Ayer fue día de pruebas. Tras un fin de semana de descanso salí a probar la enduro ya con más ganas. Lo que no había era ruta programada y esto sí que fue raro. Tomeu avisó que no saldría pero tampoco lo hizo ningún toy para llenar el expediente. Pepe también debía tener el día ocupado por lo que la peña empezó a trazar planes alternativos. La sub-peña freeride andaba buscando nuevos circuitos donde poner las bicis, y a ellos mismos, al límite. Otro grupo, liderado por Jromán en plena recuperación, haría una más cercana, Fita del Ram, que aunque tiene mucha ascensión es muy factible dada la bondad de los caminos de subida, con tramos de carretera asfaltada. A ultimísima hora Fibras y Bonus deciden salir a rutear como dios manda y, ni cortos ni perezosos, deciden hacer la buena del Massanella, por el Coll de sa Línia y el Coll de ses Cases de neu. Ahí es ná.
Era el día perfecto para ir a la descubierta. Tenía pendiente alguna cosilla por la Comuna, una bajadita por la zona del Puig de n'Eimeric que tendría que llevarme hasta Es Cabàs. La había visto en un reportaje fotográfico de una salida del GEM y me decidí a buscarla aún a costa de ir solo. Los Tira-tira estarían por la zona pero ya tenían decidido el itinerario. Como mucho podría haber hecho con ellos la subida por la pista. Y casi fue así ya que llegué a Bunyola sobre las nueve. Al parecer no había mucha gente arriba a juzgar por la cantidad de coches.
Subí solo, pero entre las llamadas telefónicas y la lluvia, me estuve cruzando varias veces con un grupo de chavales del club ciclista del pueblo que iban subiendo a su bola. En el desvío del comellar, había unos cuantos parados con una pequeña discusión entre manos. Al parecer a uno de ellos, “no le habían esperado”, y decidió volver por donde había venido. Pues adiós. Entablé una pequeña conversación con uno porque reconoció la bici que yo llevaba y se extrañó de que la montara otro. Ni que llevara una pancarta anunciándola. Supongo que se había fijado porque tenía una igual o bien porque él no la prestaría ni por dinero (gracias, Wiro).
Hubiera subido con ellos pero recibí otro par de llamadas y en esas estaba cuando llegaron los chavales y más tarde los primeros tira-tira que no hicieron ni mención de traspasar la barrera. Cuando acabé con el teléfono seguí mi camino comellar arriba. Al volver a la pista principal los volví a encontrar. Estaban esperando a los que me seguían y yo continué hacia el penyal. Merendé y decidí bajar por la trialera que lleva al merendero. Creía que podría afrontarla de cabo a rabo pero fué demasiado para el primer día de test. Me bajé en el tramo comprometido, el único que hay, por otra parte. Después me solté un poco más en la zona de pista.
Suponía que no era muy tarde y me fuí por la pista hasta el desvío del depósito para rodar un poco. De vuelta me encontré a Miguel de los t-t subiendo por el desvío del Cocó Peguer con dos bicicletas y auguré problemas. Así era. Una caída con un dedo roto como consecuencia. Era un novato y por las cubiertas que llevaba, muy lisas, no me extrañó que hubiera patinado. Yo mismo lo he padecido en alguna ocasión en una zona de losas.
Subieron más compañeros, entre ellos Tolo, y tuvimos una pequeña charla hasta que me desvié hacia el bosque encantado. Allí iba a sentir las primeras impresiones serias. Y fueron muy positivas. Fué un test sencillo, sin complicaciones, y con una buena trazada, apta para imprimir velocidad y sentir el control. La sensación que me quedó al finalizar es notar que la bici va aplomada de delante, con la consecuencia de que se mete en la trazada. Ahora quedaba encontrar el camino de bajada. Me encaminé por la pista hacia el Puig de n'Eimeric. Hay otro depósito contraincendios en el camino, desde donde tenemos buenas vistas de la Coma d'en Buscante, pero no ví ni rastro de ningún camino. Al final de la pista encontré a una pareja de excursionistas a los que pregunté, pero tampoco sabían nada. Solamente me quedaba la opción de subir, y subí. El sendero está fitado pero solamente hasta la cima. Al no verlo claro bajé y busqué por la pista. Ahora sí lo ví, aunque no hay marcas. Empecé a bajar por ese antiguo camino de carro, claramente visible pero muy deteriorado. Y se pone aún mucho peor. No logré avanzar más de cien metros. Es una auténtica selva y por lo que pude ver después, estaba totalmente desencaminado. Era imposible bajar por allí.
Al volver a la pista apliqué el axioma del buen explorador: “si no lo encuentras es que no estás en el sitio adecuado”. Para refrendarlo volví a subir al puig. Y me volví a perder porque las marcas acaban arriba cuando son más necesarias. Tampoco hay un sendero claro. De los excursionistas ni rastro. No me quedó más remedio que darme por vencido y volver. Bajaría por la coma.
Buena bajada, sin grandes contratiempos, pero siempre atento a las piedras que puedes encontrarte. Pueden hacerte un traje. Aún así disfruté. Tuve algunos patinazos de delante y la rueda volvió a sitio enseguida, aún cuando la velocidad fuera mayor de la que estoy acostumbrado. Al menos es lo que creo, ya que al ir solo las sensaciones pueden ser no del todo exactas. Lo cierto es que me daba bastante confianza, aún con una presión bastante alta, pero no sé si es por la bici, la suspensión o la goma (por este orden), o por la combinación de las tres variables. Más bien me inclino por esta última, pero un par de bajadas no me permiten afirmarlo rotundamente.
Después de Cas Bergantet bajé por el camino viejo, y no fuí el único, y corroboré lo que venía pensando: sensación de seguridad máxima. Y eso es placentero. Quiero ser bikero, y poder compartirlo. Vale la pena.
Era el día perfecto para ir a la descubierta. Tenía pendiente alguna cosilla por la Comuna, una bajadita por la zona del Puig de n'Eimeric que tendría que llevarme hasta Es Cabàs. La había visto en un reportaje fotográfico de una salida del GEM y me decidí a buscarla aún a costa de ir solo. Los Tira-tira estarían por la zona pero ya tenían decidido el itinerario. Como mucho podría haber hecho con ellos la subida por la pista. Y casi fue así ya que llegué a Bunyola sobre las nueve. Al parecer no había mucha gente arriba a juzgar por la cantidad de coches.
Subí solo, pero entre las llamadas telefónicas y la lluvia, me estuve cruzando varias veces con un grupo de chavales del club ciclista del pueblo que iban subiendo a su bola. En el desvío del comellar, había unos cuantos parados con una pequeña discusión entre manos. Al parecer a uno de ellos, “no le habían esperado”, y decidió volver por donde había venido. Pues adiós. Entablé una pequeña conversación con uno porque reconoció la bici que yo llevaba y se extrañó de que la montara otro. Ni que llevara una pancarta anunciándola. Supongo que se había fijado porque tenía una igual o bien porque él no la prestaría ni por dinero (gracias, Wiro).
Hubiera subido con ellos pero recibí otro par de llamadas y en esas estaba cuando llegaron los chavales y más tarde los primeros tira-tira que no hicieron ni mención de traspasar la barrera. Cuando acabé con el teléfono seguí mi camino comellar arriba. Al volver a la pista principal los volví a encontrar. Estaban esperando a los que me seguían y yo continué hacia el penyal. Merendé y decidí bajar por la trialera que lleva al merendero. Creía que podría afrontarla de cabo a rabo pero fué demasiado para el primer día de test. Me bajé en el tramo comprometido, el único que hay, por otra parte. Después me solté un poco más en la zona de pista.
Suponía que no era muy tarde y me fuí por la pista hasta el desvío del depósito para rodar un poco. De vuelta me encontré a Miguel de los t-t subiendo por el desvío del Cocó Peguer con dos bicicletas y auguré problemas. Así era. Una caída con un dedo roto como consecuencia. Era un novato y por las cubiertas que llevaba, muy lisas, no me extrañó que hubiera patinado. Yo mismo lo he padecido en alguna ocasión en una zona de losas.
Subieron más compañeros, entre ellos Tolo, y tuvimos una pequeña charla hasta que me desvié hacia el bosque encantado. Allí iba a sentir las primeras impresiones serias. Y fueron muy positivas. Fué un test sencillo, sin complicaciones, y con una buena trazada, apta para imprimir velocidad y sentir el control. La sensación que me quedó al finalizar es notar que la bici va aplomada de delante, con la consecuencia de que se mete en la trazada. Ahora quedaba encontrar el camino de bajada. Me encaminé por la pista hacia el Puig de n'Eimeric. Hay otro depósito contraincendios en el camino, desde donde tenemos buenas vistas de la Coma d'en Buscante, pero no ví ni rastro de ningún camino. Al final de la pista encontré a una pareja de excursionistas a los que pregunté, pero tampoco sabían nada. Solamente me quedaba la opción de subir, y subí. El sendero está fitado pero solamente hasta la cima. Al no verlo claro bajé y busqué por la pista. Ahora sí lo ví, aunque no hay marcas. Empecé a bajar por ese antiguo camino de carro, claramente visible pero muy deteriorado. Y se pone aún mucho peor. No logré avanzar más de cien metros. Es una auténtica selva y por lo que pude ver después, estaba totalmente desencaminado. Era imposible bajar por allí.
Al volver a la pista apliqué el axioma del buen explorador: “si no lo encuentras es que no estás en el sitio adecuado”. Para refrendarlo volví a subir al puig. Y me volví a perder porque las marcas acaban arriba cuando son más necesarias. Tampoco hay un sendero claro. De los excursionistas ni rastro. No me quedó más remedio que darme por vencido y volver. Bajaría por la coma.
Buena bajada, sin grandes contratiempos, pero siempre atento a las piedras que puedes encontrarte. Pueden hacerte un traje. Aún así disfruté. Tuve algunos patinazos de delante y la rueda volvió a sitio enseguida, aún cuando la velocidad fuera mayor de la que estoy acostumbrado. Al menos es lo que creo, ya que al ir solo las sensaciones pueden ser no del todo exactas. Lo cierto es que me daba bastante confianza, aún con una presión bastante alta, pero no sé si es por la bici, la suspensión o la goma (por este orden), o por la combinación de las tres variables. Más bien me inclino por esta última, pero un par de bajadas no me permiten afirmarlo rotundamente.
Después de Cas Bergantet bajé por el camino viejo, y no fuí el único, y corroboré lo que venía pensando: sensación de seguridad máxima. Y eso es placentero. Quiero ser bikero, y poder compartirlo. Vale la pena.
1 comentario :
Por lo menos alguien disfruta de ese pepino. jajajajaja.
Saludos
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