Vagueando por Banyalbufar

Como era de esperar en un puente de vacaciones tan largo la gente se dispersa aunque siempre hay algunos que, entre procesión y procesión, quieren salir a rodar. Yo salí el viernes a probar el carril bici en plena efervescencia (mejor no comento nada más), más bien fue solamente para que me diera el aire y que me entraran ganas renovadas para salir el sábado. Y parece que tuvo su efecto porque sí las tenía.

Solamente un voluntario se había interesado por mis planes (sí, el de siempre) y de todas maneras no se los conté, solo le dije el título de la película, Banyalbufar, que así, de buenas a primeras, no es muy habitual centrar la atención en esa localidad precisamente, pilla un poco a mano izquierda de cualquier ruta, como quién dice. Pero se venía hablando de ella ya desde el jueves cuando me dieron la noticia de la convocatoria de una excursión reivindicativa sobre los caminos que cruzan el Rafal, viejas cuitas que parece que no pasan de moda a pesar de estar ya todo el pescado vendido. De todas maneras se informó de tales acontecimientos en el foro correspondiente por si alguno sentía la necesidad de manifestar con su presencia su descontento con la situación aunque fuera en plan individual. Aquí está el resumen de lo acontecido, más no tengo que aportar.

Mi interés por la zona tenía otros motivos, otros despertaron mi atención hace meses con una crónica de una ruta que rondaba por la zona y aunque en un segundo pase aporta algo más de incertidumbre con una errata la cosa estaba más o menos clara, sobre el papel seguro porque en los mapas antiguos consta y sobre las pantallas modernas también aunque yo no tenía ningún recuerdo ni sospecha de su existencia.

Por ello nos dirigimos el sábado a averiguarlo. Salimos de Esporles, desde el aparcamiento, donde otro grupo también estaba de preparativos pero cada uno en su espacio, hoy no vamos de guais y no nos decimos nada. Partimos hacia el camí vell des Pescadors a calentar porque el día se presentaba algo frío pero enseguida vimos que no era más que una ilusión, más bien sería lo contrario. Nos reunimos en la carretera obviando el sendero de Mirant de Mar aunque hubiera sido lo apropiado, quiero ir directo al meollo porque después siempre se lía el asunto y se pasa el tiempo volando entre indecisiones y renuncios.

Vamos por la pista ancha como dos buenos domingueros, aunque no sea domingo, hasta s'Arbossar donde tenemos los deberes y debo reconocer que es malo de ver, tan malo que no lo ví, sabía que estaba pero no lo veía y como no podía entrar por la barrera cerrada busqué la alternativa. Nos fue bien pero está muy despejada y hubo que esperar que toda la gente que estaba por ahí afuera se alejara un poco fuera de la vista, después pasamos sin problema.

Al principio tiene toda la pinta de una pista particular sin muchos alicientes pero su estado salvaje y descuidado aporta algún interés, mayor al pasar la barrera pero ya estamos muy cerca de empalmar con el camí des correu asfaltado. De todas maneras, muy buen enlace a pesar del inconveniente inicial.

Al bajar al pueblo el lugar y las vistas invitan a detenerse y contemplarlas, tampoco es cuestión de tener un denuevo en esas curvas; y en una de esas paramos junto a unos enormes estanques donde aprovechamos para repostar sólidos. Juan se fue cuesta arriba y lo vi desaparecer tras una curva, después volvió con la convicción de que por allí podríamos bajar al pueblo. Le hice caso y salimos a ver qué nos espera. Estando un poco más arriba apareció una pareja de vecinos y les pregunté si íbamos bien para llegar al pueblo, una contestó que sí y el otro que no, ¿cómo quedamos, llegaremos o no? Después vimos que se refería a que no podríamos bajar con las bicis porque había escalones, según ellos nunca habían visto ninguna bici por allí.

Por supuesto, bajamos sin ningún problema pese a que cuanto más cerca estás de los edificios más se inclina el terreno y más alto que subía aún, de hecho, han puesto pasamanos para ayudarse a subir, no me imagino yo con una bombona camino arriba, pobre butanero... pero vamos, que para hacer con bici me ha gustado mucho.

Descanso en el banco de la acera contemplando el horizonte, hay ganas de partir pero también de quedarnos, no hay prisa, y cuando nos ponemos en marcha vienen justo detrás de nosotros una pareja de cicloturistas dándole caña al plato pequeño y no me dan ninguna envidia, pero nosotros nos centramos en lo nuestro y lo que quiero ver es la drecera del campo de fútbol, así nombrada y recordada por mí pero no hollada por mis gomas, y pardiez, que hoy caerá.

No a la primera porque tras comernos una dura rampa de hormigón llegamos al final que no eran más que dos barreras y los vecinos no asoman para poder preguntar así que volvemos a la carretera a por la siguiente rampa que no se encuentra más lejos que a un minuto y le endiñamos plato pequeño desde el inicio porque ni sitio hay para un miserable descansillo. Al poco, justo en una curva sobre el torrente, sale a mano izquierda el sendero con al menos la misma pendiente que veníamos subiendo a lo que había que sumar el escándalo de la manada de perrillos de los alrededores pero como seguía cementada al menos se podía subir.

Aquello no paraba de subir y subir y tras una curva descubrimos el magnífico empedrado que nuestros antepasados se molestaron en colocar y que el paso del tiempo se ha dedicado a deteriorar, buen test para los bocazas. Lo que sé es que al pararme y mirar abajo ves la carretera a casa dios, y tú sin llegar arriba, me gustó mucho ese caminito.
Parados en la curva de la carretera vemos pasar otra vez a los cicloturistas pero no hice las agrupaciones correctas, los tíos iban juntos y las chicas solas, hoy les tocaba Sóller-Pollença, casi nada.

Vamos a hacer nosotros el enlace hacia el camí des correu y esta vez sí lo tomaremos para volver a Esporles. Entramos por la pista lateral para evitar el pateo inicial y después ya es circulable, tampoco encontramos a mucha gente entre medias, casi todos estaban en la parte nueva restaurada donde yo la pifié con el ajuste de la horquilla ya que en esa parte de bajada sufrí mucho de manos al ir con el rebote descompensado y la suspensión siempre hundida. A partir de la carretera lo modifiqué y volvió la alegría.

Al pasar por el portillo por el que bajas de la ermita quise convencer a Juan de ir a visitar los marges (para picarlo un poco nada más) pero solo llegamos al primer escalón ya que se oían bikeros un poco más arriba y decidimos esperar a que pasaran, entonces vimos en primera fila todos los estilos de paso de escalón, con tiro de manillar, acelerando y saltando, clavando rueda, esquivando y casi me mato y hasta un renuncio pero me salió la vena tocapelotas y le dije que tenía que volver a intentarlo, que todos habían pasado montados y el tío se dió la vuelta y no le quedó otra que tirarse, por vergüenza supongo, después le aplaudimos eso sí pero a Juan no le pude convencer así que nos fuimos hacia el safareig para hacer después la subidita de la fuente de la mora a la que no saludé en esta ocasión.

Pero no iba a acabar el día sin conocer algo nuevo más y le llevé por el circuitillo de DH donde ya ví algún ramal nuevo (estos esporlerins no paran), nosotros solo hicimos la rampilla final y ya nos bastó para bajar al pueblo más que contentos.

Se hizo un poco corta la salida, no estoy acostumbrado a acabar a la una pero los éxitos obtenidos compensaban su corta duración, además los pericos esperaban su ración y son muy suyos.


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