El jueves recibi una invitación de Woody de los Toy's para participar en una prueba de resistencia (la que reza el título), y acepté de inmediato. Justo es que lo agradezca, ya que podían participar sólo tres (y por lo visto hasta dos). De inmediato empezaron las dudas. Sobre mi actuación, sobre mi estado de forma, sobre mi grado de competitividad en general. Por eso el viernes me acerqué a conocer el recorrido, y dí dos vueltas, aunque gracias a la ayuda de otro bikero, ya que no pude seguir correctamente la señalización y me perdí, volviendo a la playa, donde empezamos juntos la vuelta, muy lenta, ya que tenía un problema en un brazo y quería probarse. Luego dí yo otra vuelta un poco más rápido, más que nada para decidir si valía la pena siquiera inscribirse. Quería saber cuánto tardaría en dar una vuelta, aunque otra cosa es saber si podría aguantar el ritmo bajo presión. Ni que decir tiene que sería mi primera participación en una competición oficial, por lo que las dudas eran tremendas. No quería influir con mi bajo rendimiento en las aspiraciones del resto del grupo, que eran las de mejorar los resultados de años anteriores. Pero eso se sabría pedaleando, y confíar en que la máquina y el ciclista aguanten.
No me preocupé del número de participantes ni de nada que no hiciera referencia al grupo o al circuito, el cual tenía dos puntos conflictivos para mí, a pesar de ser bastante fácil para la mayoría. Como el cuentakilómetros no me funcionaba bien, me concentré en pedalear lo más rápido que pudiera. Después de descansar durante diez minutos acompañando a Buzz, que tenía problemas musculares, afrontamos la última hora; y es donde mejor me encontré. Si me hubiera dado cuenta de que sólo faltaba una hora no me paro. Me encontraba bien, pero Potato estaba empeñado en dar una vuelta rápida para ganar tiempo y poder hacer la última después de la cuarta hora. Así que le dejamos, aunque luego lo pagó con dos tirones. Aunque se pudo completar la vuelta 9 en menos de 4 horas, y por lo tanto finalizar con diez. Decidí tirar a saco en las dos últimas vueltas, ya que de todas formas me cogían en la bajada. Así perdíamos menos tiempo, y no debían esperarme, como sucedió en las primeras vueltas. De hecho, creo que mi mejor vuelta fue la última. Y además me pegué el gustazo de adelantar a unos cuantos a plato por la parte llana.
Tengo que reconocer que las sensaciones que te producen estos acontecimientos son adictivos. Es muy diferente a una salida de excursión, donde no hay tensión, donde falta el aliciente de la competición; aún sabiendo que serás de los últimos. De todas maneras, es una competición mucho más larga de lo habitual y tiene que prepararse a conciencia si se quieren unos resultados satisfactorios. En mi caso sería practicar y mejorar el descenso, que es donde tengo más problemas. Pero pongámonos tranquilos, que he visto algún circuito que impresiona y no es cuestión de quedar mal cada cincuenta metros.
Debo reconocer también la deportividad que imperó por doquier. Ni un codazo, ni una palabra malsonante. Bastante cachondeo de los que iban sobrados, y respeto, que había muchos no federados.
En definitiva, una muy buena tarde de ciclismo.
No me preocupé del número de participantes ni de nada que no hiciera referencia al grupo o al circuito, el cual tenía dos puntos conflictivos para mí, a pesar de ser bastante fácil para la mayoría. Como el cuentakilómetros no me funcionaba bien, me concentré en pedalear lo más rápido que pudiera. Después de descansar durante diez minutos acompañando a Buzz, que tenía problemas musculares, afrontamos la última hora; y es donde mejor me encontré. Si me hubiera dado cuenta de que sólo faltaba una hora no me paro. Me encontraba bien, pero Potato estaba empeñado en dar una vuelta rápida para ganar tiempo y poder hacer la última después de la cuarta hora. Así que le dejamos, aunque luego lo pagó con dos tirones. Aunque se pudo completar la vuelta 9 en menos de 4 horas, y por lo tanto finalizar con diez. Decidí tirar a saco en las dos últimas vueltas, ya que de todas formas me cogían en la bajada. Así perdíamos menos tiempo, y no debían esperarme, como sucedió en las primeras vueltas. De hecho, creo que mi mejor vuelta fue la última. Y además me pegué el gustazo de adelantar a unos cuantos a plato por la parte llana.
Tengo que reconocer que las sensaciones que te producen estos acontecimientos son adictivos. Es muy diferente a una salida de excursión, donde no hay tensión, donde falta el aliciente de la competición; aún sabiendo que serás de los últimos. De todas maneras, es una competición mucho más larga de lo habitual y tiene que prepararse a conciencia si se quieren unos resultados satisfactorios. En mi caso sería practicar y mejorar el descenso, que es donde tengo más problemas. Pero pongámonos tranquilos, que he visto algún circuito que impresiona y no es cuestión de quedar mal cada cincuenta metros.
Debo reconocer también la deportividad que imperó por doquier. Ni un codazo, ni una palabra malsonante. Bastante cachondeo de los que iban sobrados, y respeto, que había muchos no federados.
En definitiva, una muy buena tarde de ciclismo.
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