Tenía un objetivo marcado en la agenda para este fin de semana, la torre de sa Pedrissa, cerca de la cala de Deià. Ya había buscado el camino por esa zona sin mucho, o ningún, acierto y en esta ocasión lo haría por la parte de arriba, desde la carretera.
Solamente Juan se había comprometido a acompañarme aunque sin saber exactamente lo que tenía preparado suponiendo, eso sí, que no forzaríamos mucho la máquina, al menos ésa era la intención inicial. Por eso cuando nos hemos encontrado con Bonus y Albert en Valldemossa y hemos sabido de nuestros planes cada grupo ha continuado su ruta por su lado; ellos por los Cairats hacia los Cingles de Son Rullán y nosotros por las ermitas también hacia la misma zona.
Carretera, ermitas, miradores y desvío hacia Son Gallard, pistas hacia Son Rullán, la cuesta de cemento y el tramo hacia la bajada de los cingles. Todo más claro que el agua. Y así ha sido hasta que hemos dejado el cemento porque no he visto claro por donde meterme. Recordaba que el último tramo de bajada hasta el enlace era un poco a la brava y sin señalizar pero confiaba en poder encontrarlo sin dificultad, pero no ha sido así, he vuelto a repetir la pifia de la otra vez, aún más, sin darme ni siquiera cuenta de que ya había pasado por allí. Juan iba loco por salir y me apretaba para volver pero he sido inflexible, llegaremos a puerto, no sé cuál pero llegaremos. Está claro que hemos llegado pero por cabezonería no por otra cosa.
Mientras nos poníamos las protecciones han llegado nuestros colegas desde la parte superior y hemos hecho toda la bajada juntos hasta Deià. En la parte empedrada ha habido patinazos y alguna caída sin importancia por lo que hemos llegado abajo sin novedad excepto un radio partido. En la barrera de sa Pedrissa nos hemos despedido de ellos porque aquí empezaba lo nuevo, bajar a la torre. Primero teníamos que llegar al mirador, dels cingles d'en Visc creo que se llama; no ha sido difícil ya que hay un camino ancho que se dirige hacia allí. Y sorpresón al llegar, un acantilado de doscientos metros a plomo con una espectacular vista sobre sa Foradada, inédita para mí. Pegaba el sol y hemos aprovechado para comer algo y poco más, quedaba encontrar la bajada hacia la torre pero pronto se ha visto que de camino, poco, ni siquiera sendero, solamente algún hito en medio de un terreno con grandes rocas y bastante vegetación que impiden rodar dos metros seguidos. Más lloros pero hemos conseguido llegar hasta el vértice geodésico y comprobar que la cosa no mejoraría por lo que hemos debido volver atrás. Cosa rara lo de ese pico, para llegar hasta ahí bajas en lugar de subir. Después en casa he podido verificarlo con algún reportaje de unos grupos excursionistas, vamos, que no hay camino. Lo que me había confundido, o animado más bien, fue la noticia de que se había organizado una excursión reivindicativa por la zona siguiendo el mismo itinerario para exigir la apertura del camino hacia el mirador y la torre de sa Pedrissa, por eso creí que habría camino. De todas maneras, solamente para ir al mirador y sentarse allí vale la pena toda la excursión aunque si hubiera leído esto antes quizás no hubiera ido.
La vuelta por carretera no tiene historia evidentemente, por eso quería volver a meterme por las ermitas pero las pocas ganas y fuerzas del compañero no lo permitieron y volvimos directos al pueblo. Para lo que hicimos era tarde, mucho tiempo para tan poco resultado, pero no importa, no supe qué hora hasta que llegamos a los coches ni dejé que Juan me la dijera durante la ruta, el timming se queda esperando que yo vuelva.
Por eso esta mañana he salido a quemar las calorías que no quemé ayer, suelo hacerlo con los bous ya que quedan temprano y algunos vuelven pronto que es mi premisa para el domingo, en cambio hoy he salido solo ya que me he levantado tarde. Me he decidido por llegar hasta Na Burguesa y efectuar un recorrido típico por la zona aunque quería variar un poco la parte final. Solamente me he cruzado con dos bikeros después de bajar por el cemento mientras estaba cambiando la cámara pinchada, ya te digo con las cubiertas Hutchinson, carril bici y poco más. En cambio he pillado a un grupo muy numeroso de senderistas con los que he compartido conversación en el coll des Pastors.
Al llegar a la carretera he hecho el sendero que va paralelo a ella hasta la bajada de Son Vida. Me habían comentado un paso para vadear la barrera pero no lo he visto por lo que he ido hacia el cortafuegos directamente y desde allí al PT3 donde han querido barrar el paso con cintas pero el vadeo es claro y me extraña que solamente las bicicletas hayan podido marcar de tal forma el desvío en el carrizo. No había nadie por ahí por lo que he podido salir por Son Vida sin ningún impedimento. Ya solamente me quedaba llegar a casa a dar un buen manguerazo a la bici y a los zapatos que los llevaba de barro hasta arriba después de la clavada en el barro en la zona de obras enfrente de Madre Alberta.
Solamente Juan se había comprometido a acompañarme aunque sin saber exactamente lo que tenía preparado suponiendo, eso sí, que no forzaríamos mucho la máquina, al menos ésa era la intención inicial. Por eso cuando nos hemos encontrado con Bonus y Albert en Valldemossa y hemos sabido de nuestros planes cada grupo ha continuado su ruta por su lado; ellos por los Cairats hacia los Cingles de Son Rullán y nosotros por las ermitas también hacia la misma zona.
Carretera, ermitas, miradores y desvío hacia Son Gallard, pistas hacia Son Rullán, la cuesta de cemento y el tramo hacia la bajada de los cingles. Todo más claro que el agua. Y así ha sido hasta que hemos dejado el cemento porque no he visto claro por donde meterme. Recordaba que el último tramo de bajada hasta el enlace era un poco a la brava y sin señalizar pero confiaba en poder encontrarlo sin dificultad, pero no ha sido así, he vuelto a repetir la pifia de la otra vez, aún más, sin darme ni siquiera cuenta de que ya había pasado por allí. Juan iba loco por salir y me apretaba para volver pero he sido inflexible, llegaremos a puerto, no sé cuál pero llegaremos. Está claro que hemos llegado pero por cabezonería no por otra cosa.
Mientras nos poníamos las protecciones han llegado nuestros colegas desde la parte superior y hemos hecho toda la bajada juntos hasta Deià. En la parte empedrada ha habido patinazos y alguna caída sin importancia por lo que hemos llegado abajo sin novedad excepto un radio partido. En la barrera de sa Pedrissa nos hemos despedido de ellos porque aquí empezaba lo nuevo, bajar a la torre. Primero teníamos que llegar al mirador, dels cingles d'en Visc creo que se llama; no ha sido difícil ya que hay un camino ancho que se dirige hacia allí. Y sorpresón al llegar, un acantilado de doscientos metros a plomo con una espectacular vista sobre sa Foradada, inédita para mí. Pegaba el sol y hemos aprovechado para comer algo y poco más, quedaba encontrar la bajada hacia la torre pero pronto se ha visto que de camino, poco, ni siquiera sendero, solamente algún hito en medio de un terreno con grandes rocas y bastante vegetación que impiden rodar dos metros seguidos. Más lloros pero hemos conseguido llegar hasta el vértice geodésico y comprobar que la cosa no mejoraría por lo que hemos debido volver atrás. Cosa rara lo de ese pico, para llegar hasta ahí bajas en lugar de subir. Después en casa he podido verificarlo con algún reportaje de unos grupos excursionistas, vamos, que no hay camino. Lo que me había confundido, o animado más bien, fue la noticia de que se había organizado una excursión reivindicativa por la zona siguiendo el mismo itinerario para exigir la apertura del camino hacia el mirador y la torre de sa Pedrissa, por eso creí que habría camino. De todas maneras, solamente para ir al mirador y sentarse allí vale la pena toda la excursión aunque si hubiera leído esto antes quizás no hubiera ido.
La vuelta por carretera no tiene historia evidentemente, por eso quería volver a meterme por las ermitas pero las pocas ganas y fuerzas del compañero no lo permitieron y volvimos directos al pueblo. Para lo que hicimos era tarde, mucho tiempo para tan poco resultado, pero no importa, no supe qué hora hasta que llegamos a los coches ni dejé que Juan me la dijera durante la ruta, el timming se queda esperando que yo vuelva.
Por eso esta mañana he salido a quemar las calorías que no quemé ayer, suelo hacerlo con los bous ya que quedan temprano y algunos vuelven pronto que es mi premisa para el domingo, en cambio hoy he salido solo ya que me he levantado tarde. Me he decidido por llegar hasta Na Burguesa y efectuar un recorrido típico por la zona aunque quería variar un poco la parte final. Solamente me he cruzado con dos bikeros después de bajar por el cemento mientras estaba cambiando la cámara pinchada, ya te digo con las cubiertas Hutchinson, carril bici y poco más. En cambio he pillado a un grupo muy numeroso de senderistas con los que he compartido conversación en el coll des Pastors.
Al llegar a la carretera he hecho el sendero que va paralelo a ella hasta la bajada de Son Vida. Me habían comentado un paso para vadear la barrera pero no lo he visto por lo que he ido hacia el cortafuegos directamente y desde allí al PT3 donde han querido barrar el paso con cintas pero el vadeo es claro y me extraña que solamente las bicicletas hayan podido marcar de tal forma el desvío en el carrizo. No había nadie por ahí por lo que he podido salir por Son Vida sin ningún impedimento. Ya solamente me quedaba llegar a casa a dar un buen manguerazo a la bici y a los zapatos que los llevaba de barro hasta arriba después de la clavada en el barro en la zona de obras enfrente de Madre Alberta.
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