Aquí no hay planes de entrenamiento programados, ni florituras enrevesadas, solamente ganas de pedalear sin demasiadas pretensiones y en ésas también estaba Juanito más dispuesto que nunca a arrancar de una vez por todas así que bastó poco para concertar salida. No sé porqué pero estoy un poco perro con eso de coger coche últimamente por lo que la cabeza me volteaba por Na Burguesa y eso mismo debían pensar Juantrans, Marc y Jose cuando anunciaron su intención de fundir un poco de gomas por allí. Su plan no era malo,
más bien todo lo contrario, seguramente demasiado ambicioso para una rentreé así que nos lo tomamos con más calma pero sin renunciar al encuentro.
Habían quedado en el polideportivo de Génova y no sabía bien dónde estaba y pensé que podríamos encontrarnos en el monumento ya que era posible que tomaran el atajo, y digo atajo por decir algo porque me parece que es más largo que el original. Íbamos clavados de horario, ocho y media delante de Can Pedro, llegaríamos antes si no a la par arriba. Llegamos antes y al poco apareció un cuarteto al parecer de novatos ya que no parecían saber mucho de la zona, remolonearon un poco por allí y se marcharon cuesta arriba mientras nosotros seguíamos esperando que aparecieran los compañeros y tras esperar un buen rato nos fuimos.
No hay pista o camino monótono cuando tienes ganas de hacer una cosa determinada, me sentía con ganas y estaba dispuesto a forzar un poco la maquinaria por lo que abusé de plato mediano y entre eso mismo y que Juan iba un poco receloso nos íbamos distanciando cada vez más. Hubo algún reagrupamiento y otras tantas separaciones hasta que alcancé al grupo que había salido antes al final de la cuesta poco antes de llegar al coll des Pastors. Decidimos llegar hasta el inicio del descenso de la trialera de Bendinat y un poco más allá para ver si avistábamos a los compañeros y los encontramos allí mismo al volver atrás equipándose para el descenso, ninguno más se había unido a ellos y nosotros tampoco lo haríamos, ellos bajarían por la trialera y nosotros daríamos vueltas por la zona antes de decidir los próximos pasos.
Dicho y hecho, mientras ellos bajaban hasta abajo para volver a subir por la pista ancha (inciso: alguno le llama Camí des Pasterets y me gustaría saber de donde ha sacado ese topónimo) nosotros nos fuimos hacia la carretera para volver al mismo lugar desde el mirador de n'Alzamora adonde llegamos. Juan me sorprendió en el cruce diciéndome que nunca había estado (hubiera jurado que sí) y hacia allá nos dirigimos para descansar y comer un poco. Tiene una vista privilegiada sobre la zona de Valldurgent y Na Bauçana, no parece casualidad pues que fuera Gabriel Alzamora su promotor.
Nos aprestamos a subir hacia el lugar de donde venimos para recorrer toda la carena de la sierra hasta las antenas, se me hizo fácil todo el trayecto y otra vez estuvimos esperando que nos alcanzaran los compañeros que llegaron pocos minutos después. Creía que íbamos a tener la compañía de unos bikeros que rondaban por la zona a tenor de la calidad de sus monturas pero partieron por la pista bastante tranquilos, a veces las apariencias engañan. Al poco de empezar a bajar ya tenía a Marc resoplándome en el cogote y le dejé paso en cuanto pude y ya cada uno pudo bajar a su ritmo sin agobios, no hace falta mencionar que ya no volví a verle y es que en estos sitios vas con la mirada fija en el suelo atento a cualquier circunstancia, y en esa bajada hay muchas, es lo que podría llamarse una TRIALERA en mayúsculas, sin prácticamente ningún obstáculo insalvable si exceptúo ese escalonaco en curva, con alguna zona lisa muy rápida pero que la mayoría es una sucesión de piedras y rocas que hace que debas prestar la máxima atención. No hubo reagrupamiento general a mitad de bajada pero cuando llegué al final les dije a los demás que se marcharan si ya cumplían con el horario y así lo hicieron aunque volvimos a vernos en la carretera de la cantera y después en un bareto de Cala Major donde ya daban los últimos sorbos a unos refrescos. Nosotros no paramos más de lo necesario ya que aún nos quedaba recorrer toda la fachada marítima para llegar a casa aunque para variar un poco nos metimos por la ciudad en lo que será pronto territorio prohibido para una bici, además el domingo hay poca gente y no molestas.
Ni mucho ni poco, adecuado a las circunstancias, un plato en su punto combinando diversos tipos de condimentos para resultar al final una delicia exquisita.
Habían quedado en el polideportivo de Génova y no sabía bien dónde estaba y pensé que podríamos encontrarnos en el monumento ya que era posible que tomaran el atajo, y digo atajo por decir algo porque me parece que es más largo que el original. Íbamos clavados de horario, ocho y media delante de Can Pedro, llegaríamos antes si no a la par arriba. Llegamos antes y al poco apareció un cuarteto al parecer de novatos ya que no parecían saber mucho de la zona, remolonearon un poco por allí y se marcharon cuesta arriba mientras nosotros seguíamos esperando que aparecieran los compañeros y tras esperar un buen rato nos fuimos.
No hay pista o camino monótono cuando tienes ganas de hacer una cosa determinada, me sentía con ganas y estaba dispuesto a forzar un poco la maquinaria por lo que abusé de plato mediano y entre eso mismo y que Juan iba un poco receloso nos íbamos distanciando cada vez más. Hubo algún reagrupamiento y otras tantas separaciones hasta que alcancé al grupo que había salido antes al final de la cuesta poco antes de llegar al coll des Pastors. Decidimos llegar hasta el inicio del descenso de la trialera de Bendinat y un poco más allá para ver si avistábamos a los compañeros y los encontramos allí mismo al volver atrás equipándose para el descenso, ninguno más se había unido a ellos y nosotros tampoco lo haríamos, ellos bajarían por la trialera y nosotros daríamos vueltas por la zona antes de decidir los próximos pasos.
Dicho y hecho, mientras ellos bajaban hasta abajo para volver a subir por la pista ancha (inciso: alguno le llama Camí des Pasterets y me gustaría saber de donde ha sacado ese topónimo) nosotros nos fuimos hacia la carretera para volver al mismo lugar desde el mirador de n'Alzamora adonde llegamos. Juan me sorprendió en el cruce diciéndome que nunca había estado (hubiera jurado que sí) y hacia allá nos dirigimos para descansar y comer un poco. Tiene una vista privilegiada sobre la zona de Valldurgent y Na Bauçana, no parece casualidad pues que fuera Gabriel Alzamora su promotor.
Nos aprestamos a subir hacia el lugar de donde venimos para recorrer toda la carena de la sierra hasta las antenas, se me hizo fácil todo el trayecto y otra vez estuvimos esperando que nos alcanzaran los compañeros que llegaron pocos minutos después. Creía que íbamos a tener la compañía de unos bikeros que rondaban por la zona a tenor de la calidad de sus monturas pero partieron por la pista bastante tranquilos, a veces las apariencias engañan. Al poco de empezar a bajar ya tenía a Marc resoplándome en el cogote y le dejé paso en cuanto pude y ya cada uno pudo bajar a su ritmo sin agobios, no hace falta mencionar que ya no volví a verle y es que en estos sitios vas con la mirada fija en el suelo atento a cualquier circunstancia, y en esa bajada hay muchas, es lo que podría llamarse una TRIALERA en mayúsculas, sin prácticamente ningún obstáculo insalvable si exceptúo ese escalonaco en curva, con alguna zona lisa muy rápida pero que la mayoría es una sucesión de piedras y rocas que hace que debas prestar la máxima atención. No hubo reagrupamiento general a mitad de bajada pero cuando llegué al final les dije a los demás que se marcharan si ya cumplían con el horario y así lo hicieron aunque volvimos a vernos en la carretera de la cantera y después en un bareto de Cala Major donde ya daban los últimos sorbos a unos refrescos. Nosotros no paramos más de lo necesario ya que aún nos quedaba recorrer toda la fachada marítima para llegar a casa aunque para variar un poco nos metimos por la ciudad en lo que será pronto territorio prohibido para una bici, además el domingo hay poca gente y no molestas.
Ni mucho ni poco, adecuado a las circunstancias, un plato en su punto combinando diversos tipos de condimentos para resultar al final una delicia exquisita.