Así te lo cuento

Pasas una semana cualquiera, con tus quehaceres diarios, tus viajes arriba y abajo, tus problemas cotidianos, y no te preocupas demasiado de cuál va a ser tu destino el sábado por la mañana, ni dónde ni con quién vas a ir, lo has dejado casi a la improvisación y claro, llega el viernes noche y todo son prisas y decisiones a última hora, y a raíz de una noticia que me hacen llegar me propongo hacer una visita a Planícia para comprobar in situ si todo lo que se relata en ese tabloide es verdad y en base a ese plan busco adeptos.

Pero a medida que alguno me confirma su libre disposición a compartir semejante ñoñez yo le voy dando vueltas y pregunto a otros por sus propios planes y, casualidad de la vida, coincidimos en la misma ruta casi al detalle, en casi todo menos en el horario, aunque no parece que vaya a haber algún inconveniente en levantarme media hora antes de lo que tenía previsto. Así que doy mi visto bueno y le informo a Joan de que no badi, sabe que voy en serio y así y todo se presenta justo al final del periodo de gracia que me había auto impuesto para esperarle.

No era crítico el asunto porque de hecho llegamos los primeros al punto de reunión, el aparcamiento de la Granja, y al poco se presentan los demás. Pocos, muy pocos, Tomeu, Fibras, Jromán y el hijo del primero, últimamente la gente no se arremolina mucho y prefiere ir por libre. ¿Pero te quejas precisamente tú? Es verdad, a mí me gusta ir por libre, hasta en solitario si me apuras, aunque razones podría darte unas cuantas, aún así pienso que no he quedado tan mal con la gente (creo) como para no poder presentarme y compartir con ellos otra buena mañana de mtb como hemos hecho tantas veces.

Menos mal que a ninguno le entró la prisa para coronar el coll des Grau y se pudo hacer en plan calentamiento hasta arriba donde nos metemos por la pista donde nos encontramos al dueño (lo supongo solamente) de sa Campaneta que, sin alzar la voz, le iba contando a Tomeu los pormenores de la utilización de sus caminos. Continuamos por (…) y llegamos al cruce de la pista de Muntanya donde nos espera la ignominiosa rampa que se me cruzó casi desde el inicio (biker=0 camino=1 en el primer punto de test).

Pequeño, y obligado, refrigerio en lo alto para dilucidar si vamos a Planícia vía directa o por el Salt del Fonollar y se decide pasar por el segundo pero ahí surgieron las dudas porque ninguno se acordaba exactamente dónde está el desvío, y más aún, ¿cuál de los dos? Es verdad, porque se puede ir por varios sitios, yo he ido por los dos pero siempre en sentido contrario y hace ya tiempo, imposible fiarse de los recuerdos, pese a ello dejamos el primer desvío y bajamos a por el segundo y ahí empezó lo que viene siendo una búsqueda.

No sabíamos exactamente por dónde desviarnos del camino principal por lo que exploramos algunos ramales que no tenían salida, lo que buscábamos estaba más abajo, llevábamos GPS pero no íbamos siguiendo ninguna traza ni tampoco se apreciaba otro trayecto que no fuera el principal, así que había que probar hasta acertar. En uno de esos intentos circulamos un poco más de la cuenta y llegamos a una fuente, la font de Son Jover, y sabedores casi a ciencia cierta de nuestro acierto nos paramos a comer algo para continuar casi enseguida y alguno aún con el mordisco entre los dientes.

No creo que pueda decirse que haya ahí un camino, quizás senda sería más exacto, pero es desde luego la opción más corta para enlazar con el camino principal y llegamos finalmente a una barrera por la que sí había pasado y además me he dado cuenta de que es la misma que cruzas si vienes de arriba con lo que en algún punto ambos itinerarios se juntan aunque yo no ví nada, si en el año 2009 ya apuntaba que me fallaba la memoria en ese punto imaginaros ahora.

Al otro lado tenemos el mirador del Salt del Putxet con una buena caída vertical estando ya a tiro de piedra de las casas a las que tenemos que llegar andando dado el mal estado de lo que queda de camino. No nos paramos mucho ahí y continuamos hasta la pared para tomar ya una pista en condiciones que nos llevaría hasta las inmediaciones de las casas de Planícia, y digo inmediaciones porque no eran ésas el objetivo de la visita de los compañeros por esos lares, no, lo que ellos pretendían era subir a la mola, y yo sin enterarme, y Juan tampoco, y su cabecita empezó a urdir planes para darse el piro cuanto antes con la excusa del petamiento que se iba a producir sí o sí en muy pocos minutos.

Bueno, no tantos, porque según Tomeu eran veinticinco minutos los que necesitábamos para llegar al camino de la mola. A ver, son y no son, hemos hecho de peores pero mi último pase por un sitio mínimamente parecido devino en amargo resultado en forma de calambres y aún así algo me decía que eso no iba a ocurrir, me sentía animado para emprender el ascenso y no dejé que la visión de ese empinado camino disminuyera mi fe en el éxito. Sufría más por Juan que por mí, se empeña en no cargarse la bici a la chepa y la va empujando cuesta arriba, ese sistema, no siendo malo del todo, creo no obstante que es el peor cuando la pendiente es muy alta, tal era nuestro caso. De todos modos ninguno se quedó por el camino y decidimos continuar el ascenso sin mostrar grandes reparos.

Breve parada casi obligada en els aljubets aunque no de todos y al poco rato partimos otra vez hacia las alturas. Ese tramo de camino prácticamente concentra todo el desnivel en un par de puntos y en el primero me quise medir y me salió bien (biker=1 camino=1) pero se ve que ahí fundí gran parte de la reserva y después ya fuí a remolque lo que me obligó a poner pie antes de llegar al segundo punto (biker=1 camino=2) aún así superaría el aprobado de largo.

Tampoco nos entretenemos mucho en preparativos en el top, algunos las protecciones (nosotros dos, como íbamos de teórico paseo ni las cogimos), algún retoque en suspensiones y ruedas y al lío. La primera parte hasta la pared se hace bien y ya en ese punto había dos grupos, los que bajaban de verdad y los que iban detrás, y si además le sumas que perdimos la senda al pasar la pared hizo que la distancia fuera mucho mayor.

Nos perdonan nuestro desliz y reagrupamos y evidentemente se repite la historia pero esta vez quedo en tierra de nadie, sin nadie por delante ni nadie por detrás a la vista. Ese tramo siempre me fastidia un poco porque al ir con el sillín abajo me penaliza en aquellos puntos en los que se debe pedalear y debo pasarlos andando pero también te alegra el alma si eres capaz de apartar la vista aunque sea un instante de la senda que tienes delante.

Puede reconfortar pero no quieres parar, frenar es pecado y esperar no es una opción por eso hice casi toda la bajada solo. El paso por ses Rotasses te anuncia el inicio de un espectacular y semisalvaje camino de carro que te invita al desboque, solo los últimos metros pueden ocasionar algún susto al estar mucho más erosionado el suelo.

El cruce del camí des Correu es zona de reagrupamiento oficial aunque aún no queremos dar por finalizada la jornada así que nada más completar el grupo seguimos camino abajo hasta llegar a la carretera habiendo cruzado el tramo más desenfrenado fuera de toda trazada.

Alguien cantó los números de la ruta al llegar a la carretera y no eran nada del otro mundo, unos mil metros de desnivel en unos ridículos veintidós km. no son para lucir muchas medallas pero realmente lo que vale es el metro a metro, el sortear con éxito aquellos obstáculos que se te presentan y si no puedes tú al menos alegrarte por los que sí lo consiguen, por eso salimos en bici y por eso lo haremos la semana siguiente y la otra y la otra y la otra...


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