La verdad es que ha sido un poco atípico este fin de semana. Se programó a mitad de semana una ruta en la que se intuía, al menos esa era la impresión que me dió, que no iría mucha gente, como así fue. Estuve un poco desconectado del tema por el trabajo y también algún día fuera de la isla. A mí personalmente, por las referencias que tenía del itinerario y los participantes, no me apetecía mucho ir a hacer de lastre o a mirar. Conclusión: no me apunté. Mis ex-compañeros de rutas me llamaron para salir y quedamos. Uno de ellos había conseguido una Mondraquer con la que esperaba mejorar sus prestaciones. El segundo decía que sería su primera salida en mucho tiempo. Entonces preparé una ruta sin complicaciones aparentes, la Fita del Ram.
Nos vimos a las nueve y las condiciones fueron: vuelta a la una por un compromiso y “me hago el Bunyolí y vuelvo”. No eran muy favorables para intentar la ruta completa pero mantenía la esperanza de realizarla. Hacía tiempo que no nos veíamos y nos fuimos poniendo al día camino de Establiments. En la subida uno se va quedando atrás y no auguro nada bueno porque siempre era de los primeros. En la carretera ya habla de volver y solamente conseguimos arrastrarlo hasta la barrera siguiente. Allí nos deja. Yo quería que subiera al menos hasta las antenas y quizás, una vez allí, se hubiera animado a continuar, pero no pudo ser. Seguimos hasta lo alto pero viendo ya que no nos bastaba el tiempo para llegar siquiera a la ermita, propongo seguir lo máximo posible y regresar por donde habíamos venido. Conseguimos llegar hasta el desvío de subida a la cumbre pero se nos hizo tarde. Ese terreno es totalmente inapropiado para esa bici prestada. No te deja pedalear con ninguna confianza, o yo ya no sé. De vuelta la cogí un rato para comprobarlo por mí mismo y tenía que parar cada pocos metros, aún con la horquilla de cien milímetros que lleva montada. Los golpes del tren trasero se transmiten con demasiada virulencia al cuerpo como para poder ir sentado y te obligan a parar cuando los rebotes se suceden muy seguidos. Además la posición me era muy incómoda. Estas incidencias nos retrasaron mucho. Luego me dí cuenta de que las previsiones que había hecho eran para el mejor de los casos, es decir, a mi ritmo, sin parar. No esperaba que la otra bici fuera tan rácana en ese terreno.
Visto esto te vas acordando de cómo debían ser la rutas cuando iba con la rígida o más aún con la rígida total, y piensas que casi siempre así, muy lentas, con continuos parones, pero que al menos, al ir con bicis muy parecidas, no se notaban tanto las diferencias. Ahora, al comparar, sí se notan mucho más. Cierto es que la osadía del biker pesa mucho en este apartado, pero es que estamos hablando de bikeros muy normalitos. En la bajada rápida por el camino del Bunyolí no hubo tantas diferencias aunque yo noté (o intuí) cierto bamboleo en el eje trasero que no sabría si atribuir a la goma o a la mecánica. Me acordé de las palabras de Wiro al cambiar las gomas porque “le habían hecho un extraño”. Tengo que aclarar ese punto. Tampoco mi compañero bajaba con toda la confianza del mundo, ya que el freno delantero dejaba mucho que desear en cuanto a potencia de frenada se refiere. Al final llegamos bastante pasados de tiempo; espero que no mucho.
Por eso se puede decir que me quedé con ganas, y no es un reproche para nadie. Hubo poc brou y ví el cielo abierto al leer los mensajes para quedar el domingo. Quizás podría salir y desquitarme. Ha podido ser pero tendría que volver pronto. Cierto es que las salidas del domingo suelen ser cortas para acabar casi siempre antes de las dos. Pero para no tener que acortar por la mitad para volver a la hora decido salir antes desde Bunyola y esperarlos arriba del Penyal para saber lo que hubieren decidido y seguir con ellos o acortar.
A las ocho y media ya estaba en Bunyola y me encuentro el aparcamiento lleno. Había dos descargando y montando bicis. Al principio no los reconozco pero ellos a mí sí. Son la pareja de chavales de la Vileta que me encontré bajando la trialera de Bendinat, Biel y Jose. Mientras hablamos pasa una delegación de s'Escapada a los que no se les ve mucho por estos lares. Por nuestra parte salimos detrás y como era de esperar no pillamos a nadie de los de delante, más si vamos esperando a Jose que se queda rezagado frecuentemente. Tiramos por el Comellar d'en Cupí y la dressera. Justo al salir a la pista nos encontramos al grupo de Campos merendando pero nosotros preferimos hacerlo arriba. Mientras lo hacemos llegan ellos y se preparan para afrontar la trialera. Iban a Orient, me han dicho. Nos quedamos esperando a mi grupito mientras nos vamos acabando las viandas. Voy a hacer aquí y ahora un alegato a favor de la tortilla de patatas. Que yo sepa nadie ha traído nunca pero la recomiendo de todas todas. Aquellos no llegan, lo que me extraña, pero no podemos esperar más y prefiero acompañarlos por la trialera. Al empezar me dicen que nunca la han hecho, que siempre habían bajado por la pista, aunque este siempre es muy relativo porque son bastante novatos. Las conclusiones han sido muy dispares pero creo que la repetirán. Yo, desde luego, sí.
El único percance lo hemos tenido en el tramo siguiente hasta el depósito donde Biel ha caído estando parado de la manera más tonta pero se ha rozado la pierna con una roca de arriba abajo. Solo arañazos superficiales con poca escorrentía sanguínea. Seguro que ya ni se acuerda. En el depósito han venido dos bikeros bastante desorientados, hablaban del castillo. Por ahí han quedado. Hoy desde luego ha sido de los días en que me he encontrado más gente por ahí arriba. En bici y andando. Y es un sitio al que se vuelve una y otra vez y nunca cansa. Habría que hacer un homenaje al Ayuntamiento de Bunyola.
La bajada por el Comellar del Cocó Peguer ha sido limpia y rápida pero en algunos sitios he pasado demasiado cerca de los pinos. Por lo demás, un diez. En el camino de Coanegra otro que tal, petado de gente, en bici y andando. Por cierto, me he encontrado a Mar paseando y me ha comentado que añora las salidas de seis horas de ruta. Esa es mi chica.
Habíamos comentado la vuelta a Bunyola fuera del asfalto pero no nos daba tiempo así que hemos ido por carretera lo más rápido posible. En la última cuesta veo salir a tres bikeros del camino dels Cocons y los reconozco. Son ellos. Los pillo al final de la cuesta pero no tengo tiempo de cervezas a pesar de sus propiedades terapéuticas así que a plegar que nos vamos. Después de esto sí que me he quedado a gusto.
Nos vimos a las nueve y las condiciones fueron: vuelta a la una por un compromiso y “me hago el Bunyolí y vuelvo”. No eran muy favorables para intentar la ruta completa pero mantenía la esperanza de realizarla. Hacía tiempo que no nos veíamos y nos fuimos poniendo al día camino de Establiments. En la subida uno se va quedando atrás y no auguro nada bueno porque siempre era de los primeros. En la carretera ya habla de volver y solamente conseguimos arrastrarlo hasta la barrera siguiente. Allí nos deja. Yo quería que subiera al menos hasta las antenas y quizás, una vez allí, se hubiera animado a continuar, pero no pudo ser. Seguimos hasta lo alto pero viendo ya que no nos bastaba el tiempo para llegar siquiera a la ermita, propongo seguir lo máximo posible y regresar por donde habíamos venido. Conseguimos llegar hasta el desvío de subida a la cumbre pero se nos hizo tarde. Ese terreno es totalmente inapropiado para esa bici prestada. No te deja pedalear con ninguna confianza, o yo ya no sé. De vuelta la cogí un rato para comprobarlo por mí mismo y tenía que parar cada pocos metros, aún con la horquilla de cien milímetros que lleva montada. Los golpes del tren trasero se transmiten con demasiada virulencia al cuerpo como para poder ir sentado y te obligan a parar cuando los rebotes se suceden muy seguidos. Además la posición me era muy incómoda. Estas incidencias nos retrasaron mucho. Luego me dí cuenta de que las previsiones que había hecho eran para el mejor de los casos, es decir, a mi ritmo, sin parar. No esperaba que la otra bici fuera tan rácana en ese terreno.
Visto esto te vas acordando de cómo debían ser la rutas cuando iba con la rígida o más aún con la rígida total, y piensas que casi siempre así, muy lentas, con continuos parones, pero que al menos, al ir con bicis muy parecidas, no se notaban tanto las diferencias. Ahora, al comparar, sí se notan mucho más. Cierto es que la osadía del biker pesa mucho en este apartado, pero es que estamos hablando de bikeros muy normalitos. En la bajada rápida por el camino del Bunyolí no hubo tantas diferencias aunque yo noté (o intuí) cierto bamboleo en el eje trasero que no sabría si atribuir a la goma o a la mecánica. Me acordé de las palabras de Wiro al cambiar las gomas porque “le habían hecho un extraño”. Tengo que aclarar ese punto. Tampoco mi compañero bajaba con toda la confianza del mundo, ya que el freno delantero dejaba mucho que desear en cuanto a potencia de frenada se refiere. Al final llegamos bastante pasados de tiempo; espero que no mucho.
Por eso se puede decir que me quedé con ganas, y no es un reproche para nadie. Hubo poc brou y ví el cielo abierto al leer los mensajes para quedar el domingo. Quizás podría salir y desquitarme. Ha podido ser pero tendría que volver pronto. Cierto es que las salidas del domingo suelen ser cortas para acabar casi siempre antes de las dos. Pero para no tener que acortar por la mitad para volver a la hora decido salir antes desde Bunyola y esperarlos arriba del Penyal para saber lo que hubieren decidido y seguir con ellos o acortar.
A las ocho y media ya estaba en Bunyola y me encuentro el aparcamiento lleno. Había dos descargando y montando bicis. Al principio no los reconozco pero ellos a mí sí. Son la pareja de chavales de la Vileta que me encontré bajando la trialera de Bendinat, Biel y Jose. Mientras hablamos pasa una delegación de s'Escapada a los que no se les ve mucho por estos lares. Por nuestra parte salimos detrás y como era de esperar no pillamos a nadie de los de delante, más si vamos esperando a Jose que se queda rezagado frecuentemente. Tiramos por el Comellar d'en Cupí y la dressera. Justo al salir a la pista nos encontramos al grupo de Campos merendando pero nosotros preferimos hacerlo arriba. Mientras lo hacemos llegan ellos y se preparan para afrontar la trialera. Iban a Orient, me han dicho. Nos quedamos esperando a mi grupito mientras nos vamos acabando las viandas. Voy a hacer aquí y ahora un alegato a favor de la tortilla de patatas. Que yo sepa nadie ha traído nunca pero la recomiendo de todas todas. Aquellos no llegan, lo que me extraña, pero no podemos esperar más y prefiero acompañarlos por la trialera. Al empezar me dicen que nunca la han hecho, que siempre habían bajado por la pista, aunque este siempre es muy relativo porque son bastante novatos. Las conclusiones han sido muy dispares pero creo que la repetirán. Yo, desde luego, sí.
El único percance lo hemos tenido en el tramo siguiente hasta el depósito donde Biel ha caído estando parado de la manera más tonta pero se ha rozado la pierna con una roca de arriba abajo. Solo arañazos superficiales con poca escorrentía sanguínea. Seguro que ya ni se acuerda. En el depósito han venido dos bikeros bastante desorientados, hablaban del castillo. Por ahí han quedado. Hoy desde luego ha sido de los días en que me he encontrado más gente por ahí arriba. En bici y andando. Y es un sitio al que se vuelve una y otra vez y nunca cansa. Habría que hacer un homenaje al Ayuntamiento de Bunyola.
La bajada por el Comellar del Cocó Peguer ha sido limpia y rápida pero en algunos sitios he pasado demasiado cerca de los pinos. Por lo demás, un diez. En el camino de Coanegra otro que tal, petado de gente, en bici y andando. Por cierto, me he encontrado a Mar paseando y me ha comentado que añora las salidas de seis horas de ruta. Esa es mi chica.
Habíamos comentado la vuelta a Bunyola fuera del asfalto pero no nos daba tiempo así que hemos ido por carretera lo más rápido posible. En la última cuesta veo salir a tres bikeros del camino dels Cocons y los reconozco. Son ellos. Los pillo al final de la cuesta pero no tengo tiempo de cervezas a pesar de sus propiedades terapéuticas así que a plegar que nos vamos. Después de esto sí que me he quedado a gusto.
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