Llevaba demasiados días posponiendo la finalización de la ruta costera y quería acabarla, o al menos ver si sería posible hacerlo, pero tampoco es que me sintiera con muchas ganas de hacerlo. De lo que estaba seguro es de que no me apetecía ir a la ruta del chuletón que había preparado Tomeu, me picaba más la curiosidad. Así, entre dudas, llegué al viernes noche y aún no tenía decidido nada en claro. Con Carlos ausente y Juan también también por decidirse lo dejamos pasar.
Me levanté tarde el sábado y me animé lo suficiente como para vestirme y salir. Me llevé dos bocatas por si era capaz de completar la ruta como la tenía pensada. Así pues sobre las diez me puse en marcha desde Valldemossa en dirección a la Ermita de la Trinitat poniendo rumbo a las ermites velles y más allá, hacia Son Gallard. Esta vez no subí hasta el mirador, tiré por el atajo y en un momento estuve en la pista principal. Mucha pendinte y hasta tramos asfaltados tiene. Al llegar a un cruce tiramos a la derecha para seguir bordeando la montaña y acabar en una pared que nos barra el paso. Había coches pero ni vi ni oí a nadie. Atravesé la pared y bajé a la pista cementada por un sitio mejor sin tener que saltar. Proseguí hacia arriba y dejé el desvío que sigue subiendo y entré en el bosque. Ahí me paré, llegó el momento de la investigación. Busqué y encontré algunos hitos aunque solamente era una piedra pequeña colocada encima de una roca y creí ver un sendero aunque a veces solamente existe en tu imaginación.
Era todo cuesta arriba y tocaba empujar y en unos minutos me pareció ver un muro. Efectivamente era una pista que supuse que era la que había abandonado unos minutos antes, ¡pues vaya avance!. Me dispuse a subir y en la primera curva veo otro desvío y me salgo de ella. Muy parecido al anterior, conato de sendero y algunas marcas. Llego a algunas caceres y pasos rocosos más verticales pero ni rastro de lo que busco. Delante de mí tengo una pequeña hondonada y prefiero seguir recto hacia arriba. Pensando en que aún tengo una buena caminata por delante llego de pronto a un sendero marcado y por él desemboco en el que tendría que ser el que estoy buscando, la bajada de los cingles de Son Rullán.
Continuo hacia arriba sin poderme montar en la bici trazando las curvas a derecha e izquierda sucesivamente, hasta que llego a una y la reconozco enseguida, es la curva del pino y el escalón. No, y si sigo un poco más llegaré arriba, no te joroba. Me calzo las protecciones y el casco y me lanzo para abajo pero al llegar a la sitja me meto por el sendero para volver abajo y ver de donde parte realmente. Me sorprendo de lo ancho y despejado que está y llego abajo en un minuto solamente. Ya sé donde estoy, justamente donde la pista sale del bosque pero no hay marcas que te lleven arriba.
Vuelvo a subir para seguir el descenso desde ese punto hasta Deià de una tirada. Enlace con la pista principal, la que se dirige hacia el Pas vell de Son Ripoll, desvío hacia la Caseta de sa Rota, camino empedrado, donde me volví a enganchar con la mata de espino que me tiró la vez anterior que pasé por allí, Castell des Moro, Hotel es Molí y carretera. Primera parte de la misión cumplida.
Como quería bajar a la cala por el Camí de sa Vinyeta y eso está al otro lado del pueblo decido llegar por el Camí reial. Para ello debo subir hasta casi Sa Pedrissa para coger el tramo que baja hasta la cala y tomar el desvío señalizado. Eso hago, sigo con las protecciones puestas y enfilo asfalto en dirección Valldemossa, me meto por el camino y me desvío hacia el pueblo. De lo primero que me doy cuenta es que de camino queda poco y de que no está ni siquiera despejado de vegetación, por eso cuesta pasar algunos tramos. Después corre mansamente bajo los muros de los olivares y desemboca en el acceso asfaltado de Can Bauzá. No creo que haya hecho ni un kilómetro, no vale la pena.
Rodeo el pueblo y meriendo en el banco del ayuntamiento; no sé que hora es pero no voy a esperar a estar muerto de hambre para hacerlo. Tras estirarme un poco me voy a buscar la bajada inédita para mi y la encontré unos metros más adelante, casi en la salida del pueblo. Está señalizada debidamente. Me llevé una sorpresa, ésa es la verdad, porque me encuentro con un camino ancho, muy roto a tramos, con bastante inclinación aunque en esos tramos es donde precisamente se ha restaurado. Esos tramos son los que vi desde el otro lado y me imaginé que sería todo igual pero no es así, algunas partes son bastante rocosas. A pesar de todo llego abajo sin contratiempos y me voy a la cala. Allí decido ir a investigar el camino que lleva a la torre. Subo por la calle de la izquierda (no hay más) pero arriba me encuentro con una barrera cerrada que no me deja avanzar y no veo sendero que continúe por lo que me veo obligado a volver atrás.
Aunque no esté señalizado empiezo a subir por el camino escalonado que supongo que es el que baja desde Son Bujosa y me desvío a la izquierda pasando por el primer terraplén sobre las rocas. Esto va a ser una constante a lo largo del recorrido, por donde se concentra el agua para bajar lo hace con una fuerza inusitada y arrastra todo lo que encuentra a su paso sea tierra, rocas o árboles, todo se va abajo. Y si además le añadimos que en alguna tormenta ventosa numerosos árboles se vinieron abajo en algunos puntos ha quedado de pena. Dado que tampoco estamos circulando por un camino construido propiamente dicho sino por un itinerario marcado pues ello se traduce en un mal rodar, interrumpido cada pocos metros por la pendiente, los árboles tumbados, las paredes medianeras o las rejillas. No digo que andando no sea bonito pero tener que empujar la bici sin poder montarte llega a hacerse pesado. No me divertí en ese tramo y más porque lo que quería era comprobar su facilidad para pasar rodando para integrarla en una ruta que tenía pensada pero lo descarté por los motivos descritos. Una pena.
No quise pasar más allá de Es Canyaret, no creo ni que estés a mitad de camino de Alconàsser, y si lo que seguía era igual o parecido no valía la pena. La próxima vez que lo intente lo haré en sentido contrario, quizás mejore. Sentí pena de como ha quedado el lugar, lo recordaba mucho más limpio y cuidado, ahora lo he visto todo muy descuidado y abandonado, la naturaleza ha hecho su trabajo allí, ocupando cada palmo de terreno con todo tipo de plantas salvajes reclamando su lugar.
Me marché para arriba y hasta esas escaleras me eran desconocidas. El tramo de camino que siempre me había preguntado adonde iría literalmente ha desaparecido y la vuelta se me hizo muy corta hasta Llucalcari donde no parece que haya pasado el tiempo, al menos de puertas para afuera, por eso al subir me metí por el Camí vell, un pequeño tramo de camino antiguo que nos acerca a la carretera y posiblemente comunicaba con el Camí de Castelló. Hubiera sido lo suyo, la ruta que quería diseñar tenía la vuelta por ese camino. Eso estaría bien si lo hubiera tomado desde Can Bleda pero para hacer un tramo tan corto no valía la pena la subida por lo que me preparé para afrontar la vuelta por carretera. Un plato, un piñón y a rodar.
Tras los días de exploración por la zona ha quedado claro el itinerario hasta Deià y aunque pasamos por fincas privadas no se han constatado problemas más allá de los que llevamos nosotros mismos. Pero desde el pueblo hacia adelante, en lo que debería ser la parte más interesante de la ruta, vamos a ciclar poco y nos va a hacer perder mucho tiempo. Una lástima. Habrá que hacer otro intento más adelante.
Me levanté tarde el sábado y me animé lo suficiente como para vestirme y salir. Me llevé dos bocatas por si era capaz de completar la ruta como la tenía pensada. Así pues sobre las diez me puse en marcha desde Valldemossa en dirección a la Ermita de la Trinitat poniendo rumbo a las ermites velles y más allá, hacia Son Gallard. Esta vez no subí hasta el mirador, tiré por el atajo y en un momento estuve en la pista principal. Mucha pendinte y hasta tramos asfaltados tiene. Al llegar a un cruce tiramos a la derecha para seguir bordeando la montaña y acabar en una pared que nos barra el paso. Había coches pero ni vi ni oí a nadie. Atravesé la pared y bajé a la pista cementada por un sitio mejor sin tener que saltar. Proseguí hacia arriba y dejé el desvío que sigue subiendo y entré en el bosque. Ahí me paré, llegó el momento de la investigación. Busqué y encontré algunos hitos aunque solamente era una piedra pequeña colocada encima de una roca y creí ver un sendero aunque a veces solamente existe en tu imaginación.
Era todo cuesta arriba y tocaba empujar y en unos minutos me pareció ver un muro. Efectivamente era una pista que supuse que era la que había abandonado unos minutos antes, ¡pues vaya avance!. Me dispuse a subir y en la primera curva veo otro desvío y me salgo de ella. Muy parecido al anterior, conato de sendero y algunas marcas. Llego a algunas caceres y pasos rocosos más verticales pero ni rastro de lo que busco. Delante de mí tengo una pequeña hondonada y prefiero seguir recto hacia arriba. Pensando en que aún tengo una buena caminata por delante llego de pronto a un sendero marcado y por él desemboco en el que tendría que ser el que estoy buscando, la bajada de los cingles de Son Rullán.
Continuo hacia arriba sin poderme montar en la bici trazando las curvas a derecha e izquierda sucesivamente, hasta que llego a una y la reconozco enseguida, es la curva del pino y el escalón. No, y si sigo un poco más llegaré arriba, no te joroba. Me calzo las protecciones y el casco y me lanzo para abajo pero al llegar a la sitja me meto por el sendero para volver abajo y ver de donde parte realmente. Me sorprendo de lo ancho y despejado que está y llego abajo en un minuto solamente. Ya sé donde estoy, justamente donde la pista sale del bosque pero no hay marcas que te lleven arriba.
Vuelvo a subir para seguir el descenso desde ese punto hasta Deià de una tirada. Enlace con la pista principal, la que se dirige hacia el Pas vell de Son Ripoll, desvío hacia la Caseta de sa Rota, camino empedrado, donde me volví a enganchar con la mata de espino que me tiró la vez anterior que pasé por allí, Castell des Moro, Hotel es Molí y carretera. Primera parte de la misión cumplida.
Como quería bajar a la cala por el Camí de sa Vinyeta y eso está al otro lado del pueblo decido llegar por el Camí reial. Para ello debo subir hasta casi Sa Pedrissa para coger el tramo que baja hasta la cala y tomar el desvío señalizado. Eso hago, sigo con las protecciones puestas y enfilo asfalto en dirección Valldemossa, me meto por el camino y me desvío hacia el pueblo. De lo primero que me doy cuenta es que de camino queda poco y de que no está ni siquiera despejado de vegetación, por eso cuesta pasar algunos tramos. Después corre mansamente bajo los muros de los olivares y desemboca en el acceso asfaltado de Can Bauzá. No creo que haya hecho ni un kilómetro, no vale la pena.
Rodeo el pueblo y meriendo en el banco del ayuntamiento; no sé que hora es pero no voy a esperar a estar muerto de hambre para hacerlo. Tras estirarme un poco me voy a buscar la bajada inédita para mi y la encontré unos metros más adelante, casi en la salida del pueblo. Está señalizada debidamente. Me llevé una sorpresa, ésa es la verdad, porque me encuentro con un camino ancho, muy roto a tramos, con bastante inclinación aunque en esos tramos es donde precisamente se ha restaurado. Esos tramos son los que vi desde el otro lado y me imaginé que sería todo igual pero no es así, algunas partes son bastante rocosas. A pesar de todo llego abajo sin contratiempos y me voy a la cala. Allí decido ir a investigar el camino que lleva a la torre. Subo por la calle de la izquierda (no hay más) pero arriba me encuentro con una barrera cerrada que no me deja avanzar y no veo sendero que continúe por lo que me veo obligado a volver atrás.
Aunque no esté señalizado empiezo a subir por el camino escalonado que supongo que es el que baja desde Son Bujosa y me desvío a la izquierda pasando por el primer terraplén sobre las rocas. Esto va a ser una constante a lo largo del recorrido, por donde se concentra el agua para bajar lo hace con una fuerza inusitada y arrastra todo lo que encuentra a su paso sea tierra, rocas o árboles, todo se va abajo. Y si además le añadimos que en alguna tormenta ventosa numerosos árboles se vinieron abajo en algunos puntos ha quedado de pena. Dado que tampoco estamos circulando por un camino construido propiamente dicho sino por un itinerario marcado pues ello se traduce en un mal rodar, interrumpido cada pocos metros por la pendiente, los árboles tumbados, las paredes medianeras o las rejillas. No digo que andando no sea bonito pero tener que empujar la bici sin poder montarte llega a hacerse pesado. No me divertí en ese tramo y más porque lo que quería era comprobar su facilidad para pasar rodando para integrarla en una ruta que tenía pensada pero lo descarté por los motivos descritos. Una pena.
No quise pasar más allá de Es Canyaret, no creo ni que estés a mitad de camino de Alconàsser, y si lo que seguía era igual o parecido no valía la pena. La próxima vez que lo intente lo haré en sentido contrario, quizás mejore. Sentí pena de como ha quedado el lugar, lo recordaba mucho más limpio y cuidado, ahora lo he visto todo muy descuidado y abandonado, la naturaleza ha hecho su trabajo allí, ocupando cada palmo de terreno con todo tipo de plantas salvajes reclamando su lugar.
Me marché para arriba y hasta esas escaleras me eran desconocidas. El tramo de camino que siempre me había preguntado adonde iría literalmente ha desaparecido y la vuelta se me hizo muy corta hasta Llucalcari donde no parece que haya pasado el tiempo, al menos de puertas para afuera, por eso al subir me metí por el Camí vell, un pequeño tramo de camino antiguo que nos acerca a la carretera y posiblemente comunicaba con el Camí de Castelló. Hubiera sido lo suyo, la ruta que quería diseñar tenía la vuelta por ese camino. Eso estaría bien si lo hubiera tomado desde Can Bleda pero para hacer un tramo tan corto no valía la pena la subida por lo que me preparé para afrontar la vuelta por carretera. Un plato, un piñón y a rodar.
Tras los días de exploración por la zona ha quedado claro el itinerario hasta Deià y aunque pasamos por fincas privadas no se han constatado problemas más allá de los que llevamos nosotros mismos. Pero desde el pueblo hacia adelante, en lo que debería ser la parte más interesante de la ruta, vamos a ciclar poco y nos va a hacer perder mucho tiempo. Una lástima. Habrá que hacer otro intento más adelante.