Me habían invitado a participar en la salida del Xaragall de este mes en una ruta no muy exigente por la Vall Verda en Es Capdellà, en el triángulo comprendido entre esta localidad, Peguera y Andratx, donde Semi tiene un terreno y después se celebra la comida, torrada me dijeron. Nunca había estado por allí y me pareció una buena idea, tanto la ruta en sí como el ágape posterior, así que no lo dudé y me presenté. Y aún me pareció la mejor opción el viernes noche después de haber intentado instalar una patilla y un cambio nuevo a la bici. Me fue imposible. La patilla nueva no encaja exactamente en el hueco de la puntera, cosa que lógicamente me extrañó. Las comparé y parecen iguales pero con ángulos diferentes lo que hace que los huecos roscados tampoco coincidan, y en cambio las dos patillas antiguas si que son idénticas. No me cuadra nada lo que estoy viendo y revisando pieza a pieza me doy cuenta de que el eje de la rueda en el lado de la puntera tiene mucho juego. Ya lo entiendo, las patillas se han deformado y también en la misma medida la puntera, abriéndola y deformándola, con lo que ahora, al montarlo todo nuevo, no queda en un plano vertical.
Descarto la bici pero no la salida. Tengo la otra montada, solo le falta el cambio que le había cogido prestado hasta el día que consiguiera uno nuevo, cosa que sucedió esta semana gracias a Wiro, un especialista en gangas. Enderezado el cambio y montado no parece que tenga ningún problema, no así los pedales, hay uno que no puedo sacar y me da cosa no poder poner los automáticos. Las cubiertas también se las traen, unas medio lisas de 1,9”, pero como la ruta parece bastante cicloturista no creo que necesite mucho más por lo que descarto el cambio con las otras. Más o menos con estos inconvenientes me dispongo a rodar este sábado.
Lo que pasó es que de buenas a primeras se torcieron los planes. Tras superar la barrera de Son Fortuny (cerrada) sobre el Camí del Coll Andritxol nos encontramos con un cazador carabina en ristre que nos conmina a darnos la vuelta y salir por donde hemos entrado. No llevamos los deberes hechos y no oponemos resistencia, pero deberíamos haber ido al meollo del asunto:
CARRETERA VELLA D’ANDRATX A PALMA / CAMÍ DES COLL ANDRITXOL
7- Camí que es troba dins l’Inventari de Béns municipal, però forma part de l’antiga carretera C-719 de Palma a Andratx i no es té constància de la seva reversió a l'ajuntament, per la qual cosa el camí és propietat del Consell de Mallorca.
Es como todo, se echan el farol y si no te ven puesto en el tema a partir de ahí ya tienes las de perder. En fin, nos dimos la vuelta y los sherpas rápidamente propusieron un plan alternativo, Cala Egos. Me iba bien, no había estado nunca y me apetecía hacerlo pero a lo que no le iba a ir tan bien sería a la máquina. Ya lo noté en el primer tramo que hicimos hacia Andratx, un simple caminoi al lado de la carretera donde ya me las vi negras. Sin frenos, ruedas muy hinchadas para evitar llantazos y sin los pedales adecuados iba como alma en pena encima de una bici. Solo esperaba que no empeorase mucho más.
De camino al puerto alguien propuso subir a la Ermita de Son Orlandis y hacia allí fuimos. Se trata de una pequeña construcción, como un molino sin aspas, en lo alto de un puig que se accede desde las casas homónimas situadas justo a sus pies. Ascenso corto por pista fácil pero en la bajada por algunos atajos tuve algunos sustos.
Volvimos a la carretera y de ahí al puerto y casi enfrente del remozado edificio del Club Náutico nos desviamos por la calle de Cala Egos hacia las pistas que suben por la falda de la montaña. Lo encontré corto y bastante fácil sin apenas variación sobre como lo recordaba ya que hacia bastante tiempo que no pasaba por allí. Una vez arriba, en el Coll des Vent, ya nos dirigimos directamente hacia la cala en una larga bajada por una pista a veces machacada por las corrientes de agua.
Abajo, con un bocadillo y cuatro fotos tuvimos suficiente. Aparte de unos turistas acampados no había nadie más, se ve que los tira-tira no habían bajado esta vez y a los toys no les pillaba de paso. Sabía que la subida sería larga y dura pero no me esperaba que lo fuera tanto; llegué más o menos bien hasta el desvío pero en el siguiente tramo necesitaba más ayuda mecánica, extrañaba mucho los pedales sobretodo. Además hay algunos tramos con pendientes muy pero que muy pronunciadas.
Aún así llegamos al Puig d'en Ric sin novedad y en su parte más alta, junto al belén, estuve escrutando la pista de la Trapa por si veía subir a alguno por allí pero no había nadie. Después me concentré en la bajada, que no recordaba muy bien, pero en el primer escalón ya me dí cuenta de lo que llevaba delante, y llamarle suspensión es más que un halago para esas dos barras, así que me lo tomé con filosofía. Aún así hay algunos tramos de esos que te lo hacen pensar lleves lo que lleves.
Llegados al camino principal giramos a la izquierda, hacia la Pineta, pero hubo algún despiste (y no fuimos los únicos que nos perdimos) y dimos unas cuantas vueltas pero en cuanto topamos con el campo arado ya pudimos volver a coger el camino correcto aunque no hay que llegar al final sino pillar el desvío de Cala Conills. Allí hubo el despiste mayor del día, Monic había desmontado la pieza que sujeta los radios de su rueda trasera e iba dando bandazos. Él y tres más salimos los últimos y en el primer cruce giramos a la derecha en dirección a la carretera cuando todos los demás se habían ido por la izquierda. Toda la vuelta pensando que íbamos los últimos y resulta que éramos los primeros. Claro, así al llegar a la caseta no había nadie. Menos mal que estaba abierta y pude pillar algo frío para beber porque tardaron como una media hora en llegar. Pedro hasta se metió en el estanque. Y algunos (pocos) más cuando llegaron después.
Bueno, de torrada hubo poca, el menú oficial era pa amb oli, menos mal que había suficiente porque ya me veía comiéndome la xua cruda. Dos rebanadas pequeñas de pan y casi no me las pude acabar, y lo mismo me pasa en los intermedios, casi nunca me acabo el bocadillo, de hecho me acabé el mío en la caseta, esperando a los demás. Tendré que ir pensando en alimentarme de otra manera en las rutas, tipo barrita o similar, para no desfallecer este verano.
Ah, lo de Semi finalmente no fue nada más que un susto. Una paparra tonta cuando nadie te ve.
Descarto la bici pero no la salida. Tengo la otra montada, solo le falta el cambio que le había cogido prestado hasta el día que consiguiera uno nuevo, cosa que sucedió esta semana gracias a Wiro, un especialista en gangas. Enderezado el cambio y montado no parece que tenga ningún problema, no así los pedales, hay uno que no puedo sacar y me da cosa no poder poner los automáticos. Las cubiertas también se las traen, unas medio lisas de 1,9”, pero como la ruta parece bastante cicloturista no creo que necesite mucho más por lo que descarto el cambio con las otras. Más o menos con estos inconvenientes me dispongo a rodar este sábado.
Lo que pasó es que de buenas a primeras se torcieron los planes. Tras superar la barrera de Son Fortuny (cerrada) sobre el Camí del Coll Andritxol nos encontramos con un cazador carabina en ristre que nos conmina a darnos la vuelta y salir por donde hemos entrado. No llevamos los deberes hechos y no oponemos resistencia, pero deberíamos haber ido al meollo del asunto:
CARRETERA VELLA D’ANDRATX A PALMA / CAMÍ DES COLL ANDRITXOL
7- Camí que es troba dins l’Inventari de Béns municipal, però forma part de l’antiga carretera C-719 de Palma a Andratx i no es té constància de la seva reversió a l'ajuntament, per la qual cosa el camí és propietat del Consell de Mallorca.
Es como todo, se echan el farol y si no te ven puesto en el tema a partir de ahí ya tienes las de perder. En fin, nos dimos la vuelta y los sherpas rápidamente propusieron un plan alternativo, Cala Egos. Me iba bien, no había estado nunca y me apetecía hacerlo pero a lo que no le iba a ir tan bien sería a la máquina. Ya lo noté en el primer tramo que hicimos hacia Andratx, un simple caminoi al lado de la carretera donde ya me las vi negras. Sin frenos, ruedas muy hinchadas para evitar llantazos y sin los pedales adecuados iba como alma en pena encima de una bici. Solo esperaba que no empeorase mucho más.
De camino al puerto alguien propuso subir a la Ermita de Son Orlandis y hacia allí fuimos. Se trata de una pequeña construcción, como un molino sin aspas, en lo alto de un puig que se accede desde las casas homónimas situadas justo a sus pies. Ascenso corto por pista fácil pero en la bajada por algunos atajos tuve algunos sustos.
Volvimos a la carretera y de ahí al puerto y casi enfrente del remozado edificio del Club Náutico nos desviamos por la calle de Cala Egos hacia las pistas que suben por la falda de la montaña. Lo encontré corto y bastante fácil sin apenas variación sobre como lo recordaba ya que hacia bastante tiempo que no pasaba por allí. Una vez arriba, en el Coll des Vent, ya nos dirigimos directamente hacia la cala en una larga bajada por una pista a veces machacada por las corrientes de agua.
Abajo, con un bocadillo y cuatro fotos tuvimos suficiente. Aparte de unos turistas acampados no había nadie más, se ve que los tira-tira no habían bajado esta vez y a los toys no les pillaba de paso. Sabía que la subida sería larga y dura pero no me esperaba que lo fuera tanto; llegué más o menos bien hasta el desvío pero en el siguiente tramo necesitaba más ayuda mecánica, extrañaba mucho los pedales sobretodo. Además hay algunos tramos con pendientes muy pero que muy pronunciadas.
Aún así llegamos al Puig d'en Ric sin novedad y en su parte más alta, junto al belén, estuve escrutando la pista de la Trapa por si veía subir a alguno por allí pero no había nadie. Después me concentré en la bajada, que no recordaba muy bien, pero en el primer escalón ya me dí cuenta de lo que llevaba delante, y llamarle suspensión es más que un halago para esas dos barras, así que me lo tomé con filosofía. Aún así hay algunos tramos de esos que te lo hacen pensar lleves lo que lleves.
Llegados al camino principal giramos a la izquierda, hacia la Pineta, pero hubo algún despiste (y no fuimos los únicos que nos perdimos) y dimos unas cuantas vueltas pero en cuanto topamos con el campo arado ya pudimos volver a coger el camino correcto aunque no hay que llegar al final sino pillar el desvío de Cala Conills. Allí hubo el despiste mayor del día, Monic había desmontado la pieza que sujeta los radios de su rueda trasera e iba dando bandazos. Él y tres más salimos los últimos y en el primer cruce giramos a la derecha en dirección a la carretera cuando todos los demás se habían ido por la izquierda. Toda la vuelta pensando que íbamos los últimos y resulta que éramos los primeros. Claro, así al llegar a la caseta no había nadie. Menos mal que estaba abierta y pude pillar algo frío para beber porque tardaron como una media hora en llegar. Pedro hasta se metió en el estanque. Y algunos (pocos) más cuando llegaron después.
Bueno, de torrada hubo poca, el menú oficial era pa amb oli, menos mal que había suficiente porque ya me veía comiéndome la xua cruda. Dos rebanadas pequeñas de pan y casi no me las pude acabar, y lo mismo me pasa en los intermedios, casi nunca me acabo el bocadillo, de hecho me acabé el mío en la caseta, esperando a los demás. Tendré que ir pensando en alimentarme de otra manera en las rutas, tipo barrita o similar, para no desfallecer este verano.
Ah, lo de Semi finalmente no fue nada más que un susto. Una paparra tonta cuando nadie te ve.