Ses Sínies

Por fin una ruta endurera como dios manda, ses Sínies como deben hacerse, hacia abajo. Cuando fueron a hacerla en sentido contrario me pareció excesivo el tramo de pateo, y no me equivoqué. En sentido descendente podría decirse que la ruta es ciclable en un 98%, en el mejor de los casos. Lo que no quiere decir que lo sea para cualquiera, lo que digo es que se presta a ello.

Quedaron a las nueve en Puigpunyent para dar tiempo a Crop para llegar desde Muro sin darse el gran madrugón y puse el despertador a las siete para que me sobrara tiempo. Y menos mal porque no pude poner en marcha el coche y tenía el pequeño cargado. Descargarlo y partir; aún así llegué muy temprano. Había pensado en desayunar ya que tampoco lo había hecho pero tras montar la bici fuí a dar una vuelta para empezar a calentar y se me pasó. Cuando volví al pueblo no ví a nadie y me pareció raro; era casi la hora. Seguí circulando y veo, lejos de donde estaba aparcado, unos vehículos conocidos pero ni rastro de bikeros ni bicis. ¡estos se han pirado! Pero, ¿hacia dónde? Intuí que hacia el Grau por carretera pero no estaba seguro. Me equipé y comencé a subir el coll. No tuvo que pasar mucho tiempo para ver al grupo unas cuantas curvas más arriba aún cerca del pueblo. Tranquilo, los cogeré tarde o temprano y si no lo hacía, al menos sabía por donde discurriría la ruta y en un momento dado los alcanzaría sin tener que forzar, bastaba no parar. Y de hecho lo hice en la barrera de sa Campaneta.

Grupito muy reducido. Sabía ya de algunos que no vendrían por parte de los toys y de los demás poca gente se apuntó, tan solo Fibras y ToniXXL, más Crop y yo. El verano, calores, compromisos varios, desplazamientos y demás hace que el grupo mengüe. Pista amplia, casi llana, hasta el desvío del GR donde se pillan los primeros tramos de pateo en este caso provocados por el propio camino. Ya me noté muy pesado. Por como había transcurrido la semana y por el viernes en particular no me auguraba nada bueno. Menos mal que al menos hubo un primer calentamiento por carretera. Primera bajadita para empezar a catar las suspensiones y pista exigente de subida hasta el coll.

Bajé el sillín en el sendero pero no hacía falta ya que en muchos tramos es más bien llano y, excepto algunas zonas reviradas muy cortas, se puede pedalear con comodidad. Pero solamente es para abrir boca para lo que nos espera después de la fuente, aún con un hilillo de agua imposible de atrapar. Una amplia pista donde pillaremos una gran velocidad. En una de las curvas rodó Perdigón sin graves consecuencias. Es de locos querer bajar por esa pista sin freno trasero.

Después de la miranda sobre Son Fortuny viene un pequeño ascenso, casi ciclable en su mayor parte, para ya descender definitivamente hasta el área recreativa donde hubo sesión de video filmada por un servidor y decir que se ven de milagro porque yo no veía nada por la pantalla. Hasta este momento estaba contento. Las exigencias habían sido mínimas pero quedaba lo peor. Lo peor es la pista de la Coma d'en Vidal de la que no guardaba ingrato recuerdo...hasta ayer. La subí con Mar el día que fuimos hacia la Mola de s'Esclop y fué bastante bien. La pista y la pendiente son las mismas, falla el bikero. Me conozco y sabía que flojearía, pero no tanto. Que tuviera poca tracción tampoco ayudaba pero no es excusa. PETÉ descaradamente. Aún así me dió pereza quitarme guantes y zapatos y solamente me mojé la cabeza en el pozo. Ya veremos si cuando esté abierto el refugio tendremos tanta manga ancha con el cubito. Queda por averiguar el grado de potabilidad del agua dada la fauna que allí dentro se desarrolla.

Ya tenía ganas de ver la bajada en directo. Por las fotos no se intuía su dificultad. Tomeu decía que era fácil. Su fácil es como mínimo semijodido tirando a jodido para mí pero ¿quién dijo miedo?. Desde luego Perdigón no y va y se estampa por segunda vez, esta piña un poco más seria, aunque sin llegar a la rotura física.

Vamos bajando, el camino está limpio de vegetación; se adivinan verdaderos troncos cortados a ras en medio de la trazada, con curvones ciertamente negociables para los expertos y bastantes pedruscos, muchos de ellos no sorteables, con lo que hay que superarlos con cierta velocidad para no quedar atrancado. Bueno todo esto lo voy anotando mentalmente como lo que hay que hacer la próxima vez que pase por allí; no es exactamente lo que hice ayer. Lo que sí tengo claro es que hay que hacerla siempre de bajada; en ese sentido la ruta se merece un cinco.

Oh, pero la pistorra desde ses Sínies a las casas es otro mundo, vaya gozada de pedaleo. La única nota negativa es que está recubierta de resto de poda vegetal y ya se sabe que en cualquier momento te puede saltar una ramita y hacerte un destrozo en la bici. Y de hecho algunas lo hicieron aunque sin llegar a engancharse; menos mal. Pasamos por las casas y despedimos a Perdigón que da por finalizada la ruta esperando su rescate. Nosotros nos dedicamos a arreglar pinchazos a la sombra antes de desviarnos hacia el Ratxo a través de una pista en ascenso continuado donde, inconsciente de mí y pese a los avisos, la hago medio atrancado a plato mediano y con el cambio aún sin ajustar, con el treinta como piñon mayor.

Es Ratxo, quién te ha visto y quién te ve. De ser unas simples casas de payeses a complejo hotelero para pudientes turistas. Yo no lo había visto, me lo han contado. Creo que una vez llegué hasta el portillo de entrada. Sí, tiene que ser allí porque me acuerdo de que estaba después de la Reserva y que había una bajada pero no entré. Sé que tiré hacia Galilea por un vial asfaltado bastante deteriorado y empinado, aunque son recuerdos más bien vagos. Tan vagos que ni siquiera estoy seguro de si bajé o subí de Galilea. Efectivamente la entrada está junto a la de la Reserva y hay un desvío a la izquierda por lo que debía ser el mismo punto del que me acordaba.

Lo que es seguro es que a partir de ayer me acordaré con mucha más claridad porque las rampas de asfalto, que no hormigón, se me hicieron eternas. Qué digo eternas, doblemente eternas. Y los compañeros esperando con resignación en lo alto, quina vergonya. Pero ya solamente quedaban unos kilómetros de asfalto y menos mal que desbloqueé la horquilla porque me metí en uno de los muchos socavones que tiene y casi me estampo. Me cogió de sorpresa en un área de sombras y con las gafas puestas no lo ví.

Me veía incapaz de acabarme la bebida en el bar y menos de levantarme de la silla pero ahora mismo lo que tengo son ganas de volver a por esa ruta. Muy endurera, muy ciclable. Lo que le faltaba a esa zona para la perfección.


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