Tras un fin de semana de parón rutero por mi parte y dado que he estado medio constipado toda la semana mi participación en alguna salida no estaba garantizada. Alguien sacó el tema de unos caminos inexplorados y Tomeu que está a la que salta últimamente recogió el guante y la anunció oficialmente. Lo que pasa es que desde el día del pateo por el Puig del Vent y la Galera donde pillé un cabreo de tres pares decidí que me lo pensaría dos veces antes de acometer ciertas rutas, y ésta era una de ellas. Una de esas donde el pedaleo pasa a un segundo plano, y eso sí se sabía de antemano.
La de la semana pasada tampoco era para echar cohetes pero tenía muchas escapatorias, allí no había problema. Más o menos como en la de esta semana; siempre hubiera podido optar por una retirada estratégica pero otras noticias surgidas a lo largo de los días previos me llamaron la atención. Miguel, de los Llucmabike, estaba preparando una salida por Esporles y parecía que se iba sumando gente de diversos grupos. L'amo Andreu había confirmado su asistencia tras algunas dudas. Esa ruta totalmente ciclable, aunque conocida, y la asistencia de diversos personajes, conocidos y desconocidos, me animó a enrolarme.
Llegamos justos de hora pero aún faltaban unos cuantos por lo que pudimos saludar con tiempo a los conocidos, que eran más bien pocos. El resto, integrantes de diversos grupos, Quintana, Dimonis, llucmajorers, y algunos acoplados con los que no suelo relacionarme. No pude retener el nombre, ni posiblemente la cara, de todos ellos. Yo me puse el maillot de Fumigado, que es como un DNI en tela, y así me ahorro algunas presentaciones, aunque lo llevé por poco tiempo, el justo para empezar a sudar. Porque eso fue lo que pensé cuando los vi, aquí hay mucho rutero camuflado, con el alma dividida entre el asfalto y los senderos.
Así que para tener un poco de todo plantean la ruta empezando por subir por asfalto hacia es Verger y girar hacia la Ermita de Maristela por las rampas de cemento. En la barrera ya me quité el pijama y dejé que los picaos se machacaran ellos solos. El chófer del Pasquali nos dejó pasar a todos pero tras las malas sensaciones que tuve en las rampas decidí parar y tratar de solucionar el roce del disco trasero con las pastillas; me parece que no lo logré. Juan se me escapó y yo iba haciendo la goma con el Pasquali pero preferí esperar a Andreu que venía aún más atrás, así que subimos los dos ringo rango hasta arriba.
Ya debían estar cansados de esperar cuando llegamos así que no perdí mucho tiempo en ponerme las rodilleras, coger agua y salir para abajo, hacia los marges. Bajé el primero y algunos venían detrás. Nos hemos reunido en la losa donde alguno se tiró y después los he visto pasar por el primer marge, con dispar resultado. De lo que he hecho yo mejor no hablar, aún tenía en la mente los revolcones de hace quince días. Y en el pequeño tramo de bajada hasta la carretera hubo un pinchazo. Está en restauración y era lo normal dar algún llantazo en las tiras de piedras que lo cruzan.
Hicimos un tramo de carretera hasta el cruce de arriba y en la Granja se nos unieron los que habían bajado por el Pas de sa Granja (aún quedan clases). Allí se decidió bajar directos por la Branson acortando un poco la ruta inicial. Buena bajada sin contratiempos donde me sentí muy cómodo, sin apenas embozos y a buen ritmo. En el recuento de la explanada faltaba uno, Andreu había pinchado y el horario, su horario, empezaba a trastocarse. Como no lo tenía claro nos fuimos Juan y yo abajo a merendar. Otros estaban en uno de los bares. Al parecer, siendo un grupo tan numeroso, había disparidad de criterio respecto a ese tema y algunos empezaron a irse. Andreu no aparecía y cuando llegaron los del bar les conminé a que se fueran tras sus compañeros. Juan y yo le esperaríamos y seguiríamos a nuestro ritmo. Finalmente apareció unos minutos más tarde, se había perdido por el torrente.
Hicimos la ruta prevista a paso lento pero constante. Quedaban aún unas cuantas subidas y nos lo tomamos con calma, más que nada porque no había más tela que cortar, aunque Juan se rehízo milagrosamente de sus dolencias y constantemente nos dejaba atrás, cosa que le dejó bastante sorprendido por cierto. Cuando nos paramos para ponernos las protecciones nos alcanzaron Bonus y Joséllarg que venían de realizar su periplo particular y juntos hicimos toda la bajada hasta la Granja. Ellos quedaron allí y nosotros volvimos al pueblo por los escalones donde no las tenía todas conmigo y los pasé un poco más lento de lo que debiera pero al menos con el rebote mejor ajustado.
Tampoco era tan tarde cuando llegamos, digamos que estuvimos dentro de nuestro horario habitual, lo que pasa es que otros se ve que están más habituados a correr contra el crono y no pedalear como que les crispa un poco. Nada que decir, de hecho aunque no hubiera sucedido el incidente de Andreu, yo mismo les hubiera advertido de que no nos esperaran en el caso de que no hubiéramos podido seguirles por la Volta des General, cosa que, por otro lado, hubiera sucedido con total probabilidad. Tampoco es cuestión de chafar la ruta a otros si vas de acoplado. Por lo demás, buen ambiente, que es siempre de lo que se trata.
La de la semana pasada tampoco era para echar cohetes pero tenía muchas escapatorias, allí no había problema. Más o menos como en la de esta semana; siempre hubiera podido optar por una retirada estratégica pero otras noticias surgidas a lo largo de los días previos me llamaron la atención. Miguel, de los Llucmabike, estaba preparando una salida por Esporles y parecía que se iba sumando gente de diversos grupos. L'amo Andreu había confirmado su asistencia tras algunas dudas. Esa ruta totalmente ciclable, aunque conocida, y la asistencia de diversos personajes, conocidos y desconocidos, me animó a enrolarme.
Llegamos justos de hora pero aún faltaban unos cuantos por lo que pudimos saludar con tiempo a los conocidos, que eran más bien pocos. El resto, integrantes de diversos grupos, Quintana, Dimonis, llucmajorers, y algunos acoplados con los que no suelo relacionarme. No pude retener el nombre, ni posiblemente la cara, de todos ellos. Yo me puse el maillot de Fumigado, que es como un DNI en tela, y así me ahorro algunas presentaciones, aunque lo llevé por poco tiempo, el justo para empezar a sudar. Porque eso fue lo que pensé cuando los vi, aquí hay mucho rutero camuflado, con el alma dividida entre el asfalto y los senderos.
Así que para tener un poco de todo plantean la ruta empezando por subir por asfalto hacia es Verger y girar hacia la Ermita de Maristela por las rampas de cemento. En la barrera ya me quité el pijama y dejé que los picaos se machacaran ellos solos. El chófer del Pasquali nos dejó pasar a todos pero tras las malas sensaciones que tuve en las rampas decidí parar y tratar de solucionar el roce del disco trasero con las pastillas; me parece que no lo logré. Juan se me escapó y yo iba haciendo la goma con el Pasquali pero preferí esperar a Andreu que venía aún más atrás, así que subimos los dos ringo rango hasta arriba.
Ya debían estar cansados de esperar cuando llegamos así que no perdí mucho tiempo en ponerme las rodilleras, coger agua y salir para abajo, hacia los marges. Bajé el primero y algunos venían detrás. Nos hemos reunido en la losa donde alguno se tiró y después los he visto pasar por el primer marge, con dispar resultado. De lo que he hecho yo mejor no hablar, aún tenía en la mente los revolcones de hace quince días. Y en el pequeño tramo de bajada hasta la carretera hubo un pinchazo. Está en restauración y era lo normal dar algún llantazo en las tiras de piedras que lo cruzan.
Hicimos un tramo de carretera hasta el cruce de arriba y en la Granja se nos unieron los que habían bajado por el Pas de sa Granja (aún quedan clases). Allí se decidió bajar directos por la Branson acortando un poco la ruta inicial. Buena bajada sin contratiempos donde me sentí muy cómodo, sin apenas embozos y a buen ritmo. En el recuento de la explanada faltaba uno, Andreu había pinchado y el horario, su horario, empezaba a trastocarse. Como no lo tenía claro nos fuimos Juan y yo abajo a merendar. Otros estaban en uno de los bares. Al parecer, siendo un grupo tan numeroso, había disparidad de criterio respecto a ese tema y algunos empezaron a irse. Andreu no aparecía y cuando llegaron los del bar les conminé a que se fueran tras sus compañeros. Juan y yo le esperaríamos y seguiríamos a nuestro ritmo. Finalmente apareció unos minutos más tarde, se había perdido por el torrente.
Hicimos la ruta prevista a paso lento pero constante. Quedaban aún unas cuantas subidas y nos lo tomamos con calma, más que nada porque no había más tela que cortar, aunque Juan se rehízo milagrosamente de sus dolencias y constantemente nos dejaba atrás, cosa que le dejó bastante sorprendido por cierto. Cuando nos paramos para ponernos las protecciones nos alcanzaron Bonus y Joséllarg que venían de realizar su periplo particular y juntos hicimos toda la bajada hasta la Granja. Ellos quedaron allí y nosotros volvimos al pueblo por los escalones donde no las tenía todas conmigo y los pasé un poco más lento de lo que debiera pero al menos con el rebote mejor ajustado.
Tampoco era tan tarde cuando llegamos, digamos que estuvimos dentro de nuestro horario habitual, lo que pasa es que otros se ve que están más habituados a correr contra el crono y no pedalear como que les crispa un poco. Nada que decir, de hecho aunque no hubiera sucedido el incidente de Andreu, yo mismo les hubiera advertido de que no nos esperaran en el caso de que no hubiéramos podido seguirles por la Volta des General, cosa que, por otro lado, hubiera sucedido con total probabilidad. Tampoco es cuestión de chafar la ruta a otros si vas de acoplado. Por lo demás, buen ambiente, que es siempre de lo que se trata.