Fer de bou

Esto es lo que me dijo el excursionista que me encontré ayer en Esporles cuando le expliqué lo que iba a hacer y no sé exactamente a que se refería. Lo he estado mirando y no es una frase que se utilice con frecuencia localmente. Lo cierto es que se trataba de ir a conocer tramos inexplorados e intentar trazar un itinerario nuevo que ofrezca algunas variantes sobre las ya conocidas. Puede que se refiriera a eso, no sé, no conozco suficiente a los bous como para afirmarlo.

No había voluntarios con quién compartir ruta con lo que me lo tomé con calma y aunque me levanté temprano no creo que empezara a rodar antes de las diez por lo que preveía que podría hacerse tarde e hice acopio en el súper. Y decir acopio es decir un paquete de galletas de chocolate, una lata de bebida isotónica y tres zumitos. Más de la mitad de esas viandas volvió conmigo dentro de la mochila a casa por la tarde.

Lo primero que quería ver era el recorrido desde Esporles hasta la Font de Dalt de Son Tríes que una vez hicimos de bajada pero que de subida no he sabido encontrar por lo que me he ido al camino escalonado que pasa por la Font de Baix. Allí es donde me he encontrado al excursionista con un mapa intentando seguir sus indicaciones y tras ojearlo hemos subido hasta el safareig dándonos cuenta de que íbamos en sentido contrario de cómo lo explicaba ese papel, entonces es cuando me he dado cuenta de que debería subir por la carretera hasta Son Ferrà. Es tontería, teniendo en cuenta de que hay un camino antiguo que sube hasta allí directamente. Para no liarlo más le he dejado que siguiera las instrucciones del recorrido y me he ido para arriba por carretera tras comprobar que no podía ir hasta la Font de Dalt a través de las marjades, como era mi intención.

Ya había franqueado la barrerita de Son Ferrà cuando he escuchado voces que se iban acercando rápidamente. Era un grupito de bikeros que no se sabía bien dónde iban porque cuando me han visto se han extrañado que hubiera ahí un camino y yo me he extrañado también de que ninguno de ellos lo supiera. Entonces, entre dudas, reticencias iniciales por parte de algunos y extrañamientos mutuos, han cruzado la barrera y hemos empezado a subir hacia la ermita. Había una chica con ellos y aunque no ha hecho un metro de las rampas montada no ha perdido la sonrisa; a los demás tampoco les ha desencantado, más bien parecían emocionados de rodar por sitios nuevos. Luego arriba hemos tenido una pequeña conversación y les he enseñado por donde bajar hacia La Granja, espero que llegaran bien.

En esas ha llegado el excursionista, iba acercándose a su destino final pero aún así me lo he vuelto a encontrar otra vez perdido por ahí. Casi igual que yo paseando de arriba abajo intentando recordar por donde me movía. Sabía que tenía que salir del camino principal en una de las curvas después de la explanada de la ermita vieja en restauración, no tiene pérdida. Lo que viene a continuación lo iba recordando a medida que iba pasando, la primera pared, la segunda, el tramo hasta llegar al aljub, el subidón en plan sherpa hasta el clot de neu, otra pared y debía estar muy cerca de la cima pero he tirado hacia abajo directamente. Iluso de mí he creído que podría hacer la bajada sin bajar el sillín (más bien porque no me acordaba de cómo era el camino) al menos hasta que casi salgo por las orejas, después si que lo he bajado; y la trialera, mucho más larga de lo que la recordaba. Ha sido una grata sorpresa.

De lo que no me acordaba en absoluto era de si debía girar a la derecha o a la izquierda para llegar a la bassa, y me he ido a la izquierda. Después de un kilómetro ya he visto que no era por ahí pero ha valido la pena la vuelta. Y más la bajada hacia la carretera, sin grandes dificultades técnicas pero es un camino especialmente tentador y he de confesar que algún tramo lo he intentado unas cuantas veces antes de superarlo; es una de las ventajas de ir solo, si vas en grupo o lo pasas a la primera o te quedas con el mar sabor de boca para el resto del día.

Ya había visto lo que quería ver por este lado del valle ahora debía pasar al otro lado, hacia el Camí des Correu, a comprobar otros tramos. Lo primero que he visto eran cintas colgando de los árboles pero hasta que no he visto al primer corredor con dorsal no me he dado cuenta de que debía ser el día de la UltraTrail; como me he parado a comer algo en la primera barrera (donde por cierto han desaparecido los escalones) he visto pasar a unos cuantos. Por mi parte he seguido hacia el desvío que me mostró Juan hace unas semanas y por él he subido hasta donde he podido. Después he continuado hacia arriba con la bici en la chepa durante un buen rato por un sendero inmaculado, ni rastro de marca alguna, y pensando que quizás debiera hacerlo de bajada si no conseguía encontrar una bajada por otro lado que me permitiera cerrar el bucle. Después de superar un paso que habrá que verlo desde arriba encima de la bici he parado unos momentos sobre unas rocas despejadas sobre la vertical de Ses Mosqueres con una magnífica vista sobre el entorno. Llamada a casa tranquilizadora por la hora que era (más de las tres) y a seguir. No me faltaba mucho para llegar a la cumbre y encontrar un camino de bajada. Después de seguirlo un rato ya me he dado cuenta de que no volvería atrás y habría de seguir adelante hasta el final.

Más o menos tenía una idea de por donde estaba pero la gran cantidad de cruces de pistas que hay me generaban dudas. Debía encontrar una que siguiera faldeando la montaña sobre las casas de la zona y volver a enlazar con el Camí des Correu pero he bajado demasiado, de repente me he encontrado frente a una barrera y muy cerca de unas casas. Entonces sí he sabido donde estaba y aún así me he equivocado y he tirado hacia abajo por la pista principal. Suerte que no había nadie por allí porque ayer iba de camuflaje total con la camiseta naranja fosforito. Último contratiempo en una barrera a medio camino que he tenido que saltar y la de la carretera, que he podido abrir.

Después vuelta a Esporles por el camino viejo, ahí me he encontrado a más marxaires pateando sin descanso en su Sense Aturar particular. En los escalones ninguno, menos mal porque en ese tramo he fundido la horquilla y es que me falta máquina, lo estoy sintiendo. Al llegar al coche no quería volver, el cuerpo me pedía més branca, y me he tenido que calmar dando unas vueltas por las calles cercanas.

Próximamente más, la ruta cuarenta y uno está al caer.