Blog mínimo

Hace años inocentemente empecé una labor sin pretensiones, una simple redacción de unos hechos que a pocos podrían interesar por cotidianos y con una calidad literaria exigua que desde luego no ha mejorado con el tiempo. Ese podría ser el contenido, la razón primera de lo que tienes entre manos pero otros más vivos que yo ya adivinaron que en éste y otros casos parecidos haría falta una pequeña ayuda por parte del continente para captar la atención del posible lector (y potencial cliente) y a ello se dedicaron.

De lo que se trata es de enganchar tanto a los unos como a los otros con toda clase de argucias. Si de lo que se trata es de querer enseñar un trabajo que solamente requiere de una hoja en blanco ¿qué más da la presentación? Pues da, no necesariamente, pero da. De hecho es difícil hasta para uno mismo no caer en la tentación de querer cambiar el envoltorio cuando sabes que es posible. De repente aparecen en la configuración decenas de novedades estéticas que quieren hacerse pasar por mejoras.

Pero es que ni siquiera hay que esperar ese momento porque ya han aparecido centenares de otros blogs que lo único que pretenden sus autores es que tú mejores los tuyos, mejores lo accesorio, lo supérfluo, el envoltorio, y ahí es donde entramos ya en el quid de la cuestión, la PLANTILLA HTML.

Ahí ya te han tocado la moral de pleno, hay que entrar a matar, atesorar scripts como quién colecciona cuentas de nácar; coleccionar gadgets como para empapelar decenas de blogs, todo eso lo vas metiendo a medida que se van creando necesidades que oscilan de dirección como las veletas. Al principio todo va bien, los cambios generan euforia pero solo hasta que, por algún motivo desconocido, la cosa peta. Y hay que buscar ayuda rápidamente porque estos problemas no pueden esperar, no publicar es morir, y te enfrascas en recorrer las alcantarillas del blog donde la realidad no es más que una sucesión interminable de líneas de código, como trazos milimétricos dejados por un pincel y que en su conjunto conforman una pintura de grandes dimensiones. Éste podría parecer un buen símil pero si nos damos cuenta solo sería cierto si dijéramos que todos esos pequeñísimos trazos nos pintan solamente el marco del cuadro, el lienzo seguiría en blanco esperando la creatividad del autor.

Por eso en mi blog hay muchas tonterías, como personalizar el título de la pestaña del navegador, por ejemplo, y hay otras que ejercen una función para algo que yo creo interesante, detalles que no deben ocultar el verdadero propósito de este proyecto que no aspira a algo más que servir de recordatorio de lo vivido (con sus pequeños adornos, claro).

De ahí que me haya surgido la idea de duplicar el blog (también se me podría haber ocurrido antes, no después de 719 entradas) y dejar el envoltorio a lo mínimo, prácticamente una hoja en blanco.

Podéis verlo picando en el menú sobre Blog mínimo.


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