El pronóstico estaba claro este fin de semana. Lluvia ininterrumpida todo el sábado y una mejoría notable para el domingo. Entonces estaba claro, tendría que salir el sábado, pero como tampoco había nadie que saliera pues iría solo aunque como iba a llover (de hecho comenzó el viernes noche como estaba anunciado) no me quise ir lejos, y cuando digo lejos es cuando has de coger coche. De hecho al salir de casa solamente pretendía salir a rodar en llano pero fue llegar a la calle y me lo pensé mejor, tenía tiempo para ir y volver del Bunyolí y estar preparado para salir a comer fuera. Y eso hice.
Había visto el mensaje de Wiro muy temprano pero a la hora que salí ya estaría él de vuelta aunque confiaba en encontrarme con alguien por allí, aunque solamente fuera para picarme. Pero que va! Empezó a llover en Establiments, bueno, en honor a la verdad no creo que pasara de una ligera llovizna, ligera pero insistente, de esas que te van calando poco a poco aunque con más calor que frío. No vi a nadie montado, solamente una pareja con un crío pequeño a becoll al cual le extrañó mucho que alguien fuera en bicicleta por allí. El camino, precioso, sobretodo la parte de arriba, la más agreste, con esa humedad flotando en el ambiente. Lo único que no me gustó es que tuve que volver a subir a plato pequeño (y ya van dos seguidas) y eso no es buena señal. El constipado me ha quitado un punto de fuerza que me cuesta recuperar.
Al llegar arriba no esperé nada para empezar a bajar por la trialera aunque sin exponerme en demasía porque los frenos mojados pierden eficacia y no ofrecen garantías. Me volví a encontrar con la pareja que subía por allí y esta vez el crío alucinó de veras. Si no se lo creía subiendo mucho menos bajando pero pasé despacio porque la mujer estaba embarazada y puso cara rara, no era cuestión de ir provocando sobresaltos innecesarios a esas alturas. Me pareció que a la trialera le habían quitado unas cuantas piedras de enmedio, la encontré más llana que nunca. El resto de bajada es de velocidad pero como no llevaba gafas tenía que ir cerrando los ojos por el agua que me mandaba la rueda y había que estar al tanto.
Cuando pasé por delante de las casas estuve tentado de pararme a dar las gracias a quién fuera por dejarme pasar por el camino (a mí y a todos los bikeros) y permitir que pueda disfrutar como un animal por esos parajes, aunque sean solamente cuarenta minutos, porque los de subida también se cuentan. Pero solo fue una idea, no iría expresamente pero si algún día encuentro a alguien por ahí si que se lo diré.
Está bien saber por dónde nos movemos, saber cuando hay que agachar las orejas y cuando se puede levantar la voz, saber cuando te están contando una trola o cuando te hablan con toda la razón del mundo y porqué no, también es un buen pasatiempo.
Había visto el mensaje de Wiro muy temprano pero a la hora que salí ya estaría él de vuelta aunque confiaba en encontrarme con alguien por allí, aunque solamente fuera para picarme. Pero que va! Empezó a llover en Establiments, bueno, en honor a la verdad no creo que pasara de una ligera llovizna, ligera pero insistente, de esas que te van calando poco a poco aunque con más calor que frío. No vi a nadie montado, solamente una pareja con un crío pequeño a becoll al cual le extrañó mucho que alguien fuera en bicicleta por allí. El camino, precioso, sobretodo la parte de arriba, la más agreste, con esa humedad flotando en el ambiente. Lo único que no me gustó es que tuve que volver a subir a plato pequeño (y ya van dos seguidas) y eso no es buena señal. El constipado me ha quitado un punto de fuerza que me cuesta recuperar.
Al llegar arriba no esperé nada para empezar a bajar por la trialera aunque sin exponerme en demasía porque los frenos mojados pierden eficacia y no ofrecen garantías. Me volví a encontrar con la pareja que subía por allí y esta vez el crío alucinó de veras. Si no se lo creía subiendo mucho menos bajando pero pasé despacio porque la mujer estaba embarazada y puso cara rara, no era cuestión de ir provocando sobresaltos innecesarios a esas alturas. Me pareció que a la trialera le habían quitado unas cuantas piedras de enmedio, la encontré más llana que nunca. El resto de bajada es de velocidad pero como no llevaba gafas tenía que ir cerrando los ojos por el agua que me mandaba la rueda y había que estar al tanto.
Cuando pasé por delante de las casas estuve tentado de pararme a dar las gracias a quién fuera por dejarme pasar por el camino (a mí y a todos los bikeros) y permitir que pueda disfrutar como un animal por esos parajes, aunque sean solamente cuarenta minutos, porque los de subida también se cuentan. Pero solo fue una idea, no iría expresamente pero si algún día encuentro a alguien por ahí si que se lo diré.
Está bien saber por dónde nos movemos, saber cuando hay que agachar las orejas y cuando se puede levantar la voz, saber cuando te están contando una trola o cuando te hablan con toda la razón del mundo y porqué no, también es un buen pasatiempo.