Enero rácano

Es domingo por la noche, tarde ya para empezar una redacción que puede suponer horas de tecleo, pero lo que es más frustrante es que es prácticamente final de mes y es la primera crónica que acometo este año cuando al menos debería llevar ya dos finalizadas si nos atenemos a la media que solía llevar, al menos una por salida. Y ahí está la causa del retraso, las salidas, o si hay que ser más precisos, las no salidas, y es que este mes no ha sido precisamente un periodo prolífico en cuanto a rutas, empecé el año medio acatarrado, con esa cosa que no sabes qué tienes exactamente, que si gripe, que si constipado, que sí resfriado, lo cierto es que no tienes el cuerpo como para salir a dar pedales, me zampé una caja de antigripales que encontré (supongo que serían del año anterior, espero que no estuviera caducado, no lo comprobé) y que supongo que algún efecto tuvieron aunque solamente sirvieran para poder ir a trabajar con alguna garantía. Tuve también una semana de vacaciones, de ahí que las salidas fueran entre semana ya que el finde iba a estar ausente.

Salí un lunes cuando pude montarme sin que me temblara el manillar a dar una vuelta por aquí cerca y lo más cerca que tengo es el carril bici, menos es imposible, y tiré hacia can Pastilla pero, la verdad, en Ciudad Jardín estaba de lo más aburrido y me di la vuelta para llegar hasta el final del circuito, allá por el Club de Mar, pongamos algo de picante a la ruta y subamos al castillo aunque sea por el camino asfaltado, solamente toqué tierra al salirme de la carretera para ir a buscar los paseos interiores y hacer una bajada fuera pista hasta la salida de la urbanización de sa Teulera y a partir de allí regresar por el carril otra vez hasta el punto de partida para completar una ruta que claramente se puede aparcar en cualquier rincón de la memoria pero que son necesarias para volver a enganchar el ritmo otra vez.

Como he apuntado antes el fin de semana siguiente no estaba de cuerpo presente y habíamos quedado en salir el lunes si fuera posible y así lo hicimos pero el cuerpo me pedía descanso y reposo y no quiso despertarse hasta pasada la hora del encuentro con lo que la ruta conjunta quedó definitivamente descartada, salí solo mucho después y esta vez iba a superarme (no sería difícil, desde luego) y enfilé hacia cotas mayores, na Burguesa, menudo logro. Hacía muy buen día, mucho mejor de lo esperado, supongo que por eso el aparcamiento de na Burguesa estaba petado y más que lo estaría si fuera más grande ya que el trasiego de vehículos era constante a esa hora. Pasó un ciclista que no paró, parecía que llevaba una 29”, y que después me encontré en la cadena (cable) de arriba y partimos casi juntos y que pese a la ligera ventaja inicial no logró aumentar, ni yo disminuirla si hay que ser honrado.

El tampoco paró en el coll des Pastors y yo sí, es mi costumbre y tras comer algo y saludar a cuanto bicho viviente pasó por allí me dispuse para el regreso aunque primero hay que decidir de qué manera, ¿quieres una bajada rápida, muy rápida diría yo, o un camino-trialera-torrentera muy técnico o por contra quieres irte a pistear un poco y probar otras bajadas más lejanas?, todo es cuestión de ánimos y como los tengo un poco adormecidos me decido por lo segundo y bajar por la pistorra que va a dar a la calle de Santa Lavinya, ya en la urbanización y que es una de esos caminos que te hacen preguntarte continuamente mientras lo estás bajando cómo es que has podido subirlo, cierto que con algunos tramos pateando pero mayormente montado pero que en esos momentos me parecía casi inexplicable.

No quise salir por la urbanización y tiré hacia abajo para tomar el desvío que se dirige al túnel que cruza los bajos de la autopista y por donde pasé con mucha precaución al no vislumbrar un carajo y no sea cosa de que algún gracioso haya dejado algún pedrusco por ahí en medio y me dé el revolcón y aún después de cruzar continúo cerca de la rejilla mientras intento buscar alguna razón por la que está tirada en el suelo en algunos tramos pero no la encuentro. Cuando llego a la explanada del segundo túnel me parece vislumbrar que puedo continuar por el cauce del torrente y eso hago aunque obviando la última parte, la más cercana al mar, y me salgo por la tangente en busca del paseo para emprender la vuelta a la ciudad costeando.

Esta vez la progresión ha ido en aumento pero sin llegar a la excelencia, habrá que esperar a una mejor oportunidad en el regreso a la normalidad en cuanto a salidas sabatinas se refiere, veremos si somos capaces de urdir algún plan, si no solemne, al menos presentable.


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