquinaria, ni GPS, ni cuentakilómetros, ni tan siquiera reloj, (bueno sí, el del teléfono, pero no lo miré). Tan solo un golpe de suerte lo hizo posible, ya que uno de los numerosos pinos atravesados que había en el camino cayó justo sobre la piedra donde estaba pintada la flecha que marcaba el desvío y al pararme la ví.
Eso fue solamente una primera parte porque sobre los mapas que manejo se ve un enlace desde esa zona hacia el Pujol d'en Banya pero ya he notado que hay diferencias entre lo dibujado y lo hallado. Por tanto hice algunas averiguaciones y me comentaron algo de un llamado Pas des Pi. Por las indicaciones que me dieron no lo ví claro hasta poder ver un track en la pantalla del ordenador, y ello no fue posible hasta que alguno de mis compañeros que lo tienen vinieran a hacer esa bajada. La planteé algunos meses después y la hicimos un domingo.
Después de ver el track lo ví más claro y no podría pasar mucho tiempo antes de que fuera a comprobarlo personalmente y ayer fue el día elegido. Haría buen día y sería una ruta corta. Pepe había preparado una larga y dura y sabía que aún no estoy para echar cohetes, y con una comida familiar el domingo pues que estaba decidido que fuera el sábado. Mientras Juan y Carlos al quite a ver que se decidía y en principio les pareció bien, un poco ajustado de timing me parecia a mí, pero bueno. Así y todo quedamos en vernos a las ocho y media para ajustarlo un poco más.
Un poco más tarde de la hora prevista llegué arriba del Coll de Sóller pero ellos aún llegaron más tarde. No sabía si vendría alguien más; eso de “ruta para todos los públicos” pareció no convencer y sabiendo los que salían el sábado y cuales el domingo, poca gente quedaba ya. O sea que, sin presión añadida, nos ponemos en marcha tras repostar un poco de agua en la fuente de la carretera. Ya en los primeros metros nos damos cuenta de que esta vez no se va a parecer en nada a la anterior. Las ruedas patinan que dan gusto e impiden que se encadenen largos tramos (ya de por sí dificultosos en frío) sin poner pie a tierra. Por todo ello la marcha era bastante lenta. Hasta Juan estaba convencido de que me había equivocado de camino. Cinco kilómetros más lejos se convenció, a la vista del pino, de que no era cierto.
Bajamos hasta el segundo camino y efectivamente, en la primera curva a derechas, vi el hito, y luego otros aéreos, incrustados entre las ramas de las encinas. Solamente es un pequeño repecho hasta un coll de tords y detrás un sendero en descenso espectacular. Lo recorrí un corto tramo para asegurarme, solamente hasta que ví las rossegueres. Después volví atrás a buscar a mis compañeros y hacerlo con la bici. Para ser sinceros, hacerlo con la bici fue hacerlo nosotros y las bicis, cada uno por su lado, pero estoy seguro de que veré a alguien bajarlo, no lo pongo en duda. El paso por los deslizaderos no es complicado y enseguida estamos al otro lado donde ahora sí podemos montar con mejor suerte. Nos topamos con una pared con un portillo tapiado que nos obliga a encaramarnos y casi al lado, otra pared con otro portillo y a veces te preguntas por la finalidad de estas obras porque es evidente que tuvo que tener alguna, ya que el tiempo y el coste gastado en su construcción tuvo que ser importante. Pero desde luego yo no me lo imagino a día de hoy.
Lo que sí vi fue que hay otro coll de tords montado al lado y supuse que se trataba de un sendero de cazadores, transitado por ellos y algún excursionista ocasional. Bikeros, creo que pocos. La bajada desde el coll mejora aún más y nos va encendiendo pero no por mucho tiempo porque es corta. Pronto llegamos a las cercanías de una casa y tenemos que pasar por delante mientras los perros ya están ladrando, pero no se acercaron. Al doblar la curva aparece la pega. Barrera cerrada, alta pero sorteable, que pasamos tranquilamente porque no habíamos visto a nadie por allí. Después eché un vistazo y vislumbré un paso entre la rejilla que ya ha sido doblada y retorcida, lo cual se puede aprovechar para otras ocasiones.
Desde la barrera baja una pista cementada y vemos bastantes casas y porxos antes de llegar a la casa del Pujol d'en Banya, con numerosa maquinaria por los alrededores. Tomamos el Camí de Castelló hasta el desvío del Camí de Rocafort y compruebo que no ha tenido tiempo de secarse, con lo que la bajada no tiene la seguridad que da el terreno seco, por lo que tenemos que bajar como verdaderos principiantes. Nos paramos a merendar algo en el puente que cruza la vía. Es un buen lugar. Debían ser ya las doce, si no más (lo sabré cierto cuando vea las fotos de Carlos, que es el único que lleva aparatos) y el timing empezaba a peligrar. Por eso seguimos bajando hasta el pueblo pero volvemos a subir por el Camí de Montreals sin entrar en el pueblo. Se trata de un camino de carro cementado con una pendiente moderada. Y claro, cuando haces una subida larga y un buen trecho es bastante fácil quiere decir indefectiblemente que el resto será bastante difícil. Y eso es exactamente lo que sucede en esta subida, el final es lo máximo. De hecho, esas rampas ya se han hecho famosas. Bikeros de toda la isla tienen un reto pendiente allí (aunque algunos aún no lo sepan).
Por nuestra parte diremos que...lo solventamos de aquella manera. Podría poner cien excusas pero lo dejaré para otra ocasión. Estaba más concentrado en buscar por dónde debía ir que en otra cosa. No recordaba nada de ese lugar, solamente que había un sendero que bajaba y un porxo. Ahora con la pista todo es muy diferente; pero no fue difícil encontrarlo. Arriba especulamos un poco si quedaba mucho por subir o no y volvimos a comprobar lo difícil que era rodar ese día, pero fué justamente cuando empecé a sentirme un poco más cómodo mientras mis dos acompañantes iban quedándose atrás. Y efectivamente, seguimos subiendo hasta los seiscientos once metros pero al menos se han quitado los pinos que estaban atravesados. Ese camino, tanto en subida como en bajada, es fenomenal y cuando las piedras mojadas lo permitían, lo disfrutaba.
Ni que decir que acabamos tarde pero creo que es una buena ruta para hacerla en mucho menos tiempo y en plan un poco más machacón. Habrá que repetirla muy pronto pero eso será después de haber intentado otro descenso por la zona. Está en preparación.
Eso fue solamente una primera parte porque sobre los mapas que manejo se ve un enlace desde esa zona hacia el Pujol d'en Banya pero ya he notado que hay diferencias entre lo dibujado y lo hallado. Por tanto hice algunas averiguaciones y me comentaron algo de un llamado Pas des Pi. Por las indicaciones que me dieron no lo ví claro hasta poder ver un track en la pantalla del ordenador, y ello no fue posible hasta que alguno de mis compañeros que lo tienen vinieran a hacer esa bajada. La planteé algunos meses después y la hicimos un domingo.
Después de ver el track lo ví más claro y no podría pasar mucho tiempo antes de que fuera a comprobarlo personalmente y ayer fue el día elegido. Haría buen día y sería una ruta corta. Pepe había preparado una larga y dura y sabía que aún no estoy para echar cohetes, y con una comida familiar el domingo pues que estaba decidido que fuera el sábado. Mientras Juan y Carlos al quite a ver que se decidía y en principio les pareció bien, un poco ajustado de timing me parecia a mí, pero bueno. Así y todo quedamos en vernos a las ocho y media para ajustarlo un poco más.
Un poco más tarde de la hora prevista llegué arriba del Coll de Sóller pero ellos aún llegaron más tarde. No sabía si vendría alguien más; eso de “ruta para todos los públicos” pareció no convencer y sabiendo los que salían el sábado y cuales el domingo, poca gente quedaba ya. O sea que, sin presión añadida, nos ponemos en marcha tras repostar un poco de agua en la fuente de la carretera. Ya en los primeros metros nos damos cuenta de que esta vez no se va a parecer en nada a la anterior. Las ruedas patinan que dan gusto e impiden que se encadenen largos tramos (ya de por sí dificultosos en frío) sin poner pie a tierra. Por todo ello la marcha era bastante lenta. Hasta Juan estaba convencido de que me había equivocado de camino. Cinco kilómetros más lejos se convenció, a la vista del pino, de que no era cierto.
Bajamos hasta el segundo camino y efectivamente, en la primera curva a derechas, vi el hito, y luego otros aéreos, incrustados entre las ramas de las encinas. Solamente es un pequeño repecho hasta un coll de tords y detrás un sendero en descenso espectacular. Lo recorrí un corto tramo para asegurarme, solamente hasta que ví las rossegueres. Después volví atrás a buscar a mis compañeros y hacerlo con la bici. Para ser sinceros, hacerlo con la bici fue hacerlo nosotros y las bicis, cada uno por su lado, pero estoy seguro de que veré a alguien bajarlo, no lo pongo en duda. El paso por los deslizaderos no es complicado y enseguida estamos al otro lado donde ahora sí podemos montar con mejor suerte. Nos topamos con una pared con un portillo tapiado que nos obliga a encaramarnos y casi al lado, otra pared con otro portillo y a veces te preguntas por la finalidad de estas obras porque es evidente que tuvo que tener alguna, ya que el tiempo y el coste gastado en su construcción tuvo que ser importante. Pero desde luego yo no me lo imagino a día de hoy.
Lo que sí vi fue que hay otro coll de tords montado al lado y supuse que se trataba de un sendero de cazadores, transitado por ellos y algún excursionista ocasional. Bikeros, creo que pocos. La bajada desde el coll mejora aún más y nos va encendiendo pero no por mucho tiempo porque es corta. Pronto llegamos a las cercanías de una casa y tenemos que pasar por delante mientras los perros ya están ladrando, pero no se acercaron. Al doblar la curva aparece la pega. Barrera cerrada, alta pero sorteable, que pasamos tranquilamente porque no habíamos visto a nadie por allí. Después eché un vistazo y vislumbré un paso entre la rejilla que ya ha sido doblada y retorcida, lo cual se puede aprovechar para otras ocasiones.
Desde la barrera baja una pista cementada y vemos bastantes casas y porxos antes de llegar a la casa del Pujol d'en Banya, con numerosa maquinaria por los alrededores. Tomamos el Camí de Castelló hasta el desvío del Camí de Rocafort y compruebo que no ha tenido tiempo de secarse, con lo que la bajada no tiene la seguridad que da el terreno seco, por lo que tenemos que bajar como verdaderos principiantes. Nos paramos a merendar algo en el puente que cruza la vía. Es un buen lugar. Debían ser ya las doce, si no más (lo sabré cierto cuando vea las fotos de Carlos, que es el único que lleva aparatos) y el timing empezaba a peligrar. Por eso seguimos bajando hasta el pueblo pero volvemos a subir por el Camí de Montreals sin entrar en el pueblo. Se trata de un camino de carro cementado con una pendiente moderada. Y claro, cuando haces una subida larga y un buen trecho es bastante fácil quiere decir indefectiblemente que el resto será bastante difícil. Y eso es exactamente lo que sucede en esta subida, el final es lo máximo. De hecho, esas rampas ya se han hecho famosas. Bikeros de toda la isla tienen un reto pendiente allí (aunque algunos aún no lo sepan).
Por nuestra parte diremos que...lo solventamos de aquella manera. Podría poner cien excusas pero lo dejaré para otra ocasión. Estaba más concentrado en buscar por dónde debía ir que en otra cosa. No recordaba nada de ese lugar, solamente que había un sendero que bajaba y un porxo. Ahora con la pista todo es muy diferente; pero no fue difícil encontrarlo. Arriba especulamos un poco si quedaba mucho por subir o no y volvimos a comprobar lo difícil que era rodar ese día, pero fué justamente cuando empecé a sentirme un poco más cómodo mientras mis dos acompañantes iban quedándose atrás. Y efectivamente, seguimos subiendo hasta los seiscientos once metros pero al menos se han quitado los pinos que estaban atravesados. Ese camino, tanto en subida como en bajada, es fenomenal y cuando las piedras mojadas lo permitían, lo disfrutaba.
Ni que decir que acabamos tarde pero creo que es una buena ruta para hacerla en mucho menos tiempo y en plan un poco más machacón. Habrá que repetirla muy pronto pero eso será después de haber intentado otro descenso por la zona. Está en preparación.