Sin prisas por la Comuna

Tenía una invitación de Jauja para compartir ruta el lunes con un variopinto pelotón por la Comuna de Bunyola. La ruta era conocida y relativamente corta por lo que se ajustaba a mi horario. La de los menorquines no la tenía clara y por lo que se vio después los que lo tenían claro estaban equivocados, pero eso da igual si no tienes horario limitado. Dado que no salgo cada día a rodar en las ocasiones de que dispongo no puedo compartirlo con todos los que quisiera y a veces debo elegir entre diversas opciones que se me presentan y como ya teníamos una pendiente desde la quedada de Calonge a la que no fuimos ninguno de los dos no me lo pensé dos veces y acepté su invitación con mucho gusto. Si la ruta se quedaba corta ya buscaríamos algún alargo pero como comprobareis si seguís leyendo (o escuchando) lo tuvimos sin buscarlo. Pero vayamos por partes.

El aparcamiento de la Comuna estaba vacío y no creo que fuera solamente por las continuas recomendaciones que se han vertido por la red sobre la conveniencia de anunciar con anterioridad las salidas y el lugar donde se dejarán los vehículos, creo más bien porque muchos estarían sobando tranquilos en sus casas. Como la mayoría de los que tenían que venir que se rajaron, ni Rafa ni su pupilo, ni Fidel, el ibicenco, que se paseó por Planícia con los menorquines sin yo enterarme, ni Ángel, el eterno ausente. Solamente estábamos Jose y yo (y es literal, porque no vimos ni a cristo por allí) y rápidamente cambiamos la parte final de la ruta por la bajada de la Coma de s'Aigo (Es Cabàs) que él no conocía y yo quería volver a saborear.

Jauja tenía problemas de roce con el disco trasero, bastante torcido. Se lo apañé con dos meneos. Es muy flexible, creo que era el modelo que había estado mirando para cambiar el de delante mío pero lo encontré demasiado ligero, demasiado endeble comparado con los que llevo, mucho más resistentes y supongo que también más pesados.

No subía fino el Jose pero como íbamos subiendo sin parar más o menos se iba cumpliendo el horario establecido. Una hora para subir al Penyal, después todo sería bajada, o eso creíamos. Después de una paradita en el top nos protegimos y vamos a hacer la cabra. En este caso mucho más conservadora que de costumbre ante la ausencia de presionadores por delante o por detrás pero así y todo divertida y también quizás menos nerviosa después de haberle quitado rebote de atrás.

Pasamos de largo el desvío del Cocó Peguer, nuestra ruta inicial, para ir a meternos al bosque encantado, éste ya con más nervio, y desde allí hacia Es Cabàs. La bajada corroboró todos mis sensaciones anteriores, rápida y divertida al no tener tramos de gran dificultad aunque en su inicio han aparecido algunos árboles cruzados que te obligan a parar. A Jose le encantó, la verdad es que en algunos tramos vale la pena pararse y disfrutar del lugar. Pero todo tiene su pero y éste se presentó al llegar a la paret de partió. Está vallada de lado a lado con una rejilla de más de dos metros de altura y rematada con un alambre de pinchos que te quitan las ganas de intentar sortearla. En honor a la verdad diré que pasé al otro lado pero ante las dificultades para levantar las bicicletas para pasarlas y porque en el fondo queríamos respetar el derecho de la propiedad de no permitir el paso si no es de su agrado decidimos volver por donde habíamos venido. No quedaba otra, no hay escapatoria posible. Y me sorprendió lo ciclable que es la subida, mucho más de lo que parece bajando. Aún así estuvimos treinta y cinco minutos subiendo pero creo que vale la pena, solo si te gusta subir, claro.

El horario ya iba con retraso debido a ese contratiempo imprevisto aún así decidimos bajar por la Coma d'en Buscante y vaya si la disfruté. Jose no tanto ya que se queja de su tren delantero, dice que va inseguro. Por eso quise probar su bici en la bajada de C'as Bergantet a ver si podía notar algo extraño en ella. Pasaron varias cosas allí, primero es que la bici es de talla S y como tal la encontré muy pequeña; segundo es que los frenos están descompensados, por lo que al llegar a las curvas había que estar atento a la mano con que frenabas y tercero es que noté mucha diferencia con la suspensión, mucha menos fina en su funcionamiento, más basta, por decirlo de algún modo, aunque es solamente una primera impresión sin mucho fundamento.

Alguna temporada me ha ocurrido algo parecido a Jose e hice dos cosas. Una fue intercambiar las cubiertas, la Geax atrás, la HR delante, y la otra fue calibrar bien las presiones de la suspensión y dejarla con un rebote más bien lento; si necesito algo de rigidez extra la bloqueo. Con eso solamente he ganado bastante en seguridad y control.

Quería ver si él notaba algo parecido al prestarle mi bici pero tuvo algunos problemas de adaptación que lo dejaron más intranquilo si cabe. Uno es simplemente la talla, la debía encontrar demasiado grande y otro, más peliagudo, es que tiene las manetas de freno demasiado separadas del manillar para el tamaño de sus manos. Ése si era un gran problema, demasiado importante como para fijarse en el trabajo de la horquilla que era la razón primordial de la prueba. A ver si con unos simples ajustes puede lograr cambiar esas sensaciones.

Desde ahí hasta Bunyola por asfalto y despedida rápida que los teléfonos ya estaban sonando. La próxima un Barranc?, pero cada uno con la suya.