La Fita sigue ahí

Y nosotros abajo. La tenemos muy cerca, por eso es muy visitada por los bikeros, pero no por ello es la más explorada. Se suele hacer la ruta que sube por Bunyolí por un camino de carro hasta la carretera que sube hacia Sobremunt y que enlaza con Esporles por el Verger. Desde ese punto de enlace es prácticamente asfalto hasta las antenas, excepto un pequeño tramo catalogado como “camino particular” por los propietarios pero sin problemas de paso por el momento.

Una vez llegamos frente la barrera del último chalet nos disponemos a tomar el camino que va siguiendo la cadena montañosa, sin ganar altura; es prácticamente plano. Solamente cerca de la cumbre, que nunca veremos, empieza a bajar hacia la ermita de Maristela. Después elegiremos el descenso. Hemos dejado otros atrás pero son menos utilizados. El hacer toda la bajada estira mucho, es adictiva.

Pero la Fita tiene otros alicientes. El Camí del Comellar de ses Puçes lo recorrí andando desde Esporles un día que subí a la cumbre. La subida por el camino de carro de la ermita tiene uno de los tramos cementados más difíciles de superar de una tacada. Solía recorrerlo con frecuencia cuando, por las bicicletas que se tenían, prácticamente todo el mundo disfrutaba mucho más de las subidas que de las bajadas. Superar ese tramo daba respeto. Ahora es muy diferente, solo es un tramo anodino sin pena ni gloria.

Cuando Pepe me propuso explorar un itinerario por esa zona me pareció fenomenal. Las últimas en las que se han realizado progresos en ese sentido no he estado y me sienta fatal. Me acuerdo de aquella en que se pudo enlazar la zona de Son Puig con el Pouet de Sobremunt. Y también de la bajada hacia Son Ferrá. Había explorado la cara norte con las correspondientes bajadas hacia el Vall de Superna, pero quedaron olvidadas las de la zona del Verger.

Creía que subiríamos por Bunyolí pero tiramos por Son Malferit. Eso te enfila hacia la pista de subida directo a la ermita. Venía con nosotros ToniXXL y JuanBonus. Toni había levantado la liebre en la lista y los demás recogimos el testigo. Ocho y media en Son Sardina. Fuí puntual a pesar de tener que cambiar la cámara delantera y tener que convencerme de que podría resistir, ya que el tute del sábado fue importante. Y es extraño, nunca lo hubiera pensado, si parecía de risa sobre el papel. Ni después de subir el Massanella me he sentido peor.

Juan tuvo problemas nada más salir y nos dejó a las primeras de cambio. Se había quejado de la muñeca lesionada el sábado pero no creo que fuera por eso. Los demás continuamos a nuestro ritmo, o mejor dicho, cada uno al suyo. Yo al menos, porque querer seguir el ritmo inicial de Pepe es casi suicida. Iba haciendo la goma; los cogía cuando paraban y me dejaban al continuar. Mi sorpresa fue cuando Toni dijo que nunca había ido por Son Malferit, ni tampoco había subido por las rampas de cemento. No me lo podía creer, pero a mí me ha pasado lo mismo con alguno de los caminos que el grupo realiza con mayor asiduidad. Y lo pasamos bastante bien. Puse el pie una vez en el primer tramo, por no querer meter el 32, por miedo a que se salte la cadena dentro así como tengo la patilla. En el segundo tramo también puse pie pero continué desde el mismo sitio.

Si digo que no había pasado desde hacía seis o siete años creo no exagerar y tuvo un efecto contrario al que me esperaba, de relajación y bienestar, no muscular sino interno. Mira que es raro esto!. Me gustó rememorar esa subida. Llegamos a la explanada cuando empezaron a llegar gente de Bimont. Muchas bicis de rally, y es que para esa ruta tampoco se necesita más, y si además la controlas, sobra. Es el grupo, o parte, del que se reúne habitualmente en la tienda de Bimont los domingos sin que estos eventos queden reflejados en la página web; les gusta más el móvil.

Tras la correspondiente cháchara nos despedimos ya que íbamos en sentidos opuestos. Había oído que querían bajar hacia La Granja y en el último momento optan por el cemento, hay menos piedras. Pepe intentó venderles el Cristo pero no picaron. Atacamos la subida para mí muy buena; larga y tendida, casi nunca realizada y bordeamos casi toda la montaña. El camino al que se refería Pepe es una bajada casi imperceptible que debería llevarnos hacia el Hort de Sobremunt, dominada por una zona de acantilados de bastante altura. Bajamos todo lo que pudimos por el sendero pero no llega más allá del último rotlo de sitja. Después me acerqué hasta el borde del acantilado para tratar de divisar el posible paso. No ví nada factible pero encontramos unas marcas de pintura que es posible que se dirijan a ese enclave si somos capaces de seguirlas.

Bajando tuve un percance serio que casi me deja tirado. Se me metió un trozo de rama seca en la rueda trasera. Me dobló la patilla y en el cambio se leía XT pero cabeza abajo (creo que no hay fotos del destrozo). Ya me veía andando, pero enderezando la patilla y desmontando el cambio conseguimos ponerlo todo en su sitio y pude continuar.

La vuelta, por la trialera del Bunyolí, muy húmeda en algunos tramos; y yo sin fiarme aún de la nueva cubierta y ella respondiendo perfectamente. No sé donde fué que le metí el llantazo a la trasera pero estaba cerca del final. Ellos me esperaban en la salida y mientras cambiaba llegaron otros conocidos de Pepe, (al parecer unos duros de Blando) y nos contaron sus peripecias por esos caminos de Dios, a la búsqueda de nuevas barreras que saltar.

Salieron un poco antes y nosotros volvimos a casa por donde habíamos venido. Un poco de Puigpunyent, un poco de Parc Bit y ya estamos en casa y fuera tonterías.


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