Lanzo una propuesta el lunes pasado y me contestan: “He quedado con los menorquines para ir a Planícia”. Es verdad, reviso el histórico y por estas fechas siempre suele venir gente de la isla vecina, ya hemos coincidido unas cuantas veces. Solían ser siempre un grupo numeroso pero esta vez son solamente cuatro y de dos grupos distintos, uno por un lado y tres por el otro, y de cada punta de la isla, con lo que llevan logísticas separadas. En la ocasión anterior que estuvimos por la zona con ellos subimos hasta arriba de la Mola de Planícia pero ahora sería por abajo, para llegar al Port des Canonge y volver por la Volta des General, eso era rodar mucho y necesitaba ya una ruta de estas características, así que me faltó tiempo para confirmar mi asistencia.
Llegué muy temprano a la cita porque en realidad no sabía a qué hora se había quedado pero no sería antes de las nueve pero para no pifiarla y tener que ir con la lengua fuera detrás de ellos si no estaban llegué con mucha antelación. Éramos pocos aunque muchos más en el aparcamiento, un numeroso grupo de bikeros de Calvià (creo) con los que he coincidido alguna vez estaba allí congregado y aunque también iban a cruzar el Coll d'Estellencs como nosotros cada grupo salió por su lado. Nos cogieron en la barrera de Sa Campaneta porque los menorquines volvieron atrás a recoger una bomba de amortiguador y nosotros fuimos tira tira hasta que nos alcanzaron. El último tramo de subida al coll era un test para mí y no lo pasé con nota con lo que auguraba un final de ruta como mínimo duro. Lo cierto es que de oír al otro grupo cerca en el inicio del GR no volvimos a verlos después, cosa que me extrañó, pero no preocupó.
Yo a lo que iba pendiente era a ver si veía el desvío del Salt, Juan me decía que estaba más abajo del desvío de Planícia y yo decía que no y Pepe tampoco lo sabía así que aunque creí verlo, seguimos adelante con el itinerario previsto porque no lo tenía claro. Volvió a aparecer el tema cuando llegamos a la paret de partió y aunque no hay camino de bajada lo vimos muy fácil y nos tiramos para abajo buscando cada uno su mejor trazada. Un grupito llegamos a una explanada-mirador desde la que se vislumbraba el bosque de pinos que envuelve la casa pero ni rastro del edificio por lo que nos acercamos más a la pared hasta llegar a la altura correcta y desde allí empezar a buscar la casa. Otros lo hacían mucho más al sur pero hasta que no la tuve a menos de cinco metros no la vi y se habían cumplido los malos augurios, una de las paredes maestras había cedido pese a tener casi un metro de grosor.
Comimos algo sentados en la gran era charlando un poco de tiempos presentes y pasados hasta que llega la hora de partir y si no teníamos clara la llegada la salida al menos la tenemos algo orientada. Hay que volver a la pared y contradigo a Pepe cuando vuelve a encaramarse hacia arriba, recordaba vagamente que había que cruzar enseguida y un hito un poco más lejos me lo confirma, así que saltamos y a los pocos metros aparece un camino y además marcado con un poste. Ruedo tranquilo por la zona recordando viejas salidas en solitario por esos bosques cuando llegamos a un cruce y reconozco la pista por la que veníamos anteriormente, la duda que tenía es si es el cruce del R6 o no y efectivamente lo es, mejor dicho, lo era porque se lo han llevado y en su lugar han puesto un poste indicador, supongo que al anterior propietario de la finca no le salía a cuenta retirarlo pero al IBANAT no le ha quedado más remedio que retirarlo. No quisieron tomar la pista que baja y continuaron recto hasta las casas, la verdad es que cuando iba al principio de tener la bici por allí prefería hacer ese camino de subida que no coger el de detrás de las casas, porque era el que estaba peor y también por no pasar justo por delante de la puerta aunque nadie me dijo nunca nada.
Dado que aún siguen cerradas las barreras del Rafal debemos tomar el desvío, ese apaño de camino que te lleva hasta el camí des Correu por el cual tenemos que circular un buen trecho antes de llegar al desvío de la carretera, con sus ramitas y sus rampitas incluídas. Llegamos enteros al asfalto y remoloneamos un rato mientras unos deciden si se van o no y otros se dedican a la observación de la natura. Solucionados los interrogantes todos menos Román continuamos periplo y vamos a buscar la bajada de Son Valentí, para algunos la Branson. Jesús, que viene el último, se come la cadena y vuela por los aires, está solo pero puede continuar, así que cada componente del grupo va tomando posiciones en la línea de salida para empezar la bajada que se hace a buen ritmo y sin muchos apelotonamientos. Hubo alguna parada arriba, donde el surco grande, pero dejando después un poco de espacio con el de delante puedes tener una bajada tranquila y a tu ritmo. Sin zonas técnicas gravosas y siempre hacia abajo esta bajada es especialmente agradecida con los que saben (y pueden) bajar muy rápido pero también nos llena a los que bajamos un poco más lentos. Creo que no se cayó nadie aún a costa de estar bastante limoso en algunas zonas así que el ambiente era alegre en la explanada de detrás de la casa.
Nos dirigimos, los que quedamos, (algunos tomaron las de villadiego viendo lo que quedaba de ruta) a la otra explanada, la costera, para comer algo y empezar de nuevo a subir, primero hasta la carretera de Banyalbufar y después al camí des Correu. La primera es más o menos fácil pero la segunda es cuando menos muy exigente y preveía que me costaría mucho esfuerzo como así fue, aunque lento y renqueante y con algún pie en el primer tramo de pista, conseguí llegar arriba cruzando dignamente el tramo empedrado por segunda vez pero en el descenso del coll tuve un conato de tirón y tuve que aflojar mucho el ritmo para que se me pasara. Como fui casi el único que se puso protecciones iba siempre el último y solo hasta el siguiente reagrupamiento, había que estar pendientes de los menorquines que no se distrajeran en algún cruce y los perdiéramos.
Solamente teníamos que llegar al aparcamiento de la Granja, por tanto los últimos tramos de camino quedaban para otro día. Por supuesto ya no estaban ninguno de los que habían acortado pero hoy me han contado como les fue la vuelta y por lo que me han dicho hicieron bien en volver antes. Yo extrañamente no me sentí mal por la tarde, me esperaba un bajón que no llegó y gracias a ello pude alargar las buenas sensaciones que me había producido la ruta, no fui solo evidentemente a recorrerla, así que este feeling es siempre un compendio entre buena ruta y buena compañía.
Llegué muy temprano a la cita porque en realidad no sabía a qué hora se había quedado pero no sería antes de las nueve pero para no pifiarla y tener que ir con la lengua fuera detrás de ellos si no estaban llegué con mucha antelación. Éramos pocos aunque muchos más en el aparcamiento, un numeroso grupo de bikeros de Calvià (creo) con los que he coincidido alguna vez estaba allí congregado y aunque también iban a cruzar el Coll d'Estellencs como nosotros cada grupo salió por su lado. Nos cogieron en la barrera de Sa Campaneta porque los menorquines volvieron atrás a recoger una bomba de amortiguador y nosotros fuimos tira tira hasta que nos alcanzaron. El último tramo de subida al coll era un test para mí y no lo pasé con nota con lo que auguraba un final de ruta como mínimo duro. Lo cierto es que de oír al otro grupo cerca en el inicio del GR no volvimos a verlos después, cosa que me extrañó, pero no preocupó.
Yo a lo que iba pendiente era a ver si veía el desvío del Salt, Juan me decía que estaba más abajo del desvío de Planícia y yo decía que no y Pepe tampoco lo sabía así que aunque creí verlo, seguimos adelante con el itinerario previsto porque no lo tenía claro. Volvió a aparecer el tema cuando llegamos a la paret de partió y aunque no hay camino de bajada lo vimos muy fácil y nos tiramos para abajo buscando cada uno su mejor trazada. Un grupito llegamos a una explanada-mirador desde la que se vislumbraba el bosque de pinos que envuelve la casa pero ni rastro del edificio por lo que nos acercamos más a la pared hasta llegar a la altura correcta y desde allí empezar a buscar la casa. Otros lo hacían mucho más al sur pero hasta que no la tuve a menos de cinco metros no la vi y se habían cumplido los malos augurios, una de las paredes maestras había cedido pese a tener casi un metro de grosor.
Comimos algo sentados en la gran era charlando un poco de tiempos presentes y pasados hasta que llega la hora de partir y si no teníamos clara la llegada la salida al menos la tenemos algo orientada. Hay que volver a la pared y contradigo a Pepe cuando vuelve a encaramarse hacia arriba, recordaba vagamente que había que cruzar enseguida y un hito un poco más lejos me lo confirma, así que saltamos y a los pocos metros aparece un camino y además marcado con un poste. Ruedo tranquilo por la zona recordando viejas salidas en solitario por esos bosques cuando llegamos a un cruce y reconozco la pista por la que veníamos anteriormente, la duda que tenía es si es el cruce del R6 o no y efectivamente lo es, mejor dicho, lo era porque se lo han llevado y en su lugar han puesto un poste indicador, supongo que al anterior propietario de la finca no le salía a cuenta retirarlo pero al IBANAT no le ha quedado más remedio que retirarlo. No quisieron tomar la pista que baja y continuaron recto hasta las casas, la verdad es que cuando iba al principio de tener la bici por allí prefería hacer ese camino de subida que no coger el de detrás de las casas, porque era el que estaba peor y también por no pasar justo por delante de la puerta aunque nadie me dijo nunca nada.
Dado que aún siguen cerradas las barreras del Rafal debemos tomar el desvío, ese apaño de camino que te lleva hasta el camí des Correu por el cual tenemos que circular un buen trecho antes de llegar al desvío de la carretera, con sus ramitas y sus rampitas incluídas. Llegamos enteros al asfalto y remoloneamos un rato mientras unos deciden si se van o no y otros se dedican a la observación de la natura. Solucionados los interrogantes todos menos Román continuamos periplo y vamos a buscar la bajada de Son Valentí, para algunos la Branson. Jesús, que viene el último, se come la cadena y vuela por los aires, está solo pero puede continuar, así que cada componente del grupo va tomando posiciones en la línea de salida para empezar la bajada que se hace a buen ritmo y sin muchos apelotonamientos. Hubo alguna parada arriba, donde el surco grande, pero dejando después un poco de espacio con el de delante puedes tener una bajada tranquila y a tu ritmo. Sin zonas técnicas gravosas y siempre hacia abajo esta bajada es especialmente agradecida con los que saben (y pueden) bajar muy rápido pero también nos llena a los que bajamos un poco más lentos. Creo que no se cayó nadie aún a costa de estar bastante limoso en algunas zonas así que el ambiente era alegre en la explanada de detrás de la casa.
Nos dirigimos, los que quedamos, (algunos tomaron las de villadiego viendo lo que quedaba de ruta) a la otra explanada, la costera, para comer algo y empezar de nuevo a subir, primero hasta la carretera de Banyalbufar y después al camí des Correu. La primera es más o menos fácil pero la segunda es cuando menos muy exigente y preveía que me costaría mucho esfuerzo como así fue, aunque lento y renqueante y con algún pie en el primer tramo de pista, conseguí llegar arriba cruzando dignamente el tramo empedrado por segunda vez pero en el descenso del coll tuve un conato de tirón y tuve que aflojar mucho el ritmo para que se me pasara. Como fui casi el único que se puso protecciones iba siempre el último y solo hasta el siguiente reagrupamiento, había que estar pendientes de los menorquines que no se distrajeran en algún cruce y los perdiéramos.
Solamente teníamos que llegar al aparcamiento de la Granja, por tanto los últimos tramos de camino quedaban para otro día. Por supuesto ya no estaban ninguno de los que habían acortado pero hoy me han contado como les fue la vuelta y por lo que me han dicho hicieron bien en volver antes. Yo extrañamente no me sentí mal por la tarde, me esperaba un bajón que no llegó y gracias a ello pude alargar las buenas sensaciones que me había producido la ruta, no fui solo evidentemente a recorrerla, así que este feeling es siempre un compendio entre buena ruta y buena compañía.