De pruebas por la Comuna

Me había encontrado con Juan hacía unos días y tuvimos una pequeña charla. ¿Qué quién es Juan? Pues uno de mis antiguos compañeros de fatigas por el monte. Salimos juntos, y con otra gente, durante una buena temporada. Después, por cosas que pasan, dejé de salir, y cuando volví a retomar la afición, lo hice solo. Al parecer él también está bastante desconectado, solamente alguna salida esporádica con otro de los compañeros, y pare usted de contar.

Puestos al día decidimos hacer una salida juntos para acabar de atar cabos y ver si se puede integrar en alguna excursión del grupo. Se encuentra bajo de forma y no quiere apuntarse de buenas a primeras. A mí me ha sido imposible salir por la tarde esta semana porque me había comprometido a realizar una pequeña instalación en casa de mi hermano. Esto, y que no había pasado de una comida diaria en condiciones, pues que prefería dejar para otra semana la ruta larga. Potato se apuntó a venir con nosotros y al final no pudo ser. No está tan recuperado del golpe en el tobillo como para salir a rodar alegremente y prefirió quedarse en casa.

Subimos bastante tranquilos por la pista, sin forzar, en plan calentamiento, y llegamos a la barrera del comellar con poco esfuerzo. Allí nos paramos bastante tiempo a divagar un rato. Hacemos el camino del comellar, primera dressera y segunda dressera. Empecé a dudar de ir a hacer la trialera Picó (la cabra). Creo que no era el mejor sitio para que le prestara la bici y bajamos directamente a C'as Garriguer por la trialera, que no es que me guste en exceso debido al alto grado de inclinación en uno de los tramos ya que pierdo ahí el control de la bici, pero siempre se puede pasar andando.

Al final fué ésa la decisión acertada ya que los pobleros ya estaban en la caseta porque habían cambiado el recorrido y habían subido por la Coma d'en Buscante. Bajarían por el Cocó Peguer y mi intención era acompañarlos en ese tramo, pero a Juan no le hubiera ido nada bien y no quería que el grupo se sintiera forzado a esperarle, así que nos despedimos y nosotros, tras merendar, nos dirigimos hacia el bosque encantado para que allí pudiera probar mi bici sin apreturas sobre un terreno mucho menos complicado. Un pequeño problema con las calas nos obligaba a ir con un poco más de tiento de lo habitual. Por mi parte realicé la bajada sin problemas, solamente un poco extrañado al volver a coger la posición rally y con unos frenos muy poco progresivos. La suspensión, una Manitou Spyder superior a la mía, de sesenta o setenta de recorrido, me pareció que aún se portaba bastante bien para el nulo mantenimiento que ha tenido. Las ruedas finas de 1,9” ya gastadas y muy hinchadas, te recuerdan en cada momento sobre qué vas montado.

De todas maneras, Juan no se me despegaba mucho; no te puedes acostumbrar tan rápido al cambio de montura, pero ya iba notando los cambios. Le falta fondo, en la subida posterior le costó llegar arriba, cuando vas casi a peu pla. Fuimos a bajar por la Coma d'en Buscante para que pudiera comprobar mejor las diferencias entre una máquina y otra ya que la había bajado la semana anterior. Cien por cien a mejor, fue su veredicto. No es muy diferente del recorrido anterior y pude bajar más o menos controlando. Nos cambiamos las bicis al llegar a la barrera y volvimos a intercambiarlas en Cas Bergantet, donde Juan no recordaba haber estado.

Nos desviamos por el camino viejo y ahí ya iba yo bastante mal. En ese terreno de piedras movedizas tenía que ir muy despacio para no ir dando botes incontroladamente. En cambio él disfrutaba de cada curva donde le oía gritar “esto gira, esto gira”, más que nada por la diferencia de cubiertas y que le había quitado un poco de presión. También reconoció que había bajado con los pies clavados sin sacarlos en ningún momento. Tampoco parecieron molestarle mucho las piedras.

Creo que se dió cuenta de que nunca, por mucho que progresara, llegaría a tener un nivel como para poder seguir al más malo del grupo en una bajada. Y tampoco divertirse tanto. Se le impone un cambio de bici radical si quiere volver a disfrutar de la montaña. Yo, por mi parte, no puedo decir que no disfrutara. No me resultó ajena la sensación que tuve encima de la bici ya que la posición no me era extraña ni incómoda del todo. Y es que fueron muchos años yendo cabeza abajo...


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