Día quince

Día quince estaba marcado en mi calendario con la quedada de Alcúdia que ya va por la segunda edición pero una llamada de Tomeu me informa que se ha preparado una torrada en casa de Albert de la que se lleva mucho tiempo hablando y no quería faltar. Para ir abriendo boca hay programada una subidita hasta la Mola de Planícia y bajada directa hasta el Port des Canonge. Casi casi una ruta dominguera para salir de paseo, subida larga pero tirando a fácil, casi toda ciclable hasta arriba; bajada no muy complicada hasta el Camí des Correu si exceptuamos algún que otro paso, menos complicada aún hasta la carretera y sencilla por la Branson hasta abajo.

Un plan perfecto, con la ruta e intendencia organizada al milímetro, entonces, ¿a qué vienen los comentarios discordantes aparecidos en la portada de la página? Mea culpa. Me animé y vi posibilidades de variar la ruta para enseñarles una nueva bajada de la que vengo hablando desde hace semanas, la que quiero integrar en la futura Ruta 41. Se han hecho al menos dos salidas con el fin de hilar todo el recorrido y aún quedan cabos sueltos por lo que lancé una propuesta para variar el itinerario y matar varios pájaros de un tiro. Hubo un pequeño intercambio de opiniones al respecto y poco más. Pero no adelantemos acontecimientos, ya llegaremos a ese punto en su momento.

Nos vimos en La Granja a la hora indicada pero no todos, ya que algunos se fueron a la casita directamente para descargar el material, así que nos vimos en Son Sanutges adonde llegamos por el camino ancho, el de la discordia. Una vez reagrupados nos dirigimos al inicio de la subida clásica de la Mola. Esperaba no tener que subir la rampota yendo por el camino nuevo pero me la tuve que comer de primero. Desde allí hasta los aljubets de una tirada con algún pie por medio pero no lo tengo en cuenta.

Volvemos a tomar camino hacia arriba y al dar la curva donde Tomeu cascó el freno el día del estreno se me para la bici de repente. Cambio enganchado en los radios otra vez, la jodimos!. Todo está retorcido, hasta el cierre de la rueda; no vale la pena perder el tiempo parando al grupo intentando repararlo porque no voy a poder rodar, les digo que se vayan y yo volveré atrás pero cambio de opinión mientras reparo y tras desenganchar sigo subiendo para volver directamente a la Granja y recoger la furgoneta. Esta opción me permite llegar montado hasta el aparcamiento y no tener que depender de nadie para la vuelta.

En un momento dado oigo voces cerca pero no llego a alcanzarlos. Aunque puedo pedalear cuesta abajo sin forzar la cadena no logro realizar una buena bajada, una serie de factores me lo impide, pero aún así llego al aparcamiento sin novedad. Tras descansar un rato me dirijo con el vehículo hasta el campo de fútbol de Banyalbufar para salir a su encuentro pero cual es mi sorpresa al llegar que recibo una llamada de Juan informándome de que vuelva a la Granja porque ellos aún no han llegado allí y además ha habido incidencias graves. Vuelvo atrás y cuando llego me voy enterando de todo, Fibras ha caído sobre la rueda de atrás de Juan abollándola. Éste también había salido por las orejas aterrizando con los dientes en el suelo, por supuesto mucho más duro que éstos. Botets tiene un fuerte golpe en un pie y el cambio destrozado y se marcha. Sancho padre también abandona, tiene carrera por la tarde y además se ha golpeado en una mano. Pepe se ha hecho un esguince en un tobillo en la zona de pateo pero a éste es difícil tumbarlo y además tiene que volver a por el coche que está en la caseta, y continúa. Mientras Juan decide que puede masticar y nos dirigimos a la caseta donde dimos cuenta de todo lo que nos tenían preparado.

¿Porqué he dicho entonces que era culpa mía si yo no estuve en esa bajada? Mía solo en parte, pues. Yo introduje esa variante cuando se la comenté a Tomeu y a Pepe. El primer tramo de bajada sería uno que recorrió Pepe a pata y que solo él conocía. El segundo sería un ascenso por las pistas que recorrí en bajada y el tercero era el camino que hice el mismo día subiendo con la bici a cuestas, o sea, que sobre el papel no había exploración, todos eran tramos ya recorridos aunque por personas diferentes. En la realidad pasó lo contrario porque, al no ir yo y no haber traza, no encontraron el camino que les había señalado y dieron algunos rodeos. Como no se había anunciado de antemano esa posibilidad hubo quejas airadas de algunos en ese momento y en comentarios posteriores. Acepto mi parte de culpa pero no pude hacer nada debido a mi avería, si hubiera podido rodar e ir con ellos seguro que habría dado con la bajada correcta y la opinión sería otra muy distinta aunque el primer tramo sin camino aparente que parece que era el peor nos lo hubiéramos comido igual.

Aunque una cosa muy distinta es que la gente esté enterada de las intenciones o posibles variaciones con anterioridad y no que lo haga en medio de la ruta cuando además hay que acertar a la primera ya que casi nunca es posible rectificar errores. En el primero de los casos no valdrían quejas ni pamplinas porque se sabe a lo que se va. De hecho ni yo mismo sabía que se bajaba por allí, porque aunque se discutieron las opciones por correo no se llegó oficialmente a esa conclusión.

Sea como fuere y excepto dos los demás acabamos en la caseta alrededor del fuego arramblando con todo paquete o botella que se ponía por delante. Y cerquita de la lumbre porque el día era bastante frío y yo (y algunos otros), ni pantalones llevaba (largos, se entiende).