Lo que puede hacer un simple documento que aparece en tu pantalla, te abre un mundo en el cual aparecen casi siempre actores inesperados, en principio sobre el papel, lo cual significa que luego hay que corroborarlo sobre el terreno y ahí empieza el juego, porque es como un juego, como el pilla pilla o más bien como jugar al escondite. Antes de salir lo tengo muy claro pero en el sitio las cosas se ven de otra manera, suele ocurrir, pero tanto para bien como para mal y aún así, aunque el resultado sea negativo, no consigue ponerme de mala leche ya que el acto mismo de la búsqueda ya es enriquecedor de por sí.
Salí por la zona de Caimari (novedad!) y salí solo tras deshacerse la opción de una salida conjunta por Valldemossa y además salí tardísimo pero sin sentir la preocupación de fichar a la vuelta o estar pendiente de compromisos ajenos. Parto pues sin presión desde Inca hacia Mancor directamente, rodando los últimos metros por carretera desviándome justo en la entrada para ir directos a Son Maga, mi objetivo está cerca de ahí y por lo que veo no habrá nadie en las inmediaciones y aprovecho la solitud para saltar la barrera y ¿qué me encuentro? la llave, pero no es la del candado (después sabré de dónde es) así que lo dejo todo como estaba y me largo para arriba que me están esperando. La subida se me hizo corta esta vez, y digo esta vez porque no es la primera vez que la hago pero ahora la voy a terminar, y más después de la confirmación del propietario en contra de lo que marcan los mapas, es verdad.
Paso pronto por el sitio donde nos quedamos la vez anterior y unos pocos metros más adelante aparecen los primeros problemas, la circulación rodada prácticamente ha terminado, el piso roto fruto de desprendimientos de las paredes laterales unido a la inclinación hacen que sea misión imposible, y si aún así algún vehículo pudiera aventurarse hasta aquí solo un poco más lejos debería desistir de tal empeño, una enorme roca bloquea el camino que aún conserva una anchura considerable y por contra se puede rodar aún un poco más aunque solamente hasta llegar a la zona más angosta y cuando parecería que tengamos que enfrentarnos a la selva aparece a nuestros pies un trazado, que no pista, empedrado, forrado de musgo que se alimenta de la gran humedad reinante del lugar, y que avanza ahora penoso entre matorrales y árboles caídos que se desmenuzan en cuanto los pisas, no me esperaba encontrar restos humanos en tal entorno pero los hay, un porxo semi derrumbado parece indicarnos el final de la civilización que un día pobló el lugar.
No veo continuación clara en ninguna dirección y en cambio la torrentera parece que se bifurca en dos, arriba en las alturas se vislumbran los claros que anuncian el final de las laderas y elijo la vaguada de la derecha como podría haberlo hecho por la izquierda, lo veía más claro por ese lado aunque ninguna marca o señal así me lo indicara y tampoco quise comprobarlo sobre la pantalla, no tengo la experiencia suficiente para seguir el rastro por ese método. Crucé un canchal medio despejado y me pareció ver una pared, o al menos parte de ella, y efectivamente parapetaba un pino y no acerté a comprender su significado pero desde ese punto vislumbré otra más arriba, entonces comprendí que había llegado al final pero no me esperaba verlo de esa manera, no llegué a mi destino desde arriba sino por abajo, no recordar el sitio con precisión provoca estos errores.
Recorro unos metros en ambos sentidos para encontrar un paso y no lo hay, habrá que saltar la rejilla y después dirigirse por las pistas hasta las casas y salir de allí por patas aunque no se aprecia movimiento ninguno en las viviendas y más bien poco en el resto de terreno, la agricultura no parece la actividad principal de la finca. Recorro la pista hasta la salida y meriendo en el mismo sitio que la semana pasada aunque ahora el siguiente paso no será en ascenso sino en descenso, me dirijo als Horts directamente. La bajada no es técnica pero en algunas curvas cuesta para parar la bici debido a la hojarasca y no adivino trazada ni marca alguna en el suelo en ese tramo y luego sí parece haber en la pista que se dirige a las casas que también parecen desiertas.
No voy a bajar aún, no quiero desaprovechar la oportunidad de rodar por el comellar de sa Jonqueta y es lo que hago sin perder tiempo y me llevo la sorpresa de encontrarme con un recorrido excelente, rodable, con una pendiente muy comedida y constante excepto en varios tramos puntuales con el piso un poco más irregular y más empinado pero en general es un paseo, aunque un paseo de ida y vuelta si lo que estamos exigiendo es no bajarnos de la bici porque si no es así la cosa puede enmarronarse bastante pero sin que por ello quede descartada de antemano.
Vuelvo atrás haciendo la bajada directa hasta la carretera sin ninguna gana de volver al punto inicial y por eso decido subir por asfalto hasta el coll des Barracar para bajar por el camí vell hasta el área recreativa, no por Son Canta, y desde allí acortar un poco por el trazado antiguo de la carretera hasta donde se pueda, recorrer unos metros de asfalto y hacer el último tramo de tierra hasta la curva de Caimari, ahora sí que me puedo dar por satisfecho, debo volver y lo hago por los caminos vecinales hasta las inmediaciones de la capital del Raiguer aunque sin dejar de aprovechar el último camino sin asfaltar, el camí de s'Olivar que me deja en la carretera de Mancor ya muy cerca de la ciudad solamente a falta de cruzar el puente peatonal de las vías del tren para llegar al final de mi camino, por hoy.
A ver si la semana que viene, esta misma, programamos la salida conjunta y podemos hacer una crónica en plural, que las últimas no son más que un monólogo, mi monólogo.
Salí por la zona de Caimari (novedad!) y salí solo tras deshacerse la opción de una salida conjunta por Valldemossa y además salí tardísimo pero sin sentir la preocupación de fichar a la vuelta o estar pendiente de compromisos ajenos. Parto pues sin presión desde Inca hacia Mancor directamente, rodando los últimos metros por carretera desviándome justo en la entrada para ir directos a Son Maga, mi objetivo está cerca de ahí y por lo que veo no habrá nadie en las inmediaciones y aprovecho la solitud para saltar la barrera y ¿qué me encuentro? la llave, pero no es la del candado (después sabré de dónde es) así que lo dejo todo como estaba y me largo para arriba que me están esperando. La subida se me hizo corta esta vez, y digo esta vez porque no es la primera vez que la hago pero ahora la voy a terminar, y más después de la confirmación del propietario en contra de lo que marcan los mapas, es verdad.
Paso pronto por el sitio donde nos quedamos la vez anterior y unos pocos metros más adelante aparecen los primeros problemas, la circulación rodada prácticamente ha terminado, el piso roto fruto de desprendimientos de las paredes laterales unido a la inclinación hacen que sea misión imposible, y si aún así algún vehículo pudiera aventurarse hasta aquí solo un poco más lejos debería desistir de tal empeño, una enorme roca bloquea el camino que aún conserva una anchura considerable y por contra se puede rodar aún un poco más aunque solamente hasta llegar a la zona más angosta y cuando parecería que tengamos que enfrentarnos a la selva aparece a nuestros pies un trazado, que no pista, empedrado, forrado de musgo que se alimenta de la gran humedad reinante del lugar, y que avanza ahora penoso entre matorrales y árboles caídos que se desmenuzan en cuanto los pisas, no me esperaba encontrar restos humanos en tal entorno pero los hay, un porxo semi derrumbado parece indicarnos el final de la civilización que un día pobló el lugar.
No veo continuación clara en ninguna dirección y en cambio la torrentera parece que se bifurca en dos, arriba en las alturas se vislumbran los claros que anuncian el final de las laderas y elijo la vaguada de la derecha como podría haberlo hecho por la izquierda, lo veía más claro por ese lado aunque ninguna marca o señal así me lo indicara y tampoco quise comprobarlo sobre la pantalla, no tengo la experiencia suficiente para seguir el rastro por ese método. Crucé un canchal medio despejado y me pareció ver una pared, o al menos parte de ella, y efectivamente parapetaba un pino y no acerté a comprender su significado pero desde ese punto vislumbré otra más arriba, entonces comprendí que había llegado al final pero no me esperaba verlo de esa manera, no llegué a mi destino desde arriba sino por abajo, no recordar el sitio con precisión provoca estos errores.
Recorro unos metros en ambos sentidos para encontrar un paso y no lo hay, habrá que saltar la rejilla y después dirigirse por las pistas hasta las casas y salir de allí por patas aunque no se aprecia movimiento ninguno en las viviendas y más bien poco en el resto de terreno, la agricultura no parece la actividad principal de la finca. Recorro la pista hasta la salida y meriendo en el mismo sitio que la semana pasada aunque ahora el siguiente paso no será en ascenso sino en descenso, me dirijo als Horts directamente. La bajada no es técnica pero en algunas curvas cuesta para parar la bici debido a la hojarasca y no adivino trazada ni marca alguna en el suelo en ese tramo y luego sí parece haber en la pista que se dirige a las casas que también parecen desiertas.
No voy a bajar aún, no quiero desaprovechar la oportunidad de rodar por el comellar de sa Jonqueta y es lo que hago sin perder tiempo y me llevo la sorpresa de encontrarme con un recorrido excelente, rodable, con una pendiente muy comedida y constante excepto en varios tramos puntuales con el piso un poco más irregular y más empinado pero en general es un paseo, aunque un paseo de ida y vuelta si lo que estamos exigiendo es no bajarnos de la bici porque si no es así la cosa puede enmarronarse bastante pero sin que por ello quede descartada de antemano.
Vuelvo atrás haciendo la bajada directa hasta la carretera sin ninguna gana de volver al punto inicial y por eso decido subir por asfalto hasta el coll des Barracar para bajar por el camí vell hasta el área recreativa, no por Son Canta, y desde allí acortar un poco por el trazado antiguo de la carretera hasta donde se pueda, recorrer unos metros de asfalto y hacer el último tramo de tierra hasta la curva de Caimari, ahora sí que me puedo dar por satisfecho, debo volver y lo hago por los caminos vecinales hasta las inmediaciones de la capital del Raiguer aunque sin dejar de aprovechar el último camino sin asfaltar, el camí de s'Olivar que me deja en la carretera de Mancor ya muy cerca de la ciudad solamente a falta de cruzar el puente peatonal de las vías del tren para llegar al final de mi camino, por hoy.
A ver si la semana que viene, esta misma, programamos la salida conjunta y podemos hacer una crónica en plural, que las últimas no son más que un monólogo, mi monólogo.
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