Ruta 10

Hacía ya tiempo que andaba detrás de unos caminos por la zona de Sóller. Lo primero fue localizar el segundo camí de metre comenzando desde el camino principal. La verdad es que lo encontré un poco de casualidad porque iba solo, por tanto sin maquinaria, ni GPS, ni cuentakilómetros, ni tan siquiera reloj, (bueno sí, el del teléfono, pero no lo miré). Tan solo un golpe de suerte lo hizo posible, ya que uno de los numerosos pinos atravesados que había en el camino cayó justo sobre la piedra donde estaba pintada la flecha que marcaba el desvío y al pararme la ví.

Eso fue solamente una primera parte porque sobre los mapas que manejo se ve un enlace desde esa zona hacia el Pujol d'en Banya pero ya he notado que hay diferencias entre lo dibujado y lo hallado. Por tanto hice algunas averiguaciones y me comentaron algo de un llamado Pas des Pi. Por las indicaciones que me dieron no lo ví claro hasta poder ver un track en la pantalla del ordenador, y ello no fue posible hasta que alguno de mis compañeros que lo tienen vinieran a hacer esa bajada. La planteé algunos meses después y la hicimos un domingo.

Después de ver el track lo ví más claro y no podría pasar mucho tiempo antes de que fuera a comprobarlo personalmente y ayer fue el día elegido. Haría buen día y sería una ruta corta. Pepe había preparado una larga y dura y sabía que aún no estoy para echar cohetes, y con una comida familiar el domingo pues que estaba decidido que fuera el sábado. Mientras Juan y Carlos al quite a ver que se decidía y en principio les pareció bien, un poco ajustado de timing me parecia a mí, pero bueno. Así y todo quedamos en vernos a las ocho y media para ajustarlo un poco más.

Un poco más tarde de la hora prevista llegué arriba del Coll de Sóller pero ellos aún llegaron más tarde. No sabía si vendría alguien más; eso de “ruta para todos los públicos” pareció no convencer y sabiendo los que salían el sábado y cuales el domingo, poca gente quedaba ya. O sea que, sin presión añadida, nos ponemos en marcha tras repostar un poco de agua en la fuente de la carretera. Ya en los primeros metros nos damos cuenta de que esta vez no se va a parecer en nada a la anterior. Las ruedas patinan que dan gusto e impiden que se encadenen largos tramos (ya de por sí dificultosos en frío) sin poner pie a tierra. Por todo ello la marcha era bastante lenta. Hasta Juan estaba convencido de que me había equivocado de camino. Cinco kilómetros más lejos se convenció, a la vista del pino, de que no era cierto.

Bajamos hasta el segundo camino y efectivamente, en la primera curva a derechas, vi el hito, y luego otros aéreos, incrustados entre las ramas de las encinas. Solamente es un pequeño repecho hasta un coll de tords y detrás un sendero en descenso espectacular. Lo recorrí un corto tramo para asegurarme, solamente hasta que ví las rossegueres. Después volví atrás a buscar a mis compañeros y hacerlo con la bici. Para ser sinceros, hacerlo con la bici fue hacerlo nosotros y las bicis, cada uno por su lado, pero estoy seguro de que veré a alguien bajarlo, no lo pongo en duda. El paso por los deslizaderos no es complicado y enseguida estamos al otro lado donde ahora sí podemos montar con mejor suerte. Nos topamos con una pared con un portillo tapiado que nos obliga a encaramarnos y casi al lado, otra pared con otro portillo y a veces te preguntas por la finalidad de estas obras porque es evidente que tuvo que tener alguna, ya que el tiempo y el coste gastado en su construcción tuvo que ser importante. Pero desde luego yo no me lo imagino a día de hoy.

Lo que sí vi fue que hay otro coll de tords montado al lado y supuse que se trataba de un sendero de cazadores, transitado por ellos y algún excursionista ocasional. Bikeros, creo que pocos. La bajada desde el coll mejora aún más y nos va encendiendo pero no por mucho tiempo porque es corta. Pronto llegamos a las cercanías de una casa y tenemos que pasar por delante mientras los perros ya están ladrando, pero no se acercaron. Al doblar la curva aparece la pega. Barrera cerrada, alta pero sorteable, que pasamos tranquilamente porque no habíamos visto a nadie por allí. Después eché un vistazo y vislumbré un paso entre la rejilla que ya ha sido doblada y retorcida, lo cual se puede aprovechar para otras ocasiones.

Desde la barrera baja una pista cementada y vemos bastantes casas y porxos antes de llegar a la casa del Pujol d'en Banya, con numerosa maquinaria por los alrededores. Tomamos el Camí de Castelló hasta el desvío del Camí de Rocafort y compruebo que no ha tenido tiempo de secarse, con lo que la bajada no tiene la seguridad que da el terreno seco, por lo que tenemos que bajar como verdaderos principiantes. Nos paramos a merendar algo en el puente que cruza la vía. Es un buen lugar. Debían ser ya las doce, si no más (lo sabré cierto cuando vea las fotos de Carlos, que es el único que lleva aparatos) y el timing empezaba a peligrar. Por eso seguimos bajando hasta el pueblo pero volvemos a subir por el Camí de Montreals sin entrar en el pueblo. Se trata de un camino de carro cementado con una pendiente moderada. Y claro, cuando haces una subida larga y un buen trecho es bastante fácil quiere decir indefectiblemente que el resto será bastante difícil. Y eso es exactamente lo que sucede en esta subida, el final es lo máximo. De hecho, esas rampas ya se han hecho famosas. Bikeros de toda la isla tienen un reto pendiente allí (aunque algunos aún no lo sepan).

Por nuestra parte diremos que...lo solventamos de aquella manera. Podría poner cien excusas pero lo dejaré para otra ocasión. Estaba más concentrado en buscar por dónde debía ir que en otra cosa. No recordaba nada de ese lugar, solamente que había un sendero que bajaba y un porxo. Ahora con la pista todo es muy diferente; pero no fue difícil encontrarlo. Arriba especulamos un poco si quedaba mucho por subir o no y volvimos a comprobar lo difícil que era rodar ese día, pero fué justamente cuando empecé a sentirme un poco más cómodo mientras mis dos acompañantes iban quedándose atrás. Y efectivamente, seguimos subiendo hasta los seiscientos once metros pero al menos se han quitado los pinos que estaban atravesados. Ese camino, tanto en subida como en bajada, es fenomenal y cuando las piedras mojadas lo permitían, lo disfrutaba.

Ni que decir que acabamos tarde pero creo que es una buena ruta para hacerla en mucho menos tiempo y en plan un poco más machacón. Habrá que repetirla muy pronto pero eso será después de haber intentado otro descenso por la zona. Está en preparación.


Froggy

Esta semana no hay fotos. Como mucho alguna hecha con un móvil colgada en el foromtb, pero no es seguro. Es más, oficialmente ni había ruta. Así y todo once bikeros nos hemos reunido en el aparcamiento de Bunyola para rutear por la Comuna, aunque después de discutirlo largamente ayer. Nieve o tierra? En principio, tierra. La nieve se la dejamos a los del sábado y a algunos más pero aún sin quererlo pisamos algunas placas arriba, en el Penyal.

Era el día oficial del estreno de un nuevo pepino y había que dejar que el dueño decidiera por dónde le apetecía hacerlo. Por eso me apunté sin más. Además tampoco tenía el cuerpo para muchas más florituras. Mucho trabajo durante la semana y constipado hasta dudaba si llegaría arriba. Pero no, mientras subíamos ya ví que sí que llegaría y eso me daba esperanzas de completar una ruta al menos decente.

Ya desde abajo nos empezamos a encontrar gente de diversos lugares. Había una pareja con bicis de rally que nos íbamos pasando continuamente. Uno de los dos iba bastante tocado y el otro iba todo el rato arriba y abajo. Me cansé de verlos. Subiendo al Penyal nos mezclamos con un grupito que no sé si eran los de Llucmajor o no, me he enterado después de que estaban por allí. Lo que sí sé es que ninguno de ellos hizo la trialera Picó (la cabra), se fueron todos por la pista. Esa trialera iba a suponer el primero de los tests de la froggy. Después de comer algo arriba y pertrecharse nos fuimos hacia abajo y al pisar unas placas de nieve que había por el camino la bici me empieza a culear. Me creo que es de la nieve pero qué va...voy pinchado. Más que pinchado, con la llanta por el suelo. En el desvío me pongo a cambiar y el único que queda por allí es Juan. Y menos mal porque fué él que hinchó la rueda.

Los otros ya no estaban y yo ya estaba de mala leche. Preveía una bajada de lo más triste, como así fué. Con la rueda reparada nos fuímos para abajo y, como había previsto, la bajada no tuvo historia. Además del paso complicado me paré en varias zonas donde otras veces, con más motivación, paso sin complicaciones. Lo intenté, sin éxito, en el paso de la cabra, pero ya estaba todo decidido y juntos nos fuimos hacia el depósito para continuar hacia Coanegra, o eso creía yo, porque se pasaron el cruce y no hubo forma de hacerlos volver atrás. No querían carretera, fué su argumento. Pero si no hace falta tocar carretera para volver a Bunyola, campo a través y hormigón; miedicas, solo querían bajadas. Los dejé estar, ya he dicho que no estaba de lo más fino tampoco, y nos fuimos a buscar el sendero del bosque encantado, donde se filmó este vídeo.

Como consecuencia de la desilusión de la bajada anterior tampoco disfruté mucho de esta. Debía tener la tensión baja. Subidita de aquellas que te pone las pilas aunque parezca que no tiene que ser nada para presentarse en la explanada de la viruta, donde algunos quisieron probarla. Después, para abajo. Y tampoco disfrutaba. Nos paramos un rato en los pinos, donde realmente empieza la trialera, a arreglar el primer pinchazo de la bici nueva pero ya daba el día por perdido. Traté de hacerlo lo mejor posible pero sin convencimiento. Y solamente me faltó reventar otra vez cuando me faltaba al menos medio kilómetro para llegar abajo. No quise reparar porque estaba seguro de que volvería a romper antes de finalizar. Bajé con la bici a cuestas hasta la barrera donde estaban todos menos Pedro, que ya se había ido.

Hice el cambio de cámara y nos fuimos y conseguí llegar entero al pueblo. Al menos aguantó hasta el bar donde solamente fuimos cuatro; la comida del domingo siempre tiene más compromiso. Sobre el cambio de disco delantero quisiera creer que ha sido para mejorar pero no podría demostrarlo. Sé que objetivamente y físicamente ha sido una mejora pero sentirla es otra cosa. Espero poder apreciarla en la próxima salida. Lo que es seguro es que la ruta a mí si me salió rana cien por cien.


Misa a las doce

Podría parecer que el domingo intentamos emular a los ruteros del sábado. Nada más lejos de la realidad, simple coincidencia. Cuando hablé con Xavi el sábado me propuso hacer un recorrido empezando desde el Estret y a mí me pareció perfecto. Hablamos de subir a la Mola de Son Pacs y acabar en Esporles pero tiene poca bajada trialera ya que una gran parte de ella es por asfalto y la descartamos. En cambio en la zona costera tenía aún pendiente el itinerario de Sa Font Figuera, y era muy probable que nos diera tiempo de encontrarlo aunque dado que se haría en último lugar, era dudoso.

Tras informar a la peña de nuestras intenciones algunos se apuntaron en firme, como Buzz, y otros, ya se vería. Xavi dijo que vendrían también algunos amigos suyos. Llegué bastante temprano al Estret con tiempo para cambiarme y hacer algún amago de calentamiento. El tiempo era frío y los pocos kilómetros de carretera que íbamos a hacer al principio no calientan lo suficiente. Buzz llegó y tras él, Jose. Nos informó de que venían dos más rodando desde Palma o casi, Pedro y Guillem. A éste y a Jose los había conocido en la salida de los camins de metre. A Pedro era la primera vez que lo veía. Xavi ya me había enviado un mensaje descolgándose de la salida.

Les comenté pues la idea de ruta que tenía y les pareció bien, más que nada porque no conocían la mayoría de los tramos. En principio volveríamos al GR de la Comuna de Valldemossa, donde nos pilló el aguacero la vez anterior pero la subida la realizariámos por el Camí des Bosc des Frares, un senderillo empedrado que sube empinado entre algunas casas de la ladera. Después, al entrar en el bosque, llanea hasta llegar a la zona de Sa Baduia donde se nos advierte que entramos en terrenos privados (vaya novedad!), por eso los primeros metros, salto de valla incluído, los hicimos en silencio para intentar no ser advertidos desde las casas. De todas maneras las duras rampas no dejan mucho resquicio para la cháchara.

Pasamos el forn de calç y quedaba lo peor. Casi hasta arriba del todo. Después solo queda el salto de la pared para rutear un poco por el bosque por un bonito sendero. Tuve un pequeño despiste al llegar al cruce ya que me fuí para abajo pero enseguida me dí cuenta de que había que subir si queríamos bajar por la trialera. Pedro me había dicho que le gustaba más bajar que subir o sea que había que contentarle. Y empieza a llover. Otra vez. Sin miedo para abajo aunque con algunas zonas aún insalvables y más si se entra con el pie cambiado, pero lo que si intento es no bajarme nunca de la bici, y casi lo consigo. Debo decir que no pude testear bien el cambio de disco ya que en mojado tenía las pastillas cantarinas.

En Valldemossa nos deja Pedro y el resto decidimos que podemos continuar y nos vamos hacia la ermita de Trinitat por asfalto. Al llegar venía detrás de nosotros un cochazo conducido por una señora que nos comentó que le vino justo, justo pasar. Con ella venían algunos mayores. Tras una pequeña charla entre ellos uno empezó a mirar las bicis de una en una muy detenidamente y se acercó a charlar con nosotros. Había nacido en el Rafal, en unas casas de posesión que se tiraron para construir la vía de cintura, donde sus padres ejercían de payeses y en sus años mozos bajaba a Palma desde Sa Cabaneta con una bici tuneada por un corredor profesional en el taller de Minaco. Tenía dos platos (hasta sabía los desarrollos, 44-40) y un freno de palanca de pie, igual que el de las motos. Esa bici ya no la tiene pero nos contó que guarda una de un tío suyo, una Schwinn, comprada en 1910 y que aún conserva las cubiertas originales?????? Tras repasar los detalles técnicos de ambas y anécdotas varias se despidió que tenía misa a las doce.

Nosotros continuamos nuestro periplo por el bosque hasta las Ermites velles y darnos un gustazo bajando por el bosque con un pequeño alto en el Mirador o Capella del Puig del Verger para continuar hasta el Mirador des Tudons. Hasta aquí iba todo bien, por lo que al tiempo se refería. Pero todo cambió en cuestión de minutos y empezó un aguacero-granizada justo al llegar a la carretera que pa qué. Aprovechamos un pequeño parón para salir directos a los coches, pero había que llegar, cruzar y salir de Valldemossa; tiempo y distancia suficientes para llegar completamente empapados y fríos pero contentos a la vez. Aunque no pasó ni un minuto para convertirse en cabreo. Me habían abierto el coche y se habían llevado mis zapatillas. El resto, papeles y algunos cacharros del trabajo, seguían allí. Menos mal. Después he sabido que no fuí el único al que se lo forzaron. A Tomeu el sábado también. Y hoy alguien me ha comentado el mismo caso entre un grupo de excursionistas, pero no me ha dicho el lugar.

Aparte de este suceso, hicimos una buena ruta, sin agobios, buen ambiente con gente nueva y con buenas dosis de sudor y lágrimas, aunque fueran de aguanieve.


AVISO

Esta semana hemos salido parte de la peña el sábado y otros el domingo pero ha coincidido que hemos dejado algunos coches en el Estret de la carretera de Valldemossa. Es un sitio habitual para los que van de excursión o hacen escalada por los alrededores. Pues bien, tanto a mí como a Tomeu nos han abierto el coche y nos han robado algunos efectos. Al parecer eran bastante fáciles de abrir y sin alarma. A mis compañeros no se los tocaron.

Quizás sería buena idea variar algunas costumbres con respecto al estacionamiento de vehículos en las salidas; el caso de Bunyola podría ser un ejemplo.


XC

Después de la pifiada del lunes estaba expectante esperando la salida del sábado y poder resarcirme de ese fiasco. No sabía nada de ella pero seguramente ese lunes se hicieron algunos planes, sobretodo de Botets que querría estrenar la nueva montura en terrenos más exigentes y la bajada desde la cima del Teix hacia el Moletó de Pastoritx es una de ellas. Se publicó en la página de los Toys a última hora del viernes, después de la reunión semanal preparatoria.

Tenía a varios amigos esperando para conocer el itinerario y decidir su participación. Les animé a venir ya que tenía escapatorias claras y dentro del horario. Quedamos pues a las nueve en s'Esglaieta. Un poco de carretera antes de la entrada de Son Brondo y luego Ses Fonts? (ni idea de dónde para eso), ses Ermites Velles (esto está en el otro lado), para subir hacia el Teix por el Coll de Son Gallard y después, por fin, la bajadota.

Bien, me parecía bien. Ese camino lo hicimos una vez y me gustó la bajada, aunque fuera con la bici vieja. De hecho lo conocía de una excursión que hice a pie pero faltaban las sensaciones sobre la bici. La segunda vez que se programó esa ruta llegué tarde y ellos cambiaron el itinerario con lo que nos encontramos ellos bajando y yo subiendo, pero no hice la parte de arriba. Por estas razones primordialmente quería volver, pero parece que no tenía que ser esta semana.

Me desperté con el sonido del teléfono pero no era la melodía del despertador sino de llamada. Algo no cuadraba. Era Juan que me llamaba para ver por dónde paraba. “En la cama; si me acabas de despertar”. Tomeu tampoco está, sigue sobado. Vamos bien. Me pasa con Pepe y me explica el itinerario quedando en vernos en Valldemossa. Desayuno y preparo todos los trastos a toda leche, los meto en el coche y me voy.

Pero a la hora de montar la rueda de delante la horquilla no encaja. ¡NO HAY EJE! Batualmón sagrat. Lo había quitado para apretar las cazoletas y se me olvidó ponerlo. Se jodió el día. Me voy a la gasolinera a esperarlos pero como tardan en llegar les llamo por teléfono y me informan que aún no han empezado a bajar. Pues sí que van retrasados. Me voy a casa.

Mientras vuelvo me acuerdo de que tendría que ir a buscar el alimentador del portátil que me dejé en un hotel del Arenal el viernes y podría ir en bici. Al menos aprovecharía que ya iba pertrechado. Hacia allá me dirijo y tras recogerlo me convenzo de que podría dar una vuelta por la zona pero sin tener claro el rumbo a tomar. En principio, hacia Ses Cadenes. Por allí al menos está sin asfaltar. Cruzo al otro lado de la carretera por un puente y me desvío a la derecha para no tener que saltar una pared. Culebreando por el bosque voy a parar a un campo con una pista que lo bordea y sigo por ella. Tiene el suelo de arena y puedo imprimir cierta velocidad en el pedaleo. Acabo en una explanada con dos túneles que cruzan por debajo de la autopista de Llucmajor.

Al otro lado empalmo con un camino asfaltado pero que no tiene salida; es un camino de acceso a todas las fincas de la zona, por lo que vuelvo atrás y en la entrada de los túneles, meriendo un poco. Vuelvo a atravesarlos y veo al otro lado un corte enorme en la pared de piedra, como un Pas de sa Fesa pero artificial. Es una lástima que esté vallado porque tiene el último tramo de pendiente cementado y sería un buen sitio para practicar losa.

Vuelvo atrás por donde he venido y veo un camino lateral que sube. Me voy por él y desemboco al lado de una pared que rodea una cantera enorme. Logro seguirlo y volver de nuevo a la pista de abajo, pero no me quiero ir sin probar ese sendero de bajada y eso hago. Se me hace cortísimo, y es una lástima. Sigo por la pista de los campos hasta el final y me encuentro un mini bike park allí montado y detrás de él una especie de desfiladero artificial con varios puentes antiguos. Me meto y al salir de él me doy cuenta de que es el cauce del Torrent de Llucmajor al ver el viaducto del tren.

A partir de ese punto el cauce está cementado y no me queda más que seguirlo para llegar hasta la playa, no sin antes pasar por debajo de dos puentes, sin casi espacio para pasar la bici. Al llegar a la playa no se me ocurre mejor idea que la de volver a Can Pastilla por la arena. Pude hacerlo pero a base de gastar muchas energías, me costó bastante. Aún así logré encadenar un largo tramo, de unos tres kilómetros y medio, sin parar ni poner pie. Era un día de mucho viento y había una gran concentración de surfistas para practicar kitesurf, tanto dentro como fuera del agua. Había muchos para ser una concentración ocasional, puede que fuera organizada. La vuelta fué bastante relajada por el carril bici, en estas fechas bastante desierto de peatones, sirviendo para lo que tiene que servir.

No fue una ruta larga y desde luego casi cero de desnivel pero el paso por la arena multiplicó por varios enteros el esfuerzo que hubiera tenido que realizar si hubiera ido por el asfalto. Al menos me sacudí el mono. Y siempre queda el domingo...


Con los menorquines, dos años después

Parecía que no pero el fin de semana se ha arreglado, meteorológicamente hablando. Al menos el sábado y el domingo estaría bastante despejado, y eso es importante si lo que quiere hacerse es el descenso del Barranc de Biniaraix, que ya hacía tiempo que no lo cataba. Pero más tiempo hacía aún que no subía por els Marroigs, que es como se le conoce en Sóller a la zona de olivares a los pies de Monnàber. De hecho la ascensión transcurre por el antiguo camino de carro que lleva a esa posesión. No lo solemos frecuentar mucho (más bien casi nada) y puede ser en parte porque está asfaltado y cementado hasta Ses Cabanes. Ello es debido a que hay mucha circulación de vehículos que suben a los olivares. Muchos de los porxos se han reformado y gracias a todo ello los olivares siguen teniendo vida y mantienen su producción. Habrá algunos que aprovechen para sacar algún rendimiento económico a su cosecha pero mayormente se recoge la oliva para producir aceite para el consumo particular.

Yo creía que el camino tenía paso libre ya que se había aprovechado una subvención para su mantenimiento que se otorgaría con la condición de que se permitiera el libre paso, aunque me han confirmado de que no fue así. No hubo subvención y se sufragó el gasto con las aportaciones de los propietarios que, de hecho, llegaron a cerrar las barreras durante un tiempo, pero fue difícil poner a tantos de acuerdo y por los problemas y maldecaps que llevaba el que así se hiciera al final siguen abiertas. Se da la casualidad de que fuera la misma ruta la que he hecho este año con ellos que la que hice dos años atrás, exceptuando el ascenso, que en esa ocasión fue por Moncaire. El resto fue idéntico.

Llegué el primero a Sóller, al menos con media hora de adelanto. El segundo fue Tomeu y después se fueron alternando, coches, furgonetas y hasta algunos que venían rodando desde Palma???. Y resulta que eran unos cuantos sectarios que había visto por Can Penasso. Si iban a tardar la vida en llegar. Con la ruta que se presentaba y empezaban con ese aperitivo. Claro que a alguno se le empachó después. Consiguieron desempaquetar las bicis de la furgo y tras las presentaciones y felicitaciones correspondientes nos dispusimos a encontrar las provisiones del día. Se había pensado en comprarlas en el súper pero no fuí capaz de encontrarlo. Parece que en un colmado les prepararon los bocatas correspondientes. Durante la espera aparecieron los que faltaban, Cecilio y compañía. Estamos todos y somos mogollón. La plaza se queda pequeña.

Después de repartir las viandas atravesamos el pueblo en dirección al campo de fútbol y ses set cases para salir junto a s'Alquería des Conte. Allí me acuerdo de que no he cogido agua y la relleno de la acequía. Ya me he quedado solo pero decido subir a mi ritmo que seguro que pillo a alguno en la larga subida. Así es, hay dos en Biniaraix y junto con algunos otros que pillamos más arriba, formamos un grupito que subimos agrupados hasta Ses Cabanes. En la barrera de Monnàber estàbamos casi todos. Empieza aquí el mejor tramo de la subida. Juan me confirma que va bastante bien y continúa para arriba. De eso se trata, de superar etapas. Seguimos todos en silencio bordeando las casas para no ser detectados y llegamos ya a la carretera.

Los amotinadores continúan con nosotros; los sectarios se van por carretera hasta Cúber, allí decidirán la vuelta. A los menorquines no les queda más remedio que seguir. ToniXXL tiene una avería y no sabemos bien el alcance pero decide continúar también. En lugar de hacer carretera nos metemos en la pista de la cadena que hay enfrente. La habíamos hecho una vez de bajada y subiendo nos hemos perdido volviendo a empalmar con la carretera en lugar de con la pista nueva de los Binis, por la que entramos desde el principio. Había gente en el porxo antes de llegar al coll pero no dijo nada ni hizo ademán alguno. Como siempre hay reagrupamiento y sesión de fotos en el monumento tenía alguna duda de si vendrían a recibirnos pero no apareció nadie. Despedimos a unos cuantos y nos fuimos pista abajo. El primer tramo tenía bastante barro y bajé con más miramiento pero después pude desfogarme. Llegué a pillar a unos cuantos pese a salir el último. El cubano bis comenzó con los pinchazos y lo encontré reparando bien a la vista de las casas junto con un grupito. Preferí esperar en la fuente.

El tramo que sigue es bien conocido y tiene algo de pateo, pero poca cosa. La bajada final se intenta y se hace lo que se puede. Me comí un trozo de bocata abajo. Al salir se le engancha la cadena a uno y me quedo a ver si lo soluciona. Arreglado, podemos irnos. El pantano de abajo está hasta los topes y el área recreativa también. Los menorquines en cuanto huelen asfalto parece que recargan las pilas y algunos no se dejaron coger. Nos reagrupamos en el pantano de arriba y nos vamos por el dique. Antes de llegar a la barrera vuelve a pinchar el cubano bis y también sigo. En Binimorat hay cónclave. Pista o trialera? Pepe ha elegido trialera pero el grupo duda. Creo que repetí como seis o siete veces que subieran por donde quisieran pero no me hicieron caso. Todos por la trialera. También era mi primera vez, siempre solía subir por la pista o por el GR y me gustó. Con un poco de empuje es ciclable prácticamente cien por cien.

El segundo top de la jornada y lo que venía a continuación de campeonato. El GR de bajada de l'Ofre, uf, cómo me pongo solo de pensarlo. En los primeros tramos sigo a Albert; en el tercero se me va mientras intento negociar algunas curvas, más o menos por donde me alcanzan Tomeu y Fibras, y ya no los volví a ver hasta los lavaderos de Biniaraix. En el inicio del barranc nos hicimos algunas fotos y empecé la bajada animando a los menorquines a montar desde donde les fuera posible. Pasamos el Salt des Cans, por cierto, limpiado y ensanchado, y me quedé aguantando la barrera mientras iban pasando algunos. En eso que veo algo de colorines que se mueve entre el carrizo. No acabo de adivinar lo que es. Parece un tío por los suelos. Llamo a los demás y lo reconocen. Dice que se ha hecho daño y corren hacia él. Llega Toni XXL y Yarik que se habían retrasado al pasar por las casas y quedar al otro lado de la rejilla y al poco empiezan a bajar todos. Parece que se ha recuperado, al menos lo suficiente para bajar solo y continúo mi descenso intentando hacerlo lo mejor posible aunque me doy cuenta de que me cuesta frenar, y es que la posición de las muñecas es muy forzada, demasiado vertical. Eso fué de cuando acerqué las manetas un poco a los extremos pero paso de pararme y buscar una llave Allen y sigo estén como estén.

Había un montón de gente paseando arriba y abajo y me paré a hablar con unos cuantos, pero cuando me encontré el borrico (un tal Jordi) subiendo coincidió que nos cruzamos con un matrimonio con un niño pequeño que no me dejaron paso y tuve que parar. Me tuvieron dos o tres minutos parado a su lado mientras contemplaban y acariciaban el animal sin que se les ocurriera dejarme pasar. ¿Qué podía decir? Ellos eran los senderistas y se supone que los usuarios privilegiados del camino. Hasta puede que se lo tuvieran creído. Desde antes del Estret, donde había un numeroso grupo de excursionistas comiendo, estaba bajando solo. Solamente el cubano bis me acompañó durante un tramo pero se quedó atrás. Yo me lo pasé bien, aún con las paraditas “técnicas” forzosas y la posición inadecuada de las manetas de freno.

Cuando llegué a Biniaraix Tomeu y Pepe habían partido a buscar un restaurante donde poder comer todos pero mientras iban bajando los bikeros uno trae una mala noticia. Otro se ha caído muy arriba y baja andando, por lo que se prevee que tardará bastante en llegar. Esto trastoca los planes y de quedarse a comer, se pasa a tomar una copa y de ahí a ir a buscar los coches para volver a Palma directamente. Se lo vamos contando a Tomeu y al final consigue mesa para siete, los mallorquines que quedábamos.

Finalmente no tardó tanto en llegar el lesionado y bajamos a Sóller pero entre tanto cambio perdimos a Albert que estaba en los coches y fuí incapaz de guiarle por teléfono hacia donde estábamos, con lo que se tuvo que marchar sin comer. ToniXXL sí que lo sabía y pudimos acabar la jornada sentados alrededor de una mesa.


Ses Tres Creus

La salida “oficial” del sábado se me presentaba dudosa, y no solamente por la previsión meteorológica que era pésima. El itinerario previsto, “para ir a ver la nieve”, no me convencía demasiado y prefería aprovechar el día para hacer algo de lo pendiente. Además, si lo pasaba a domingo, iba a tener compañía, o sea, que traslado la salida de día y quedo con algunos amigos para realizarla. Asimismo se apuntan unos cuantos que se quedaron con las ganas de salir el sábado y juntos formamos un buen grupo y además se añaden otros que han salido con Xavi en algunas nocturnas.

Había hecho una traza de una ruta que, más que optimista, era utópica. Pero lo que me interesaba que conocieran era la bajada de un nuevo camí de metre que había encontrado hace unos meses. Lo demás iría por añadidura, y más sabiendo que algunos tenían que regresar muy temprano. Íbamos a salir a las ocho treinta y yo iría con Juan pero la cosa empezó un poco torcida. Me levanté tarde y llegamos tarde. Aún así nos quedamos esperando a Potato, que finalmente no se presentó y eso que no tronaba. La previsión del tiempo nos dejaba unas horas libres de lluvia, al menos hasta las dos, y había que aprovecharlas.

Sin más dilación que un pequeño retardo para coger agua emprendemos el ascenso por nuestro querido y bien transitado camí de metre. Hubiera preferido no empezar tan frío pero era mejor acortar un poco de carretera al final. Esa subida es preciosa y más larga de lo que pensaba, pues le comenté a Tomeu que encontraríamos el desvío a un kilómetro o kilómetro y medio como mucho, y en realidad está a casi tres y medio. Cosas de no llevar aparatos de medición.

Por una u otra razón siempre salgo de los últimos e iba encontrándome a gente por el camino. Tomeu pinchó (sabía de una ocasión pero fueron dos). Pronto ya no sabía quién estaba delante y quién atrás. Iba concentrado en encontrar el desvío y acabé el primero junto al pino caído. Cuando lo encontré los esperé allí. Hay dos flechas medio desdibujadas en una piedra y algún hito cerca. El pino atravesado ha sido troceado, y supongo que todos los demás también.

Pertrechos colocados y hacia abajo. Seguimos los hitos y lo que no eran hitos para encontrar el camino poco después, pero sin pasar por el rotlo de sitja, punto y final de ese itinerario. Iba mirando en las curvas a ver si veía marcado el sendero que se dirige al Pujol d'en Banya por el Pas des Pí. No ví marca ni señal alguna y tampoco era cuestión de irse a investigar yendo en grupo. Lo dejaré para otra salida en solitario más adelante. A toro pasado he podido ver y confirmar con el track exacto de la bajada que lo que me contaron es correcto.

La bajada no tiene tramos técnicos pero su mantenimiento deja bastante que desear. En algunos sitios hay excesivas piedras sueltas, en otros rocas desprendidas desde las paredes laterales y ahora también se suman árboles atravesados que han sucumbido durante las últimas tormentas; todo ello no ayuda a dejarnos coger un buen ritmo de bajada, interrumpido con frecuencia por esos contratiempos mencionados. He de reconocer que no fué mi mejor día bajando, lento y torpón, mientras el grupo se iba reencontrando y separando como si fuera un acordeón. Una vez por la tija pija de Wiro, que no pilla bien el sillín (también pijo) y que he tenido el gusto de probar. Para subir o llanear no digo que no vaya bien (el sillín), pero para bajar es un poco estresante tener una cosa con punta que te ronda el trasero.

También pinchó pero la reparación fué bastante cómoda ya que solamente se trató de dar vueltas a la rueda esperando que el sellante interno haga su efecto. Lo hizo y pudimos continuar sin emplear las herramientas. En ésas estábamos los tres últimos cuando oímos un grito muy fuerte. Nos dió tiempo a girarnos y ver a Wiro volar marge abajo y rodar por el suelo. ¡Dios, qué vuelo!. Solamente esperaba que no se hubiera golpeado con alguna roca. Por suerte el lugar de aterrizaje era bastante mullido y al llegar a su lado tenía buena cara dentro de lo cabe. He visto a otros por menos quedarse blancos como la leche y temblar sin control. Tras unos minutos de recuperación pudo volver a montarse y acabar bastante bien la bajada. La bicicleta no sufrió ningún daño, quedó tendida en el camino como si nada fuera con ella.

Al cruzar la barrera de Se Rote empezó a lloviznar y la gente empezó a irse hacia arriba. Era muy pronto y algunos querían seguir. Que sí, que no, que nos faltará el tiempo, que me empieza a doler la rodilla, que si patatín, que si patatán,... al final todos para arriba. Ni Wiro ni yo estábamos muy convencidos de darla por finalizada y cuando bajó Xavi quejándose de que no le avisáramos les propuse darnos un garbeo por Ses Tres Creus y hacia allá nos fuimos.

Hacía muchísimos años que no había subido y no tiene ningún misterio ya que hay una carretera asfaltada que te acerca hasta allí. Vimos el final del Camí de sa Serra y desde luego conviene hacerlo en seco. Llegamos al monumento y subimos arriba, aunque el único que bajó montado las escalinatas fue Xavi. No me apercibí de lo que cuentan estos periódicos, debía ser la escalinata trasera, donde están los grafitis y la basura. Si lo miras de frente está impecable. Lo que sí coincide todo el mundo es que es uno de los mejores miradores sobre el pueblo. La verdad es que sí.

Vimos un caminillo por detrás y lo seguimos, atravesando una barrera. Después continuaba hacia arriba, cementado, ya dentro de un olivar. No muy lejos, en el porxo, había gente. Nos vieron y vino uno de ellos hacia nosotros con los perros. No hubo amenazas ni gritos ni nada por el estilo. Nos comentó los pormenores que nos interesaban de ese lugar, si se podía subir, si se podía bajar, y hacia donde. No faltó alguna que otra anécdota excursionista y nos despedimos encaminándonos hacia donde nos señalaba.

Fue una grata sorpresa. Un sendero empedrado y escalonado, estrecho y revirado, que nos sacó los colores en más de un tramo. Al menos los cincuenta escalones del final los bajamos. Salimos cerca de Can Gomila y aprovechamos para ir a echar un vistazo a la Font de s'Olla. Cuando íbamos junto a la acequia no nos imaginábamos lo que nos íbamos a encontrar al final. Allí es donde hice las fotos con el móvil. He tenido que retocarlas un poco para dejarlas medio decentes. Creo que no todo el caudal era de la misma fuente, hay varias en ese lado de torrente, lo que sí se ha hecho es canalizar ese volumen de agua hasta el nuevo depósito del puerto y así poder aprovecharlo. El aprovechamiento del agua dice mucho de la historia de un lugar y en Sóller hay magníficos ejemplos.

Ya solamente nos quedaba subir por carretera hasta los coches, ocho kilómetros en total, que con compañía saben mejor. Mis dos compañeros no están tan acostumbrados a tanto asfalto en pendiente y lo notaron más. La verdad es que a mí se me hace corto.

En definitiva, una salida dominical un poco atípica, por el horario, por el recorrido, pero que nos llevó a disfrutar, o padecer, según sea el caso, de un nuevo camino e intuir las nuevas posibilidades que nos puede reportar.