Me apetecía esta semana subir a Lluc. Razón? Ni idea, solo sé que me hacía muchas ganas subir. Lo cierto es que llevaba ya varios meses sin ir y pese a ser una subida más que conocida, le tenía ganas, así que se lo comenté a Juan y le pareció bien, no sin antes plantearme algunas reservas, por supuesto, pero la respuesta ya se la sabe así que no insistió mucho y nos acercamos el sábado a Caimari para empezar nuestro periplo, a hora más que tardía, todo hay que decirlo.
El día es espléndido y nos invita a disfrutarlo, lo que pasa es que debemos contar con otros factores externos que se van a encargar de ponérnoslo difícil y yo, sin estar plenamente convencido de mis posibilidades, engancho el plato pequeño a poco de empezar el camino complicado, apechugaré con ello el resto de ruta.
Llegamos al puente de la carretera que marca el inicio del comellar de la Coveta negra y vemos allí al único bikero que vamos a ver en todo el día. En lo que sí me fijo es que realmente se puede circular fuera del camino, en bajada, claro, y me lo apunto en el debe cuando estemos de vuelta, mientras vamos llegando al punto donde vamos a calibrar las fuerzas de verdad, las rampas cementadas, y pardiez que las pasé bien aunque aún no estaba todo el pescado vendido.
Una caída del compañero en el tramo empedrado justo enfrente del público hizo que divagáramos un poco sobre el ajuste de su suspensión y tras algunos retoques proseguimos marcha. Paso por el mirador y llegada a la brecha sin novedad tras lo cual afrontamos el tramo de bajada directos a la carretera. No sé si lo había visto antes pero han hecho una acera peatonal adosada al puente que llega hasta el aparcamiento y continúa hasta el cruce y la usamos.
La gasolinera y el bar estaban petados de carreteros, todos de ruedas finas, ni siquiera en el otro restaurante había ningún bikero de caminos, y tampoco esperaba encontrarme con muchos a tenor del recorrido que tenía pensado hacer. De principio tenía en mente subir hacia el coll de sa Font y para ello tuvimos que bajar hasta la barrera de la carretera, y fuí tonto porque lo hicimos por asfalto en lugar de seguir el GR, después Juan me lo recriminó y con razón.
La subida se puede hacer por pista o por sendero, yo elegí lo segundo y me gustó mucho, pasé por la ermita y nos juntamos en el cruce para hacer el último y castigador tramo hasta arriba. Huelga decir que nos íbamos encontrando grupos de senderistas de toda raza y condición en cada recodo, pero nosotros a lo nuestro, recorremos la mola coronando puertos y nos lanzamos pista abajo (con cierta precaución porque está fatal) hasta el cruce del GR y sin querer comprobar cómo sería hacerlo en ese sentido seguimos hasta el torrente notando como el trasero quería pasar delante de la cabeza en esas cuestas, solamente imaginar hacerlas en sentido contrario me entraba el vértigo.
La subida siguiente, en cambio, es todo lo contrario, tendida y con cierta tendencia a la contemplación, lástima que a Juan le diera por quejarse aún cuando esos peros no fueran más que imaginaciones suyas. En la fuente de arriba no hay agua y además tiene un cartel disuasorio por lo que decidimos bajar y merendar abajo. No puedo reprimir mis instintos y lo hago campo a través, entre ramas, hojarasca y algún hito solitario totalmente innecesario.
Abajo sí hay agua, y sin cartel, pero la chiquillería que ronda por allí se muestra vehemente, “no és bona aquesta aigo”, no cesan de repetir. Comemos (y bebemos) algo allí mientras nos cuentan su aventura del fin de semana aunque quizás no deberíamos haberlo hecho, me ha contado el compañero que se le ha reavivado la diarrea después de llegar a casa aunque yo no he notado nada, la debía pasear de antes.
Vamos a por el siguiente recorrido, la Cometa de Binifaldó que nos va a acercar a la carretera. Es todo pista rápida y al final un repecho antes de pasar por el túnel y entrar en el área recreativa de Menut II completamente desierta. Estamos solos y tranquilos mientras subimos por la pistorra que nos lleva a nivel de asfalto otra vez y rodamos por el terraplén de la carretera hasta la entrada de la otra área recreativa, Menut I. Tras superarla empezamos un recorrido por el bosque entre grandes piedras, casi siempre montados aunque en algún punto haya que subir y bajar por los bloques ayudados de algunos escalones estratégicamente colocados.
Llegamos a una explanada y vemos aparecer una pareja de turistas por la izquierda y presumo que saben dónde van, parecen decididos, pero lo que pasó a continuación parecía un guión de besugos, arriba, abajo, derecha, izquierda, íbamos todos por todos lados sin dar pie con bola por lo que decidí salir de allí por donde habían venido mientras que ellos lo hicieron trepando por unas rocas hacia quién sabe dónde, quizás aún les esperan en el hotel, vete a saber.
Lo cierto es que nosotros sí llegamos a territorio conocido y vemos el inicio de otra pista apta para vehículos que se dirige hacia la zona de Es Pixarells, con mesas y refugio, en la que sí se permite la acampada. Desde allí parte otra mucho más rota hacia derroteros más lejanos, no sé que me espera, los recuerdos son difusos pero voy dispuesto a reavivarlos.
La bajada no es muy larga y eso me hace pensar que la subida lo será más, de todas maneras no puedo preguntárselo a las senderistas que pasan ya que el idioma será un problema, así que no nos queda más remedio que comprobarlo por cuenta propia. Lo que veo enfrente es una cuesta que impresiona, Juan sale por delante pero pronto desiste, yo le sorteo por un lado y sigo y tras unos cuantos patinazos consigo llegar a la curva y mientras voy girando veo que hay público, la leche, tendré que seguir, los paso y veo que me queda otra a la que también consigo llegar y ya vislumbro el final, menos mal!. Hay un pequeño mirador, ocupado claro, y ahí me paro a esperar mientras hago algunas fotos del entorno con buenas vistas.
Ahora la continuación es mucho más suave, lo primero que encontramos es el desvío del Camell que no cogemos (posible error), continuamos adelante. Me paro donde indica que hay que desviarse para visitar la cueva y lo hago aunque no la veo y desisto de buscarla y vuelvo a lo mío, solo me queda un pequeño repecho antes de coronar y llegar a la carretera para afrontar ya la vuelta, he mirado la hora y no es pronto, siempre se nos va el santo al cielo en estas salidas, así que tiramos directos por asfalto y creo yo que hubiera dado igual si hubiéramos ido por el campo de fútbol, más divertido seguro.
Vamos a hacer el camino inverso pero con una salvedad, intentaremos no bajar por el camino sino por el torrente. Debo decir en honor a la verdad que Juan se rajó casi desde el primer momento y se escapó pista abajo, yo intenté completarlo y reconozco que se puede hacer bastante. En realidad el torrente desaparece y la pista lo ha dejado casi como una acequia y si no fuera por algunos árboles grandes en su interior se podría bajar hasta abajo. Volvemos a hacer el trozo de carretera y el último tramo de tierra que me deja bastante satisfecho. Considero que en general y sin mirar ningún número de la ruta ésta ha sido muy poco convencional pero muy provechosa, solamente me ha faltado comprobar la bajada directa al campo de fútbol, la hice hace muchos años y fue mayormente andando pero quizás ahora la viera con otros ojos, solo quizás.
Quién quiera comprobar por sí mismo lo que cuento basta que complete esta ruta.
Pincha aquí si quieres ver algunas fotos de esta salida
El día es espléndido y nos invita a disfrutarlo, lo que pasa es que debemos contar con otros factores externos que se van a encargar de ponérnoslo difícil y yo, sin estar plenamente convencido de mis posibilidades, engancho el plato pequeño a poco de empezar el camino complicado, apechugaré con ello el resto de ruta.
Llegamos al puente de la carretera que marca el inicio del comellar de la Coveta negra y vemos allí al único bikero que vamos a ver en todo el día. En lo que sí me fijo es que realmente se puede circular fuera del camino, en bajada, claro, y me lo apunto en el debe cuando estemos de vuelta, mientras vamos llegando al punto donde vamos a calibrar las fuerzas de verdad, las rampas cementadas, y pardiez que las pasé bien aunque aún no estaba todo el pescado vendido.
Una caída del compañero en el tramo empedrado justo enfrente del público hizo que divagáramos un poco sobre el ajuste de su suspensión y tras algunos retoques proseguimos marcha. Paso por el mirador y llegada a la brecha sin novedad tras lo cual afrontamos el tramo de bajada directos a la carretera. No sé si lo había visto antes pero han hecho una acera peatonal adosada al puente que llega hasta el aparcamiento y continúa hasta el cruce y la usamos.
La gasolinera y el bar estaban petados de carreteros, todos de ruedas finas, ni siquiera en el otro restaurante había ningún bikero de caminos, y tampoco esperaba encontrarme con muchos a tenor del recorrido que tenía pensado hacer. De principio tenía en mente subir hacia el coll de sa Font y para ello tuvimos que bajar hasta la barrera de la carretera, y fuí tonto porque lo hicimos por asfalto en lugar de seguir el GR, después Juan me lo recriminó y con razón.
La subida se puede hacer por pista o por sendero, yo elegí lo segundo y me gustó mucho, pasé por la ermita y nos juntamos en el cruce para hacer el último y castigador tramo hasta arriba. Huelga decir que nos íbamos encontrando grupos de senderistas de toda raza y condición en cada recodo, pero nosotros a lo nuestro, recorremos la mola coronando puertos y nos lanzamos pista abajo (con cierta precaución porque está fatal) hasta el cruce del GR y sin querer comprobar cómo sería hacerlo en ese sentido seguimos hasta el torrente notando como el trasero quería pasar delante de la cabeza en esas cuestas, solamente imaginar hacerlas en sentido contrario me entraba el vértigo.
La subida siguiente, en cambio, es todo lo contrario, tendida y con cierta tendencia a la contemplación, lástima que a Juan le diera por quejarse aún cuando esos peros no fueran más que imaginaciones suyas. En la fuente de arriba no hay agua y además tiene un cartel disuasorio por lo que decidimos bajar y merendar abajo. No puedo reprimir mis instintos y lo hago campo a través, entre ramas, hojarasca y algún hito solitario totalmente innecesario.
Abajo sí hay agua, y sin cartel, pero la chiquillería que ronda por allí se muestra vehemente, “no és bona aquesta aigo”, no cesan de repetir. Comemos (y bebemos) algo allí mientras nos cuentan su aventura del fin de semana aunque quizás no deberíamos haberlo hecho, me ha contado el compañero que se le ha reavivado la diarrea después de llegar a casa aunque yo no he notado nada, la debía pasear de antes.
Vamos a por el siguiente recorrido, la Cometa de Binifaldó que nos va a acercar a la carretera. Es todo pista rápida y al final un repecho antes de pasar por el túnel y entrar en el área recreativa de Menut II completamente desierta. Estamos solos y tranquilos mientras subimos por la pistorra que nos lleva a nivel de asfalto otra vez y rodamos por el terraplén de la carretera hasta la entrada de la otra área recreativa, Menut I. Tras superarla empezamos un recorrido por el bosque entre grandes piedras, casi siempre montados aunque en algún punto haya que subir y bajar por los bloques ayudados de algunos escalones estratégicamente colocados.
Llegamos a una explanada y vemos aparecer una pareja de turistas por la izquierda y presumo que saben dónde van, parecen decididos, pero lo que pasó a continuación parecía un guión de besugos, arriba, abajo, derecha, izquierda, íbamos todos por todos lados sin dar pie con bola por lo que decidí salir de allí por donde habían venido mientras que ellos lo hicieron trepando por unas rocas hacia quién sabe dónde, quizás aún les esperan en el hotel, vete a saber.
Lo cierto es que nosotros sí llegamos a territorio conocido y vemos el inicio de otra pista apta para vehículos que se dirige hacia la zona de Es Pixarells, con mesas y refugio, en la que sí se permite la acampada. Desde allí parte otra mucho más rota hacia derroteros más lejanos, no sé que me espera, los recuerdos son difusos pero voy dispuesto a reavivarlos.
La bajada no es muy larga y eso me hace pensar que la subida lo será más, de todas maneras no puedo preguntárselo a las senderistas que pasan ya que el idioma será un problema, así que no nos queda más remedio que comprobarlo por cuenta propia. Lo que veo enfrente es una cuesta que impresiona, Juan sale por delante pero pronto desiste, yo le sorteo por un lado y sigo y tras unos cuantos patinazos consigo llegar a la curva y mientras voy girando veo que hay público, la leche, tendré que seguir, los paso y veo que me queda otra a la que también consigo llegar y ya vislumbro el final, menos mal!. Hay un pequeño mirador, ocupado claro, y ahí me paro a esperar mientras hago algunas fotos del entorno con buenas vistas.
Ahora la continuación es mucho más suave, lo primero que encontramos es el desvío del Camell que no cogemos (posible error), continuamos adelante. Me paro donde indica que hay que desviarse para visitar la cueva y lo hago aunque no la veo y desisto de buscarla y vuelvo a lo mío, solo me queda un pequeño repecho antes de coronar y llegar a la carretera para afrontar ya la vuelta, he mirado la hora y no es pronto, siempre se nos va el santo al cielo en estas salidas, así que tiramos directos por asfalto y creo yo que hubiera dado igual si hubiéramos ido por el campo de fútbol, más divertido seguro.
Vamos a hacer el camino inverso pero con una salvedad, intentaremos no bajar por el camino sino por el torrente. Debo decir en honor a la verdad que Juan se rajó casi desde el primer momento y se escapó pista abajo, yo intenté completarlo y reconozco que se puede hacer bastante. En realidad el torrente desaparece y la pista lo ha dejado casi como una acequia y si no fuera por algunos árboles grandes en su interior se podría bajar hasta abajo. Volvemos a hacer el trozo de carretera y el último tramo de tierra que me deja bastante satisfecho. Considero que en general y sin mirar ningún número de la ruta ésta ha sido muy poco convencional pero muy provechosa, solamente me ha faltado comprobar la bajada directa al campo de fútbol, la hice hace muchos años y fue mayormente andando pero quizás ahora la viera con otros ojos, solo quizás.
Quién quiera comprobar por sí mismo lo que cuento basta que complete esta ruta.
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