17 paellas

Y mira que me había hecho a la idea de salir el domingo y al final ha sido el sábado, pues mejor, porque desde mis primeros tiempos asocio ese día con salida, en domingo como que no; me refiero evidentemente a rutas largas, excursiones, en pocas palabras. He salido temporadas en domingo pero se trataba de salidas más cortas y cercanas, con menos opciones para el disfrute y menos provechosas para lo que ahora me interesa.

Desde el mismo momento que confirmé el día me vino a la cabeza un sitio y no sé porqué, Alfàbia. Había otros planes en el tablero evidentemente, una salida de los M.I.R. por Esporles y aledaños, y otra de Xisco que descarté por el pateo, lo que haría sería rodando. Parte del grupo se apuntó a esa movida y parte no, y alguno más quedó descolgado ya que aún queriendo salir no se pudo acoplar a ninguna de las dos.

Distribuido el personal nos concentramos en un punto de reunión no habitual en Bunyola Pot y yo que hemos venido juntos, Joan y Carlos por otro lado y el quinto en discordia, Joselinx, que decide el viernes unirse a la fiesta. Estamos todos listos y partimos rumbo al coll de Sóller para afrontar la subida de la serra de Alfàbia por asfalto de principio a fin, lo tengo asumido y así será si no encontramos pegas en la barrera, pero una ventana a la esperanza se abre ante mí cuando veo entrar un coche por la barrera del Verger y me lanzo directo a la esencia más noble de ese buen hombre preguntándole sin rodeos “Bon día l'amo, que mos deixau pasar?”. El resto de conversación sobró porque ese hombre ya tenía decidido dejarnos pasar y se lo agradecimos con ganas.

La subida por ese sitio, muy buena, y no sé porqué mucho más fácil de lo que la recordaba y seguro que mucho más que la primera vez que la hice porque si no estoy equivocado se trata de la primera ruta de montaña que me enseñaron. Después la repetí muchas más veces y la continuaba por Alfàbia, s'Arrom, es Cornadors y l'Ofre para acabar bajando por el barranco y volver a Bunyola por el coll, supongo que la opción de volver por el camí de metre ni se me había ocurrido; eran evidentemente otros tiempos, ahora estos caminos están barrados y esta excursión, irrealizable dentro de la normalidad.

Llegamos sin más contratiempo que un tramo de camino barrido por un alud y bloqueado por rocas y árboles destrozados, a la carretera que nos llevará hasta lo alto de la sierra. Diecisiete paellas nos aguardan antes de atravesar el coll des Porc y allí estábamos descansando un poco en el reagrupamiento cuando pasa un vehículo particular con dos individuos que no nos hicieron ni caso, contestar al saludo y poco más, por ahora la suerte está de nuestro lado y continuamos cuesta arriba cuando oímos otro coche que se acerca y éste sí se para pero inmediatamente intuyo por el tono de voz y el semblante que tampoco tiene intención de echarnos aunque sí nos comenta algunos pormenores del paso de ciclistas por la zona y así, después de lo dicho, cada uno sigue su camino.

Paramos un poco cerca de la fuente para reagrupar y esta vez la espera es un poco más larga y Juan, que ha llegado de los últimos, aspira a comerse el bocata ahí mismo pero le convencemos de que espere un poco, mejor no tentar a la suerte y pasemos rápido por las casas antes de que a alguno le dé por hacerse el gallito y nos lea la cartilla del derecho y del revés. Así que bajamos un poco más, retrocedemos hasta las casas y las rodeamos por un lateral bajando el primer tramo de camino hasta quedar fuera de su vista. Juan desiste de comerse el bocata, Joselinx encuentra un sillín extrañamente parecido al suyo y los que llevamos protecciones nos las ponemos mientras que los demás sufren las consecuencias de no llevarlas.

El principio no es claro si no lo conoces, tampoco es fácil, estructuralmente no puede considerarse camino como tal pero es por dónde hay que bajar y muchas veces pierdes la trazada al tener que estar pendiente de por dónde vas, fue además el sitio dónde vi la única caída, supo poner bien las manos y no pasó nada pero vi los pies más altos que las ruedas. A medida que vas bajando vas cogiendo ritmo y se va haciendo, hasta me pareció ver que el camino se había convertido en un camino de carro, ahí sí que había estructura como tal, pero totalmente irreconocible por la vegetación. Supongo que fue por éso que lo perdimos durante un tramo y bajamos un poco a las bravas por una pendiente hasta que volvimos a cruzarnos con él y ya no volvimos a perderlo, es más, el tramo que sigue es un sendero casi plano entre el carrizo muy divertido hasta llegar a una paret de partió donde se salva un desnivel considerable por el interior del bosque de forma espectacular y muy agradecida para un bikero experimentado.

El bosque da paso a los primeros olivares, algunos con el porxo en muy buen estado y otros no tanto pero lo que sí cambia es el camino, ahora es un camino empedrado aunque no en tan buenas condiciones como estamos acostumbrados a encontrarnos en nuestros recorridos por el valle.

Casi al final hay una fuente, allí nos paramos y comprobamos una avería de la que se quejaba Potato desde arriba, que se había quedado sin freno trasero, y no era para menos, el disco parecía una ensaimada y no lograba recordar dónde podría haber sucedido, es más, ahora que lo pienso debió ser en la caída. Se apañó lo que se pudo, lo suficiente para ir tirando y bajamos al pueblo donde nos encontramos de repente en medio del mogollón, en pleno Firó.

Aquí hubo que acortar y volver a Bunyola por carretera y eso ya fue un sálvese quién pueda. En la boca del túnel nos agrupamos Pot, Carlos y yo y así fuimos un rato hasta que Carlos se descolgó para esperar a Joan y cuando Joselinx nos cogió espoleado por la cola y las gominolas me marché con él y ya no paramos hasta la fuente aprovechando para refrescarnos y directos hasta los coches.

En resumen, que fue un magnífico día de ciclismo en buena compañía donde los malos tragos se suavizan por la espectacularidad de los paisajes y ese punto de dificultad que te mantiene en tensión y te compensa en cuanto los superas, o no, porque de todo hubo en esta ruta que discurre, por otro lado, enteramente por terrenos privados y en donde no somos bien recibidos pero que de tanto en cuando debemos tentar a la suerte y aventurarnos.

Mogollón de fotos de Carlos (después extraña que tardáramos tanto en bajar)
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