Es que es su hábitat natural, su historia evolutiva así lo indica. Un paseo por el asfalto podría causarle lesiones de por vida, amén del peligro de perecer atropellada por algún vehículo con prisas. En eso el espécimen animal se diferencia poco del mecánico con las que salimos a cabalgar de vez en cuando. Nos piden pendientes fulminantes (tanto hacia arriba como hacia abajo) y rocaje en el que poner a prueba nuestro instinto de conservación de la especie.
La bici quería salir pero el dueño estaba muy bien en la cama a las siete de la mañana (ya es que había quedado, que si no se iba a levantar Rita, la peinadora), pero para los dos que íbamos a salir ésa era la única opción para pasar un resto de día tranquilo. Pues en esas estamos, pedaleando por Palma con un tiempo aún un poco fresco y esperando que saliera el sol tras los tejados. Donde sí daba era en el banco de la rotonda junto a la cruz y ahí me he sentado para calentarme porque pedaleando he llegado como he salido mientras esperaba a mi compañero de ruta, Yarik.
Debido a la premura de tiempo por nuestra parte solamente podríamos hacer un sube-baja rápido por la zona más próxima, la serra de Son Marill, surcada a su vez por el Camí vell de Puigpunyent. Y por él íbamos subiendo pero en el cruce del pedrís hemos tenido que demorar un poco y mientras duraba el receso me he ido a investigar el ramal que sale de enfrente. No llega más que unos cientos de metros más lejos, cerca de unas canteras y cuevas hace tiempo abandonadas. Al final de la pista hemos adivinado un pequeño sendero marcado, parecía una trialera de bajada por la que hemos subido no sin sudar de lo lindo porque tiene una pendiente brutal; será por eso que no tiene trazadas marcadas en el suelo, hay que estar muy loco para intentar esa bajada o el loco aún no la ha encontrado, vete a saber.
Lo cierto es que acaba muy cerca de la cima del coll. De ahí hemos ido a hacerle una visita a la champiñón. La primera parte es nueva, remodelando un poco el terreno para pasar más fácilmente y después parece que enlaza con algunas pistas bastante antiguas (o eso me ha parecido ver sobre la marcha). Respecto a su dificultad, es bastante fácil a un paso moderado, más bien parece un circuito de velocidad, cuanta más mejor.
Llegados a la carretera circulamos por ella hasta el inicio de la interminable por la que hemos vuelto otra vez arriba. Solamente nos quedaba la vuelta y debía ser por alguna de las trialeras que dan al golf. Al final hemos cogido la que sale directamente desde el Puig des Revells, donde está el geodésico. Rápida al principio por el sendero en cuanto se ensancha comes piedras por un tubo hasta la altura de la cantera y después viene el tramo de sendero modificado con los peraltes y los saltos con su dificultad mayor en el tramo final donde la pendiente aumenta y hay que aguantar con los frenos, cosa que hoy no me ha dado nada de confianza aún a costa de haber cambiado el disco de delante por uno de más diámetro, pero aún así no acaba de bloquear con fuerza la pinza. Ya lo había notado en plano y en el tramo de tobogán de la champiñón lo he confirmado plenamente. Influirá claro está el estado de las gomas o de las pastillas pero por ahora la sensación que me queda es la de que el disco pequeño frenaba más que el grande.
Vuelta tranquila hasta el nuevo barrio de Yarik sin habernos encontrado con ningún bikero por la zona. Vagos!!!.
La bici quería salir pero el dueño estaba muy bien en la cama a las siete de la mañana (ya es que había quedado, que si no se iba a levantar Rita, la peinadora), pero para los dos que íbamos a salir ésa era la única opción para pasar un resto de día tranquilo. Pues en esas estamos, pedaleando por Palma con un tiempo aún un poco fresco y esperando que saliera el sol tras los tejados. Donde sí daba era en el banco de la rotonda junto a la cruz y ahí me he sentado para calentarme porque pedaleando he llegado como he salido mientras esperaba a mi compañero de ruta, Yarik.
Debido a la premura de tiempo por nuestra parte solamente podríamos hacer un sube-baja rápido por la zona más próxima, la serra de Son Marill, surcada a su vez por el Camí vell de Puigpunyent. Y por él íbamos subiendo pero en el cruce del pedrís hemos tenido que demorar un poco y mientras duraba el receso me he ido a investigar el ramal que sale de enfrente. No llega más que unos cientos de metros más lejos, cerca de unas canteras y cuevas hace tiempo abandonadas. Al final de la pista hemos adivinado un pequeño sendero marcado, parecía una trialera de bajada por la que hemos subido no sin sudar de lo lindo porque tiene una pendiente brutal; será por eso que no tiene trazadas marcadas en el suelo, hay que estar muy loco para intentar esa bajada o el loco aún no la ha encontrado, vete a saber.
Lo cierto es que acaba muy cerca de la cima del coll. De ahí hemos ido a hacerle una visita a la champiñón. La primera parte es nueva, remodelando un poco el terreno para pasar más fácilmente y después parece que enlaza con algunas pistas bastante antiguas (o eso me ha parecido ver sobre la marcha). Respecto a su dificultad, es bastante fácil a un paso moderado, más bien parece un circuito de velocidad, cuanta más mejor.
Llegados a la carretera circulamos por ella hasta el inicio de la interminable por la que hemos vuelto otra vez arriba. Solamente nos quedaba la vuelta y debía ser por alguna de las trialeras que dan al golf. Al final hemos cogido la que sale directamente desde el Puig des Revells, donde está el geodésico. Rápida al principio por el sendero en cuanto se ensancha comes piedras por un tubo hasta la altura de la cantera y después viene el tramo de sendero modificado con los peraltes y los saltos con su dificultad mayor en el tramo final donde la pendiente aumenta y hay que aguantar con los frenos, cosa que hoy no me ha dado nada de confianza aún a costa de haber cambiado el disco de delante por uno de más diámetro, pero aún así no acaba de bloquear con fuerza la pinza. Ya lo había notado en plano y en el tramo de tobogán de la champiñón lo he confirmado plenamente. Influirá claro está el estado de las gomas o de las pastillas pero por ahora la sensación que me queda es la de que el disco pequeño frenaba más que el grande.
Vuelta tranquila hasta el nuevo barrio de Yarik sin habernos encontrado con ningún bikero por la zona. Vagos!!!.