El contratista

Hoy he decidido hacer una excepción y no es la de hacer una ruta en condiciones, como subir a la Mola de Planícia, por ejemplo, aunque seguro que alguno lo habrá pensado visto el nivel que se asume en cuanto a rutas en los últimos meses, no, no va de eso, lo que he hecho es incitar a un compañero de aventuras bicicleteriles a que redacte él la crónica de lo sucedido en la ruta, ya que él fue el instigador de la misma que se la cocine hasta los postres, yo he ido de rebote, pasaba por allí, como quién dice.

Terròs es de quién estoy hablando, otro Jaume (hay pocos en Mallorca), me solicitó cierta información sobre una ruta a la que le tenía ganas y que le suscitaba algunas dudas, es lo que tiene el ir solo entre semana. No lo vió claro y la aplazó pero tras mi ofrecimiento para acompañarle buscó un hueco para un fin de semana y hoy ha sido el día. Como tres son mejor que dos ha invitado a un amigo suyo, Danox, que a su vez se ha presentado con otro acompañante, Greg, de afuera, de la France, que como es normal llevaba una Rockrider. La bici era XC, pase, pero es que las cubiertas eran lisas y finas, nada apropiadas para el tipo de terreno que íbamos a pisar, ya veremos lo que pasará. Nos ha alentado escuchar que ha recorrido el camí de cavalls con ellas y disfrutó, salgamos pues.

Primera parte por carretera hasta el coll des Grau lógicamente en plan alentamiento y sin muchas prisas aunque hayamos empezado con retraso. Pista de la Campaneta donde cogemos pista de tierra al principio y empedrado por el GR después lo que supone poner los primeros pies en el tramo más duro para continuar por la primera bajada y posterior subida hasta el coll d'Estellencs donde hacemos el receso.

Me ha gustado revivir el paso hacia Planícia, tanto por el sendero como por el camino más ancho por el interior de la finca, bien bajando bien llaneando es siempre una delicia pero no veas como me ha dejado la bici. Vamos por la parte de atrás pero sin llegar a las casas porque me veía venir que habría que recurrir a alguna estrategia para ganar tiempo, la idea primera de ir a buscar el inicio del camino de la mola para empezar desde ahí la ascensión me parecía muy optimista dado el horario ajustado de que disponíamos, así que hemos tirado directos por el pas de sa Mola con lo que eso implica, un pateo del bueno y cuesta arriba aunque el sitio merece la pena visitarlo.

Una vez en el camino principal la cosa va más rodada, es muy agradecido y todos comparten esa opinión, nadie se queda atrás ni siquiera Greg con sus gomas de juguete pierde comba así que sin grandes inconvenientes llegamos al top, no sin antes hacer la parada obligatoria en los aujubets. Ya solo queda bajar pero los compañeros no quieren dejar pasar la oportunidad de subir hasta la cima ya que me parece recordar, y así se lo comento, que no está muy lejos, yo me quedo en el sitio mientras ellos se van, doy una vuelta por ahí cerca donde me ha parecido ver un desvío pero de parado no me parece gran cosa.

A la vuelta nos vamos preparando para la bajada cuando llegan otros bikeros de la cumbre y me extraña que no se hayan visto allí, es porque en realidad los compañeros no han subido hasta el geodésico y los otros sí. Se conocen pero no van a bajar por donde nosotros, según ellos es “una mierda de bajada con cuarenta minutos de pateo”, venga, anímamelos, así que cada uno por su lado y todos contentos.

Antes de llegar a la hondonada me la pego en un escalón, salgo por encima y me golpeo un dedo del pie derecho lo que no me impide continuar al cabo de unos momentos. Efectivamente hay unos minutos de pateo pero no la cantidad que argumentaban los visitantes y no hacen mella en la moral del grupo, ni siquiera sale una nota de queja de la boca de Greg que sería por lógica el primero en proferirla, en cambio es Danox quién más se va animando en las curvas y las trialeras, no le falta técnica.

La zona de ses Rotasses es espectacular y se va despejando a medida que desciendes con lo que la sensación de velocidad y diversión aumentan a la par, y no digamos cuando pillas ya el camino más ancho aunque sin dejar de estar atento a alguna rama traicionera. Llegamos al camí des Correu sin más novedad que otra castaña mía en la que la bici literalmente se fue a tomar viento no sé muy bien porqué y yo me volví a golpear el mismo pie sin encontrar tampoco explicación convincente. Dado que ese camino es bastante fácil de seguir opto por llevarlos al tobogán y me ahorro así las explicaciones pertinentes cuando no conoces algo, un pase vale más que mil palabras. Ningún problema serio para sortear algunos árboles y podemos gozar de una buena sesión de patinaje por lo que llegamos a la carretera sanos y salvos.

La opinión de los compañeros es de satisfacción por la ruta recorrida, mejor, aunque eso se notaba a simple vista durante el trayecto, yo he disfrutado igual que ellos, o más, o menos, no se sabe pero lo cierto es que me ha venido de perlas esta ruta y les agradezco que me hayan dejado compartirla con ellos, a ver si coincidimos en otra ocasión.


Subcontrata

Sea por desgana, por pereza o por falta de ideas la cuestión es que esta es una crónica atípica en los 10 años de existencia de pedalades ya que el narrador no es Kapax sino un servidor, Terròs en Internet. Y es que a mi petición aceptada por parte de Kapax de servirme de guía hasta la cima de la Mola de Planícia y vuelta abajo se me impuso una condición: escribir la crónica. Y la acepté con ganas, pero con unas ciertas dudas ya que, para alguien no avezado a escribir, es un reto. Espero estar a la altura... aunque eso lo juzgará quién lea estas líneas, así que allá vamos.

A las 8,30 de la mañana encuentro en la Granja d’Esporles. Kapax llega no solamente puntual, sino con un par de minutos de antelación. Llega solo, ya que por lo visto Juan, consciente de adonde queríamos ir, no ha querido sumarse alegando motivos varios. Él sabrá… lo que sí es cierto es que los demás llegan con cierto retraso. Así que charla sobre los diferentes caminos de la zona hasta que llegan Danox y un invitado hasta la hora desconocido, Greg, un francés afincado en la isla desde hace dos años que nos sorprende por su montura. No solamente porque sea una RockRider que hace joven a la de Kapax, ni porque estuviera equipada con un sillín-taburete, sino porque lleva unos neumáticos de 1’60 de balón y, ATENCIÓN, sin tacos. Ante la directa interpelación de Kapax “Ón vas amb això???” nos explica en perfecto castellano que recientemente ha realizado con “això” el Camí de Cavalls sin ningún problema aparte de un pinchazo. Así que ya está todo dicho: montamos y nos dirigimos hacia el camino de sa Campaneta por el soberbio Vall de Superna. Que vale, que sí, que es asfalto, pero es un lugar espléndido.

Llegada al desvío de sa comuna donde hay que realizar una parada para aligerar ropa, y es que las previsiones de mal tiempo que durante toda la semana hacían peligrar la salida han resultado completamente erróneas, ya que hemos disfrutado de un día espectacular para la práctica de nuestro deporte. Subida a ritmo regular (demasido lento para Kapax…) y nueva parada tras atravesar las barreras para contemplar las vistas sobre Puigpunyent y, a lo lejos, como bien apuntó Greg, na Bauçana. Y es que se ve que durante estos dos años viviendo en nuestra isla no ha perdido el tiempo y conoce bastante de la Serra. Y, lo que es más, la sabe apreciar mejor que muchos locales.

Seguimos por el camino hasta llegar al desvío hacia el Coll d’Estellencs. Aquí hemos seguido por el empedrado ya que quien escribe estas líneas iba en cabeza y no tenía idea que se puede salvar ciclando por los marges. Superado este tramo toca primer trozo de bicipateo intermitente provocado en ocasiones más por la impericia de los bikers que por otra cosa, aunque pasado el Coll la pendiente ha puesto a cada uno en su sitio según su estado físico. O sea, a casi todos con los pies en el suelo en un momento u otro.

Seguimos circulando sin más novedad que algunas explicaciones sobre los elementos de la Pedra en Sec a nuestro invitado francés hasta atravesar el portillo que da incio a la rápida bajada que empalma con la pista de s’Aujub des Cristians y que deja unas excelentes vistas sobre la zona de Banyalbufar. Allez. Pertrechados con las protecciones (los que llevábamos) hemos iniciado el descenso, con muy buenas sensaciones en lo que a mí respeta y también para los demás (creo). Aquí supongo que habrá sido donde Greg más ha podido disfrutar bajando ya que el camino está muy limpio de piedras y la falta de balón no tiene porque ser ningún contratiempo mayor. La falta de tacos sobre la hojarasca imagino que es otro cantar… pero qué sensaciones le ha provocado debería explicarlo él. El hecho es que nos hemos encontrado todos enteros y con una sonrisa en el cruce de caminos. A partir de aquí, Kapax se ha puesto al frente y, ante nuestra presión por ajustar el timing a nuestros compromisos familiares ha decidido que lo mejor era subir por es Pas de sa Mola. Y aquí debo hacer un punto y aparte en la crónica, mientras Greg se come su enorme baguette ante la atónita mirada de un Kapax que, como manda la tradición, planeaba berenar en los aujubs.

El auge de este deporte hace que mucha gente se haya comprado una bicicleta y haya tirado para el monte. Yo mismo, sin ir más lejos. Una parte (importante) de la gente que monta por la montaña busca rodar y rodar, sin querer poner pie a tierra en ningún momento. Otros sencillamente buscan la adrenalina que deja una buena bajada sin importar por qué parajes transcurra la ruta. Otros, entre los que me incluyo, salimos de excursión con la bicicleta y tenemos muy en mente que, en algunos tramos, hay que patear. Por supuesto que muchos factores influyen en el pateo aparte del terreno: el estado de forma, la bicicleta, el manejo que se tenga de ella… pero sí o sí, en algún momento, en algún lugar, habrá que patear. Y cuando eso sucede de nada sirve el lamentarse, sino que cabe maravillarse ante el esfuerzo que nuestros antepasados hicieron para abrir un paso donde antes no se podía ni caminar. Pero claro, esta es una opinión muy subjetiva y habrá quienes piensen lo contrario. Afortunadamente, y en contra de lo que otros declaren en medios locales, los caminos de la isla son muchos y hay para todos los gustos. Así que nada, bicicleta al hombro y cap es Pas de sa Mola falta gent!.

Una vez llegados al primer aujub, nuevas explicaciones arquitectónicas a nuestro invitado extranjero y del tirón hasta Els Aujubets. Una gozada las paellas o serpiente en subida, por cierto! Pasadas estas y también las flatulencias cortesía de Danox (provocadas, imagino, por sus brebajes nutritivo-ecológicos) hemos circulado hasta el punto donde empieza la bajada. Allí, y tras unos instantes de indecisión ya que el timing no iba a cumplirse, se ha decidido ir a pie a gozar de las vistas que la Mola de Planícia deja sobre gran parte de la isla y que ilustran esta crónica, mientras Kapax hacia guardia cerca de las bicis… tumbado en el suelo con los ojos cerrados. Pendiente queda una visita hasta el geodésico.

Tras el reencuentro con nuestro sherpa de ascendencia sollerica y mientras nos preparábamos para la bajada nos hemos encontrado con otro grupo de 4 bikers encabezado por Tomeu Picarola que circulaban por la zona y que iban decididos a bajar por donde habían subido, o sea por la pista. Tras un tímido intento de Kapax a que se sumaran a nuestro reducido grupo han seguido en sus trece alegando que esa bajada no valía la pena porque suponía bajar a pie durante 40 minutos sorteando piedras del tamaño de autobuses… lo que a todas luces era una exageración. Con fundamento, pero claramente una exageración. Así que nosotros también hemos seguido en nuestros trece y, no sin cierta inquietud provocada por la terrible descripción de la bajada, hemos empezado el largo descenso.

Tras un primer trozo de pateo siguiendo fites no siempre claras, hemos disfutado del pedregal trialero donde Danox ha estado por dos veces a punto de caerse intentando coger una curva cerrada levantando la rueda trasera. Hito que ha conseguido a la tercera, dejando la caída (tonta, por cierto) para Kapax que afortunadamente no ha sido de importancia pese al pedrolo que le ha servido de freno. Una vez ya en el sendero el terreno es mucho más agradecido. La bajada es divertida, rápida y sin complicaciones… a no ser que lleves unas cubiertas lisas y sin balón. Ciertamente a Greg se le habrá hecho largo el descenso, excepto en su tramo final hasta empalmar con el Camí des Correu, donde ha podido circular rodando… o más bien patinando.

Reagrupados en el Correu, o sea en terreno conocido por (casi) todos y pensando ya que rodaríamos sin más dilación hasta sa Granja por dicho camino, ha aparecido la Kapaxada final. Nos ha propuesto una alternativa: un tobogán campo a través que finaliza sobre la carretera Esporles – Banyalbufar, cerca de un curioso estanque natural. Así que le hemos hecho caso sin rechistar (ningú ha protestat avui, eh, Jaume) y nos hemos tirado sin más contratiempos que, en mi caso particular, las dudas que me plantea una pendiente donde no alcanzo a ver la zona de frenada.

Cinco minutos más tarde ya estábamos de vuelta en la Granja y el comentario de la ruta ha sido muy positivo a pesar de que parte de ella ha sido a pie. “Muy bien” han sido las palabras textuales de Greg a pesar de la clara limitación que tenía con su bicicleta. Y es que para disfrutar de este deporte (y a pesar de que ayude) no hace falta una gran máquina y mucho menos un casco de última tecnología. Lo que cuentan son las ganas.

Buena ruta, buen día y, como casi siempre, buena gente. ¡Cuánto mundo más allá del sofá!


Cerrando el círculo

Habrá una carrera de competición en el circuito de Peguera y como algunos quieren apuntarse pues como que las miradas ya apuntan en esa dirección y han preferido acercarse para empezar a catar el terreno y tener controlado el asunto, yo como no voy a ir a competir pues como que me da igual y he preferido ir a acabar los deberes por la Vileta, los que dejé pendientes la semana pasada por la visita de Xiscomtb y adláteres, a los que acompañé en su paseo por la Fita.

Juan viene, no sin cierta aprensión pero viene, aún temiéndose lo peor, sé que si soy muy explícito no querrá acompañarme, la primera bajada no varía mucho de la que hicimos por el clot y no le gustó, solamente una decisión más firme por su parte podría mejorar el asunto. Pero antes de llegar a la bajada hay que hacer una subida, es evidente, vivimos a nivel del mar, y por eso nos dirigimos hacia el punto de salida idóneo para esta ruta, el camí de Jesús (por ahora no le han cambiado el nombre) pero para circular lo mínimo por carretera cruzamos el polígono de Can Valero para ir a encontrar el camí de Son Anglada y dirigirnos a la entrada de la cantera abandonada ya por carretera.

Subo un poco mejor que la vez anterior, solo un poco, pero arriba tomo el desvío de la izquierda y antes de llegar al pino tumbado giramos otra vez a la izquierda para tomar un camino menos evidente y con algunos repechos no muy empinados pero sí muy continuados que hacen que deba poner pie a tierra en varios puntos para recuperar un poco el resuello antes de llegar al cruce. Optamos por ir directos a la pared, primero por el tramo de bosque con el suelo ya muy pisado por las motos hasta el segundo cruce donde tenemos creo la mejor vista de Palma y continuando a cara descubierta por donde ya se empieza a notar el fuerte viento que nos azota, sin frío pero con bastante fuerza. Llegamos a la pared, la atravesamos y volvemos atrás hasta encontrar el desvío y luego el desvío del desvío que Juan no veía, y yo también perdí en algún momento, pero que gracias a los pases anteriores tenía clara su dirección. Es una zona con bastante pendiente, con piedras por en medio que te obligan a cambiar de dirección y que sin una buena técnica y mejores frenos te penaliza en exceso, por eso la hicimos caminando, claro.

No era el mejor inicio para un dubitativo compañero que tampoco apreció mejora en el tramo que le sigue cuando es claramente evidente, y si ya has hecho montado el anterior ni te cuento. No lo hice de una tirada, le esperé pero mis exhortos de ánimo no lo convencían y más bien preparaba la retirada antes de animarse para la siguiente bajada. Y así fue, porque tras comer algo en la pista principal del cementerio y dirigirnos hacia la subida del coche quemado allí se dió media vuelta sin esperar a verlas peor. Hay que animarse pero si el organismo no te corresponde tampoco hay que castigarlo más de la cuenta, se supone que salimos para divertirnos y si no sucede la actividad pierde su sentido lúdico y es mejor no continuar. Veremos si para la semana que viene sube su motivación ya que tenemos preparada una ruta aún más dura y exigente.

Yo seguí subiendo hasta el desvío pero al poco ya tuve que descabalgar. Me pareció reconocer un tramo empedrado hasta un horno de cal pero al final es una empinada cuesta de tierra abierta por las motos, que precisamente estaban por allí aunque no esperaba que bajaran, por el escándalo más bien parecía que subían delante de mí. Llego al cruce y ya no están y me olvido de ellas, tiro hacia la pared otra vez y tras atravesarla giro esta vez a la izquierda. Como bien había intuido Juan tiene un largo y divertido tramo casi plano antes de empezar los diferentes tramos de bajada.

Lo primero que nos encontramos es una roca con un escalón de más de medio metro para dar confianza y fáciles tramos de camino con curvas en pendiente por el interior del bosque para empalmar con varios toboganes de tierra muy empinados que pondrán la sonrisa en la cara de más de uno, a otros se la borrará, no hay término medio, o lo bajas o no lo bajas. Al final le sigue un sendero colindante con una pared que empalma con una de las pistas cercanas al cementerio. Buen itinerario.

Veía pasar a varios bikeros por la pista principal mientras me acercaba al final de mi recorrido y pude comprobar quiénes eran al llegar a la rotonda ya que estaban allí parados, una buena representación de los Tramuntanaenduro que habían cambiado una sesión de entreno por Peguera por los descensos más radicales de la zona, DH militar, Champi, Avet, en fín, palabras mayores. Charleta hasta algún bar de la zona donde nos despedimos hasta una próxima ocasión, igual tanto referirse a la cita de Peguera por unos y otros haga que me acerque a disfrutar un poco del ambiente, ya me iré enterando de los pormenores, creo que aún tengo varias semanas por delante, por ahora me centraré en la salida del próximo finde en la que unos compañeros me han pedido que les acompañe aunque he puesto alguna condición, y no son cervezas.


Como que esta salida se ha quedado un poco corta de todo, de kilómetros sobre todo, unos 23, porque de desnivel asimismo han salido unos 700m (no sé si creérmelo), me he tomado la libertad de salir otro poco esta mañana y redondear los números. De hecho he recorrido más distancia con la mitad de desnivel en la mitad de tiempo, solamente ha sido subir al monumento de Na Burguesa y volver pero como lo tengo en la otra punta pues sale ese kilometraje.

No lo cuento por el tema de los números sino porque he vuelto por la cuesta de Madre Alberta y al llegar casi al colegio he adelantado a un ciclista que iba delante (lógico por otra parte) y al que no he saludado pero después me veo venir de frente a Jose Carlos montado en bici, ha sido como aparición, ¿que put... hace este hoy por aquí? Y resulta que el que había adelantado era Ángel, viejo compañero de aventuras del primero más otro compinche que también rodaba por allí. Nada, que se había aburrido un poco de las pistas de la marina de Llucmajor y añoraba nuestra bonita sierra a la que ahora no puede acercarse con la asiduidad que le gustaría pero ya sabe que cuando quiera montamos una quedada de petados que estoy seguro que estaría concurridísima.

Antes de llegar al vehículo nos ha dado tiempo aún de saludar a Sito que también hemos encontrado por la barriada, pero no nos lo podemos contar todo en diez minutos y cada mochuelo sale en busca de su olivo respectivo. No sé qué hora es, solo espero no llegar tarde a la cita que tenía esta mañana y por eso vuelvo pisando fuerte, sin respetar semáforos ni leches a sabiendas de que solamente en domingo, con la ciudad vacía, se puede ir de esa guisa, el resto de días sería casi de dementes intentarlo.


Cogiendo altura

Ya sabía desde mediados de semana que no contaría con la presencia de Juan que me contó una milonga de cipreses y doctores que no había por donde cogerla, pero bueno, como no lo puedo obligar tendré que buscar alternativas. No están acabados los deberes en la Vileta, me queda una bajada por probar y no quiero ir con alguno(s) que me la recuerde durante meses así que prefiero ir solo antes, y me voy mentalizando para ello y buscando por donde alargar porque eso será al principio y luego hay que continuar dando pedales.

Me suena el pitidito de los mensajes, es Xisco que me anuncia que se viene a Ciutat para rodar por la Fita y me invita a participar, vamos subiendo escalones, del castillo a na Burguesa, de la sierra a la Fita, la cosa avanza, lo cual me anima y me apunto. Suena otra vez el cacharro, Sitopmi me hace saber su ruta, Esporles y no sé qué más pero ya estoy comprometido, además quedan más tarde y salen aún más tarde, todo lo contrario que los pobleros que me cuenta que a menos cuarto están a sitio, y yo en mi casa!, de todas maneras llegué a las nueve clavadas y pudimos partir casi a la hora.

La ruta, la que todo el mundo sabe, bueno eso solo es exacto si vas por donde va todo el mundo porque no es menos cierto que siempre queda algún rincón por explorar, otra cosa es que luego valga la pena. Se empieza por el sempiterno Bunyolí donde no hace mucho estuve, concretamente el día de Son Roca, no es que venga de paso pero lo incluí para engordar un poco las estadísticas, y lo que ví en pantalla la primera vez no me gustó mucho, media hora de pedaleo para tres kilómetros me pareció excesivo y esta segunda subida ha corroborado los datos de la primera aunque ha sido un poco inferior, no es que intentara bajar tiempos, en realidad no pensaba en ello mientras ascendía, la mayor parte de la subida la hice con Tòfol, compañero y vecino de Xisco que le acompaña ahora en casi todas las salidas, veterano de edad pero novato de la mtb a la que ha llegado cansado de rodar por asfalto y que contagia las ganas de disfrute a quién se acerca a su lado.

Paramos en la barrera a esperar a los rezagados y empiezan a llegar bikeros de todos los colores y uno de ellos es Miki el tramuntanero y después aparece también Biel y se me pasan los minutos charlando hasta darme cuenta de que se han ido los mios y salgo tras ellos. Consecuencia, hago la subida solo hasta que pillo a los últimos en las antenas y allí paramos a comer algo mientras vuelven a llegar los inqueros y nos toman el relevo en el berenar.

Casi en la salida nos topamos con otro bikero conocido de Tòfol con una gordita y nos da algunas informaciones sobre el invento y yo no dejo pasar la oportunidad de indagar un poco más sobre algunos aspectos mecánicos que integran la bici, en concreto sobre el sistema de transmisión 1x11, tema recurrente de la semana. Vuelvo a estar solo y debo ir a la caza de los compañeros a los que alcanzo en la zona pedregosa del desvío y voy con ellos hasta el cruce de la cima donde me quedo con Tomeu que no parece muy convencido de si calzarse las protecciones o no, yo lo tengo claro pero no las llevo así solo tengo que esperar que se prepare para salir hacia la ermita a la que llegamos agrupados.

Cuatro fotos en la explanada, como algo pero no consigo sacar ni gota de la cisterna. Hay mucho excursionista a la sombra por allí, parece día de romería, pero no comparece ningún bikero más, bueno sí, uno pero a pata. Lo que está claro es de que quieren bajar por el cemento que desde luego para mí es la opción menos apetecible, por directa y por insulsa. Como no consigo convencerles de cambiar la ruta les emplazo a que al menos no hagamos la pista y busquemos una variante que nos evite ese disgusto. No sin cierta reticencia cogemos la dressera más larga que te deja casi en la curva del cemento, después ya solo es dejar que la bici baje sola cuesta abajo, tampoco hay que poner mucho de nuestra parte para superar ese tramo.

En la carretera, y cuando hemos podido salir por la barrera en la que había un embozo de los gordos con varios destacamentos de chavales de s'Indiotería intentando pasar, nos hemos encontrado a Jose que subía solo desde Esporles y con el que hemos rodado un rato juntos hasta que ha puesto la directa y ha volado, cosas del entreno.

Ha sido una buena ruta, con buena y nueva compañía, en la que he podido tomar un poco más de altura y que a pesar de eso no ha sido más dura que la de la semana pasada donde tuvimos más sube baja dando un resultado total parecido aunque la sensación visual evidentemente no es la misma. En ese aspecto mejoramos, aunque me queda la sensación de que hubiera podido estar mejor con otra bajada, un recorrido fácil por el pocito y el comellar de ses puces cogiendo el desvío hacia la Font de Dalt y el área recreativa habría sido lo ideal aunque entiendo los motivos.


Iván Díez

El otro día, al redactar la última crónica aparecida en el blog, a Pedalades me refiero, me di cuenta de que ha cumplido ya una década, diez años nada menos narrando pequeñas aventuras o dando constancia de hechos relevantes del mundo bikero local o relativos al mismo. Seguramente lo he mencionado alguna vez, aquí no se sienta cátedra de nada, simplemente se relata lo acontecido siempre bajo mi perspectiva.

¿Es realmente necesaria esta publicación? Para mí, sí y eso debería bastar para ni siquiera plantearme un hipotético cierre del blog pero hay que tener en cuenta que si solo se trata de una obra personal esta bien podría ser privada, es una posibilidad que no deja de rondarme por la cabeza desde hace ya una temporada larga, entonces la cuestión debería haber sido ¿es necesaria una exposición pública de esta obra? Supongo que la gran mayoría de bikeros dormiría igual de tranquilos sin ella y a los que algo les importa les duraría poco el berrinche.

Parece que la interacción en la red ha tomado unos derroteros distintos, más instantáneos, a través de diferentes aplicaciones que están en la mente de todos y que no exigen un esfuerzo suplementario más allá del escueto comentario y a veces ni siquiera eso, con elegir el emoticono adecuado ya es más que suficiente.

Para mí también es una forma de estar en contacto aunque no sepa con quién, cosa que tampoco me preocupo en averiguar, por tanto lo que aquí se muestra no guarda relación ninguna con estadísticas o muestreos de datos, no está dirigida a un tipo de lector en concreto ni pretende dar ejemplo de nada en especial, cada uno verá lo que quiera ver en ello y sabrá si le es o no de provecho o simple pasatiempo.

Por aquí seguiremos!!!


El clot

Cojí el último papelito que dibujé en una cuartilla y lo memorizé, rellené la mochila de agua y algunas viandas, aceité un poco la cadena, apreté los cordones de las zapatillas y poca cosa más, ahora ya solo quedaba poner de mi parte para completar el guión del sábado. El otro actor invitado es Juan que me pide un poco de cordura en las rutas, yo no se la puedo asegurar si ni siquiera sé donde voy, lo único que tengo apuntado en la cuartilla es “caseta des pinar”, un topónimo que nunca he utilizado y tampoco recuerdo haberla visto al pasar por allí, en un principio nos va a servir para situarnos en el lugar adecuado, pero no adelantemos acontecimientos, vayamos por partes.

La parte 1 es la que discurre por el Paseo Marítimo circulando por su ya longevo carril bici, ese que te deja tirado cuando llegas al Club de Mar, cierto que tampoco vamos mucho más lejos ya que en Can Barbarà nos metemos por el torrente para circular a continuación por el bosque de Bellver hasta la salida de la urbanización y es en esa ridícula bajada donde nos perdemos de vista, no me ve salir por el paso peatonal y sigue recto por el interior, diez minutos más tarde nos reencontramos en la rotonda de los militares.

Toca subir al monumento y lo hacemos por la entrada larga en lugar de la directa solo para variar un poco las rutinas. Como no llevamos vehículo motorizado no tenemos ningún problema para pasar entre los numerosos coches allí aparcados, a este paso el del restaurante tendrá que poner una lanzadera para subir los clientes desde abajo, si es que abre a alguna hora.

Estamos a punto de partir cuando nos pasa por delante un chaval con una bici cuando menos cutre pero no para y lo vemos hacer eses subiendo la cuesta asfaltada, no le auguro nada bueno. Juan decía que subiría la siguiente rampa de tierra pero yo sostuve lo contrario, y no me equivoqué, y me corroboró mi primera impresión ver el casete de piñones al pasar junto a él, no tenía el rango necesario, ni piernas tampoco.

Nuestro ritmo no es que fuera precisamente alegre, la retahíla de quejidos del compañero es casi infinita y tampoco es cuestión de dejarle que se explaye en solitario y así, entre esperas y saludos a la peña recogedora y correteadora de montes, fuimos avanzando a lo largo del trayecto hasta el coll des Pastors donde como algo mientras espero a Juan que llega al poco pero también el chaval de la bici cutre, si le llega a pillar es que me parto. Los que sí llegaron fueron un grupito de unos cuantos con los que no llegamos a intimar demasiado porque para eso habría que haberse saludado antes, me parece a mí, y no fue el caso.

Estamos repuestos, el chaval ha pasado y tampoco ha parado aquí, diesel total; el grupito ya se ha ido contándose batallitas y el del canuto de maría aprovecha sus efectos terapéuticos y también se ha largado, solamente faltamos nosotros, y a eso nos ponemos enfilando pista abajo. Nuestro objetivo es la ya mentada Caseta des Pinar y hay que encontrarla, lo único que hay que hacer es estar un poco atentos cuando lleguemos a Vilarrassa. Vale pues, hacemos toda la pista hasta el cruce de Costa d'en Blanes y no hemos visto nada y eso que vamos circulando por el centro del cortafuego y está muy despejado pero es un poco un argumento de doble filo ya que se puede haber alterado el inicio del camino y a su vez no verlo al empezar desde bastantes metros más adentro.

Vuelta atrás nos pareció reconocerla en unos restos de paredes sin rastro de cubierta, una ruina total, casi lo único que queda de ella es el nombre. Un poco más allá vimos el inicio de un camino que se adentraba en el bosque y por ahí nos metimos. La pista no dura mucho y acaba en los lomos de algún pico de la zona donde según los mapas debería existir un sendero que se lanzaría vertiente abajo hasta empalmar con otro ramal que también nacería desde la pista de la carena pero pronto debemos abandonarlo ya que, como comprobamos a los pocos minutos, el itinerario no es nada evidente y muy inapropiado para transportar una bici y tampoco tiene visos de mejora así que desistimos.

Reaparecemos en la pista principal justo cuando pasan por delante una representación de los Trabucats (o quizás son los que han sobrevivido a la debacle?) y recorremos tras ellos un largo tramo pero sin dejar de prestar atención a cualquier indicio que nos indique, valga la redundancia, la existencia de un camino practicable. Volvemos a llegar adonde hemos visto antes el hito y decidimos probar suerte encontrando tras las primeras matas un estupendo camino de carro que nos va sumergiendo en un profundo y húmedo bosque. Está al lado mismo del camino pero no supone ningún peligro la enorme boca que aparece de repente por donde se atisba una aún más enorme cavidad salpicada de árboles en su interior y sin ninguna posibilidad de acceder sin material de escalada, intentamos unas fotografías y seguimos.

Presumo que no se puede mantener por mucho tiempo la actual estructura del camino pero solo espero que la continuación sea igual de divertida que la que la precede. Y no me ha decepcionado, pese a estar muy invadida por la vegetación hay tramos donde está muy pisado y te enganchas poco, tampoco ves el suelo pero no hay ninguna trampa oculta a considerar. Llega un punto en que se intuye ya una mayor inclinación pero sigue siendo ciclable aún a pesar de tener que lidiar con el paso de dos árboles caídos justo encima de la senda. La apertura del terreno me da la gran satisfacción de encontrar un camino de carro muy elaborado pero desgraciadamente en unas condiciones pésimas, evidentemente fruto del desuso y la falta de mantenimiento aunque eso no será motivo suficiente como para que no pueda disfrutarlo como se merece. Llegamos al cruce de caminos que tenía señalado en el croquis con la sorpresa de que aún estamos bastante arriba y podemos disfrutar de un buen tramo de bajada rápida hasta la barrera de Costa d'en Blanes. Aquí Juan quiere volver lo antes posible y se hace el remolón en cuanto intento atraerlo al trayecto de la pista de tenis y no me secunda lo que me obligó a cruzar el túnel solo y en completa oscuridad y además llegué a Portals después que él pero eso fue porque lo esperé detrás de la pista y hasta volví atrás a buscarle mientras que él ya bajaba hacia la salida de la urbanización, así que me tocó volver solo hasta Palma ya que no conseguí pillarle hasta Can Pere Antoni.

Aunque las opiniones son dispares sí que considero que ha sido una muy buena ruta, perfecta para una mañana de sábado tan estupenda como tuvimos, una justa recompensa para el trabajo anterior realizado y que además puede ser mayor si observamos con atención los alrededores, cosa que no hice en ese momento concentrado como iba con la vista fija en el suelo, en la próxima visita la completaré como es debido.


N'Àliga

Después de mirar y mirar entre semana elegí tres tareas que había que solventar de una manera u otra, evidentemente yo quería de la mejor manera pero eso ya solo dependía de mí en parte, y lo primero que había que hacer era encontrar los sitios. A eso nos dedicamos el sábado pasado de la semana anterior con la exploración por Son Roca y Son Cotoner d'Avall pero también el domingo, esta vez solo, me puse a ello; no me dio tiempo a contarlo en ese momento y ahora quiero reseñarlo.

Como no me podía alargar tanto como el sábado no perdí mucho tiempo en dirigirme a Génova y hacer la subida al monumento, que a esas horas volvía a estar abarrotado. Voy subiendo sin prisa pero sin pausa porque por allí no tengo nada marcado y me dirijo directamente al coll des Pastors y desde ese lugar sí que ya veo mi itinerario de destino, el que me llevará al mirador de n'Alzamora. Se trata de un camino de carro ancho sin complicaciones hasta que llegamos al punto donde empieza a ascender.

Pero no es allí a donde me dirijo sino que abandono ese camino en un cruce y me encamino pendiente abajo hacia el interior de la coma. Mi intención tampoco es ir a las coves des marbre sino al camino que sube. La primera parte de bajada es igual que la que venía haciendo pero pronto acaba debiendo continuar por un sendero que al poco se convierte casi en torrentera pero aún así es perfectamente circulable. Ahora bien, este tampoco dura mucho y termina en lo que viene siendo un zarzal y la cosa vuelve a tender hacia arriba. Está señalizado con hitos y no resulta difícil seguirlos, peor es el traslado de la bici con un terreno muy irregular que te obliga a portarla en hombros. No hago mucho trayecto porque pierdo los hitos y a pesar de que la dirección parece clara tengo que volver atrás, no es momento de perder tiempo en averiguaciones.

Hay un momento en que parece que encuentro una solución en forma de guías ya que oigo hablar muy cerca de mí y me quedo a esperar a que lleguen a mi altura para después chupar rueda hasta la meta, pero no viene nadie, ni tampoco los vuelvo a oír ni los veo pasar, como si se les hubiera tragado la tierra, bien se podría decir que fueron imaginaciones mías.

Subo rápido andando y en cuanto puedo me monto en la bici para volver por donde he venido hasta completar una ruta de pocos kilómetros, unos 28, y poco desnivel, unos 650m, que no son como para aspirar a bikero del año pero cuentan, y desde luego no descarto el trayecto realizado, el final estaba cerca pero seguro que habrá que cuantificarlo en tiempo, no en distancia, tiempo de porteo, claro, y eso muchas veces es un menú que no se quiere saborear.


No me puedo quejar

Estos días anteriores de correteo por la sierra cercana me hicieron despertar la curiosidad por encontrar, o al menos intentarlo, otros carriles por donde discurrir, o al menos intentarlo, así que estuve indagando un poco por varios conductos a ver qué se podría hacer. Y encontré varias opciones que me parecieron de principio cuando menos, dudosas. Y para no tener que estar pendiente de la pantalla en ruta me hice unos papelines a modo de chuleta. Cierto que eso no sirve de mucho, ya otras veces he usado este método y después la cruda realidad es la que es, puede que aciertes y puede que no.

Lo que es seguro es que no he encontrado más referencias sobre estos itinerarios que los que figuran en los mapas, y según cuales. No he visto ninguna traza ni oído ningún comentario sobre ellos aunque también sé seguro que los hay, faltaría más, no todo tiene por qué estar a la vista.

Como el sábado tenía más tiempo y también acompañante me decido por Son Roca y para no ir directamente que sería muy soso mejor hacer antes un Bunyolí para ir calentando. Al final la cosa fue más o menos bien si no tenemos en cuenta el cronometraje, la cuestión era probarse y llegar arriba aunque fuera sin florituras.

Vale, ya hemos calentado y como no quiero meterme en terrenos ajenos volvemos a bajar por carretera todo lo que hemos subido para enfilar hacia Son Roca por asfalto. Toma que te toma, no querías caldo pues ahí va la segunda parte. Hemos llegado arriba y toca ahora empezar la investigación. Lo primero es echar un ojo, damos unos pasos para acá y para allá y concluimos, “es por aquí”. O al menos lo parece, o al menos lo fue en su día porque a día de hoy más bien es un triste recuerdo. Toca dejar las bicis y meterse en el fregado a pelo, se necesitan las dos manos para ir apartando ramajes varios para poder avanzar y a pesar de querer intuir algún sendero entre tanta maleza (producido por algún tipo de animal, con toda seguridad) hay que ceder ante la evidencia, por ahí no se puede pasar.

Sin mucha convicción tomamos el camí vell rebuscando a cada pedalada algún indicio en el fondo del valle, nada de nada. Cierto que puede haber una autopista y no verla pero a cada metro que rodamos parece menos probable. Llegamos a la barrera y nos concentramos en la bajada que es lo más inmediato la cual realizamos sin más incidencias.

Si por un extremo no hemos tenido suerte lo intentaremos por el otro, para ello buscamos y encontramos un hueco en la rejilla que al final no entendemos el porqué la han cortado habiendo una barrera unos metros más abajo que no tiene ni cierre. Allí tengo algunas dudas de por dónde tirar y nos repartimos las tareas, yo subo directo hacia el bosque y Juan se mete por un camino lateral quedando en volver a reunirnos allí después de las comprobaciones. Yo vuelvo rápido ya que el camino, si es que lo era, se difumina al entrar en el bosque y voy en busca del compañero que parece que ha tenido más suerte.

En efecto, la trazada se mantiene constante en el interior del bosque y es más, hasta parece delimitada por una serie de cintas blancas y rojas que, la verdad, no tenemos ni idea de porqué están allí. Pasamos frente a unas construcciones casi ciclópeas, parecen hornos de piedra pero con unas paredes enormemente anchas y una bocana que da sobre una trinchera, por allí echaban algo pero no sabemos lo que era. Me dejó intrigado pero por el momento me interesa más saber dónde acabará el camino, llegamos a un cruce y tiramos a la derecha llegando hasta el final, un final en ningún lado, acaba y ya está. Bajando le digo a Juan que vayamos a ver el otro ramal pero no lo toma y al final subo solo hasta donde puedo, y digo puedo porque no es que el camino en sí lo impida sino que es la vegetación que lo cubre lo que imposibilita el avance, y es una lástima porque no vi su final pero me tuve que dar la vuelta.

Nos encontramos más abajo, casi en la salida del recinto y ahora sí podemos dar por finiquitada la jornada dando por buenos los resultados, todos los resultados.