Salt de Bàlitx

Acabados de concretar algunos detalles con Tomeu el viernes todo quedó listo para el sábado, animado como estaba después de la buena salida del sábado anterior y la Diada. Busqué algún aliciente por la zona y lo encontré en el Camí vell de Bàlitx, conocido solamente por referencias, ya que sabía que el enlace Port de Sóller-Bàlitx d'Amunt por la Coma des Port y sa Figuera ya no conserva el trazado antiguo por haber sido modificado y adaptado a los usos modernos, es decir, se ha convertido en pistas amplias aptas para la circulación de vehículos. Por eso la idea de encontrar una bajada que nos exigiera de nosotros mismos y nuestras máquinas.

Entre todos esos ingredientes planeé una ruta con dos subidas a Bàlitx por el mismo sitio, que no se caracteriza precisamente por su dureza, y dos bajadas diferentes. Tampoco el desnivel sería exagerado ya que la segunda subida parte desde una cota superior, ya que no es necesario llegar al pueblo. Quedamos en vernos en Can Penasso pero hubo algún despiste con el horario y al final nos vimos todos en Sóller. En cuanto hubieron llegado todos los retrasados nos pusimos en marcha. En total éramos nueve.

Tras un corto periplo por el pueblo enfilamos la Carretera vella de Bàlitx sin forzar la máquina con lo que hicimos una subida cómoda hasta la finca. Encontrar la bajada a la fuente parecía bastante fácil sobre el papel a pesar de no saber ubicarla con precisión. Para ello bajamos unos cientos de metros por la pista hacia Bàlitx d'Avall y nos desviamos por el ramal que se dirige hacia la Tanca des Bous, que sería hacia donde nos dirigiríamos si al acabar la cuesta giráramos a la derecha. Como no es nuestro objetivo giramos a la izquierda y, al pasar la pared, a la derecha por pista plana. No llega muy lejos, hay una gran explanada con buenas vistas sobre el puerto, pero ni rastro de la continuación.

Merodeando por la zona vemos otra pista muy rota que empieza a subir y ninguna que baja. Queda claro que no vamos bien, hay que volver atrás. Pero alguien interpreta que estamos sobre el camino correcto pero para ir a la Cova des Migdía, y eso está en lo alto del Puig de Bálitx, justo enfrente de nosotros. Tras algunos titubeos empezamos a subir por la pista y cuando se desvía a la derecha es cuando empieza el sendero que sube al pico. Ahí me paro y valoro que clase de ruta va a resultar teniendo en cuenta las opciones del descenso, también sin camino. Y no me apetece continuar. Se lo comento a Juan y Potato que estaban cerca y Juan decide parar y Potato continuar. Decidido, Juan y yo vamos a seguir el plan inicial previsto.

Volvemos pues al paso de la pared mientras vemos alejarse a los compañeros sendero arriba con la bici al hombro. Tiene que haber una bajada y está justo enfrente del portillo. Así es. Lástima no haberla visto antes. Como me imaginaba es pista y nos conduce directamente a la fuente, donde termina. Desagüa desde la izquierda en un torrente encauzado cruzando unos antiguos sembrados y llega al precipio desde donde cae de una altura considerable, aunque solamente podemos adivinarlo debido al exceso de vegetación imperante.

Por las notas que había repasado sobre el camino, o lo queda de él, dicen que se dirige hacia el norte acompañando a una canaleta de agua por el interior del bosque. Cosa que hice durante un tramo y no parecía muy difícil, aunque si larga en el tiempo ya que el terreno no es precisamente plano, mientras Juan merodeaba por las terrazas buscando alguna otra posibilidad. Me comenta que le parece más fácil salir por la izquierda que no por la derecha. Y hacia allá vamos; cruzamos el puentecillo y el campillo para saltar una rejilla al fondo. Al otro hay un olivar y a los pocos metros, un porxo, y, casi pegado a él, una barrera, y al otro lado el camino. Todo a menos de doscientos metros de la fuente, quién lo iba a decir. Como no hemos tardado mucho en localizar la salida nos vamos a ver el salto de agua, que por este lado parece mucho más factible. Y así es, lo vimos, aunque acercarse al mismo pie ya parece mucho más complicado.

La pista va comunicando todas las propiedades de la zona, que no son pocas, a veces más rústicas, a veces enormes caserones, como Cas Bernats. Cruzamos varias barreras y todas ellas abiertas, es de agradecer, y casi sin quererlo, llegamos al asfalto. Ya? Cuando me sitúo veo que estamos en el Coll d'en Marqués y ya no pasaremos por Sa Figuera. Ahora nos queda encontrar la subida por el Camí de sa Figuera. Lo que recordaba de él era una pista con mucha pendiente para continuar por un sendero pero van pasando los metros y no reconozco los lugares. Tampoco hay postes de marcas. Así llegamos hasta la carretera de Lluc sin encontrar lo que buscamos y no me queda más remedio que recabar información de un lugareño y no me da más que malas noticias, que no me las creo, claro, por lo que volvemos sobre nuestros pasos a buscar esa subida.

Muy cerca de donde habíamos salido hay una pista con una barrera con un letrero de Propiedad Privada que está abierta y por ella nos metemos. Me da buen rollo. Después de unas cuantas curvas se despejan las incógnitas: vamos bien. Al lado de una casa en ruinas vemos la señalización y voy a ver la bajada hacia Sa Figuera. Me la guardo para otro día. Seguimos hacia el mirador por un sendero en el que hay que bajar de la bici para subir algunos tramos de escalones. Tras superarlos desembocamos en una pista que ya no abandonamos hasta su cruce con la carretera vella de Bàlitx. Al otro lado continua el camino pero ya en forma de sendero y a veces tapado de vegetación pero, eso sí, muy divertido.

Cuando llegamos a la carretera llamé a Tomeu, serían la uno y media, y me informa de que están por el Pas de s'Heura. ¿Qué hacen por allí si la idea era bajar por el Pas d'en Barona hacia Sa Figuera? Ya es seguro que no nos encontraremos, eso está totalmente fuera del plan. Nosotros por nuestra parte vamos bien de tiempo y seguimos nuestra ruta por la Costa d'en Nicó hacia el Mirador de ses Barques adonde se llega en un momento. Pequeñas indecisiones en el inicio de la trialera pero esto de bajar tira mucho y es el aperitivo de lo que nos espera a continuación.

Acabamos de subir y frente a la barrera de Moncaire nos tomamos el resto de viandas animándonos mutuamente para lo que nos espera. Lo que no sabíamos es cómo era, y fué una grata sorpresa. Largos tramos escalonados y empedrados donde dejábamos ir la bicicleta, alternando con otros más anchos, sobretodo en los olivares, y otros más tipo sendero y revirados. No tiene prácticamente dificultades técnicas y eso gusta a los más velocistas. Lo que sí es es muy, muy, muy largo y se hace muy, muy corto. Antes de la carretera pasamos cerca de C'as Costurer donde nos reimos un buen rato al comprobar cómo puede volar una bici, pero sin piloto. Dos tramos escalonados nos acercan al pueblo, en Ses Argiles, cerca de l'Horta.

Al volver al coche solamente faltaba el de Carlos y no me cuadraba nada el asunto. Solamente había pasado una hora y poco desde la llamada telefónica y por el sitio en que estaban no creía que hubiera tenido tiempo de llegar. El tema lo aclaramos después telefónicamente.

De la ruta decir que creo posible que se pueda hacer hasta tres bajadas siempre y cuando no se tenga que buscar ningún tramo. Esto me lo tengo que estudiar.


Salt de Bàlitx (fotos)


La Font del Salt de Bàlitx, nuestro principal objetivo de hoy.



En un primer momento encauzada entre paredes. La foto está hecha desde un puentecillo que las une.




Al fondo, nuestro próximo objetivo teórico.


No es como sus primos, el Penyal Bernat y el Penyal Bernat del Joncar, pero tiene su estilo.


Perfectamente señalizado por donde tenemos que ir.


Magnífico ejemplo de arquitectura rural.


Diada

Lunes noche, noche de fiesta. Estoy mirando la lista de correo para saber a qué atenerme. Hay una ruta larga, de ésas de sábado, y yo quiero volver a mediodía, por lo tanto debo descartarla. La otra posibilidad es todo lo contrario: la XX Diada ciclista de Sant Sebastià. Se celebra el día del santo patrón de Palma y está muy concurrida. Creo que solamente la hice una vez con dos niños pequeños y lo bien que te lo pasas a la ida lo padeces en la vuelta ya que en mi caso tuve que atravesar la ciudad para volver y circular en medio del tráfico no me hizo ninguna gracia. O sea, que no volví. Además, es un trayecto muy corto, apto para niños, está claro, pero es como darle una chupada a un caramelo.

En esas estaba cuando Bonus me interroga acerca de mis intenciones. Como son coincidentes, quedamos. Y ya me ves dando vueltas por el carril bici. Al final resultó que esperábamos cada uno en un sitio diferente y casi estuvimos a punto de ir cada uno por su lado, pero no, nos encontramos y partimos. A esa hora ya había bastante gente a pesar del viento frío. Nos fuimos hacia Génova a coger el pistorro del Camí de Bendinat o Mamut. Juan decía que lo subió el domingo de un tirón. Yo creo que desde el día de la enduro no había vuelto pero tenía buenas sensaciones al empezar. Y se corroboraron a medida que íbamos subiendo. Había cambiado la cubierta trasera y me daba muy buen rollo. Encadenaba tramos sin dificultad mientras Juan iba a trancas y barrancas. Así fuimos subiendo entre pedaleos, charlas y camineos.

Tampoco bajamos la trialera de la enduro. Dice que está muy mal. Al final tendré que ir solo a ver como está. Al Mirador d'en Alzamora. La bajada es solo pista pero pone en marcha el REC y paso delante a todo lo que puedo. La rueda delantera dirige y la de atrás le sigue. Voy bien. Sigue grabando por la parte llana y en la pequeña subida hacia el desvío del mirador voy detrás y como quería chupar cámara le adelanto. Tenía más o menos clara la bajada del sendero y la paso con mucha convicción. Después de las eses disfruté como nadie. No vi ninguna piedra por allí. Y la cubierta de atrás seguía sorprendiéndome gratamente.

Ya en la carretera dudamos si bajar por el circuito de descenso o por las dresseres del asfalto. Como había llovido la noche anterior muy probablemente el circuito estaría como la semana pasada y tendría que bajar algunos tramos andando así que optamos por atajar por la carretera. Son muy divertidos y en un momento estás abajo. Por cierto, me tuve que parar en una de esas a fotografiar una cosa que me llamó la atención. Al final nos metimos por el torrente casi sin querer y aunque corría el agua pudimos recorrerlo sin dar un solo patinazo.

Resumiendo: rutilla sin aspiraciones, durilla al principio, pero de buenos efectos dopaminizantes. A repetir.


Qué bueno!

Me había pasado la semana planeando una salida inédita por el Salt de Bàlitx. Ir a ver lugares nuevos es un gran aliciente para mí. Pero no iba a ser el día adecuado porque se habían trazado anteriormente planes en la última salida y yo no estuve. O sea, que entre ir por mi cuenta o salir con el grupo a hacer una buena ruta, o al menos intentarlo, no había color, aunque tuve algún momento de duda, todo hay que decirlo. Mis últimas salidas no habían sido como para tirar cohetes y entre una cosa y otra estaba un poco indeciso.

Tras quedar claro de dónde se partía en el foro ya que algún forero quería venir todo quedó dispuesto. Bueno, todo no... me hubiera gustado cambiar la cubierta que había prestado a Juan, una Larsen TT, por la HR gastada que llevo puesta pero no tenía ninguna bomba y me dió pereza ir a buscarla, con lo que no me quedaba más remedio que confiar en que aguantara el envite. El viernes recogí la bici del taller donde le dieron un repaso y le cambiaron algunas piezas y ajustaron otras con lo que, a excepción de la cubierta trasera, estaba todo listo.

Éramos bastantes en Santa María, como unos once, aunque de algunos se sabía que acortarían en el primer paso por Coanegra. Yo aún no lo tenía decidido. Lo que no tenía pensado era en quedarme a comer a mitad de ruta, quizás continuar para hacerla de un tirón. O quizás ni eso. Tras un primer tramo de carretera hasta Bunyola comenzamos la ascensión archiconocida de la Comuna por la pista y empezaron los problemas. Joselinx había comentado sus contratiempos con el cambio pero a la vista de la situación la cosa era bastante peor. La rueda parecía un buñuelo y la patilla estaba doblada por lo que le dí poco margen de vida después de la primera trialera. Al parecer su condición física tampoco era óptima y pronto quedó rezagado. Yarik se quedó con él y juntos hicieron el primer tramo hasta la barrera del comellar. También Tomeu sufrió lo suyo para llegar, estaba muy tocado.

Después, ya en grupo, ascendimos hacia el Penyal d'Honor. Quién más quién menos subió a su ritmo y condición. Yo, por mi parte, no me encontré mal. Comimos algo arriba y bajando la cabra me encontré el tapón en el escalón y ya no lo hice. Quería hacerlo pero me topé con un manillar y no pasé. Para algunos era la primera vez. Juan quería corroborar las propiedades de las cubiertas de la nueva bici en esos terrenos. Y es que no hay que dejarse llevar por las primeras impresiones. Parece que no van del todo mal.

Yo me dí cuenta allí de que no llevaba frenos de atrás porque me habían cambiado las pastillas y, entre que la cubierta está casi lisa, pues que no iba del todo fino pero, si hay que ser sinceros, tampoco es lo más imprescindible para ese tramo. Cuando pillamos la pista que se dirige al depósito llegaron unos bikeros que se dirigían a Coanegra pero sin tenerlo muy claro porque volvieron atrás pensando que se habían equivocado de dirección. Los encaminamos correctamente, y supongo que llegaron a su destino, mientras Yarik pone una cámara a una cubierta que perdía aire. Aparte de ese pinchazo no ví ninguno más pero me han dicho que hubo siete.

Siguiente destino: bajada por el Comellar del Cocó Peguer (hasta que se demuestre lo contrario) hacia Coanegra. En basto, single-track Coanegra o Coanegra corta. Allí acompaño al forero Joselinx en el primer tramo y lo veo muy espeso. Le espero en el desvío para que no se pierda pero al momento vuelve a quedar rezagado con lo que hago toda la bajada solo y a mi bola. Tal vez encontré la bajada un poco peor que la última vez pero no fue una opinión unánime. Otros la encontraron mejor, o al menos igual.

Me reúno con los compañeros en el inicio del tramo de la otra vertiente y una vez que vemos que el chaval baja me lanzo el primero para que no esperen siempre los últimos abajo. Aún con la sensación de que estaba más deteriorada me gustó la bajada y la disfruté aunque no tuviera referencia a la que seguir ni perseguidor que me atosigara.

El torrente sigue con un caudal impresionante y como no me apetecía nadar a esas horas me entretuve en colocar algunas piedras para facilitar el paso de los demás. Algunos se atrevieron y lo lograron, otros no; se atrevieron y no lo lograron, quiero decir. Allí encontramos la primera bikera del día, una especie no en extinción, es que ni siquiera ha sido creada.

Bajadita rápida por la pista. En Son Roig vemos el destrozo del agua al pasar sobre el camino y dejamos de lado el Camí des Clot des Guix que, para mi gusto, debería ser parte de esta ruta, aunque eso la dotaría de una dureza aún mayor.

Tocaba decidir ya la vuelta entre nosotros, el trío. Carlos se va. Juan y yo nos sentimos animados y, aunque no tenemos decidida completamente la vuelta, seguimos hacia Alaró con el resto. Llegamos al pueblo y me siento como si me faltara azúcar en sangre y me acuerdo en esos momentos de la mejor subida que he hecho nunca al Castell. Fue un día que íba solo y no se me ocurrió nada más que ir a comprar unos donuts y una cola para merendar. Subí como un tiro. Por eso me paré a comprar una caña en una pastelería pero me parece que tuvo poco efecto. Al principio puede que sí, hasta más o menos la mitad del recorrido a plato mediano donde casi alcancé a los tres que iban delante, pero al comenzar a dar chepazos tuve que poner el plato pequeño y aunque no bajé la cadencia me distancié irremisiblemente de la cabeza, que continuaban a su ritmo.

La subida me hizo mella en la espalda y las posaderas; el puñetero sillín se iba endureciendo por momentos y los pinchazos atrás iban en aumento. Solamente un falso pundonor impidió que me bajara de la bici. Me consta que a los demás les sucedió lo mismo pero también aguantaron sin dejar de pedalear.

Al final nos quedamos a comer todos; insistieron, y desde aquí se lo agradezco. Aunque justo después de un gran esfuerzo pierdo el apetito y no me pude acabar el plato pero al menos permitió recuperarnos para continuar con el resto de ruta y más cuando aún quedaba parte de ascensión. A ritmito pudimos afrontarla sin que se resintieran nuestros estómagos. Y todos estábamos ya deseosos de catar la bajada. Lo que pasara después sería otra cosa. Hacía tanto que no la había hecho que era como si no hubiera estado nunca allí.

Trialera técnica donde las haya con algunos pasos complicados que pueden generar sentimientos encontrados, con verdaderos admiradores y detractores. Me siento encuadrado más en el segundo grupo que en el primero pero desde luego es por mis propias limitaciones, lo tengo claro. La cosa iba acabando pero no sin antes saborear el postre, una pequeña subida hasta el Pas de s'Estaló, de aquellas que se dicen “del honor”, de las que parece que no son nada y después te bajan la moral cuando sucumbes, pero ayer utilicé el 32, ese piñón que ya tenía olvidado, y todo fué sobre ruedas (nunca mejor dicho).

Ahora si que solamente quedaba ponerle la guinda al pastel, pero menuda guinda, cubría el pastel entero. La bajada por el Comellar de sa Comuneta, por pista pero excitante. Bajé el primero, los tontos delante, igual que en Coanegra, pero mi máxima preocupación era que la rueda de atrás aguantara el envite, sentía cada golpetazo que pensaba que iba a reventar, pero no, llegó al final sin perecer en el intento.
Guiaba a Juan que se estrenaba en esos caminos pero era incapaz de seguirme, cada uno tiene que pillarle el tranquillo a su propio ritmo. Por eso hice solo la segunda parte mientras por arriba reparaban pinchazos. Así que tuve tiempo de descansar junto al vado donde ya había habido novedades; alguno(s) habían montado un paso con un tronco y media barrera (y no era éste), la cual restituimos a su ubicación original antes de que se la cargaran. Hay mucha actividad en la zona, toda la parte final del camino está limpiándose de vegetación seguramente para minimizar los efectos de las tormentas. También en Son Roig han debido ponerse manos a la obra.

La vuelta es larga pero es pista y asfalto, o sea que no se nota mucho en las piernas. Lo que es seguro es que aunque dura, muy dura, en algunos momentos el sabor de boca que dejó esta ruta fue muy, pero que muy bueno.


Vamos de prácticas

Que si va a llover, que quiero ver nieve, que quiero llegar pronto, que quiero hacer bajadas, que la mujer no me deja,... había de todos los colores el viernes; había de todo menos ruta decidida. Ya había convencido a Juan para que se viniera a rodar por el Parc de Llevant cuando me entero de que se van a visitar al Tito Jou. Y vuelta a empezar. De todas maneras al Jou no voy. Y Bonus tampoco, o sea que basta poco para que quedemos y hagamos algo por la zona de Palma, igual que hicimos la semana pasada, pero en aquella ocasión con más quorum.

A las nueve en mi casa ya que le viene de paso. Le espero en la plaza y hace bastante frio por lo que decido volver para ponerme algo de manga larga; entonces llega y subo a abrigarme un poco. Nos encontramos un colega suyo, que además es vecino mío, del grupo de descenders y nos quedamos charlando un rato. De todas maneras había que darle tiempo al otro Juan (Woody) para que fuera saliendo de la cama y se vistiera (le había dado tanto el coñazo que no le quedó más remedio que venir, todo sea dicho). O sea que, bastante más tarde de la hora prevista, nos encaminamos ya a empezar la ruta, casi repetición de la semana pasada. En la gasolinera de Eusebio Estada nos encontramos con Paparra que se iba a entrenar en el circuito del enano. Quizás nos viéramos después. Cruzamos Palma hacia la Vileta y cementerio para arriba. El cuestón no hay quién lo suba pero algo más hice. Y se notó porque a aquellos dos los dejé de ver muy pronto. De todas formas ese comienzo es una quemada (y no solo por el coche).

Los esperé en el geodésico para acometer juntos la primera bajada, a ver que tal se me daba, y sobretodo a Juan Woody que la semana pasada, con lo del estreno, me parece que no la cató del todo. Cada uno la hizo por su lado y como bienamente pudo. Bonus, que iba por delante filmando, se la pegó, sin consecuencias, en la zona difícil, donde yo me acoquiné, y Woody, por detrás a su aire. Después nos envalentonamos un poco más en la parte rápida, pero de saltar, nada.

En el final había dos constructores de rampas, medio carpinteros, medio jardineros, una nueva especie de hobby campestre consistente en construir rampas con cualquier madera o tablón, además de otros materiales varios, en cualquier punto de la montaña donde sea posible. También hacen peraltes. En ese caso es para saltar el camino. La recepción es otro cantar. Desde allí nos fuimos a Pinar Park y atravesamos el nuevo golf y sus “anexos” para salir por el bosque de que hay detrás del colegio de Madre Alberta. Agua y barro por un tubo. Y motos por todos lados. Tiramos hacia la carretera por el torrente para subir al Coll de sa Creu. Bonus mete platillo a las primeras de cambio y subimos cansinamente, sin forzar, pero a Woody se le van las piernas en ese terreno y coge distancia. Deben ser las cubiertas hinchadas como piedras que lleva.

Solamente bajaron dos coches y eran Joan Paparra y el colega que habíamos encontrado debajo de mi casa que bajaban del circuito. Allí nos pusimos al día porque ya hace mucho tiempo que dejó el ruteo. Pero se va a preparar, dice. Que vuelva, da gusto verlo bajar, aunque solo sean unos segundos. Como ya se iba mascando que el timing estaba por los suelos nos fuimos hacia arriba, por el mismo orden en que lo hacíamos antes. Subida a ritmillo de nosotros dos mientras Bonus nos observa en la distancia. En esas llegamos al Coll des Vent y ya era tardísimo y lo que menos me apetecía era subir las cuestas de hormigón para llegar a las tantas. De común acuerdo decidimos ir a bajar por el circuito del enano pero primero tomamos la trialera entre los dos colls. Solamente tiene un paso comprometido al principio y allí nos entretuvimos hasta que la pasamos bajo la atenta dirección de mestre Bonus. Cuando la hube pasado me dí cuenta de que llevaba el bloqueo puesto y, con la puerta a tope, solamente se había hundido unos cuatro centímetros. Volví a pasarla con la horquilla en condiciones y se hundió más del doble, pero he de decir que no sabría notar la diferencia en un tramo tan corto. Tras algunos intentos fue superada con éxito. Si es que no hay nada como calentarse como toca.

Me apetecia ver el circuito de la polémica. Construido por un bikero y su cuadrilla dentro de la zona militar fue objeto de debate al quejarse de que los endureros se lo estropeaban al derrapar. El circuito está muy bien, no lo vamos a negar, pero es de descenso puro. Mucha pendiente, curvas peraltadas y una zona de saltos. Lo que pasa es que ayer, con todo el barro que había, como que no me sentía cómodo en las zonas de rampas, donde la bici se íba donde le daba la gana. Bonus intentó convencernos pero cateamos en descenso en barro. Quizás en seco...

Al llegar a la carretera subimos hasta coger la dressera del kilómetro cuatro y después la de Santa Eulalia. En la barrera había una furgoneta de alquiler con varios bikeros (parecían guiris) ¿preparando? las bicis para algún tipo de raid por la zona. Una era rígida, o sea que no sé lo que pretendían. No me paré a preguntar. La hora no daba para más así que bajé directo por Son Dureta para llegar al carril bici del Marítimo y a casa. No hay fotos aunque sí hubo filmación pero eso lleva su tiempo. Cuando lo vea pondré el enlace, mientras habrá que fiarse de lo que digo.


Nocturna de día

Ha sido un poco complicado organizar una ruta en condiciones estas fiestas. Todo el mundo de acá para allá aunque los que han tenido días de vacaciones o han hecho puente han salido en pequeños grupos. Ni siquiera en la reunión cervecera hubo acuerdo unánime. En un principio iba a asistir pero no llegué al bar, estuve en la tienda de Gomila con Juan, que iba a recoger la bici nueva. Fué una sorpresa porque ya estaba hecho a la idea de tener que esperar hasta febrero para poder montarse en una. Finalmente apareció una en Barcelona y se la trajeron. Pues que entre últimos retoques y pruebas de vestuario se nos pasó el tiempo y la ruta como que aún no estaba decidida del todo.

Acompañando a Juan “Bonus” acabamos de concretar el itinerario (de aquella manera, todo hay que decirlo) y quedamos a las nueve en la Vileta para hacer una nocturna pero de día. Sabíamos que algunos partirían hacia el Galatzó pero otros, por unas u otras causas, no querían tanta tralla. Yarik quería llevar a su compatriota a recorrer la parte alta de la Fita del Ram, pero al final vino con el grupo, aún así no muy numeroso. Los que fuimos en bicicleta llegamos tarde pero aún nos estaban esperando aunque nos tuvimos que ir sin esperar a Bonus tras las presentaciones y saludos de rigor. No me había enterado de que subiríamos primero hacia el Coll de Son Marill y nos quedamos unos cuantos buscando a Carlos que había subido correctamente. Al final nos oyeron y corregimos el error. Qué decir de la primera cuesta. Infumable. Muy complicada. Lo fue para todos. Y continuó de la misma manera en las rampas de hormigón. Se ve que no era el día de las cuestas.

Solamente llegamos hasta el vértice geodésico y esperamos a Bonus que venía subiendo por la trialera. Una vez la subí y realmente tampoco da para mucho. Cuando llegó nos tiramos inmediatamente para abajo. No es excesivamente complicada pero tiene dos tramos que sí lo son y a más de uno se le pueden atragantar, yo incluido, y más con público. El único contratiempo fue que me quedé enganchado en una rama con lo que Carlos me sobrepasó y se estampó de cara en el suelo pero sin consecuencias. Bueno, eso de que no tuvo consecuencias no es del todo cierta ya que, según me ha contado después, esa ruta fué dura para él y su bici.

Las tres bajadas fueron muy exigentes. Contrariamente las subidas dejaron mucho que desear. La primera, casi imposible, como ya he comentado. La segunda, más corta pero más pedregosa, es posible con unas buenas dosis de potencia, y la bajada que la sigue, sin dificultades técnicas aunque ese día estaba muy resbaladiza. El trozo de carretera no fue más que un corto intermedio. Y fue en la tercera subida donde pude probar dos bicis. Primero la bici de Juan, que me pareció una pluma. Después, la del otro Juan, la Spicy, que me pareció un muerto. No quisiera polemizar sobre este punto, solamente fue un contacto superficial y ésa mi primera impresión.

Al llegar arriba volvimos un poco atrás para tomar la trialera de la cantera. Ésta aún es menos exigente técnicamente pero más divertida a la vez, con una parte final realmente rápida. Precisamente a la vista del montículo de la entrada de la cantera, en una curva, se me escapó un poco la mano del manillar y no pude frenar con el freno delantero empotrándome en un árbol. El de atrás no me bastó. Pero decir que si se nota el cambio de disco delantero.

En la cantera Carlos quiso probar la bici nueva y en cincuenta metros ya la había pinchado. Algunos partieron ya para casa, y el resto nos quedamos a mirar. Serían la una cuando nos metimos en el golf y Carlos se fué; solamente quedábamos los Juanes, Lester y yo para dar las últimas pedaladas por la zona de Son Rapinya. Subiendo por el bosque encontramos unas rampas y saltos donde Lester dió unos planazos. Muchas LP había, como para ponerse a replicar. Yo me empezaba a sentir mal, me dolía la cara. Me recordaba una de las salidas por Son Roca donde acabé con sinusitis y, tras tirarnos por unas rampillas, nos despedimos de Juan y Lester que continuaron rodando por el bosque un poco más.

Me costó llegar a casa, me sentía de pena pero, al entrar en casa, pareció desaparecer la congestión y el dolor, incluso antes de la ducha, y empecé a sentirme mejor. Por eso me apunté a la salida del martes, día de Reyes, pero solamente para hacer una parte, el Bunyolí, subir y bajar, aunque la mayoría podría quedarse más tiempo. Repitió el ruso que está de vacaciones y Tomeu también se presentó, aunque más muerto que vivo después del fin de año gabacho. Por eso cuando se le partió la cadena dió media vuelta y se marchó (andando, eso sí). Los demás, para arriba. Quise poner en marcha el cronómetro pero no le funcionaba a Matías, pero con el reloj nos salieron unos veintiseis o veintisiete minutos de ascensión. Creo que en mis buenos tiempos me salían menos de veinticinco.

Después trialera, ese día mojada pero sin llegar a extremadamente resbaladiza por lo que, en conjunto, nos dejó un buen sabor de boca. La bici nueva con rozaduras, pero contentos.