Para una ruta que preveía en solitario no me hacía falta mucho planeamiento previo, lo primero sería elegir la zona y después el itinerario, en el caso de la zona elegí una cercana, Fita del Ram, y para la segunda cuestión, la secreta, y cuando digo secreta me refiero a la secreta, secreta, la que no pasa por la cima y que pese a transitar por allí en varias ocasiones no la tengo muy presente aunque sí recuerdo que no es ciclable en su totalidad aunque tampoco la subida a la cima lo es, al menos en su aproximación más
vertical, no era ese el motivo principal de mi elección. Así pues me decidí a rememorar dicho paso inicial para enlazar después con la bajada posterior ya más frecuentada.
Con una ruta como esta puedo salir de casa rodando sin que pierda mucho tiempo con ello, ni a la ida ni a la vuelta, el timming está más o menos controlado aunque la parte inicial sea una subida con bastante desnivel pero que de tanto repetirla parece menos de lo que realmente es aunque no se puede desdeñar de buenas a primeras y si no que se lo pregunten a quienes no la afrontan con la decisión (y fuerzas) necesarias y ya en los primeros kilómetros del Bunyolí sufren sus embates.
Llegamos al cruce de es Canyar un nutrido grupo de bikeros y yo desde direcciones opuestas y me sobrepasan enseguida, tienen pinta de ruteros camuflados en plan entrenamiento si nos atenemos a sus vestimentas y sus bicis de grandes ruedas que llevan tanto ellos como ellas. Desde luego no seré yo quién les presente batalla por llevarme el kom del tramo, entre ellos se lo disputarán. Los veo partir desde la barrera a todos menos a dos mientras me voy quitando capas y un poco antes de salir yo salen los otros dos a los que no espero ver ya más en toda la subida, se trata de ir subiendo a mi ritmo y llegar arriba lo más decentemente posible.
Pero en ese punto me equivoqué ya que a mitad de camino, al final de una recta, veo parado a uno de ellos que parte antes de que yo llegue, supongo que por pundonor más que por otra cosa. Pero le tengo a tiro y no se me va y aunque a mi ritmo no le alcanzo sí le sobrepaso cuando vuelve a parar y es cuando veo al otro un poco más lejos, entonces ya que estoy paso a los dos pero cuando me acerco noto algo en él que me es familiar, no es ni su vestimenta, ni la bici, y por supuesto tampoco su aspecto ya que no lo he visto, ni siquiera su voz cuando se dirige a mí creyendo que es su compañero, se trata más bien de la forma de pedalear, del estar sobre la bici, y cuando me pongo a su costado confirmo mis sospechas, es Juanan, viejo compañero de rutas pero ahora distanciados, no por ninguna disputa en particular, las olas de la vida en general.
Ellos hacen la misma ruta que yo y no hay motivo para no compartir asfalto y camino con ellos mientras vamos poniéndonos al día. Puede que a Jaume se le hiciera pesada la subida por tierra pero en la de asfalto no flaqueó y los tuve por delante en toda ella, y además hice el recorte por tierra que aún es más largo que el tramo asfaltado, con lo que aún me sacaron más ventaja. Sea como fuere arriba nos vimos e hicimos una parada de cortesía para empezar con buen pie el tramo divertido, de todas maneras no insistí mucho para convencerles de afrontar el tramo a pie, parece que el antiguo lema de pateo nunca mais, lo siguen respetando al pie de la letra, por lo que continuamos por el camino principal sin tener que desmontar.
En cambio sí quieren conocer alguna variante del camino clásico de bajada y de las diferentes posibilidades elijo la que creo que les puede gustar más, con una primera parte más endurera y con algo más de enjundia que la segunda, que es más rápida y que fue donde precisamente (el otro) Jaume voló, se le cruzó el manillar según contaba. No me resistí a subir a tomar alguna foto en lo alto del Castellet aprovechando el día primaveral que se nos presentaba y que no teníamos mucha ocasión de disfrutar estando como estábamos bien metidos en el bosque. Desde allí hasta la zona de los marges aunque sin llegar a ellos de los que no son muy partidarios y como tampoco me quería arriesgar a reventar como la vez anterior nos desviamos hacia la fuente por el senderillo pero como el líquido que mana de su mina no parecía satisfacer los deseos de algunos hubo que llegar hasta el pueblo para usar otro tipo de brebaje para calmar la sed, que barbaridad...
En estos casos, y más si has recibido una llamada al orden en tu móvil, es recomendable la vuelta directa por carretera, la opción de Son Malferit queda para ocasiones más propicias aún siendo la más adecuada, por allí los 32 no sufren tanto.
Ya véis que no siempre los planes se ejecutan según la previsión, siempre hay que estar dispuesto al cambio, sea por obligación o por devoción, la mayoría de las ocasiones por causa mayor, todo hay que decirlo, y saber disfrutar del elemento sorpresa, en este caso un reencuentro inesperado de un buen compañero de rutas.
Ver la traza en wikiloc
Con una ruta como esta puedo salir de casa rodando sin que pierda mucho tiempo con ello, ni a la ida ni a la vuelta, el timming está más o menos controlado aunque la parte inicial sea una subida con bastante desnivel pero que de tanto repetirla parece menos de lo que realmente es aunque no se puede desdeñar de buenas a primeras y si no que se lo pregunten a quienes no la afrontan con la decisión (y fuerzas) necesarias y ya en los primeros kilómetros del Bunyolí sufren sus embates.
Llegamos al cruce de es Canyar un nutrido grupo de bikeros y yo desde direcciones opuestas y me sobrepasan enseguida, tienen pinta de ruteros camuflados en plan entrenamiento si nos atenemos a sus vestimentas y sus bicis de grandes ruedas que llevan tanto ellos como ellas. Desde luego no seré yo quién les presente batalla por llevarme el kom del tramo, entre ellos se lo disputarán. Los veo partir desde la barrera a todos menos a dos mientras me voy quitando capas y un poco antes de salir yo salen los otros dos a los que no espero ver ya más en toda la subida, se trata de ir subiendo a mi ritmo y llegar arriba lo más decentemente posible.
Pero en ese punto me equivoqué ya que a mitad de camino, al final de una recta, veo parado a uno de ellos que parte antes de que yo llegue, supongo que por pundonor más que por otra cosa. Pero le tengo a tiro y no se me va y aunque a mi ritmo no le alcanzo sí le sobrepaso cuando vuelve a parar y es cuando veo al otro un poco más lejos, entonces ya que estoy paso a los dos pero cuando me acerco noto algo en él que me es familiar, no es ni su vestimenta, ni la bici, y por supuesto tampoco su aspecto ya que no lo he visto, ni siquiera su voz cuando se dirige a mí creyendo que es su compañero, se trata más bien de la forma de pedalear, del estar sobre la bici, y cuando me pongo a su costado confirmo mis sospechas, es Juanan, viejo compañero de rutas pero ahora distanciados, no por ninguna disputa en particular, las olas de la vida en general.
Ellos hacen la misma ruta que yo y no hay motivo para no compartir asfalto y camino con ellos mientras vamos poniéndonos al día. Puede que a Jaume se le hiciera pesada la subida por tierra pero en la de asfalto no flaqueó y los tuve por delante en toda ella, y además hice el recorte por tierra que aún es más largo que el tramo asfaltado, con lo que aún me sacaron más ventaja. Sea como fuere arriba nos vimos e hicimos una parada de cortesía para empezar con buen pie el tramo divertido, de todas maneras no insistí mucho para convencerles de afrontar el tramo a pie, parece que el antiguo lema de pateo nunca mais, lo siguen respetando al pie de la letra, por lo que continuamos por el camino principal sin tener que desmontar.
En cambio sí quieren conocer alguna variante del camino clásico de bajada y de las diferentes posibilidades elijo la que creo que les puede gustar más, con una primera parte más endurera y con algo más de enjundia que la segunda, que es más rápida y que fue donde precisamente (el otro) Jaume voló, se le cruzó el manillar según contaba. No me resistí a subir a tomar alguna foto en lo alto del Castellet aprovechando el día primaveral que se nos presentaba y que no teníamos mucha ocasión de disfrutar estando como estábamos bien metidos en el bosque. Desde allí hasta la zona de los marges aunque sin llegar a ellos de los que no son muy partidarios y como tampoco me quería arriesgar a reventar como la vez anterior nos desviamos hacia la fuente por el senderillo pero como el líquido que mana de su mina no parecía satisfacer los deseos de algunos hubo que llegar hasta el pueblo para usar otro tipo de brebaje para calmar la sed, que barbaridad...
En estos casos, y más si has recibido una llamada al orden en tu móvil, es recomendable la vuelta directa por carretera, la opción de Son Malferit queda para ocasiones más propicias aún siendo la más adecuada, por allí los 32 no sufren tanto.
Ya véis que no siempre los planes se ejecutan según la previsión, siempre hay que estar dispuesto al cambio, sea por obligación o por devoción, la mayoría de las ocasiones por causa mayor, todo hay que decirlo, y saber disfrutar del elemento sorpresa, en este caso un reencuentro inesperado de un buen compañero de rutas.
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