Desde la última petada no las tenía todas conmigo. Se preveía que la ruta del sábado no sería ñoña ya que se quería que el forero Santi Calvet se llevara una buena impresión de la isla. Yo no lo conocía ni personalmente ni a través del foro ya que no me suelo perderme mucho en esos terrenos, pero otros compañeros sí, y a ellos notificó su intención de apuntarse a algunas de nuestras salidas cuando viniera. Y como ha sucedido en otras ocasiones se les ha procurado satisfacer en lo posible.
Se eligió el circuito de los Cingles de Son Rullán. Largo, técnico, rápido y con varias tipologías de terreno para no acabar defraudado. A mí lo que más me interesaba era lo que hay antes de llegar al descenso. Ahí iba a ver como me encontraba realmente. No podía ni quería compararlo a aquella última vez que estuve por el Pas d'en Miquel. Esta vez tenía que ser diferente, aunque estuve a punto de no ir. Fuí tentado (y seducido) por una invitación poblera el día anterior. Iba a ser más corta, más baja, menos penosa en un principio esta otra ruta y me pareció estupendo para seguir recuperando.
Me gusta salir con el grupo de Sa Pobla pero desafortunadamente solamente puedo hacerlo una vez por semana, con lo que las ocasiones son pocas. Además me había quedado con mal sabor de boca desde nuestra última salida conjunta, donde me quedé descolgado de mala manera, teniendo que recurrir a trazar una ruta alternativa hasta volver a reunirnos. Así no alteré sus planes y pudieron hacer su ruta programada hasta el final. Finalmente se anuló la salida a última hora y me animé a intentar la subida del Pla del Pouet. Nos vimos a las ocho y media en Valldemossa donde, sin que sirva de precedente, llegué temprano. Llegó Fibras con el invitado, Nando, Yarik, Buzz, Perdigón y Pepefz. Los otros tres, Woody, Potato y ToniXXL venían del puerto. Nos vimos en la barrera de la subida del Pla del Pouet para enfilar ruta.
Me encontré bastante bien en toda la subida. Que la hiciera toda o parte montado es otra cosa; me refiero que no me noté mal en las partes en que montaba. Y eso que es un recorrido en el cual me suelo quejar de falta de calentamiento previo. El invitado llevaba una bici más de DH que de enduro (o de enduro muy bruto) con lo que que le auguraba los problemas precisamente en el tramo de subida pero para mí que lo superó bastante bien, teniendo en cuenta que no conocía el lugar. La subida no es corta pero el conocer el terreno ayuda mucho.
Hacía calor, pero muy soportable; no me pareció excesivo, aunque no todos opinaran lo mismo. Tomeu no subió fino, quizás le rondara la pájara, quizás forzó demasiado en la subida de asfalto, aunque unas cuantas paraditas estrátegicamente ejecutadas durante el recorrido le permitieron llegar arriba dignamente. Potato también las veía maduras con la nueva montura, mucho más pesada, aunque más noble a la hora de rodar, en el sentido de que se agarra más al terreno, tanto en subida como en bajada. Lo que pasa es que subiendo hay que poder moverla sino lo que es una ventaja se convierte en un lastre.
No me arrepentí de haber ido, el Camí de ses Fontanelles me encanta y ayer lo disfruté. Reagrupados, rehidratados y reanimados en el Pla dets Aritges donde Buzz y Fibras llevaban esperando más de diez minutos mientras los demás buscaban el tornillo perdido de la cala de Perdigón (que había durado media hora escasa puesto) o posaban en los miradores con la mejor cara que podían poner, nos disponemos a partir aún más arriba (alguno no se lo creía pero ya quedaba poco), a coronar las últimas rampas del honor.
En el desvío hacia los Cingles sabíamos que varios desertarían directamente hacia Valldemossa (alguno lo había hecho ya mucho antes, en el Pla des Pouet). Esta opción la había sopesado pero en ese momento la descarté, seguiría la ruta aunque tuviera que hacer los Cingles. Pero allí cometí un error, mejor dicho, dos. Hinché las dos ruedas. Para prevenir pinchazos sobre la superficie cortante del primer tramo. Me fué bien pero tuve que padecerlo el resto de bajada. Tomeu tuvo un percance y salió volando produciéndose algunas contusiones que al parecer no han ido a más. Potato pinchó y necesita un arsenal de herramientas para desmontar la rueda. Tras verificar los daños me marché el primero hacia abajo. Al menos por una vez no me tendrían que esperar. Una vez pasado el primer paso crítico intenté circular pero más que en bici parecía que iba sobre esquíes por lo que en el tramo intermedio hubo bastante pateo.
Ya fuera del bosque la cosa iba un poco mejor pero en un despiste me volví a quedar en la cola del pelotón y ya no cogí cuerda, pero al menos lo pasé medianamente bien. Aunque no encontramos muchas barreras que saltar las pocas que había extrañaron a nuestro amigo forero. Le resultaba chocante toparse de repente con una puerta en el campo. Más raro le pareció que volviéramos a dejarlas cerradas como hicimos con las que traspasamos en el camino de los miradores. Intenté darle alguna explicación sobre el respecto y también sobre la ruta que íbamos siguiendo uniendo un poco de historia y costumbres con diversión (espero que sin ponerme demasiado pesado).
Bien, ya en Deià alguno intentó intercalar un descanso cervercero en medio de la ruta. No le dejamos. Quedaba la subidita de carretera que aunque no es dura, mejor afrontarla en caliente. ToniXXL nos pasó a todos y no pude cogerle al ritmo que iba. Pepe sí lo hizo y ambos se pasaron de frenada. Mientras unos esperaban en la Font Cuberta otros lo hacíamos en Miramar, hasta que volvieron.
Tenemos una buena entrada ahí pero hay que ir a investigar un posible camino entre Son Marroig y Miramar para evitar la carretera y poder meter otros cuantos miradores en el zurrón, que el día de los cuarenta se quedaron en pocos. Además tenemos el camino que sale justo del Mirador de sa Ferradura hacia el Guix que si es ciclable es una muy buena opción para nuevas rutas.
Los escalones del beato no defraudaron, ni tampoco los senderos que, pasando por los diversos miradores, acaban en la pista de s'Estaca. Todo el mundo se divirtió. La única nota negativa fué comprobar que la capella del beato se está desmoronando a marchas forzadas, con bastantes piedras de su pared exterior amontonadas sobre el puente. No tiene cubierta y hay un gran hueco de arriba abajo donde antes estaba la entrada.
Ya en la pista solamente quedaba volver de tranquis ya que algunos se habían ocupado de ir a buscar la furgo que estaba arriba y además Potato tuvo que volver a cambiar la cámara de atrás. Todos bajaron menos yo que no me quedaba a comer por lo que tuve que subir los cinco kilómetros (tres de subida real) hasta el pueblo y fue cuando noté el calor sofocante y el hambre que me empezaba a acuciar, tanto como para tener que pararme a robar prunes.
Se eligió el circuito de los Cingles de Son Rullán. Largo, técnico, rápido y con varias tipologías de terreno para no acabar defraudado. A mí lo que más me interesaba era lo que hay antes de llegar al descenso. Ahí iba a ver como me encontraba realmente. No podía ni quería compararlo a aquella última vez que estuve por el Pas d'en Miquel. Esta vez tenía que ser diferente, aunque estuve a punto de no ir. Fuí tentado (y seducido) por una invitación poblera el día anterior. Iba a ser más corta, más baja, menos penosa en un principio esta otra ruta y me pareció estupendo para seguir recuperando.
Me gusta salir con el grupo de Sa Pobla pero desafortunadamente solamente puedo hacerlo una vez por semana, con lo que las ocasiones son pocas. Además me había quedado con mal sabor de boca desde nuestra última salida conjunta, donde me quedé descolgado de mala manera, teniendo que recurrir a trazar una ruta alternativa hasta volver a reunirnos. Así no alteré sus planes y pudieron hacer su ruta programada hasta el final. Finalmente se anuló la salida a última hora y me animé a intentar la subida del Pla del Pouet. Nos vimos a las ocho y media en Valldemossa donde, sin que sirva de precedente, llegué temprano. Llegó Fibras con el invitado, Nando, Yarik, Buzz, Perdigón y Pepefz. Los otros tres, Woody, Potato y ToniXXL venían del puerto. Nos vimos en la barrera de la subida del Pla del Pouet para enfilar ruta.
Me encontré bastante bien en toda la subida. Que la hiciera toda o parte montado es otra cosa; me refiero que no me noté mal en las partes en que montaba. Y eso que es un recorrido en el cual me suelo quejar de falta de calentamiento previo. El invitado llevaba una bici más de DH que de enduro (o de enduro muy bruto) con lo que que le auguraba los problemas precisamente en el tramo de subida pero para mí que lo superó bastante bien, teniendo en cuenta que no conocía el lugar. La subida no es corta pero el conocer el terreno ayuda mucho.
Hacía calor, pero muy soportable; no me pareció excesivo, aunque no todos opinaran lo mismo. Tomeu no subió fino, quizás le rondara la pájara, quizás forzó demasiado en la subida de asfalto, aunque unas cuantas paraditas estrátegicamente ejecutadas durante el recorrido le permitieron llegar arriba dignamente. Potato también las veía maduras con la nueva montura, mucho más pesada, aunque más noble a la hora de rodar, en el sentido de que se agarra más al terreno, tanto en subida como en bajada. Lo que pasa es que subiendo hay que poder moverla sino lo que es una ventaja se convierte en un lastre.
No me arrepentí de haber ido, el Camí de ses Fontanelles me encanta y ayer lo disfruté. Reagrupados, rehidratados y reanimados en el Pla dets Aritges donde Buzz y Fibras llevaban esperando más de diez minutos mientras los demás buscaban el tornillo perdido de la cala de Perdigón (que había durado media hora escasa puesto) o posaban en los miradores con la mejor cara que podían poner, nos disponemos a partir aún más arriba (alguno no se lo creía pero ya quedaba poco), a coronar las últimas rampas del honor.
En el desvío hacia los Cingles sabíamos que varios desertarían directamente hacia Valldemossa (alguno lo había hecho ya mucho antes, en el Pla des Pouet). Esta opción la había sopesado pero en ese momento la descarté, seguiría la ruta aunque tuviera que hacer los Cingles. Pero allí cometí un error, mejor dicho, dos. Hinché las dos ruedas. Para prevenir pinchazos sobre la superficie cortante del primer tramo. Me fué bien pero tuve que padecerlo el resto de bajada. Tomeu tuvo un percance y salió volando produciéndose algunas contusiones que al parecer no han ido a más. Potato pinchó y necesita un arsenal de herramientas para desmontar la rueda. Tras verificar los daños me marché el primero hacia abajo. Al menos por una vez no me tendrían que esperar. Una vez pasado el primer paso crítico intenté circular pero más que en bici parecía que iba sobre esquíes por lo que en el tramo intermedio hubo bastante pateo.
Ya fuera del bosque la cosa iba un poco mejor pero en un despiste me volví a quedar en la cola del pelotón y ya no cogí cuerda, pero al menos lo pasé medianamente bien. Aunque no encontramos muchas barreras que saltar las pocas que había extrañaron a nuestro amigo forero. Le resultaba chocante toparse de repente con una puerta en el campo. Más raro le pareció que volviéramos a dejarlas cerradas como hicimos con las que traspasamos en el camino de los miradores. Intenté darle alguna explicación sobre el respecto y también sobre la ruta que íbamos siguiendo uniendo un poco de historia y costumbres con diversión (espero que sin ponerme demasiado pesado).
Bien, ya en Deià alguno intentó intercalar un descanso cervercero en medio de la ruta. No le dejamos. Quedaba la subidita de carretera que aunque no es dura, mejor afrontarla en caliente. ToniXXL nos pasó a todos y no pude cogerle al ritmo que iba. Pepe sí lo hizo y ambos se pasaron de frenada. Mientras unos esperaban en la Font Cuberta otros lo hacíamos en Miramar, hasta que volvieron.
Tenemos una buena entrada ahí pero hay que ir a investigar un posible camino entre Son Marroig y Miramar para evitar la carretera y poder meter otros cuantos miradores en el zurrón, que el día de los cuarenta se quedaron en pocos. Además tenemos el camino que sale justo del Mirador de sa Ferradura hacia el Guix que si es ciclable es una muy buena opción para nuevas rutas.
Los escalones del beato no defraudaron, ni tampoco los senderos que, pasando por los diversos miradores, acaban en la pista de s'Estaca. Todo el mundo se divirtió. La única nota negativa fué comprobar que la capella del beato se está desmoronando a marchas forzadas, con bastantes piedras de su pared exterior amontonadas sobre el puente. No tiene cubierta y hay un gran hueco de arriba abajo donde antes estaba la entrada.
Ya en la pista solamente quedaba volver de tranquis ya que algunos se habían ocupado de ir a buscar la furgo que estaba arriba y además Potato tuvo que volver a cambiar la cámara de atrás. Todos bajaron menos yo que no me quedaba a comer por lo que tuve que subir los cinco kilómetros (tres de subida real) hasta el pueblo y fue cuando noté el calor sofocante y el hambre que me empezaba a acuciar, tanto como para tener que pararme a robar prunes.
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