Llegó el viernes al calendario y aún no tenía decidido donde ir a perderme, además por la tarde tenía un fuerte dolor de cabeza con lo que lo menos que me apetecía era pensar en una ruta novedosa. De todas maneras lo que más me preocupaba era mi posible estado físico para el día siguiente, que en esos momentos oscilaba entre el precario y el pasota. Entonces me metí en la cama confiando en una, aunque fuera leve, recuperación.
No tuve que pensar mucho en ello cuando me levanté, ya tenía decidido un itinerario, igual lo soñé. Iríamos al Pouet de Sobremunt. No tiene secreto llegar, es una excursión clásica desde hace muchos años y una de las primeras que intenté realizar, por no decir la primera. El inicio de la ruta, el Bunyolí, aunque archiconocido, no acaba de tener una opinión unánime de todos los bikeros, para unos es una subida pestosa y para otros, bastante sencilla. Técnicamente es evidente que no tiene ninguna dificultad, el secreto está en poder mantener el ritmo adecuado durante toda la subida, de un poco más de tres kilómetros. Y eso fue lo que hicimos más o menos y las sensaciones fueron buenas al llegar a la barrera. Después tranquilamente hacia arriba por asfalto y algún tramo de tierra porque la pendiente es mayor en esa zona y no hay que quemarse innecesariamente.
Les engañé en el desvío de Ca na Lluïsa, no lo conocían y ya solo nos quedaba esperar que la barrera del Pouet no estuviera cerrada, que no lo estaba, pero me da la sensación que tampoco habría mucha pega en saltarla porque nos vio alguien que estaba en el establo y se fue hacia las casas sin prestarnos atención por lo que pudimos pasar sin contratiempos, lo que en los días que corren es de agradecer.
Tiramos recto por la pista en una zona desforestada hasta pasar una casa y dirigirnos al portillo que da entrada al bosque. Allí estuvimos esperando a Carlos que se acercó andando después de sacar un enorme clavo de la cubierta trasera. Mientras cambiaba la cámara se fue acercando un grupo de bikeros con los que entablamos conversación. No iban a llegar a Son Fava, bajarían por donde el talaiot. “Ostras, ésto es nuevo para mí, yo me acoplo”, pensaba yo. Me distraía del objetivo del día que era la bajada del Piconar a efectos de una evaluación más severa que la vez anterior pero la curiosidad de hacer algo nuevo me pudo. Ellos tampoco habían hecho su ruta, seguían un track, me comentaron.
Se fueron pero Carlos estaba acabando la reparación y confiábamos en pillarlos en el sendero del bosque ya que va un poco en bajada, como así fue justo en la rejilla, pero Carlos vuelve a pinchar, esta vez por llantazo, y volvemos a perderlos no sin antes curiosear por donde se metían, hasta algún hito había en la zona de bancales. Acabó de reparar y nos fuimos tras ellos pero lo que hicimos fue meternos en un berenjenal pero sin berenjenas. Mucho sotobosque de matas, carrizo y algunos pinos caídos nos impedían ya no circular sino simplemente avanzar. Los oímos y los vimos un poco más abajo, en el centro del comellar, pero ahí les perdimos la pista. No nos preocupó mucho porque enseguida enfilamos un sendero y después una pista que nos dejó frente a una barrera de una casa en la que además había gente. Les llamamos antes de cruzar pero el hombre estaba sordo y nos envió al dueño para negociar. En esos momentos estaba desubicado y quería saber si por ahí podríamos bajar a Puigpunyent o en su defecto, que nos enviara por el sitio correcto por donde no molestáramos.
El hombre fue muy amable y no dudó en darnos toda clase de explicaciones sin una palabra altisonante. Nos encontrábamos en la Font d'en Vic y efectivamente podríamos llegar al pueblo porque el camino llega hasta la casa aunque también nos dijo que estaba bastante molesto con los senderistas de a pie porque desde que apareció un artículo de una excursión por la zona ha aumentado la presencia de éstos por la finca. En este mismo artículo se recalca este encuentro y el hecho de que no hay indicaciones que informen de la restricción de paso en una propiedad privada aunque si el tema va en aumento no me extrañaría que aparecieran dentro de poco. No se si los veré, no me acabó de convencer el hecho de tener que lidiar con los dueños para pasar por un sitio que tampoco es que tenga mucho interés ciclista.
En resumen, pudimos pasar y cuando vi el ancho camino cementado ahí mismo comprendí dónde estábamos. Lo raro es que él no había visto ni oído a los demás que tenían que haber pasado muy cerca de la casa aunque dijo que había estado trasteando con el tractor hacia poco. Probablemente fue por eso.
Repuestos un poco con las viandas propias y ajenas en el pueblo debíamos decidir la vuelta. En un principio la idea era subir hacia Conques por el cemento hasta el pozo y después el paso para llegar al Pla de Son Cortei a los pies de na Bauçana para ir a pillar el camino que nos llevaría al Burotell pero el estado físico de alguno, el horario y las preocupaciones de las que no podemos desprendernos hicieron que acortáramos parte de la ruta por carretera directos al Coll des Molí de Vent, que aunque asfalto largo se le hizo a alguno.
Saltamos la barrera y me dispuse a empezar a pedalear a gusto sobretodo al pillar el camino antiguo, con un piso bastante rocoso pero eso en lugar de ser un problema es un aliciente. Aún con el tiempo un poco justo tomamos el desvío largo rodeando la Moleta de s'Aigo y disfrutando del camino en toda su extensión. La bajada muy divertida aunque bajamos algo separados los unos de los otros. No es que lo decidiera así ya que me cogían ventaja enseguida pero también lo prefiero porque necesito espacio suficiente para poder elegir mi trazada.
La vuelta original debería haber sido por el Coll de sa Creu pero el horario y las fuerzas aconsejaron volver directamente por el Coll des Tords.
No tuve que pensar mucho en ello cuando me levanté, ya tenía decidido un itinerario, igual lo soñé. Iríamos al Pouet de Sobremunt. No tiene secreto llegar, es una excursión clásica desde hace muchos años y una de las primeras que intenté realizar, por no decir la primera. El inicio de la ruta, el Bunyolí, aunque archiconocido, no acaba de tener una opinión unánime de todos los bikeros, para unos es una subida pestosa y para otros, bastante sencilla. Técnicamente es evidente que no tiene ninguna dificultad, el secreto está en poder mantener el ritmo adecuado durante toda la subida, de un poco más de tres kilómetros. Y eso fue lo que hicimos más o menos y las sensaciones fueron buenas al llegar a la barrera. Después tranquilamente hacia arriba por asfalto y algún tramo de tierra porque la pendiente es mayor en esa zona y no hay que quemarse innecesariamente.
Les engañé en el desvío de Ca na Lluïsa, no lo conocían y ya solo nos quedaba esperar que la barrera del Pouet no estuviera cerrada, que no lo estaba, pero me da la sensación que tampoco habría mucha pega en saltarla porque nos vio alguien que estaba en el establo y se fue hacia las casas sin prestarnos atención por lo que pudimos pasar sin contratiempos, lo que en los días que corren es de agradecer.
Tiramos recto por la pista en una zona desforestada hasta pasar una casa y dirigirnos al portillo que da entrada al bosque. Allí estuvimos esperando a Carlos que se acercó andando después de sacar un enorme clavo de la cubierta trasera. Mientras cambiaba la cámara se fue acercando un grupo de bikeros con los que entablamos conversación. No iban a llegar a Son Fava, bajarían por donde el talaiot. “Ostras, ésto es nuevo para mí, yo me acoplo”, pensaba yo. Me distraía del objetivo del día que era la bajada del Piconar a efectos de una evaluación más severa que la vez anterior pero la curiosidad de hacer algo nuevo me pudo. Ellos tampoco habían hecho su ruta, seguían un track, me comentaron.
Se fueron pero Carlos estaba acabando la reparación y confiábamos en pillarlos en el sendero del bosque ya que va un poco en bajada, como así fue justo en la rejilla, pero Carlos vuelve a pinchar, esta vez por llantazo, y volvemos a perderlos no sin antes curiosear por donde se metían, hasta algún hito había en la zona de bancales. Acabó de reparar y nos fuimos tras ellos pero lo que hicimos fue meternos en un berenjenal pero sin berenjenas. Mucho sotobosque de matas, carrizo y algunos pinos caídos nos impedían ya no circular sino simplemente avanzar. Los oímos y los vimos un poco más abajo, en el centro del comellar, pero ahí les perdimos la pista. No nos preocupó mucho porque enseguida enfilamos un sendero y después una pista que nos dejó frente a una barrera de una casa en la que además había gente. Les llamamos antes de cruzar pero el hombre estaba sordo y nos envió al dueño para negociar. En esos momentos estaba desubicado y quería saber si por ahí podríamos bajar a Puigpunyent o en su defecto, que nos enviara por el sitio correcto por donde no molestáramos.
El hombre fue muy amable y no dudó en darnos toda clase de explicaciones sin una palabra altisonante. Nos encontrábamos en la Font d'en Vic y efectivamente podríamos llegar al pueblo porque el camino llega hasta la casa aunque también nos dijo que estaba bastante molesto con los senderistas de a pie porque desde que apareció un artículo de una excursión por la zona ha aumentado la presencia de éstos por la finca. En este mismo artículo se recalca este encuentro y el hecho de que no hay indicaciones que informen de la restricción de paso en una propiedad privada aunque si el tema va en aumento no me extrañaría que aparecieran dentro de poco. No se si los veré, no me acabó de convencer el hecho de tener que lidiar con los dueños para pasar por un sitio que tampoco es que tenga mucho interés ciclista.
En resumen, pudimos pasar y cuando vi el ancho camino cementado ahí mismo comprendí dónde estábamos. Lo raro es que él no había visto ni oído a los demás que tenían que haber pasado muy cerca de la casa aunque dijo que había estado trasteando con el tractor hacia poco. Probablemente fue por eso.
Repuestos un poco con las viandas propias y ajenas en el pueblo debíamos decidir la vuelta. En un principio la idea era subir hacia Conques por el cemento hasta el pozo y después el paso para llegar al Pla de Son Cortei a los pies de na Bauçana para ir a pillar el camino que nos llevaría al Burotell pero el estado físico de alguno, el horario y las preocupaciones de las que no podemos desprendernos hicieron que acortáramos parte de la ruta por carretera directos al Coll des Molí de Vent, que aunque asfalto largo se le hizo a alguno.
Saltamos la barrera y me dispuse a empezar a pedalear a gusto sobretodo al pillar el camino antiguo, con un piso bastante rocoso pero eso en lugar de ser un problema es un aliciente. Aún con el tiempo un poco justo tomamos el desvío largo rodeando la Moleta de s'Aigo y disfrutando del camino en toda su extensión. La bajada muy divertida aunque bajamos algo separados los unos de los otros. No es que lo decidiera así ya que me cogían ventaja enseguida pero también lo prefiero porque necesito espacio suficiente para poder elegir mi trazada.
La vuelta original debería haber sido por el Coll de sa Creu pero el horario y las fuerzas aconsejaron volver directamente por el Coll des Tords.