Esta semana tocaba salir un poco de la “zona”, debía buscar una buena excusa y me pareció encontrarla en el castell d'Alaró ya que tenía una vieja cuenta pendiente por allí y no encontraba una referencia válida que me ayudara a dar el primer paso. Pero había recibido una confirmación desde sa Milana de Alaró aunque de manera indirecta a raíz de un affaire que tuve con ellos hace unos meses cuando publicaron, sin saberlo y modificado, parte de mi trabajo presente en mi otro blog. No es que no pudieran hacerlo, las licencias adoptadas lo permiten pero en base a una serie de condiciones, básicamente citar la procedencia y no ganar dinero con ello, pero prefirieron quitarlo de la circulación al yo recordárselo. Ese episodio me hizo ver que se podía encontrar ese documento en internet sin saber su procedencia, de ahí que grabara una marca de agua en esos dibujos para evitar ulteriores malentendidos.
Cuitas aparte en ese mapa modificado ellos habían añadido varios caminos que eran los que me interesaban y que me confirmaban ciertos presagios. Anhelos que se vieron satisfechos con la publicación de unas rutas por la zona por parte de otra gente y entonces solo era cuestión de poner fecha, lo que hice el miércoles pasado en la agenda. Algunos de los que la vieron contestaron pero para decir que no venían así que el grupo se reducía antes incluso de haber empezado a crecer, solamente Carlos parecía lo suficientemente animado a padecer las posibles consecuencias de su decisión.
Salimos juntos desde Santa María donde nos encontramos un nutrido grupo preparándose para partir justo desde el mismo sitio y bromeamos con la posibilidad de que hubieran acudido a raíz de la publicación de mi salida, pero no va a caer esa breva, eso seguro. Partimos antes que ellos por el camí des Raiguer y veo que vienen tras de nosotros cuando continuamos por él y así vamos hasta la carretera donde los dejamos pasar delante hasta encontrar el camí vell d'Alaró donde invertimos posiciones y nos encaminamos nosotros solos por delante hacia Bànyols y el desvío del castillo para empezar la subida propiamente dicha.
Al parar a beber vemos que se acercan otra vez y como en las subidas no hay amigos cada uno sube a su ritmo, ya habrá tiempo arriba para charlas. Y alguna tenemos antes de que todos hayamos recuperado el aliento y nos dispongamos a partir otra vez hacia arriba, el pla des pouet nos espera. Allí nos separamos, ellos se disponen a bajar hacia Orient y nosotros a seguir subiendo. No vamos a llegar al castillo, solamente quiero acordarme de la bajada otra vez y seguro que me acordaré. Bajada técnica con numerosos escalones que se comían todo el recorrido de mi horquilla pero en cambio mi nivel de adrenalina no subía como debiera y bajaba como un completo novato, tampoco ayudaban las continuas paradas para inmortalizar el momento, así que se puede decir que hice lo que buenamente pude. Ahora bien, aparte del trompazo con una rama muerta que me tiró de la bici y la dureza propia del terreno, la bajada es una gozada.
No la prolongamos en toda su longitud, al llegar a la carretera volvimos a subir también acompañados por otro grupo. En esta ocasión sí paramos en el restaurante a comer algo y nos acompañó, sentados en el pedrís, el dueño del lugar según él mismo nos contó. Entre otras cosas aproveché para preguntar por el itinerario que buscaba (si no lo conocía él no lo conocería nadie) pero me previno de que estaba cerrado y que era privado, ¡vaya novedad! aunque eso no hizo más que servir de acicate a la exploración.
Esa primera bajada había sido solamente el aperitivo, el plato fuerte tenía que llegar ahora pero primero había que encontrarlo y solamente tenía vagas referencias de por donde tirar. Empezaríamos a buscar cerca del pla des Pouet y esperaba tener éxito, esta vez solo podía confiar en la intuición y la memoria y la verdad es que no tardamos en encontrarlo. Primero sendero ciclable con ciertos pasos interesantes tornando camino más elaborado con márgenes de sostenimiento hasta que literalmente desaparece en una zona muy peculiar, con unas enormes losas que se precipitan ladera abajo. Seguimos sin enc ntrar rastro de camino o sendero alguno, sabía que íbamos mal porque estaba seguro de que por allí no había pasado nadie pero teníamos que bajar abajo del todo y lo hicimos como pudimos, no parece peligroso pero llevar una bici a cuestas por esos terrenos no es que sea muy cómodo que digamos.
Una vez abajo lo vemos claro, tan claro que lo recorro de subida hasta volver a encontrar el camino por donde habíamos pasado minutos antes y lo entiendo todo, debido a los desprendimientos se ha creado una variante para obviar esos contratiempos, y si me había parecido muy interesante el primer tramo este segundo simplemente se lleva la palma aunque de difícil ejecución técnica, por contra yo que voy caminando lo disfruto plenamente.
Estamos otra vez sobre terreno plano y podemos saborear el tramo de camino que veíamos desde las alturas hasta llegar a los olivares y podemos ratificar lo que nos había dicho l'amo del Verger, está cerrado con rejilla pero han instalado unos modernos botadors incluso donde no hay alambrada, lo cierto es que la técnica de paso de Carlos iba desmejorando a medida que los íbamos superando y agradeció el llegar a los olivares y al divertido sendero que lo atraviesa hasta llegar al camino principal de bajada al pueblo.
Solamente unos kilómetros de asfalto nos separaban de nuestro vehículo que fueron devorados en plan tranquilo pese a que el rún-rún de las tripas empezaba a despertar. Fue un día especial, divertido y a la vez tranquilo pero francamente interesante debido a una serie de circunstancias inusuales, en resumen, un muy buen día de ciclismo mtb.
Cuitas aparte en ese mapa modificado ellos habían añadido varios caminos que eran los que me interesaban y que me confirmaban ciertos presagios. Anhelos que se vieron satisfechos con la publicación de unas rutas por la zona por parte de otra gente y entonces solo era cuestión de poner fecha, lo que hice el miércoles pasado en la agenda. Algunos de los que la vieron contestaron pero para decir que no venían así que el grupo se reducía antes incluso de haber empezado a crecer, solamente Carlos parecía lo suficientemente animado a padecer las posibles consecuencias de su decisión.
Salimos juntos desde Santa María donde nos encontramos un nutrido grupo preparándose para partir justo desde el mismo sitio y bromeamos con la posibilidad de que hubieran acudido a raíz de la publicación de mi salida, pero no va a caer esa breva, eso seguro. Partimos antes que ellos por el camí des Raiguer y veo que vienen tras de nosotros cuando continuamos por él y así vamos hasta la carretera donde los dejamos pasar delante hasta encontrar el camí vell d'Alaró donde invertimos posiciones y nos encaminamos nosotros solos por delante hacia Bànyols y el desvío del castillo para empezar la subida propiamente dicha.
Al parar a beber vemos que se acercan otra vez y como en las subidas no hay amigos cada uno sube a su ritmo, ya habrá tiempo arriba para charlas. Y alguna tenemos antes de que todos hayamos recuperado el aliento y nos dispongamos a partir otra vez hacia arriba, el pla des pouet nos espera. Allí nos separamos, ellos se disponen a bajar hacia Orient y nosotros a seguir subiendo. No vamos a llegar al castillo, solamente quiero acordarme de la bajada otra vez y seguro que me acordaré. Bajada técnica con numerosos escalones que se comían todo el recorrido de mi horquilla pero en cambio mi nivel de adrenalina no subía como debiera y bajaba como un completo novato, tampoco ayudaban las continuas paradas para inmortalizar el momento, así que se puede decir que hice lo que buenamente pude. Ahora bien, aparte del trompazo con una rama muerta que me tiró de la bici y la dureza propia del terreno, la bajada es una gozada.
No la prolongamos en toda su longitud, al llegar a la carretera volvimos a subir también acompañados por otro grupo. En esta ocasión sí paramos en el restaurante a comer algo y nos acompañó, sentados en el pedrís, el dueño del lugar según él mismo nos contó. Entre otras cosas aproveché para preguntar por el itinerario que buscaba (si no lo conocía él no lo conocería nadie) pero me previno de que estaba cerrado y que era privado, ¡vaya novedad! aunque eso no hizo más que servir de acicate a la exploración.
Esa primera bajada había sido solamente el aperitivo, el plato fuerte tenía que llegar ahora pero primero había que encontrarlo y solamente tenía vagas referencias de por donde tirar. Empezaríamos a buscar cerca del pla des Pouet y esperaba tener éxito, esta vez solo podía confiar en la intuición y la memoria y la verdad es que no tardamos en encontrarlo. Primero sendero ciclable con ciertos pasos interesantes tornando camino más elaborado con márgenes de sostenimiento hasta que literalmente desaparece en una zona muy peculiar, con unas enormes losas que se precipitan ladera abajo. Seguimos sin enc ntrar rastro de camino o sendero alguno, sabía que íbamos mal porque estaba seguro de que por allí no había pasado nadie pero teníamos que bajar abajo del todo y lo hicimos como pudimos, no parece peligroso pero llevar una bici a cuestas por esos terrenos no es que sea muy cómodo que digamos.
Una vez abajo lo vemos claro, tan claro que lo recorro de subida hasta volver a encontrar el camino por donde habíamos pasado minutos antes y lo entiendo todo, debido a los desprendimientos se ha creado una variante para obviar esos contratiempos, y si me había parecido muy interesante el primer tramo este segundo simplemente se lleva la palma aunque de difícil ejecución técnica, por contra yo que voy caminando lo disfruto plenamente.
Estamos otra vez sobre terreno plano y podemos saborear el tramo de camino que veíamos desde las alturas hasta llegar a los olivares y podemos ratificar lo que nos había dicho l'amo del Verger, está cerrado con rejilla pero han instalado unos modernos botadors incluso donde no hay alambrada, lo cierto es que la técnica de paso de Carlos iba desmejorando a medida que los íbamos superando y agradeció el llegar a los olivares y al divertido sendero que lo atraviesa hasta llegar al camino principal de bajada al pueblo.
Solamente unos kilómetros de asfalto nos separaban de nuestro vehículo que fueron devorados en plan tranquilo pese a que el rún-rún de las tripas empezaba a despertar. Fue un día especial, divertido y a la vez tranquilo pero francamente interesante debido a una serie de circunstancias inusuales, en resumen, un muy buen día de ciclismo mtb.